Capítulo VI
Continuación (II.2)
2. Verdad y veracidad en la existencia y en la convivencia humana, con especial referencia a la comunidad universitaria católica[1]. Las tareas de la enseñanza teológica moral en este ámbito.
a.
La verdad y veracidad en el orden del ser en lo que se refiere a la actividad
de las Universidades católicas y de las Universidades y Facultades Eclesiásticas.
1.a)
Reiteremos, primeramente, que existen unas razones de tipo trinitario,
cristológico y antropológico que fundamentan la identidad universitaria
católica y urgen su coherencia institucional.
Por
eso, en los documentos oficiales de la Iglesia Católica se recuerda a los
“centros educativos católicos” y a “aquellos que, aun no siendo confesionales[2], tienen una clara inspiración
católica” que
“sólo podrán desarrollar una
acción de verdadera evangelización si en todos sus niveles, incluido el
universitario, se mantiene con nitidez su orientación católica. Los contenidos
del proyecto educativo deben hacer referencia constante a Jesucristo y a su
mensaje, tal como lo presenta la Iglesia. Sólo así se podrán formar dirigentes
auténticamente cristianos en los diversos campos de la actividad humana y de la
sociedad, especialmente en la política, la economía, la ciencia, el arte y la
reflexión filosófica[3]”.
Existe,
pues, una relación directa entre la actividad profesional de los egresados de
tales instituciones, y aquellos contenidos y medios cristianos de los que ellos
se han nutrido durante su período de formación. Esta orientación católica de
las instituciones educativas universitarias se expresa a través de diversos
medios convergentes y complementarios:
1°) como hemos podido observarlo en la
primera sección de este capítulo, ante todo mediante la conformidad alcanzada por cada una de ellas con su identidad
cristiana y católica;
2°) las Universidades católicas, las
instituciones de enseñanza superior que se les asimilan, y las Universidades y
Facultades Eclesiásticas han manifestado su “testimonio” cristiano cuando han
“dado la cara” a la sociedad haciendo una
explícita referencia a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en sus documentos oficiales estatutarios,
como lo hemos expresado en la subsección precedente;
3°) de la misma manera, lo han dado al haber
hecho profesión práctica y fundamentada de su fe mediante el ofrecimiento de una precisa cristología, como lo hemos
expuesto y sugerido en el capítulo cuarto de esta investigación y como lo
muestran algunos de los programas de estudio hasta ahora vigentes (cf. Apéndice
2);
y 4°), cuando en el centro de su Misión y
Proyecto educativo han mostrado ser especialmente conscientes – como observábamos en las encuestas referidas en la
primera parte del presente capítulo – de que existe una necesidad siempre mayor y, hoy en día, más urgente: la
necesidad de hacer una adecuada y expresa
presentación de la “verdad sobre la persona humana” conforme al intento que hemos querido ofrecer mediante el
capítulo quinto de esta investigación.
En
efecto, si no se dan a conocer – y si no se ponen efectivamente en práctica en
los proyectos educativos y en los currículos – todos estos bastimentos
(trinitarios, cristológicos, antropológicos) propios de la misión docente de la
Iglesia, o cuando se presentan “inconsistencias” prácticas en relación a ellos,
será muy difícil que las mismas instituciones universitarias lleguen a
impregnar en sus miembros aquellas características esenciales que son propias
de su naturaleza y misión en medio de la Iglesia y del mundo. Y no sólo eso,
sino que cuantos conforman su comunidad – particularmente los estudiantes –
sufrirán detrimento en razón del déficit en
el anuncio y confesión de la Palabra de Dios que los congrega, en la
participación sacramental que los vivifica, y en ser expresión genuina de
comunidad y de la disciplina eclesial que los mantiene en comunión y
participación con todo el cuerpo de la Iglesia, con el sucesor de Pedro y con
el Colegio Episcopal. Su servicio “al mundo” y a la Iglesia se desdibujará notablemente.
“Cristología”
y “antropología de la vocación cristiana[4]” resumen, pues, en pocos
términos, esos contenidos-presupuestos básicos mínimos e ineludibles de nuestra
propuesta moral[5], e, incluso, pedagógica, en lo
que corresponde al marco dentro del cual se pueda realizar la búsqueda de la
verdad, especialmente en lo que se refiere a Dios y a la Iglesia en una
Universidad católica. Pero, bien entendido, se trata de un marco y premisa
también para toda exploración que deba hacerse del saber y de toda búsqueda de
la sabiduría, al menos en perspectiva
cristiana. Son esos dos aspectos mencionados los pilares esenciales e
insustituibles de lo que la Iglesia ha denominado la “educación” o “formación
integral de la persona humana”: aquellos, precisamente, que más adecuada y
originalmente les permiten a las Instituciones educativas católicas expresar de
qué manera señera ellas procuran generar condiciones pedagógicas
características y apropiadas[i]
para el despertar y el madurar de la conciencia en sus estudiantes en orden “al
bien común” y “a su fin último”, e idear y generar medios didácticos efectivos
y eficaces ordenados al despliegue y a la realización genuina de todos los
potenciales presentes en ellos.
Solo
mediante la implementación pedagógica de tales criterios estarán provistos,
niños, adolescentes y jóvenes, futuros profesionales e investigadores, cada
cual en el debido momento de su evolución psicológica comprendida como un continuum[6], para llegar a “desarrollar
armónicamente sus dotes físicas, morales
e intelectuales; adquirir un sentido más perfecto de la responsabilidad y un
uso recto de la libertad, y prepararse para participar activamente en la vida
social” (cf. c. 795; cf. supra, pp.
1069-1077). Se trata de diseñar y de poner en práctica medios, modelos,
tiempos y espacios, que cooperen a la acción del Espíritu Santo y contribuyan
cada vez mejor a cada quien a esculpir en sí esa perfecta imagen y semejanza de
Dios, esa filiación divina adoptiva, esa humanidad nueva, justa y plenamente
reconciliada, a la que está llamado. El M. R. P. Adolfo NICOLÁS, S. J., actual
Prepósito de la Compañía de Jesús, ha denominado “profundidad” (“magis”) a esta perspectiva cuando se
trata de considerar los principales y más definitivos “problemas y desafíos” a
los que debe atender hoy la educación universitaria, por supuesto, no sólo en
las Universidades de la Compañía. Por eso se trata, sin duda, de uno de los
“derechos” más notables de todos los “fieles cristianos”[7].
Así,
pues, aún antes de abordar en el camino curricular los dilemas morales,
especialmente los propios de su futura profesión, e inclusive los relativos al
conjunto de los problemas sociales, que son, todos ellos, asuntos de máxima
urgencia y necesidad, debería investigarse – y exponerse – el problema
cristológico-antropológico por parte de quienes tienen a su cargo la ejecución
de los programas de estudio en las Universidades católicas, en los Institutos
similares de educación superior, así como en las Universidades y Facultades
Eclesiásticas, ya que dicho problema
considera los fundamentos mismos y distintivos de la moral católica. Si, en
efecto, tales instituciones son “cristianas” y de “educación superior”, por
antonomasia ellas mismas se deberían comprender, cada día más, como llamadas
ser Reinado de Dios y a practicar aquella “justicia superior” a la que se
refiriera Jesús: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y
fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt 5,20).
El
desarrollo mismo de este nuestro Modelo hermenéutico, pensamos, justifica y
expone pormenorizadamente esta nuestra propuesta.
En
efecto, los fundamentos cristológico-antropológicos de las instituciones
universitarias católicas deben conducirlas a ser muy conscientes de las
situaciones de peligro en las que la verdad sobre la persona humana y su
dignidad de hijos de Dios pudiera estar, o estuviera ya, siendo puesta en duda
o quebrantada con el consiguiente rompimiento de la comunidad, de sus frágiles
interrelaciones, o de la armonía personal. Entonces las Universidades católicas
han de enseñar vivencialmente a formar redes de convivencia, a diseñar
estrategias que permitan emprender el aprendizaje de vivir juntos y de
reconocer toda forma de prejuicio y discriminación racial, al tiempo que se
reconoce a los otros su propia identidad cultural y se les brinda una acogida
sincera y efectiva. Es también esta una manera de manifestar la madurez de las
comunidades, por su compromiso en la difusión y construcción de la unidad y de
la sana valoración de uno mismo. La educación integral, que incluye valores
tanto espirituales como éticos, se comprueba mediante la implementación de
acciones que promueven el empoderamiento de grupos vulnerables –
pensemos entre nosotros, p. ej., los desplazados y tantos otros migrantes – que
viven en condiciones de extrema pobreza o discriminación, mujeres y hombres
estigmatizados por miedos irracionales que les impiden su plena participación
en la vida social.
De otra
parte, las Universidades católicas apuntan a la cuestión central de su misión
eclesial cuando amplían entre sus docentes, administrativos, egresados y
estudiantes, los espacios de “racionalidad”, es decir, cuando ofrecen la
posibilidad de abrirla a las grandes cuestiones de la verdad y del bien, sabiendo
conjugar entre sí la teología, la filosofía y las ciencias, en el pleno respeto
a sus métodos propios y a su autonomía recíproca, en la plena conciencia de la
unidad intrínseca que, así mismo, las articula.
Esta
manera de proceder haya de implementarse hasta en los niveles investigativos
más altos lo confirma una autoridad reconocida, el ya mencionado teólogo
moralista Marciano VIDAL, quien reclama la necesidad de argumentar, de
justificar y de abrir horizontes humanos, antes aún, inclusive, de llegar a
proponer precisas normas de moral:
“[…] Los teólogos moralistas
están llamados a profundizar las razones de sus (del Magisterio) enseñanzas, a
ilustrar los fundamentos de sus preceptos y su obligatoriedad, mostrando su
mutua conexión y la relación con el fin último del hombre (VS 110). La reflexión teológico-moral actual pone un particular
empeño en buscar y exponer los fundamentos
antropológicos de la moral católica, sobre todo en los problemas más
directamente relacionados con la persona (moral sexual, bioética) y con el
matrimonio. […] De este modo, se hace más ‘creíble’ para el hombre moderno la
propuesta moral de la Iglesia y se subsanan ‘los eventuales límites de las
argumentaciones humanas’ que a veces existen en las presentaciones de la
normativa moral católica. […] Hace falta también, y sobre todo, interpretar la
doctrina de la Iglesia y abrirla a la inteligencia contemporánea” [8].
1.b).
Este punto de partida cristológico-antropológico nos aboca entonces a precisar
la necesidad de que las Universidades católicas hayan de ser, primeramente, por
lo tanto, comunidades académicas.
La
auténtica formación integral personal de las dimensiones humanas y las
ocasiones eficaces orientadas a la puesta en acto de las vocaciones divinas –
en virtud de cuanto hemos señalado en el capítulo precedente –, sólo se
obtienen gracias a un conjunto de acciones que deberían ser sabiamente
ordenadas y sincronizadas. En tal virtud, se ha de considerar que, junto con el
descubrimiento de la identidad individual, incluso corporal, y con el
desarrollo de la misma, cada cual debe desarrollar también sus capacidades
sociales. Ahora bien, hay que tener siempre presente que nuestros estudiantes,
p. ej., muchos de ellos sumamente jóvenes, e, incluso, también creciente número
de docentes, se encuentran en vías de sus respectivos procesos de maduración y
pasan por momentos de integración y desarrollo de su identidad personal, crisis
de autoridad, etc., particularmente en su dimensión afectiva. A veces proceden
ellos de ámbitos que, desde el punto de vista de la sociología familiar,
algunos suelen denominar “incompletos” (“familias incompletas”), y otros,
“disfuncionales”, que en lo mediático-cultural se caracterizan, entre otros
factores, por el consumismo, por la mediocridad[9] y por una especie de “idolatría
del cuerpo”, pero siempre de en medio de una sociedad en transición (de valores
e ideales) rapidísima, cuando los “modelos de referencia” llegan a ser
sumamente complejos, y las normas que se requieren llegan a entrar en terrenos
movedizos. Entonces las relaciones con sus contemporáneos y con sus docentes se
pueden ver grandemente dificultadas, polarizadas o negadas. Algo similar
ocurre, incluso, p. ej., cuando se manifiesta aquella ambición desordenada por
la propia figura o, por el contrario, cuando se alienta una dejadez acerca de
sí mismo, motivadas ambas en la consideración de uno mismo (autoestima) como
dotado de poca gracia. Pero que también puede producir una consideración
similar – con sus nefastos efectos – cuando es proyección de cualquier
tendencia nuestra a establecer una actitud negativa y discriminatoria en
relación con los demás, p. ej., hacia aquello que se percibe desagradable en la
figura de los otros, mientras se toma una actitud positiva ante personas con
cara atractiva. Inclusive también a esto deben saber atender las instituciones
académicas universitarias.
Así
mismo, se ha de tener en cuenta, incluso en la confección de los currículos,
que para lograr ese alto objetivo de la formación integral de los estudiantes,
el cual exige “favorecer su desarrollo y su madurez cognitiva y emocional”
(Roger B. Ludeman et alii), es básico
ampliar y afianzar sus propuestas académicas con calidad, pertinencia,
articulación y flexibilidad, de modo que ellas les permitan a los
estudiantes asumir y lograr bajo ese aspecto su propia educación y atender
junto con sus intereses formativos, aquellos laborales y vocacionales no sólo
en el pregrado sino también en los posgrados. Con todo ello es todavía
insuficiente si también no se crean, si fuera del caso, se ensanchan y se
fortalecen aún más los espacios
no-académicos de excelencia – el medio universitario – en procura del mismo
fin. Por todo ello, es ineludible revaluar los conceptos de comunidad académica
y de medio universitario precisamente en el ámbito de las Universidades
católicas, ya que, entendido como venimos describiendo, se trata de uno de los
constitutivos de su mismo “ser”, y no un mero accidente del mismo.
Por
todo esto, vistas las cosas en una perspectiva aún más amplia, la formación de la comunidad podemos
afirmar que es un ingrediente indispensable, más aún, constitutivo, en orden al
ser, de lo que es y cada día debe
esforzarse por ser cualquier Universidad, y, mirándolo bien, de lo que habría
de ser toda institución académica.
A su
turno, sólo mediante la inserción plena de los estudiantes, de los maestros, de
los administrativos, e, inclusive, de los ex alumnos – cada cual en sus
actividades discentes o docentes, en sus proyectos de investigación y demás, en
el mantenimiento financiero y en la ejecución de los proyectos mismos de
inversión – se puede aspirar a alcanzar aquella construcción de comunidad
académica que requieren con urgencia la sociedad y la Iglesia. Se trata, sin
duda, de una tarea institucional que solicita particular lucidez, comprensión
integral de la persona, y prospectiva, por parte de todos, y de forma especial
por parte de los directivos universitarios: no sólo se ha de contribuir a que
se tome cada día una conciencia mayor de la necesidad de explorar todas sus
dimensiones humanas, y de formarlas y desarrollarlas, sino “voluntad política”
para implementarla y llevarla a cabo en sus “proyectos educativos
institucionales”, en sus “currícula”, en sus “reglamentos”, en sus “programas
de estudio”, en las “asignaturas fundamentales” de las carreras así como en las
“electivas”, etc.:
-
que se promueva el descubrimiento personal de
las propias capacidades humanísticas – incluidas las artes y los deportes,
entre otras –, académicas, administrativas, pedagógicas y profesionales;
-
que, en lo que concierne a la calificación y
a la competencia profesional, los docentes y los estudiantes lleguen a manejar
una honesta y mutua exigencia, de modo que tanto unos como otros ofrezcan sus
mejores aportes a la sociedad nacional como internacional;
-
y, para no mencionar sino un aspecto más, en
lo que toca a la retribución salarial, a la seguridad social y a otros
beneficios que redundan en el bienestar de los docentes y administrativos,
incumbe a quienes tienen esta tarea en las Universidades fortalecer los
mecanismos que los hagan posibles y efectivos.
Las
Facultades de Teología también están llamadas a efectuar su contribución
específica en la conformación de esta auténtica comunidad académica. Así lo
instaba el P. Rodolfo Eduardo DE ROUX, S. J. en ocasión significativa:
“Somos conscientes de que en
nuestras modestas personas y en la especificidad de nuestra función respectiva
representamos… esa comunidad interpersonal y creyente que… nos constituye a
todos en un único nosotros colectivo
para la ejecución cotidiana, y en la misma medida en cierta forma anónima, de
la única misión que nos convoca y aglutina”[10]
Adoptar
el mencionado punto de partida cristológico-antropológico es, de igual modo,
hacer una opción por buscar incansablemente los puntos de convergencia y
diálogo – y, ocasionalmente, de contraste – con otras perspectivas, acaso
diferentes de las nuestras. Y ello conduce a que las Universidades católicas,
junto con tales motivaciones-contenidos de fe que les señalan una misión
precisa y propia, deban ampliar su mirada y hacer una seria consideración
también de tipo eclesiológico, ya que dichas instituciones forman parte
excelente de la Iglesia, al tiempo que son muestra bien expresiva de la misma.
1.c).
En efecto, es típico del espíritu católico propiciar y efectuar cuanto permita
y estimule una apertura a todas las culturas y a todos los seres humanos, y el
encuentro en un proyecto humano-divino, como hemos enfatizado en el capítulo
anterior. Ello es más urgente cuando se trata de proponer, y hasta de
establecer, necesarios acuerdos en
asuntos morales. Lo acentuaba, por su parte, el papa JUAN PABLO II, quien
en la encíclica Veritatis splendor
recordaba a todos – y de ello las Universidades católicas y las Universidades y
Facultades Eclesiásticas deben estar siempre muy conscientes – que “los
cristianos no están solos” cuando se trata de dar testimonio del bien moral
absoluto, y que ellos encuentran una confirmación del sentido moral en los
pueblos con sus diversas culturas, así como en las grandes tradiciones
religiosas y sapienciales, tanto de Oriente como de Occidente, pues “ellas
ponen de relieve la acción interior y misteriosa del Espíritu de Dios” (VS 94)[11].
Coincidiendo
en ello, afirmaba Hans KÜNG en su visita a Colombia, que es precisamente este
hecho, cuya constatación es sumamente relevante en orden al diálogo ético, el
que exige y ha de motivar a las grandes “religiones abrahámicas” a dialogar en
su interior y entre ellas, y el que las ha de caracterizar en un diálogo más
amplio con otras religiones, en orden a la búsqueda de la paz religiosa como
presupuesto y acompañamiento de búsquedas de la paz en ámbitos aún mayores,
económicos, políticos, culturales:
“Quien desee la
reconciliación y la paz no puede eludir un análisis de paradigmas crítico y
autocrítico. Sólo así se pueden responder preguntas como las siguientes: en la
historia del cristianismo (y, por supuesto, también en la de las otras
religiones), ¿dónde se manifiestan las constantes y dónde las variables, dónde
la continuidad y dónde la discontinuidad, dónde el acuerdo y dónde la
resistencia? […] a pesar de las grandes diferencias constatables entre las tres
religiones y entre los diversos paradigmas surgidos en el curso de siglos y
milenios, precisamente en el plano ético existen constantes que posibilitan
dicha construcción de puentes.
Desde que emergió por
evolución del reino animal y se convirtió en ser humano, el hombre también ha
ido aprendiendo a comportarse de manera humana en vez de inhumana. Pero, debido
a nuestra naturaleza pulsional, y a pesar de lo mucho que se ha desarrollado el
uso de la razón, la bestia sigue siendo una realidad del ser humano. Lo cual no
sólo es cierto de los delincuentes sexuales comunes y los criminales que abusan
de niños y jóvenes, sino también de los directivos económicos y financieros que
falsifican los balances de sus empresas, cometiendo fraudes de millones y miles
de millones de dólares. Afecta también a los hombres de Estado que, con
mentiras de dimensiones orwellianas, han metido a las grandes naciones en una
guerra sin salida: son responsables de la muerte de miles de personas. Estos espectaculares
casos ponen de manifiesto algo que vale para la vida cotidiana: el hombre
siempre ha tenido y tiene que esforzarse de nuevo por conducirse humana en vez
de inhumanamente.
Así, pues, en todas las
tradiciones religiosas, filosóficas y cosmovisionales se encuentran algunos
sencillos imperativos éticos de humanidad que siguen teniendo gran importancia
hasta la fecha […]
Necesitamos de nuevo hombres
de Estado, líderes empresariales y sindicales, periodistas, comunicadores y
creadores de cultura, mujeres y hombres, que se atengan a tales imperativos de
humanidad y que funjan de modelos (una juventud sin modelos está literalmente
perdida)… A estos imperativos éticos… les subyacen dos principios éticos
básicos:
Está, en primer lugar,
aquella regla de reciprocidad formulada ya por Confucio muchos cientos de años
antes de Cristo y conocida en todas las grandes tradiciones religiosas y
filosóficas, pero en modo alguno evidente, la llamada ‘regla de oro’: «No hagas
a los demás lo que no desees para ti mismo». Por muy elemental que sea, esta
regla resulta de gran utilidad a la hora de tomar decisiones en algunas
situaciones difíciles.
La ‘regla de oro’ está
respaldada por la en absoluto tautológica regla de humanidad: «Toda persona –
joven o mayor, varón o mujer, discapacitado o no, cristiano, judío o musulmán –
debe ser tratado de forma humana en vez de inhumana». ¡La humanidad, lo humano,
no se puede trocear!
De todo lo anterior se
desprende con nitidez que, cuando se habla de una ética común de la humanidad o
de una Ética Mundial, no se está haciendo referencia a un sistema ético de
corte aristotélico, tomista o kantiano («ethics»), sino a una serie de valores,
criterios y actitudes éticos fundamentales, en el fondo evidentes en sí mismos,
que deben conformar la convicción moral de la persona y la sociedad humana
(«ethic»)[12]”.
1.d).
Vistas las cosas en un contexto todavía más amplio, será también una
consecuencia de la percepción antropológica y eclesiológica de la índole católica de las Universidades, la debida
promoción y realización de su carácter “internacional”, es decir: no sólo que
cada día se procure hacer que las funciones investigativas y docentes que se
ejercen en ellas posean un reconocimiento más universal, sino que estén
representados en ellas, ojalá, miembros procedentes de todas las naciones, al
menos a través de sucesivas generaciones, y mediante formas diversas de
pertenencia y de participación[13].
La
participación internacional de las Universidades católicas es exigencia también
de las nuevas condiciones que impone el momento actual. Ya en 1963, el Papa
Juan XXIII lo había puesto de relieve cuando afirmaba que las relaciones
internacionales en particular, debían fundarse sobre cuatro valores morales: en
la verdad, en la justicia, en la solidaridad, en la libertad. Y el primero de
estos cuatro valores es la verdad. Es precisamente bajo la idea de verdad como
Juan XXIII pasa inmediatamente a subrayar en especial el rechazo al racismo, la
igualdad en dignidad natural entre todas las comunidades políticas (Pacem in terris nn. 86-89). Claramente,
el racismo es negación de la verdad, que es, por el contrario, esta igualdad.
La verdad es así apertura, comunicación. El racismo es corte de comunicación.
Las Universidades católicas, por lo tanto, deben estar presentes por su propia
condición de búsqueda, encuentro y realización de la verdad en estos ámbitos, y
convertirla en una motivación rigurosa para reformar sus propias estructuras
internas, si fuera del caso, así como para orientar toda su actividad
institucional conforme a estas líneas maestras.
1.e).
Las Universidades católicas, con idéntica sensibilidad, deben salir al paso de
aquel “enfrentamiento” que existiría, en la perspectiva de importantes autores,
entre lo que se ha denominado hoy en día la “racionalidad instrumental” (cf.
cap. I, V.d., p. 37ss) y la concepción “integral” de la persona y de la
educación que estamos propugnando como característica del proyecto cristiano.
Observemos
que estos planteamientos tienen efecto directo sobre la manera de llevar a cabo
o de implementar los proyectos de las Universidades católicas en especial en el
momento actual, sobre sus estrategias, políticas y maneras concretas
(administrativas) de proceder, sus medios instrumentales, etc. Incluso la pedagogía
(andragogía, mejor, quizás, para nuestro caso) – entendida no sólo como el
estudio (científico-aplicado) de la educación como fenómeno social y
específicamente humano, sino también como un saber, e, incluso, como el arte de
enseñar – y las didácticas – estudiadas como disciplinas de la pedagogía que
proporcionan las técnicas que facilitan el aprendizaje –, la investigación,
docencia e implementación de las mismas, así como sus diferentes “modelos” (el
constructivista, v. gr.), tendrían qué ver con la consideración “integral” del
ser humano, como también sostiene José Ángel LÓPEZ HERRERÍAS[14].
De
igual manera, es cierto, como hemos visto desde el comienzo del presente
capítulo de esta investigación, que la Universidad debe responder
“no-artesanalmente” a los mudables problemas que le plantea la sociedad. Y esos
problemas, que la afectan, son de diverso tipo: relativos a la industria y al
empleo, a la competitividad y al cambio, a la prioridad de la “agenda”, a la
gestión y a los recursos públicos y privados, a las tecnologías de punta en la
investigación y la docencia, al desarrollo local y universal, a la
globalización, la cultura, la economía, la sociedad, a las lenguas y las
movilidades, a la acreditación, a la “autonomía universitaria”, a la “nueva dirección
del trabajo científico” que ha ido transitando de la Big Science a la Mega Science[15] (posterior a 1990 con miles de
investigadores asociados), etc. En efecto, es del todo necesaria la
implementación de una comunicación de múltiple sentido y (casi) simultánea
entre investigadores, industriales, empresarios e inversionistas que dejen
claras sus reglas de operación desde el principio, inclusive en temas tan
delicados – como veremos un poco más adelante en este capítulo y al final, en
nuestra propuesta de conclusiones – como los relativos a los porcentajes de
participación de las personas y de las entidades – públicas, mixtas y privadas
– que toman parte en el consorcio, a la repartición de las utilidades
comerciales y a la propiedad intelectual de los productos finales (casos de
“explotación del conocimiento”). En el caso universitario este modo de
proceder, tan plural y que ya se está estableciendo en otros ámbitos, se
encuentra con ventajas prácticamente exclusivas pues estas instituciones están
llamadas a la transferencia (no sólo por “intermediarios” sino por “mediadores”
y “traductores”) de conocimiento y de investigación científica a la humanidad
y, por supuesto, al mundo empresarial, insertándose de lleno en la aplicación
de los mismos a los procesos productivos y, por qué no, a su comercialización
(en un mercado mundial del conocimiento). Nada de esto debería ser extraño en
una Universidad y se lo debería considerar no sólo desde el punto de vista de
los aspectos financieros y administrativos sino, muy especialmente, como
componente de la formación “integral” de “las competencias” en los programas
académicos[16].
Y a
este propósito es menester acentuar también que forma parte peculiar del
ejercicio universitario de veracidad y autenticidad ahondar, divulgar y
defender la valoración misma de todo trabajo honesto y esforzado como la fuente
merecedora de la subsistencia propia y del “legítimo” y auténtico progreso
social – una valoración que, por cierto, en los últimos años, y sobre todo a
raíz de múltiples lamentables y universales sucesos, está quedando tan
ambientalmente desteñida para nuestros jóvenes –. Igualmente, a las
Universidades, y ciertamente a las Universidades católicas, corresponde urgente
y persistentemente ayudar a crear conciencia en la sociedad, y primeramente
entre sus jóvenes, de una manera pedagógica, de que sólo por medio de ese
trabajo esforzado y honesto se alcanza el perfeccionamiento verdadero, pleno y
más rápido de cada uno de los miembros de la sociedad, tanto en su ser como en
su tener, y se batalla leal y decentemente – incluso productiva y
eficientemente – por el bien común. Y los currículos – y las competencias para
las que ellos preparan y contribuyen a desarrollar – deberían tenerlo bien en
cuenta.
Como se
puede observar, el problema de las “competencias”, en términos universitarios,
es válido y es posible afrontarlo; con tal de que, sin embargo, entre otras
perspectivas y elementos se tengan en cuenta también argumentos como los que ha
señalado Adriana ARISTIMUÑO:
“Partimos de la noción de
competencia que propone Perrenoud como “capacidad de actuar de manera eficaz en
un tipo definido de situación, capacidad que se apoya en conocimientos, pero no
se reduce a ellos” (Philippe PERRENOUD: Construir competencias desde la escuela
Dolmen Santiago de Chile 1999 7). La complejidad del problema es patente para
la educación superior: se trata de formar estudiantes que tendrán que saber
hacer determinadas cosas (probablemente sin ulteriores instancias formales de
formación – nadie a quien “tirar el fardo” más adelante) apoyados en
determinados conocimientos, pero no sólo en ellos. Gran parte del problema
radica en que el pasaje de la adquisición de un conjunto de conocimientos al
dominio de una competencia no es algo lineal, y debemos admitir que este
proceso es bastante poco conocido para la mayoría de los docentes
universitarios […]
La gran mayoría de los
docentes universitarios estamos acostumbrados a considerar (como mucho) el
valor formativo que tienen algunos de nuestros contenidos, pero es bien raro
encontrar colegas que reflexionen sobre el valor formativo de los métodos, o
que vean en profundidad cómo sus prácticas y sus actitudes, a su vez, están
formando actitudes y saberes procedimentales en sus estudiantes. El currículo oculto
habla y educa más de lo que muchos docentes podemos ver. Un elemento que agrega
complejidad a la tarea del profesor es la de tener que considerar el proceso de
aprendizaje del estudiante como centro del proceso. Pues, ¿cuántos profesores
universitarios conocen la naturaleza de los procesos por los cuales los
estudiantes aprenden? […]
Si bien acordamos con Miguel
ZABALZA (Diseño y desarrollo curricular Nancea Madrid 1997 prólogo a la
cuarta edición) que los profesores son profesionales del currículo, en el nivel
universitario es difícil encontrar una reflexión importante entre los
profesores sobre estos temas. Los profesores están muy motivados por su
actualización, el acceso a la información de punta, la investigación y hasta la
extensión, pero sólo pequeños enclaves
ubican la reflexión curricular y los temas de la didáctica como cruciales para
su trabajo docente. Como bien sabemos los profesores, “hacer didáctica no
es otra cosa que tomar decisiones” (Ib.
34) y la mayoría de las veces esas decisiones se toman en solitario. El enfoque
por competencias trae importantes consecuencias para los profesores, que van
desde el rol que le asignan a los contenidos en sus cursos, el manejo de los
problemas y los proyectos como estrategias didácticas, la modificación del
contrato didáctico, la evaluación que se practica, o la mayor o menor
separación entre disciplinas…”[ii].
2.a).
De conformidad con lo anteriormente indicado, al ministerio educador – en toda
su expresión – atañe, de manera principal – y en nuestro medio, esto es de la
máxima importancia y urgencia, así el cuidado que se tiene de ello aún sea muy
débil – la educación moral de
quienes serán en el inmediato futuro los investigadores en todas las áreas de
las artes, las tecnologías y las ciencias[17]. Entremos, pues, en algunos
pormenores del asunto.
Es
indudable que no sólo a la filosofía y a la pedagogía incumben los asuntos
relativos a la educación, y, en particular, a la educación moral de los sujetos
y a la debida atención de los demás intereses formativos, laborales y
vocacionales. En una Universidad católica, así como en una Universidad o
Facultad eclesiástica, este propósito es claramente uno de sus objetivos y una
de sus tareas más pertinentes. Corresponde a dicha educación contribuir a que
los miembros de la comunidad académica alcancen una voluntad fuerte y una
conciencia moral no escrupulosa pero sí muy recta, delicada e ilustrada, o,
dicho en otros términos, propiciar “el desarrollo natural y armónico del
sentido moral para lograr el ideal de la madurez del sujeto moral adulto”, en
palabras de Marciano VIDAL[18].
Ante
esta meta, verdadero reto en el momento actual, que es también una inaplazable
e ineludible misión que estas instituciones realizan también en nombre de la
Iglesia como ejercicio de su sagrada potestad, se ha de apuntar a que sean
atendidos por parte de ellas los dos aspectos o polos de la misma cuestión: los
dinamismos relativos a la estructura
moral subjetiva, y los concernientes a la
estimación moral objetiva.
En el
caso del adulto joven, como se denomina a la mayoría de los que ingresan a las
Universidades, pero también en el de los adultos en edad media, como se designa
a los que están efectuando sus especializaciones, maestrías y doctorados; e
inclusive, en situaciones particularmente precoces, en algunos casos de
personas que están concluyendo su adolescencia, es sumamente importante
involucrarse en dichos dinamismos y en la estimación de sus momentos de
iniciación, de prosecución o de adelantamiento en lo que concierne a la
consecución de esa responsabilidad moral, y proporcionarles las ayudas convenientes
a fin de que ellos puedan llegar a una verdadera y estable situación ontónoma. En efecto,
“Existe, en primer lugar,
una autonomía emocional que es
característica de la adolescencia y abarca una ruptura de los lazos familiares
y autoritarios de la niñez. Luego podemos señalar una autonomía a la manera de
un código interno que es elaborado
por el joven a través de una crítica consciente de las convicciones previamente
aceptadas y asumidas en forma inconsciente. Podemos señalar una etapa posterior
en la que la autonomía se entiende como deber
absoluto que nace del interior profundo del propio sujeto, y que consiste
en aplicar los principios y valores morales de su autoconsciencia a las
exigencias de la realidad constituida en situación. Tal es el comportamiento
característico de la autonomía moral del hombre maduro adulto, quien debe
buscar una respuesta que satisfaga a todas y cada una de las exigencias que
poseen los elementos que estructuran la totalidad de la situación real.
Ahora bien: parece obvio que
para que una persona pueda elaborar y dar efectivamente esta respuesta autónoma
haya tenido que emplear muchos elementos heterónomos que le hubieran
posibilitado su autocomprensión y la comprensión de la realidad”[19].
De
conformidad con estos datos que nos aportan la experiencia humana y la
exploración de la psicología evolutiva o del desarrollo, es necesario tener
simultáneamente en cuenta los siguientes aspectos, a los que el mencionado M.
Vidal denomina “cauces”, y que contribuyen efectivamente a lograr en todos los
miembros de las comunidades universitarias una auténtica “sensibilización ética
(subjetivo-objetiva)”:
“Cauce cognitivo. El objetivo cognitivo de la educación moral ha de
concretarse en hacer efectivas en la conducta moral las siguientes exigencias:
la conexión entre acción y consecuencia; la previsión de los resultados de la
acción; la integración entre lo concreto y lo abstracto; la realización del
juicio moral a través del discernimiento.
Cauce
emotivo. El objetivo emotivo de la educación moral ha de propiciar una
conducta moral en la que se articulen correctamente estos factores: la
connaturalizad hacia el bien; la creación de actitudes; la organización de
‘lealtades’.
Cauce
motivacional. Mediante este objetivo se pretenden dos cosas: la integración entre
el ‘realismo’ y la intencionalidad; la jerarquización de las motivaciones
éticas.
Cauce
práxico. En este ámbito, la educación moral busca que el sujeto moral tome
conciencia de: la acción como experiencia ética; la aceptación del contraste de
la realidad; la estimación crítico-utópica de la praxis”[20].
El
mismo autor señala que la “meta” de la educación moral, “en cuanto tarea
pedagógica del desarrollo moral”, consiste primordialmente en forjar en las
personas una madurez consistente en que sean “autónomas”, “justas” y
“solidarias” dentro de las coordenadas de la “cooperación”, la “igualdad”, la
“reciprocidad” y de las “asimetrías de lo humano”[21].
El Papa
BENEDICTO XVI ha insistido en esta tarea educativa que, en nombre de la
Iglesia, están llamadas a realizar también las Universidades católicas, cuando
afirma que se trata del compromiso que ellas tienen de anunciarle a todos los
seres humanos la existencia en ellos de esta capacidad que les permite escuchar
la voz de los valores morales y de las virtudes presentes en ellos a manera de
vocaciones, esa voz en la que Dios mismo es quien se pronuncia construyéndonos
como seres humanos, como hijos suyos. Las Universidades católicas, por tanto, conforme
a su manera propia de proceder en el ámbito de la cultura y de la ciencia,
deben propiciar pedagógicamente en las personas que conforman su comunidad la
posibilidad de hacer que ellas sean conscientes de esa capacidad para descubrir
su propia naturaleza y su mensaje moral, mensaje de Dios que debe ser
descifrado, mensaje que, de igual manera, puede ser mejor conocido, mejor
escuchado, si le ofrecemos la buena voluntad e vivacidad de nuestra apertura.
En
consecuencia, a las Universidades católicas les corresponde favorecer los
espacios académicos, los medios y métodos más ventajosos para que cada uno se
eduque para la escucha: que cada una y cada uno se hagan cada día más capaces
de escuchar, a pesar de todos los ruidos que ensordecen nuestra sociedad y
cultura actuales. Para ello, es necesario que provea las ocasiones de alta
calidad profesional para que retornemos a esa escucha, de modo que la apertura
de nuestros sentidos interiores se convierta en un real acontecimiento; que
facilite, en fin, que todos en ella podamos transcurrir el camino que combina
los compromisos y las preocupaciones – religiosas, sociales, etc. – de la vida, una existencia integralmente
comprendida, incluidos, particularmente, aquellos y aquellas que se refieren a
la dimensión de fe[22].
2.b).
La formación integral, decíamos, consiste también en que los educandos lleguen
a “adquirir un sentido más perfecto de la responsabilidad y un uso recto de la
libertad”. Ser responsables y ser libres, como hemos visto, son dos
características genuinamente humanas y expresión de nuestra dignidad.
Características de nuestras dimensiones
antropológicas, cuyo desenvolvimiento progresivo está lleno de vicisitudes;
pero, de igual manera, el modo
mediante el cual llegamos ser humanos en plenitud, en acto. Por eso, es
necesario reclamar la atención, así sea brevemente, sobre la importancia que
tiene y el logro que significa el hecho de que cada persona, toda persona, ella
misma, ejerza y mantenga, a lo largo de su trayecto vital, el control de sí mismo, su auto-dominio, y ejerza el señorío sobre
su conciencia psicológica, sin la cual no es posible ejercer el
discernimiento, la elección y la responsabilidad moral.
Obsérvese
bien que no estamos hablando de ser despóticos con nosotros mismos, ni de que, por
una razón que verdaderamente lo amerite, y en la que esté comprometida la vida
misma, alguien pueda ponerse en manos de alguien experto que le aportará a su
salud. Equilibrio nada fácil de lograr, sin duda, pero fundamental en orden a
la asunción y a la orientación responsable de la propia existencia.
Llamamos la atención, por el contrario, acerca de las diversas y cada vez más sutiles y difundidas interferencias, internas o externas, y sobre los bloqueos que se pueden llegar a ejercer en un momento dado sobre estas características típicas de una existencia humana auténtica. Nos referimos a todos en general, por supuesto, pero en particular a nuestros niños y nuestros jóvenes que cada día se hallan expuestos a tales interferencias y bloqueos justamente cuando transitan unos períodos de la vida en los que su personalidad apenas se encuentra en los primeros estadios de formación y cuando todavía son muy numerosas sus fragilidades y carencias. Ante tal situación mi preocupación aquí no puede sino ser mucho más modesta: llamar la atención sobre las instituciones escolares, y más precisamente sobre las instituciones universitarias, en relación con ese “sentido de responsabilidad” y con ese “uso recto de la libertad”, para los que nuestros jóvenes deben ser invitados a formarse llegando a reconocer la raíz de tales problemas y a desarrollar su capacidad para afrontarlos y, quizás, superarlos.
Dediquemos
un espacio, así sea brevemente, a dos tipos de exposición a los que suelen
estar muy especialmente desafiados nuestros jóvenes: al producido por el uso de
drogas alucinógenas [iii]
y al producido por el empleo de video-juegos y otras tecnologías. Por supuesto,
lo que aquí podemos decir es apenas una mínima referencia a estos asuntos y se
enmarca en cuanto venimos afirmando sobre la “abstinencia”, el “respeto” y la
“sobriedad”, junto con las motivaciones adecuadas y suficientes en el área de
la prevención: como sucede en diversos puntos de esta investigación, es
necesario remitir a obras específicas[23] que versan sobre el fenómeno
actual de las toxicomanías, del uso de las drogas y del narcotráfico[24], con todos sus pormenores –
interpretación del hecho, definiciones, formas y criterios de tipificación,
contextos sociales, culturales, económicos, político-jurídicos y morales, etc.
–.
Sin lugar a dudas, los problemas de desbalance
químico cerebral (“dopamina”[iv]),
asociados muchas veces con problemas genéticos (“doble factor genético”),
ocasionan una demanda de compensación (recompensa y adicción) de dicho desbalance[25],
y, en consecuencia, del empleo de las drogas correspondientes. La atención
médica es, en estos casos, obligatoria, por supuesto, así se deba moralmente
aceptar la consecuencia negativa, de acuerdo con el “principio del doble
efecto”[26].
Pero, según los expertos, este podría ser el asunto de, a lo sumo, un 10% del
total de los casos. En cambio, son sabidos otros datos inquietantes que revelan
la importancia que tiene el ambiente en que creció la persona: por ejemplo, se
habla de que al menos la mitad de los jóvenes que actualmente cometen delitos
en Colombia lo hacen bajo el influjo de las drogas: marihuana, cocaína, alcohol[27]; y,
lo que en mi opinión es aún más alarmante, que
tal uso contribuye a la destrucción física y moral de los jóvenes mismos
y de numerosas otras personas y familias. Este hecho, con todo, no puede
disociarse de este otro, revelado por una encuesta de finales de 2009
realizada en las ciudades de Bogotá, Cali, Medellín, Itagüí, Manizales,
Bucaramanga, Piedecuesta, Cartagena, Neiva, Pasto, Popayán y Soacha: además de
ser personas que utilizaban las drogas, en la gran mayoría de los casos los
jóvenes provenían de familias incompletas, sobre todo por ausencia de la figura
paterna, y, esto también es importante mencionarlo, vivían la situación de
desempleo de sus padres.
En efecto, muchísimos de nuestros jóvenes se han visto seriamente obstaculizados en su desarrollo orgánico, laboral, social y especialmente moral por el consumo de diversos tipos de droga, sin excluir de estos el alcohol y el tabaco, y especialmente cuando dicho consumo se torna en ellos adictivo[28], gracias a la preponderancia y vigencia de una sociedad egoísta. Así mismo, no puede ocultarse que las universidades, no exentas de ello, hoy por hoy, las católicas – y, en lo que corresponde, las eclesiásticas – son un espacio muy propicio para la iniciación y/o la continuación del consumo de las drogas[29]. El problema, sin duda, las preocupa, y han tomado diversas decisiones y acciones para afrontarlo[30].
Es contradictorio, por lo tanto, que algunos miembros de estas comunidades, no tomen atenta nota y las medidas convenientes orientadas a mantener aquel “sentido de responsabilidad” y ese “uso recto de la libertad” que la droga les impide. La Iglesia[v] les encomienda precisamente el mejor antídoto contra la drogadicción: ofrecer a todos, egresados, estudiantes, profesores y administrativos, los más altos y nobles ideales y valores humanos y cristianos, de mayor justicia, de esperanza y de búsqueda del bien común, de modo que lleguen a hacerse nuestra misma sangre. No se trata sólo de informar ampliamente, ni aún siquiera de proveer a los farmacodependientes de clínicas de desintoxicación, de terapias para dejar la cocaína, la marihuana, el éxtasis, el opio, el alcohol, etc., lejos de prejuicios y de mitos, sino de contribuir a formar integralmente (“sui compos” efectivo: ¡no sólo por alcanzar la edad canónica de los 7 años y exteriorizar capacidad para hacer negocios!: cf. c. 1095, ord. 2° y 3°) a los jóvenes. Y de ayudarlos, tendiéndoles la mano e incorporando la diligencia de sus familias, eventualmente, cuando por debilidad o como reacción a situaciones personales, llegaran a deslizarse hacia esta “pendiente peligrosa”, a fin de que retomen por sí mismos la dirección de su vida. También en este asunto es necesario que, como instituciones de Iglesia, nuestras Universidades católicas, nuestras Universidades y Facultades eclesiásticas, se interroguen “dónde hemos estado” y “qué hemos hecho por ellos”, en los momentos críticos y en las primeras dificultades que experimentan los miembros, jóvenes o adultos, de nuestras comunidades universitarias: como el “buen samaritano” de la parábola de Jesús[31].
Lo
dicho es igualmente válido para toda forma de adicción, como ocurre, v. gr.,
con la servidumbre a los video-juegos (online
mediante el computador, p. ej.) y a otras tecnologías hoy en boga, promovidas
por una sociedad de consumo, que no solamente afectan el rendimiento escolar,
sino que llegan a producir en los jóvenes estudiantes depresión, fobias
sociales, ansiedad, y el cada día más difundido “Trastorno por
déficit de atención con hiperactividad” (conocido por su sigla en inglés ADHD)
– un estudio actual en universidades norteamericanas habla ya de un 9% de
estudiantes con esta problemática –[32].
Pero
debo pararme en este punto, ya que este delicado asunto de la “formación
integral”, comprendida como descubrimiento y puesta en acto de las dimensiones
constitutivas humanas, ha sido hecho objeto de investigación recientemente por
el apreciado colega Julio César ARIZA COLLANTE[vi].
Concluyamos,
pues, esta subsección, dedicada a la exigencia de la realización auténtica de
la Universidad Católica, citando a este propósito las palabras del P. Pedro
ARRUPE, S. J., pronunciadas precisamente a los Decanos y Profesores de nuestra
Universidad hace ya más de treinta años, con ocasión de su visita. Palabras que
conservan actualidad y plantean una reclamación hoy quizás aún mayor que antes:
“Tampoco podemos, con
eficacia y credibilidad, impartir una formación humana integral, ni transmitir
una concepción cristiana de la vida, si los valores que tal formación y
concepción comportan, no se reflejan de alguna manera en nuestra existencia
individual y comunitaria, en lo que somos y hacemos. En la «Evangelii nuntiandi», Pablo VI insiste
una y otra vez sobre la importancia «primordial» del testimonio para realizar
la misión apostólica que se nos ha confiado; esto es verdad hoy más que nunca,
ya que «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio
que a los que enseñan… o si escuchan a los que enseñan es porque dan
testimonio» (EN n. 41; ver también
nn. 21 y 26). […]
La meta que la Iglesia y la Compañía les propone para su labor, Señores Decanos y Profesores, es difícil y ambiciosa, pero al mismo tiempo noble y atractiva y hoy día muy necesaria. Colaborar en esta tarea será para ustedes la más honda satisfacción, será el mejor servicio que pueden prestar a Colombia”[33].
La meta que la Iglesia y la Compañía les propone para su labor, Señores Decanos y Profesores, es difícil y ambiciosa, pero al mismo tiempo noble y atractiva y hoy día muy necesaria. Colaborar en esta tarea será para ustedes la más honda satisfacción, será el mejor servicio que pueden prestar a Colombia”[33].
b.
La verdad y veracidad en el orden del quehacer en lo que se refiere a la
actividad de las Universidades católicas, así como las Universidades y
Facultades Eclesiásticas. El problema de la verdad y su significado en orden a
la realización de las personas[34].
3. Como
tuvimos ocasión de manifestarlo en el capítulo anterior, los seres humanos
poseen una índole “mediadora” que es apertura, relación: con Dios, con los
demás y con el cosmos. Por eso, como afirmábamos, “hemos nacido para la
verdad”. Podemos afirmar, poéticamente, pero con toda exactitud, que todos
somos “peregrinos de la verdad”, insaciables buscadores de lo que se supone
verdadero, pero, al mismo tiempo, difusores de lo que creemos probado. Por eso
se puede afirmar que la verdad hace que nuestra vida sea auténtica y, creíble,
al mismo tiempo, para los otros. Con mayor razón lo anterior se debe referir a
quienes tenemos una tarea en el mundo universitario[35].
En
efecto, la verdad hace referencia a lo que hemos visto con nuestros ojos y a lo
que hemos concluido después de haber realizado un serio esfuerzo por conocer
las cosas como son realmente. La verdad, por eso, nos parece que sirve de
puente entre lo que se nos presenta ante nuestros sentidos y lo que pensamos
acerca de ello, entre lo que existe por fuera de nosotros y lo que nosotros
conocemos acerca de ello, entre lo que nosotros pensamos y lo que expresamos
con nuestras palabras.
Junto
con la libertad y con la conciencia, también la “verdad” es un bien espiritual
de las personas y de su dignidad al que, entre otros, debemos poner atención.
Solemos tener una concepción bastante intelectualística y formal de la verdad.
Observemos desde qué angulaturas solemos o podemos acercarnos a la cuestión
verdad:
-
Hablamos de la verdad ontológica (o religiosa), cuando queremos decir que existe
una concordancia entre la realidad tal como ella es y la manera como Dios la ha
pensado desde la eternidad y como está destinada a ser conocida por nosotros:
es, para los creyentes, digna de adhesión para el ser humano por estar
garantizada por el mismo Dios y destinada por él para ser vivida por amor; se
encuentra en el “depósito de la fe” comprendido por la Palabra de Dios y su
revelación. El camino del diálogo académico, intercultural o interreligioso[36] ‒ y no meramente el de una “apertura diplomática” (EG 251), o, muchísimo menos, el del opuesto, el del
“fundamentalismo violento” (EG 253) ‒ visto desde esta perspectiva, consiste
precisamente en ser cercanos a Dios revelado en Cristo en la profundidad de
nuestro encuentro con Él, en la experiencia de la verdad que nos abre a la luz
y nos ayuda a ir al encuentro con los otros: la luz de la verdad, la luz del
amor. Tuvimos ocasión de referirnos a ello al tratar en el capítulo
cristológico del “obrar según la verdad”, “hacer la verdad”.
-
Hablamos de verdad lógica o noética cuando conocemos las cosas tal como ellas
son: se trata, en este caso, de una interiorización adecuada de las cosas,
hechos, personas e ideas, de modo que nuestra “fotografía gnoseológica” se
corresponde con lo que la ha producido. Del mismo modo, podemos denominarla así
a aquella proporción que se da entre una respuesta y las razones que se aducen
para ella, es decir, señalar la razonabilidad de las respuestas; decía
Jean-Yves CALVEZ S. J.[37]:
“En griego, la verdad es
manifestación, algo verdadero se descubre, sale de la oscuridad, del olvido (a-leqhV = ya no
olvidado). Claro es que el hombre es activo en esto, por él se descubren, se
desvelan las cosas, se manifiesta por así decir el interior de ellas (así que
las cosas mismas se abren también consecuentemente en esta perspectiva). Todo
esto establece una relación fuerte entre verdad y hombre. Todo empieza con un
abrirse del hombre a sí mismo, conciencia, primera verdad (primer otro) para el
hombre mismo. Gracias a esta primera apertura de un ser, existen todas las
demás aperturas. Verdades que salen de la oscuridad, del ser todavía
indeterminado, sin sentido. Heidegger, recientemente, ha insistido sobre este
carácter del hombre, “cuidador” del ser. Prefiero decir: “revelador” de lo
mismo. Sin él todo recae en la oscuridad, no hay verdad o algo verdadero, algo
conocido, algo abierto”.
-
La verdad
ética o del lenguaje y la veracidad, por su parte, consiste en el hecho de
que aquél que conoce manifiesta al exterior y dice cómo percibe las cosas según
su conocimiento: se trata de la expresión sincera de lo que uno siente en su
interior. Se da la verdad cuando la palabra o el gesto o la conducta son
conformes con el pensamiento y el querer interiores. Se trata de poner en acto
esta virtud (cf. capítulo anterior) que nos inclina a decir lo que sentimos y a
hacer que nuestra conducta sea transparente y de fiar. Cuando ella se efectúa,
se tienden lazos formidables de comunicación interpersonal – típicos de
individuos humanos – y se echan los cimientos de una comunidad justa, libre y
fraterna, que vive la paz; afirmaba al respecto Jean-Yves CALVEZ S. J.[38]:
“En nuestros idiomas latinos
y en alemán, no se dice tanto que el hombre es (puede ser, debe ser) verdadero;
una afirmación, sí, es (debe ser) verdadera, es verdadera si corresponde a otro
que ella misma, a la realidad (que, digamos, se abre así, a esta afirmación
precisamente, y sin esto ella quedaría en sí misma, para nada...) […]
“Hay un tercer sentido de
verdad, más bien de “verdadero”, que no nos ofrecen ni el latín ni el griego,
que nos ofrece por el contrario muy corrientemente el inglés: con “true”. No solamente afirmaciones pueden
ser true, verdaderas, sino que el
hombre también puede (debe) ser true,
fiel: a otras personas, a un ideal, a un contrato... (hay por cierto verax en latín en sentido cercano,
también verdadero o, más raramente, vrai
en francés: “hombre verdadero”, “personne
vraie”, y “veraz” en castellano). Esto subraya, creo, útilmente, el aspecto
de compromiso, de apertura a otro, a otra cosa, que es típico del valor de
verdad. La veracidad, el gusto de la verdad, la preocupación por ella, es así
un valor muy fundamental, como un constitutivo de la persona humana. Y, como se
ve así, en “verdad” hay que subrayar más la búsqueda, la preocupación, que la
posesión, significando ésta como un detenerse de la dinámica que es por el
contrario típica de la búsqueda. Han podido notar, cómo Juan XXIII (Pacem in terris, 1963), al hablar de
derecho a una información objetiva, como también de un derecho al acceso a los
bienes de la cultura, sitúa todo esto dentro de un derecho general del hombre
de “buscar la verdad”. Esto, sí es un rasgo totalmente esencial del ser que
llamamos hombre: abierto a otro reconocido o por reconocer”.
-
La verdad
comunitaria nos refiere a las relaciones humanas vividas en sinceridad, es
decir, cuando las palabras y demás expresiones de convivencia son auténticas.
Pero es mucho más: porque el mundo entero está llamado a vivir su verdad,
cuando no sólo la conducta individual de las personas es coherente con sus
dimensiones humanas, sino cuando sus estructuras económico-político-culturales,
sus instituciones, etc., también lo son, respondiendo a lo que razonadamente
deben ser. Por eso podemos decir que, a este punto, existe una identificación entre
verdad y autenticidad;
-
La verdad,
en fin, considerada como síntesis de
las personas, comunidades y sociedades, que, a la manera de una intensa
luz, las capacita para valorar rectamente el bien, para pensar en profundidad y
para elegir con prudencia (virtud que indica los actos que se deben realizar
hoy pero con previsión de lo que puede acaecer más tarde) tanto los fines
intermedios como los medios adecuados para alcanzarlos.
Por lo
cual, podemos decir que existen diversas modalidades de la verdad, y la
“epistemológica” y la “ética” son, sin duda alguna, dos de las más conspicuas.
4. Por
eso es necesario observar que el ser y el conocer son correlativos. El ser es
plenamente tal solamente cuando es conocido; mientras el conocimiento se
orienta a la percepción del ser, éste es tanto más perfecto cuanto más se lo
conoce. Y si se trata del ser humano, como podemos ver, cuando hablamos de la
verdad y de la veracidad no se trata de garantizar una correspondencia
meramente intelectual sino de una realidades directamente referidas a la
dignidad personal humana, y, por lo tanto, de unos bienes que merecen ser
buscados y salvaguardados, en favor nuestro y de los demás.
En
efecto, la persona, como sujeto espiritual, se posee a sí misma en la medida en
que consciente y libremente se comprende
en su propia realidad humana, y a su fundamento, que es Dios. Cuanto más
una persona se orienta de esta manera hacia su propia y auténtica realidad
personal, tanto más podemos decir que ella “es” persona: a mayor realización de
su “verdad” humana, tanto más se perfecciona su personalidad. Por el contrario,
cuanto más se aleja de su propia verdad tanto más se perjudica en el desarrollo
y maduración de su persona. Por eso, las Universidades católicas lo comprenden
y asumen en serio como tarea propia, cada vez que, al modo académico, ayudan a
las presentes y a las nuevas generaciones a tomar conciencia de que el respeto
que expresen por ellas mismas es el comienzo del respeto por todas y en todas
sus relaciones, como es el caso del las relaciones con el ambiente natural, p.
ej.
Con
todo, la verdad y la veracidad son decisivas no sólo por lo que se refiere a la
relación de la persona consigo misma, sino también en lo que se refiere a las
relaciones entre los seres humanos: cuando una persona comunica la verdad se
comunica a sí misma. El contacto auténtico personal y la comunión interpersonal
sólo son posibles cuando los seres humanos se encuentran a partir de una común
aspiración a la verdad y se efectúa mediante una comunicación mutua de la
verdad. Parte del presupuesto de la verdad que reconoce al “tú” como mi igual,
como mi hermano y hermana. Ello debería ocurrir sobre todo en el caso de las
relaciones entre los miembros de las comunidades académicas.
En
efecto, no es posible construir una comunión real – universitaria, en
particular, pero incluso otras, como la matrimonial – sobre la base de las
faltas a la verdad o sobre la mentira. Con la mentira la persona trata de
manipular a su hermano-prójimo[39], de ejercer una injusta presión
o coacción contra él, de reducirlo con egoísmo a instrumento de sus propios
planes, y ello puede ocurrir de múltiples maneras: sea que nos refiramos a las
acciones conducentes al deterioro de la biosfera o a la deshumanización de las
ciudades bajo la imposición de ciertos criterios para su diseño; o bien, en lo
que se refiere a la instrumentalización y a la comercialización del arte; sea
que se trate de lo que se difunde a través de los medios de comunicación social
o mediante la publicidad; sea por medio del manoseo social económico, político
o ideológico; sea a través del manejo de la imagen y de la opinión pública; sea
en el intento por racionalizar el obrar humano mediante la cibernética; sea,
incluso, en el plano religioso cuando la religión misma se deforma al
obligársela a ponerse al servicio de la ignorancia o de diversos prejuicios, de
la burla, la violencia y el abuso: en este caso no sólo se da una corrupción de
la religión, sino también una descomposición de la libertad humana, un
estrechamiento y oscurecimiento de la mente; sea en el ámbito moral…
Aún
más, en el ámbito de la academia debemos estar atentos a todas aquellas
manipulaciones, no siempre tan sutiles y muchas veces hasta motivadas con una
buena intención, como las que un catedrático pudiera emplear – como ocurre en
otros ámbitos de comunicación, en los que “el poder” también está subyacente –
suscitando o incitando (con finas ironías y ‘humorismo’) la rabia de los
interlocutores, no solamente su indignación, e, incluso, promoviendo la
eliminación o la exclusión del otro. Pero manipulación, en fin de cuentas. Otro
punto sobre el que debemos autoexaminarnos y, quizás también, convertirnos.
Pero
ocurre también viceversa: no debemos tampoco ser ingenuos cuando se trata de
difundir o de aplicar los resultados aún provisionales de la investigación (y
la experimentación) científica. Son muchos los intereses de diverso tipo,
económicos, políticos, de prestigio, etc., que querrían mantener su
preponderancia y su ganancia a costa de que no se adquiera, emplee, difunda e
implemente nuevo conocimiento. En efecto, hay quienes diseminan la especie de
que un estudio determinado “no es concluyente”, cuando, dentro de los mejores
estándares de control de la investigación médica, v. gr., mediante la evidencia,
se considera mucho más favorable tal estudio en línea con el bien ético
integral y universal de las personas, que su contrario[40]. Esos tales están promoviendo,
en realidad, cierta manera de pensar y de obrar que dista mucho de los
parámetros científicos alcanzados actualmente, cuya implementación
proporcionaría un provecho enorme a muchos en línea con el criterio fundamental
al que hemos denominado de búsqueda de la “verdad verdadera” en el contexto del
“bien humano”, y, en este sentido, de la “calidad de vida humana” y del
“desarrollo humano”[41]. Así, el disfrute sano de la
vida se ve menguado como consecuencia de afecciones de la salud no tratadas
debidamente, y sin que ello represente el empleo de medios extraordinarios
fuera de todo alcance, a los cuales nadie está, ni moral ni jurídicamente,
obligado.
Más
aún, como hemos referido, existe una noción reducida de “calidad de vida” (cf.
cap. V, en varios lugares, en particular en III.3,19, p. 1141), que aparece en
algunos casos y es concordante con aquel sentir consistente en la rapiña del
triunfo o del poderío o en la búsqueda de la comodidad, pero es contradictoria
con la opción de humanización, de sentido trascendente, lleno de esperanza e,
incluso, de alegría de la vida: cuando, dejado de lado el asunto fundamental de
la madurez integral del enfermo –
ámbito en el que se suele presentar el dilema; pero, de igual manera, puede
presentarse en otros en relación con comunidades y naciones: políticos,
económicos, sociales, etc. –, se pretende encubrir con tal expresión la
sensación de fracaso por parte del investigador – el equipo médico, p. ej. – o
de la propia familia del enfermo. Ciertamente, es necesario valorar, junto con
sus capacidades y/o sus limitaciones psicofísicas, las posibilidades de contacto
del paciente con el ambiente, su autonomía, su mismo entorno, a fin de
establecer el protocolo de cuidados que se le han de administrar. Pero la
sumatoria de tales factores no debería incidir en la estimación del valor o de
la equivalencia que posee la vida de una persona para determinar, entonces, si
merece la pena que siga viva, o no.
Por el
contrario, quien dice y hace la verdad en forma justa; quien, según la “verdad
del ser” propicia la concienciación, la igualdad y la participación, y no trata
de acallar al otro, con ello ya manifiesta mucha estima por él, valorándolo
como persona. En esto cobran gran importancia las comunidades académicas y
científicas, ya que ellas estimulan y permiten contrastar diferentes pareceres,
y fomentan y elevan el tono crítico y auto-crítico de sus integrantes. En
efecto, poquísimo gana una institución cualquiera, y menos aún la institución
universitaria, cuando en ella se evitan, por diversos medios y con distintas
intensidades, todo debate y controversia, o cuando se crean tales
“solidaridades de cuerpo” que la deliberación, la crítica constructiva, la
reflexión y la auto-crítica quedan excluidas por completo de sus ámbitos.
5.
Ahora bien, aun cuando siempre la humanidad ha desplegado objeciones a la
verdad y a la veracidad, y como en realidad el hombre no deja de ser un enigma
para sí mismo, quizá hoy como nunca la búsqueda de la verdad suscita
dificultades particulares tanto en lo que se refiere a la verdad de la persona
misma como en lo que se refiere a la verdad en su convivencia. La confianza en
la verdad ha ido dejando su lugar al escepticismo y las mismas relaciones
internacionales, aún las más proverbiales y acrisoladas, son puestas en
entredicho. Quizás algunos conservan la verdad como un ideal moral, pero luego,
en la práctica, poco se obra conforme al mismo. Se observa con frecuencia que
la palabra no sirve para la comunicación de la verdad sino para la
manipulación, como suele suceder en la propaganda y en la política. Hechos
todos que golpean el valor de la palabra en general y el papel de la verdad y
de la veracidad en la convivencia humana.
De otra
parte, entre nuestros contemporáneos no escasea la idea de que existen verdades
referentes a los sectores “prácticos” de la vida, pero que nada se puede decir de
verdades relativas al “sentido de la vida”: para muchos, la verdad sólo se
puede predicar de aquella que puede ser objeto de verificación por parte de las
ciencias naturales y de aplicación con vistas a la tecnología (la práctica y la
utilidad por sí solas justifican): sólo se la consigue alcanzar por medio del
experimento (es la idea que prevalece en ciertos círculos desde la Ilustración
hasta hoy) y, en todo caso, cuando se habla de “certeza científica” lo que se
quiere afirmar es que se está contando con la mejor opinión posible en el
momento (Lonergan).
Pero
las verdades relativas al sentido de la vida no son verificables por medios
científicos, por eso se las pone en duda desde su mismo punto de partida. En
este campo, a lo mucho, se concede que se puedan manifestar opiniones, no certezas (ni morales ni
mucho menos metafísicas ni de fe). Existe esta manera de pensar, pero se la
quiere confirmar con el pluralismo en las diversas concepciones acerca de la
vida y del mundo, de las concepciones religiosas o no-religiosas, de los
sistemas filosóficos, erigiendo el pluralismo, él sí, en un principio absoluto
y supremo[42]. Y se afirma que estas verdades
relativas a la vida cambian con el paso del tiempo y con las condiciones
sociales; y se teme muchísimo menos a incurrir en errores morales, filosóficos
o religiosos, que en errores técnicos o científicos.
A estas
objeciones ha querido responder el S. P. FRANCISCO en su enc. Lumen fidei, del 29 de junio de 2013[43], que, como él mismo escribe (n.
7), fue el resultado de complementar no sólo un “borrador” de la misma sino la
continuidad de una tarea iniciada por su antecesor, Benedicto XVI:
“27.
Es conocida la manera en que el filósofo Ludwig Wittgenstein explica la
conexión entre fe y certeza. Según él, creer sería algo parecido a una
experiencia de enamoramiento, entendida como algo subjetivo, que no se puede
proponer como verdad válida para todos [cf. Vermischte Bemerkungen /
Culture and Value, G. H. von Wright, ed., Oxford 1991, 32-33, 61-64]. En efecto, el hombre
moderno cree que la cuestión del amor tiene poco que ver con la verdad. El amor
se concibe hoy como una experiencia que pertenece al mundo de los sentimientos
volubles y no a la verdad.
Pero
esta descripción del amor ¿es verdaderamente adecuada? En realidad, el amor no
se puede reducir a un sentimiento que va y viene. Tiene que ver ciertamente con
nuestra afectividad, pero para abrirla a la persona amada e iniciar un camino,
que consiste en salir del aislamiento del propio yo para encaminarse hacia la
otra persona, para construir una relación duradera; el amor tiende a la unión
con la persona amada. Y así se puede ver en qué sentido el amor tiene necesidad
de verdad. Sólo en cuanto está fundado en la verdad, el amor puede perdurar en
el tiempo, superar la fugacidad del instante y permanecer firme para dar
consistencia a un camino en común. Si el amor no tiene que ver con la verdad,
está sujeto al vaivén de los sentimientos y no supera la prueba del tiempo. El
amor verdadero, en cambio, unifica todos los elementos de la persona y se
convierte en una luz nueva hacia una vida grande y plena. Sin verdad, el amor
no puede ofrecer un vínculo sólido, no consigue llevar al « yo » más allá de su
aislamiento, ni librarlo de la fugacidad del instante para edificar la vida y
dar fruto.
Si
el amor necesita la verdad, también la verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad
no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva
para la vida concreta de la persona. La verdad que buscamos, la que da sentido
a nuestros pasos, nos ilumina cuando el amor nos toca. Quien ama comprende que
el amor es experiencia de verdad, que él mismo abre nuestros ojos para ver toda
la realidad de modo nuevo, en unión con la persona amada. En este sentido, san
Gregorio Magno ha escrito que « amor ipse notitia est », el amor mismo
es un conocimiento, lleva consigo una lógica nueva [Homiliae in Evangelia, II, 27, 4: PL 76, 1207]. Se trata de un modo
relacional de ver el mundo, que se convierte en conocimiento compartido, visión
en la visión de otro o visión común de todas las cosas. Guillermo de Saint
Thierry, en la Edad Media, sigue esta tradición cuando comenta el versículo del
Cantar de los Cantares en el que el amado dice a la amada: « Palomas son tus
ojos » (Ct 1,15) [cf. Expositio super Cantica
Canticorum, XVIII, 88: CCL, Continuatio Mediaevalis 87, 67]. Estos dos ojos,
explica Guillermo, son la razón creyente y el amor, que se hacen uno solo para
llegar a contemplar a Dios, cuando el entendimiento se hace « entendimiento de
un amor iluminado » [íbíd., XIX, 90:
CCL, Continuatio Mediaevalis 87, 69].
“28.
Una expresión eminente de este descubrimiento del amor como fuente de conocimiento,
que forma parte de la experiencia originaria de todo hombre, se encuentra en la
concepción bíblica de la fe. Saboreando el amor con el que Dios lo ha elegido y
lo ha engendrado como pueblo, Israel llega a comprender la unidad del designio
divino, desde su origen hasta su cumplimiento. El conocimiento de la fe, por
nacer del amor de Dios que establece la alianza, ilumina un camino en la
historia. Por eso, en la Biblia, verdad y fidelidad van unidas, y el Dios
verdadero es el Dios fiel, aquel que mantiene sus promesas y permite comprender
su designio a lo largo del tiempo. Mediante la experiencia de los profetas, en
el sufrimiento del exilio y en la esperanza de un regreso definitivo a la
ciudad santa, Israel ha intuido que esta verdad de Dios se extendía más allá de
la propia historia, para abarcar toda la historia del mundo, ya desde la
creación. El conocimiento de la fe ilumina no sólo el camino particular de un
pueblo, sino el decurso completo del mundo creado, desde su origen hasta su
consumación.”
Otro
aspecto diferente del problema consiste en considerar que, si bien, la verdad
es “indivisible”, la percepción que se tiene de la misma admite diversos
grados[44]. La siguiente gráfica nos
permite visualizarlo de la siguiente manera:
↱ de fe
↱ metafísica
↱ estadística
Certeza → física
↳ histórica
Probabilidad ↗ ↳ moral
Opinión ↗
Hipótesis ↗
Ignorancia ↗ |
Esquema 49
Siendo
éstas cuestiones profundas y complejas, que lamentablemente sólo podemos
proponer aquí para evidenciar cuán transcendental es el problema de la verdad
en las relaciones humanas, con todo no podemos dejar de lado la pregunta que
muchos (todavía) se hacen: ¿Cómo es posible permanecer veraces en ciertas
situaciones difíciles, sin ocasionar graves daños, como sería, p. ej., revelar
un secreto o traicionar a otras personas? Son situaciones arduas, sin duda,
sobre todo en regímenes dictatoriales, mas no sólo en ellos...
Si bien es cierto,
corresponde a toda universidad conservar y potenciar en sus miembros cada día
más su capacidad innata de “asombro” así como expresar su estrecha vinculación con
la verdad[45], particular cometido
corresponde en este sentido a las Universidades católicas[46] y, en especial, a sus Facultades
de Teología, cuanto concierne al mantenimiento y profundización de la verdad de
Jesucristo y del ser humano creado y recreado por Él, ya que precisamente ello
constituye su identidad, cometido y método propio y característico, a partir
del cual han de observar, describir y analizar las diversas realidades, así
como proponer y delinear acciones, y llevarlas a cabo. Singular función les
atañe al examinar concienzudamente y debatir sin indiferencia las realidades
socio-económico-políticas, tan susceptibles como son de ser instrumentalizadas
al servicio de ideologizaciones, de oportunismos y de cualquier tipo de dominio
imperial, resistiendo, si fuera el caso, en la defensa de dicha verdad[vii].
En
efecto, el mismo Concilio Vaticano II lo ha precisado y urgido a propósito del
diálogo provechoso que habría de sostenerse en torno a la persona humana y a su
dignidad por parte de las ciencias, las culturas y las religiones, la
filosofía, la teología y demás expresiones humanas – y que se convierte en
tarea urgente de promover para las Universidades católicas y para las
Facultades eclesiásticas en particular –, en razón de las consecuencias
“morales” – en el orden de los
“principios”, que son la expresión, en su causa – del misterio de Cristo, como
sostenemos en esta investigación[47].
Antes
de pasar al aspecto siguiente, quisiera concluir esta subsección panorámica
dedicada al quehacer de las Universidades católicas y de las Universidades y
Facultades eclesiásticas en su relación con la verdad y con la veracidad,
insistiendo más concretamente en sus Facultades teológicas y aplicando a sus
comunidades académicas lo que ha afirmado un experto: que tratándose de unas
corporaciones en las que conviven personas de diferentes estilos, formas y
grados de formación, unidos a diversidades de edad, género, procedencias, etc.,
se configura una especie de “sistema en crecimiento que se abre al mundo y que
ya no puede volver a encerrarse endogámicamente en sí mismo”, permitiéndose,
así, responder efectivamente a
“uno de los mayores defectos
de nuestra cultura, nuestra falta de continuidad en las diversas acciones que
emprendemos (: tal sería el caso de) no deberíamos abandonar los métodos de
nuestros predecesores, como automáticamente hacemos a menudo, sin siquiera
reflexionar sobre ese abandono. Otra cosa es modificar, corregir, modular,
empalmar, pegar a trozos”[48].
Vale la
pena también tener en cuenta esta observación y sugerencia.
1) La verdad en el pensamiento
6. Como
hemos señalado a lo largo de esta investigación, la verdad y la veracidad
incluyen, por parte de todos los seres humanos, el deseo permanente e
irrenunciable de buscarla y de conocerla de la manera más perfecta posible.
Entre sus constitutivos más esenciales el ser humano considera que la
aspiración a la verdad le es suya de modo original y propio. Existe en él un
sentido cierto por lo verdadero. Así lo ha creado Dios, capaz de pensar y de
conocer, y mal podríamos decir que el hombre y la mujer están llamados a ser
veraces en su hablar sin estar llamados también a que en su proceder sean
también auténticamente humanos. Estamos llamados a buscar y a comunicar la
verdad objetiva, no sucedáneos o substitutos de la verdad. Precisamente esa es
la razón de ser y la metodología que se aspira a encontrar en una tesis de
grado, por ejemplo.
Pero
estamos llamados a buscar la verdad entera, inclusive la del propio “yo”. No es
fácil descubrir la verdad. Desde el punto de vista objetivo, es fundamental no
dejarse manipular por nada ni por nadie, acudir a fuentes diversas y
pluralistas en donde encontramos la información, aprender de las experiencias
propias y ajenas, reconocer “la verdad” que hay en las diversas posiciones,
hasta compaginarlas de tal manera que en su conjunto muestran un nuevo
acercamiento a la verdad, de modo que pueda merecer circular por el mundo. Sólo
una verdad así esforzadamente alcanzada va haciendo mujeres y hombres
auténticamente libres[49], como Jesús decía (cf. Jn 8,32).
Con
todo, ello no es suficiente. No depende solamente de recoger una información
más o menos amplia, respaldada, incluso, por experimentos o testimonios, ni
siquiera procedente de una iluminación especial por parte de Dios, sino,
fundamentalmente, lograda a partir de nuestro sincero interés y esfuerzo por
alcanzar la verdad. Nosotros mismos somos los responsables de que logremos
aquél conocimiento que nos es posible. Cosa no siempre fácil, sin embargo,
porque encontramos serios obstáculos en nuestra propia pereza espiritual para
afrontar las realidades más profundas de nuestra existencia; en nuestra falta
de apertura y de docilidad para reconocer nuestros propios límites, o de
humildad para consultar a personas competentes en ámbitos que nos son
desconocidos; también en nuestro propio egoísmo y en nuestra ceguera
encontramos serias, y, a veces, insuperables barreras, que nos permitirían
avanzar hacia la verdad[viii]:
cedemos, entonces, a cierta “cultura” (religiosa, política, moral) que se va
haciendo camino, del “sálvese quien pueda”, tan similar a aquella que algunos
ya le exigían a Jesús en la Cruz: “A otros salvó; que se salve a sí mismo si él
es el Cristo de Dios, el Elegido… Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!...
¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!” (Lc 23,35.37.39).
Con
todo, debemos estar atentos a otra característica típica de nuestro tiempo y que
cuestiona nuestra búsqueda de la verdad así como nuestro esfuerzo teológico. El
Papa FRANCISCO así lo explicó:
“Hoy, efectivamente, nos concentramos menos que en el pasado en el concepto o en la praxis y más en el "sentir". Puede no gustar, pero es un hecho: se empieza de lo que sentimos. La teología ciertamente no puede reducirse al sentimiento, pero tampoco puede ignorar que, en muchas partes del mundo, el enfoque de cuestiones vitales ya no parte de las últimas cuestiones o de las demandas sociales, sino de lo que la persona advierte emocionalmente. La teología está llamada a acompañar esta búsqueda existencial, aportando la luz que proviene de la Palabra de Dios. Y una buena teología de la ternura puede declinar la caridad divina en este sentido. Es posible, porque el amor de Dios no es un principio general abstracto, sino personal y concreto, que el Espíritu Santo comunica íntimamente. Él, en efecto, alcanza y transforma los sentimientos y pensamientos del hombre. ¿Qué contenidos podría tener entonces una teología de la ternura? Dos me parecen importantes, y son las otras dos sugerencias que me gustaría brindaros: la belleza de sentirnos amados por Dios y la belleza de sentir que amamos en nombre de Dios.”[49 bis]
7.
Teniendo en cuenta la realidad descrita, y a partir de las anteriores
reflexiones sobre la verdad en el pensar, no podemos eximirnos de recordar que
la Iglesia católica, en diversos y muy importantes pronunciamientos, ha
exaltado la importancia de la labor de los profesionales desde diferentes
puntos de vista y ha considerado unos criterios generales para su ejercicio. No
es el momento para revisarlos, sin duda, pero se trata de una deferencia cuya
memoria no puede ni debe ser omitida en este lugar[50].
En
cambio, en lo que atañe a la investigación y a la docencia universitaria sí nos
corresponde analizar brevemente dos argumentos: en primer lugar, la necesidad
de “formar en las universidades para la investigación” (1°), y “preparar en las
universidades para la ‘formación permanente’” (2°).
a) “Formación universitaria para la investigación”
8. Como
dijimos (cf. supra, 1.b.1)2, p. 1125), a ninguno se oculta la importancia de
esta cuestión, sobre todo si se la considera en la perspectiva del desarrollo
de un País en todos sus ámbitos. Se trata de un valor humano por sí mismo
incomparable en razón de su propia índole de ser un trabajo creador. Con todo,
esta formación específica se nutre fundamentalmente de los progresos que se
vayan haciendo en el ámbito científico. Por eso hemos hecho notar el retraso
generalizado que las universidades colombianas revelan en este terreno
[51].
Refiriéndonos
en particular al campo relativo a la teología moral, que es el más cercano en
este caso a nosotros, en una de sus áreas de investigación, y a propósito de la
cual el Modelo hermenéutico nos está exigiendo ésta más detenida aplicación de
los correlatos antropológicos del capítulo anterior, se echa de ver la
necesidad de poseer una información confiable de la más alta calidad y
actualidad sobre numerosos asuntos que han de ser objeto de estudio por parte
de ella. Información que, orgánicamente estudiada y profundizada, permitirá a
los teólogos morales entrar en un diálogo “de altura” con sus colegas de las
diferentes áreas de la investigación, bio-médica y económico-administrativa, p.
ej. Para dar una muestra de ello, observemos lo que afirmó, todavía no hace
mucho tiempo, el muy reconocido Manuel CUYÁS MATAS S. J.[52], quien señalaba:
“La biotecnología ha
otorgado al hombre el poder de cambiar incluso su propia manera de ser y ha
dado lugar a un nuevo modo de elaborar normas de conducta e incluso principios
éticos en diálogo interdisciplinar e interconfesional. Esta metodología ha
interpelado, con el nombre de bioética, el quehacer de los moralistas
imponiéndoles mayor atención a los resultados de las ciencias experimentales y
un esfuerzo particular por hacer valer ante las autoridades civiles los bienes
tutelados por la iglesia católica. Ha planteado además a la teología moral
nuevos problemas y la ha obligado a reelaborar sus respuestas a muchas
cuestiones. A título de ejemplo se exponen las consecuencias éticas: a) del
cambio de presupuestos en la fertilización "in vitro"; b) de las
posibilidades abiertas por la ingeniería genética; c) de la distribución actual
de los recursos disponibles para la salud”.
Este asunto de las “biotecnologías”, como se las denomina, urge, pues, un conocimiento científico y técnico de la más alta calidad y actualidad. Por eso, en este contexto, es digna de especial encomio, la actividad que realizan las Pontificias Academias de Ciencias, de Ciencias Sociales y de la Vida[53]. Y, por su relevancia para las Carreras y Facultades a las que especialmente quiere contribuir nuestra investigación, para citar sólo un ejemplo de los aportes que dichas Academias ofrecen al Romano Pontífice, a la Santa Sede y a toda la humanidad, mencionemos algunos de sus más recientes documentos, hechos público por la primera y por la tercera de ellas: “Plenary Session Of The Pontifical Academy Of Sciences: Predictability in Science: Accuracy and Limitations of Predictions based on Scientific Knowledge (3 a 6 de noviembre de 2006)”[54]; “Declaración final de la XII Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida y del Congreso Internacional sobre el tema: ‘El embrión humano en la fase de la preimplantación. Aspectos científicos y consideraciones bioéticas’ (27-28 febrero de 2006)"[55]. El mismo Romano Pntífice FRANCISCO ha asumido como propio esta preocupación en su carta encíclica Laudato Sí deñ 24 de mayo de 2015[56].
Diversos autores[57] han mostrado también la importancia de hacer que la Universidad no se contente sólo con ser exacta repetidora de unos conocimientos “ya adquiridos” – como si el saber no tuviera posibilidades no sólo de cuestionarse a sí mismo, y de reconocer sus fallas y carencias – sino porque es de su misma esencia hacer progresar el saber hacia niveles mucho más plenos, sistemáticos e integrales, en coherencia con las exigencias de las mismas dimensiones constitutivas humanas y de la realidad. Y sólo cuando los estudiantes comprenden que ellos no están llamados simplemente a acumular conocimiento sino a mantener frente a éste una actitud crítica y de siempre posible actualización y desarrollo, la opción disciplinaria y profesional por la que han elegido llega a su maduración[58]. Las Universidades católicas y las Universidades y Facultades eclesiásticas, en consecuencia, que, por su misma condición se encuentran en lo que se ha denominado “conocimiento de punta”, mediante diversas estrategias deben lograr ese entrenamiento cualificado y, más aún, esa conciencia en sus estudiantes. Como ha asegurado en el Sínodo de los Obispos S. Em. R. Card. André VINGT-TROIS, Arzobispo de Paris y Presidente de la Conferencia Episcopal de Francia “una auténtica educación de la inteligencia es la condición necesaria para el ejercicio de una verdadera libertad”[59].
En la investigación se pretende, pues, llevar adelante procesos que sean metodológicamente científicos, que obtengan información relevante y digna de crédito, de modo que el conocimiento así obtenido, se entienda mejor, se verifique, se corrija y, finalmente, se aplique[60]. Para ello, las diversas tareas y ensayos realizados con rigor por los estudiantes bajo la orientación de sus profesores, sobre todo sus trabajos de grado, e, inclusive, aquellos desarrollados por iniciativa propia, poseen un valor formativo de relevancia[61]. Ajustados a las prácticas y normas de la propia disciplina contribuyen excelentemente, no sólo desde el punto de vista científico sino de la propia personalidad, a la auto-formación del futuro profesional e investigador.
Precisamente, a propósito del “método en teología” propuesto por Bernard Lonergan – al que hemos aludido en diferentes momentos de esta investigación (cf., p. ej., supra, 2.a.2)b)9, p. 1169s) – hemos resaltado la importancia que daba éste a los diversos momentos del denominado “método científico” (cf. c. 254 § 2, p. 314 y 359), que, por ejemplo, destaca la necesidad permanente de la “observación” de la realidad, el seguimiento de unas “reglas para el razonamiento y la predicción, ideas sobre la experimentación planificada y los modos de comunicar los resultados experimentales y teóricos”. Por lo cual, su propuesta bien ha podido denominarse como un “modelo amplio”, si no universal, de obtención de conocimiento, válido para operar en las disciplinas y entre las disciplinas.
Una formación metódica, es decir, en sentido amplio, científica, se hace, por todo concepto necesaria. Así, se ha escrito que
“La investigación es fundamental para el estudiante y para el profesional, esta forma parte del camino profesional antes, durante y después de lograr la profesión; ella nos acompaña desde el principio de los estudios y la vida misma. Para todo tipo de investigación hay un proceso y unos objetivos precisos.
La investigación nos ayuda a mejorar el estudio porque nos permite establecer contacto con la realidad a fin de que la conozcamos mejor, la finalidad de esta radica en formular nuevas teorías o modificar las existentes, en incrementar los conocimientos; es el modo de llegar a elaborar teorías.
La actividad investigadora se conduce eficazmente mediante una serie de elementos que hacen accesible el objeto al conocimiento y de cuya sabia elección y aplicación va a depender en gran medida el éxito del trabajo investigador”[62].
No obstante lo anterior, se deben también tener de presentes otros aspectos de la realidad colombiana y, seguramente, en varios aspectos, latinoamericana y mundial. De ellos se deben hacer críticamente conscientes todos los miembros de la comunidad educativa universitaria, en razón de las múltiples consecuencias que dichos aspectos tienen sobre ellos. En relación con la educación superior el impacto se manifiesta en diversas problemáticas, entre las cuales se hace necesario mencionar:
- en el marco de la notable inversión poblacional a la que hoy se ha llegado no sólo en Colombia sino planetariamente[65], en la cual la proporción entre la población urbana ha llegado a ser mayor que la rural, se ha de atender a la cobertura de la educación superior y especialmente a lo que concierne al acceso de los segmentos más pobres de la población (en Colombia: Sisbén I y II; estratos I y II) a las entidades universitarias[66], con todo lo que esto lleva consigo, es decir, considerando también su componente económico y financiero;
- los altos índices de deserción universitaria que existen actualmente (cf. Apéndice 4 para ampliar la información);
- la concentración de la oferta académica en las ciudades capitales departamentales;
- y la aún insuficiente calidad educativa en el nivel superior[ix], en particular de los agentes institucionales – docentes y directivos – que le permitan elevarla y asegurarla óptima, pertinente[67] y eficiente[68].
Más aún, gracias a esta cercanía a sus maestros, ellos se irán aproximando a la realidad nacional, que denota, en lo que se refiere a la formación de investigadores, que en ciertas áreas del adiestramiento y de la práctica profesional, sobre todo en los niveles que exigen una mayor especialización, existen graves carencias de expertos. Este factor, unido, por cierto, a completos y provocativos estudios de la problemática, y a significativos y crecientes incentivos a favor de los estudiantes, será un mejor soporte en orden a garantizar el relevo generacional profesional[72].
b) “Educación universitaria para la (auto) formación
permanente”
9. Por
las mismas razones expuestas, y a fin de que el investigador y el profesional
se mantengan actualizados no sólo en su propio campo de investigación sino en
todos aquellos que le permiten su crecimiento o desarrollo integral como
persona y reconocer las posibilidades de intercambio y de trabajo en común con
otras áreas del conocimiento, es necesario que el estudiante desde antes de
culminar sus estudios haya aprendido el amor al estudio y se haya convencido de
la importancia de estar al día especialmente en su área de estudio.
Más
aún, la adquisición, ya desde el período universitario, de suscripciones a
publicaciones periódicas de su especialización, y la asistencia asidua a los
diversos congresos y a otro tipo de actividades académicas y sociales que
promueven la educación continua – impulsados o, al menos facilitados, por las
mismas instituciones universitarias –, contribuye enormemente a crear en el
estudiante la conciencia de que sus aportes a la sociedad deben ser
permanentemente cualificados y que su vida de estudio no culmina con la
obtención de su grado.
En el
caso de quienes, además, se ocupan del ministerio del magisterio dentro de cada
especialidad, este compromiso debería ser aún más acuciante[73]. Las propias instituciones
universitarias lo están ya requiriendo[74].
c) La verdad en el pensar, como problema de moral
pública y privada, y la tarea de las Universidades católicas y sus estudios de
teología
10.
Ahora bien: si bien es cierto que es decisiva en orden a la realización
personal la búsqueda de la verdad, es igualmente necesario considerar también el
esfuerzo por la búsqueda de la verdad en el pensar en el contexto de la moral
pública.
Como
vimos, la kénosis de Jesucristo subraya la modalidad libre, responsable, social
y solidaria de la encarnación del Hijo de Dios, y, por ese mismo hecho, nos
trasmite dichas características vocacionales a todos aquellos a quienes ha
justificado.
En nuestro
actual momento histórico contrastan diametralmente, sin embargo, tales
características del ser humano asumido y redimido por Cristo sobre todo con el
que ha sido señalado como uno de los hechos más prominentes, característicos y
graves de nuestra época: hacer que las conciencias morales de los ciudadanos se
hayan “individualizado” o “privatizado”.
Es
cierto que otros movimientos contemporáneos manifiestan, aún no sin cierta
ambigüedad, hechos sociales tales como hacer que diversos campos de la vida social
se hayan “secularizado” y, que, como consecuencia de ello, cierta “moral” que
acompañaba a las expresiones religiosas haya quedado en el “vacío”[75], o, como prefieren decir
algunos, “haya perdido su hegemonía”[76]. De la misma manera, hay que
destacar los indudables valores positivos, muy cercanos con aquellos
característicos del proyecto del Reino, presentes en el surgimiento del
“civismo”, y el ensanchamiento del espacio de la “ética cívica”. En cambio, se ha reducido indebidamente el
espacio de la moral “pública” al de la “moral gubernamental”.
En
efecto, la vida social pierde cuando queda en manos de los “positivismos” de
diverso tipo: estadísticos, jurídicos, fácticos del poder. Pierde cuando la
sociedad se rige no por valores, sino por intereses, así sean denominados
“generales” o “pragmáticos”. Pierde a partir del momento en que la moral
privada se “desmoraliza”. Pierde, cuando la vida de individuos, grupos y
colectividades queda regida sólo por la ley de la selva y de los instintos.
Gana la
moral pública, por el contrario, cuando a la vida humana se la divisa en toda
su amplitud, grandeza y complejidad, es decir, con su sentido y como un
“programa de vida”. Gana, cuando vigila el rumbo de las instituciones sociales
y denuncia las desviaciones del bien común. Gana, cuando orienta todos los
esfuerzos hacia la humanización (cf. capítulo anterior). Por todo ello, sólo la
verdad en el pensar garantiza altos niveles de moralidad pública.
De ahí
que las Universidades católicas y las Universidades y Facultades eclesiásticas
pueden y deben proporcionar una ayuda insustituible a este “pensar la verdad”
en el horizonte de la moral pública que tiene como fundamento la exploración de
la verdad o totalidad humana[77]. Citemos sólo unos ejemplos:
-
Desde el nivel sociológico, es necesario
tomar parte en las indagaciones cuantitativas que exploran la realidad ética de
la existencia mediante encuestas y estadísticas (como hemos intentado hacer al
inicio de este capítulo y en los Apéndices); en investigaciones antropológico-culturales
que ayuden a detectar la influencia del comportamiento moral en tales
sociedades; en investigaciones sobre la psicología de la moralidad de los
diversos grupos humanos; en investigaciones de filosofía política que pongan de
manifiesto los trasfondos ideológicos de los sistemas morales vigentes; en
diversas investigaciones interdisciplinares que permitan describir el “perfil
ético” de una sociedad.
-
De igual modo, siendo que el orden jurídico
es fundamental en la vida y configuración de una sociedad, que obrar conforme a
la ley brinda protección y seguridad, disminuye las razones de las
controversias interminables, exige, e, incluso, amenaza y penaliza, con lo cual
se obtienen muchas ganancias en una sociedad, sobre todo en la sociedad política,
se ha de participar, entonces, en la discusión de las leyes: ello es
conveniente y necesario, sobre todo cuando se examina en ellas, con el debido
cuidado, su componente pluralista, en el que, a veces, incluso, no sólo se
llega a una distinción entre el orden jurídico y el moral, sino a una verdadera
oposición entre ambos. Más aún, es posible que las valoraciones morales lleguen
a ser tan heterogéneas, por cuanto son elaboradas por parte de diversos
actores, que su concreción jurídica demande unos acuerdos y unos compromisos
complejos, “tolerantes”, más cercanos a las decisiones democráticas de las
mayorías.
Hacer
presencia en estos ámbitos – sociales y académicos – es, por supuesto,
inherente a la actividad de las Universidades. Ellas deben contribuir al logro
de una transformación moral de la sociedad y de sus integrantes: induciendo
aquellos cambios en los esquemas de valores que justifican la vida humana;
aportando en el discernimiento de aquellas pautas de comportamiento que
estructuran las expresiones sociales; motivando desde sus fundamentos las
aspiraciones que orientan los cambios culturales.
Más
aún, a las Universidades católicas les corresponde en concreto influir a fin de
que, en el país, tanto en el ámbito regional como local, y aún más allá, se
ejerza una saludable, ponderada y honesta crítica en la formulación y
evaluación de todas las políticas públicas; reivindicar que se garantice que su
presencia y sus aportes sean escuchados y tenidos en cuenta en los escenarios
connaturales en los que se tratan y deciden las cuestiones relativas a los
institutos de educación superior; “promover el diálogo entre ciencia, fe y
cultura en el quehacer universitario”; y cualificar la difusión de información
y la comunicación con todos los denominados “grupos de interés”.
Pero,
así mismo, las Universidades católicas y los centros superiores de educación
eclesiástica deben tener de presente que:
-
El nivel sociológico produce juicios “de
hecho”, mientras la teología moral está llamada a pronunciar juicios “de
valor”. Reducir la moral pública a la estadística o a la sociología de las
costumbres morales es una permanente tentación, pues no corresponde a ellas
señalar las normas de moralidad, que son de índole cualitativa, no
cuantitativa.
-
Las exigencias del bien común, que no se
pueden lograr sin la verdad y justicia, determinan los rasgos característicos
de un ordenamiento jurídico “legítimo”, y no sólo “lícito” ni “soberano”. No
puede apropiarse, por lo tanto, el ámbito jurídico de todo lo concerniente a la
justicia y a la verdad: también existe el ámbito moral que, desde estas
perspectivas, desmitifica y cuestiona esa pretensión. Aunque también es cierto
que es preferible un ordenamiento jurídico que sea imperfecto en su
consagración de la verdad y la justicia, que no tener alguno[78].
La
“verdad en el pensamiento” exige a las Universidades católicas y a las
Universidades y Facultades eclesiásticas, en fin – mediante su testimonio
sereno y firme – replantear su propia ubicación en el marco de nuestras
sociedades pluralistas y democráticas, en las que existe una “profunda y rápida
transformación de la vida”. En consecuencia, no pueden cejar de urgirles la
necesidad de la moralidad pública, recordando la invitación conciliar a
“que no haya nadie que, por despreocupación
frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética meramente
individualista. El deber de justicia y caridad se cumple cada vez más
contribuyendo cada uno al bien común según la propia capacidad y la necesidad
ajena, promoviendo y ayudando a las instituciones, así públicas como privadas,
que sirven para mejorar las condiciones de vida del hombre. Hay quienes
profesan amplias y generosas opiniones, pero en realidad viven siempre como si
nunca tuvieran cuidado alguno de las necesidades sociales. No sólo esto; en
varios países son muchos los que menosprecian las leyes y las normas sociales.
No pocos, con diversos subterfugios y fraudes, no tienen reparo en soslayar los
impuestos justos u otros deberes para con la sociedad. Algunos subestiman
ciertas normas de la vida social; por ejemplo, las referentes a la higiene o
las normas de la circulación, sin preocuparse de que su descuido pone en
peligro la vida propia y la vida del prójimo” (GS 30).
De la
misma manera, las Universidades católicas y las Universidades y Facultades
eclesiásticas, como espacio sacramental de la “libertad de los hijos de
Dios”, tanto mujeres como hombres justificados y justos, han de brindar acogida
al diálogo y a la praxis común entre cristianos y no-cristianos[79] y al encuentro de culturas
diferentes[80], de modo que la conciencia
moral de unos y otros, se haga más sensible, mejor formada. Fue también el
Concilio quien lo señaló:
“Porque el hombre tiene una
ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad
humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más
secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios,
cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de
modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de
Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los
demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos
problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor
es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las
personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a
las normas objetivas de la moralidad” (GS
16).
La
moral pública, pues, sigue siendo necesaria. Y en lo que se refiere a las
prescripciones de la Constitución y de las leyes de la propia nación se puede
afirmar en principio, como señalaba José Luis CEA EGAÑA para el caso chileno,
que
“a las Universidades
católicas […] les corresponde investigar, enseñar y difundir las vías que
permitan integrar, armoniosamente, ambas vertientes de valores, principios y
disposiciones normativas (e. d., la constitucional chilena y la del Magisterio
de la Iglesia)”, (por cuanto, como se ha podido constatar), “la Constitución
chilena coincide, al menos en sus bases institucionales, con la enseñanza de
ese Magisterio (pontificio)”[81].
Finalmente,
a las propias Universidades católicas y a las Universidades y Facultades
eclesiásticas les corresponde, en el ámbito académico, dar testimonio público de la fe y de la esperanza, es
decir, ser razonables y auténticas en la profesión que deben hacer de las
mismas. Una moral sin arraigo en el mundo de los seres humanos, sin “los pies
en la tierra” sería una mala propuesta moral. A este propósito, es conveniente
recordar la sugerencia que hacía en general a todos los cristianos, “emigrantes
dispersos”, la primera carta de Pedro,
y que el Papa JUAN PABLO II urgía en nuestro tiempo a los teólogos, haciendo
unas oportunas indicaciones que, en lo que atañe a su consideración teológico
moral, proponemos seguidamente. He aquí los dos textos:
“Y ¿quién os hará mal si os
afanáis por el bien? Mas, aunque sufrierais a causa de la justicia, dichosos de
vosotros. No les tengáis ningún miedo ni os turbéis. Al contrario, dad culto al
Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo
el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto.
Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara,
sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo. Pues
más vale padecer por obrar el bien, si esa es la voluntad de Dios, que por
obrar el mal.” (1 Pe 3,13-17).
Por su
parte el Papa:
“La teología moral necesita aún más la
aportación filosófica. En efecto, en la Nueva Alianza la vida humana está mucho
menos reglamentada por prescripciones que en la Antigua. La vida en el Espíritu
lleva a los creyentes a una libertad y responsabilidad que van más allá de la
Ley misma. El Evangelio y los escritos apostólicos proponen tanto principios
generales de conducta cristiana como enseñanzas y preceptos concretos. Para
aplicarlos a las circunstancias particulares de la vida individual y social, el cristiano debe ser capaz de emplear a
fondo su conciencia y la fuerza de su razonamiento. Con otras palabras,
esto significa que la teología moral debe acudir a una visión filosófica
correcta tanto de la naturaleza humana y de la sociedad como de los principios
generales de una decisión ética.
Se puede tal vez objetar que
en la situación actual el teólogo debería acudir, más que a la filosofía, a la
ayuda de otras formas del saber humano,
como la historia y sobre todo las ciencias, cuyos recientes y extraordinarios
progresos son admirados por todos. Algunos sostienen, en sintonía con la
difundida sensibilidad sobre la relación entre fe y culturas, que la teología
debería dirigirse preferentemente a las sabidurías tradicionales, más que a una
filosofía de origen griego y de carácter eurocéntrico. Otros, partiendo de una
concepción errónea del pluralismo de las culturas, niegan simplemente el valor
universal del patrimonio filosófico asumido por la Iglesia.
Estas
observaciones, presentes ya en las enseñanzas conciliares (cf. Conc. Ecum. Vat. II,
Const. past. Gaudium et spes, sobre
la Iglesia en el mundo actual, 15; Decr. Ad
gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 22), tienen una parte de verdad. La
referencia a las ciencias, útil en
muchos casos porque permite un conocimiento más completo del objeto de estudio,
no debe sin embargo hacer olvidar la necesaria mediación de una reflexión
típicamente filosófica, crítica y dirigida a lo universal, exigida además por
un intercambio fecundo entre las culturas. Debo subrayar que no hay que
limitarse al caso individual y concreto, olvidando la tarea primaria de
manifestar el carácter universal del contenido de fe. Además, no hay que
olvidar que la aportación peculiar del pensamiento filosófico permite
discernir, tanto en las diversas concepciones de la vida como en las culturas,
«no lo que piensan los hombres, sino cuál es la verdad objetiva» (S. Tomás de
Aquino, De Caelo, 1, 22). Sólo la verdad, y no las diferentes
opiniones humanas, puede servir de ayuda a la teología.”[82]
11.
Así, pues, las estructuras y las instituciones sociales deben ser animadas por
la verdad. Ello atañe, de manera singular, a los ambientes que tienen qué ver
con la educación, por supuesto, como hemos hecho notar, pero también con los
denominados macro y micro medios de comunicación social. Deben ser espacios e
instrumentos con una muy estricta vinculación con la verdad, ser “estructuras
de verdad”, realmente. Su responsabilidad les exige, por lo tanto, decir
siempre la verdad, expresar toda la verdad, comunicar sólo la verdad,
transmitir una verdad que humanice, armonizar la verdad con la libertad y con
la crítica. Veamos, entonces, algunos aspectos sobresalientes.
2) La verdad en el escribir, en el hablar, en el producir, o la
veracidad. Enseñanza, publicaciones y otros medios de comunicación,
especialmente en el ámbito universitario[83].
12.
Cuando aquí nos referimos a “hablar” o a “escribir” no estamos señalando
solamente al lenguaje oral y escrito, sino a cualquier expresión externa de
nuestro pensamiento o de nuestras convicciones interiores, incluidas las
expresiones gestuales, y desde una simple anotación, o desde la información que
el médico le hace a su paciente acerca de su estado de salud, hasta una tesis
doctoral.
La
manifestación de nuestro interior debe ser verdadera, es decir, debe
corresponder con lo que existe en él. El término griego que expresa esta
realidad, como vimos oportunamente, es “mártir” (mάrtuς), es decir, aquellos que dan testimonio de
lo que creen, aunque les acarreara la muerte[84].
No
siempre se llega ni se ha de llegar a estos extremos, por supuesto, pero se
evidencia que la comunicación humana tiene por objeto hacer realmente partícipe
al interlocutor de lo que quien comunica lleva en sí mismo. Por otra parte,
ninguna persona está obligada a comunicarse a cualquiera otra, más aún, existen
asuntos que realmente no se deben comunicar. Pero cuando uno habla debe decir
la verdad. El lenguaje ha sido dado al hombre para que exprese su interioridad,
su pensamiento personal y su voluntad propia. Decir lo contrario de lo que
pensamos o se desea equivale a andar contra el sentido del lenguaje: las
palabras son signos de nuestro intelecto; no es natural y sí indebido que una
palabra no exprese lo que se encuentra en nuestra mente[85]. Y es que la vida se volvería
imposible si las personas no estuvieran obligadas a decirse mutuamente la
verdad: la misma confianza se destruiría[86]. Y, como sabemos, en las
relaciones humanas, primordialmente en las relaciones educativas, la confianza
es esencial para construir tejido social saludable y vigoroso.
Este
clima propicio para tejer unas relaciones académicas dignas de seres humanos se
manifiesta, de igual modo, y muy especialmente, cuando se reciben en el seno de
las Universidades católicas investigadores cuyas opiniones y manifestaciones
públicas son, en ciertos casos, divergentes de las oficiales de la Institución.
La libertad académica para aprender, así como para enseñar, necesariamente se
relaciona con la búsqueda y el logro de la verdad. Inclusive, no debería ser lo
usual, más aún, debería ser realmente excepcional, cancelarle a un
investigador, p. ej., una invitación previa para que expresara sus opiniones y
conocimientos, alegando que están de por medio circunstancias en las que no se
permite una completa garantía a su seguridad. De aplicarse sin suficiente
criterio esa forma de proceder – esa especie de veto –, se impediría a los
diversos grupos y personas que conforman la Universidad escuchar conferencistas
de fuera de la misma – eventualmente discutiendo lúcida y serenamente sus
argumentos –, contradiciendo, de esa manera, la misión educativa básica y
característica de una “Universitas”[87]. Recíprocamente, el invitado
habría de ser consciente del carácter católico de la Universidad que lo acoge[88].
13. Las
relaciones interpersonales, y, en el ámbito de las comunidades científicas, las
relaciones intercomunitarias, se establecen y realizan cuando las personas
viven coherentemente en la verdad. Por el contrario, una comunicación que no es
sincera afecta no sólo el proceso mismo del desarrollo ético del individuo sino
que establece una relación no-humana con el mundo.
Podemos
entonces decir que la comunicación es una capacidad personal que tenemos para
podernos contactar unos a otros y para hacernos aceptables por parte de los
otros. Una capacidad “de doble vía”, que no sólo nos permite transmitir a los
otros nuestros criterios, nuestras emociones y nuestros mensajes, sino que nos
permite captar los criterios, emociones y mensajes que los otros nos emiten. Y se
acierta en este proceso cuando quien recibe los acepta. Se trata, como señalan
los expertos, de uno de los criterios más importantes y decisivos cuando se
trata de evaluar la personalidad de alguien, porque muestra su capacidad para
sintonizar con los demás (empatías, simpatías) y para influir sobre ellos.
Pero la
comunicación es más: se trata de una experiencia interpersonal, de un puente
que se tiende entre el emisor y el receptor, y será auténtica cuando está
dotada de sinceridad por las partes. La comunicación se hace verdad.
De otra
parte, no existe sociedad sin comunicación entre sus miembros. La comunidad se
construye gracias a ese dar y recibir por parte de sus miembros. El progreso
social, lo mismo: es necesaria la cooperación en la que tanto se da como se
recibe para lograr entre todos los fines comunes a todos, hasta el punto que
las comunicaciones abundantes, rápidas y de calidad son una de las
características de la sociedad actual.
Con
todo, existen en nuestro momento presente muchísimos obstáculos para una
comunicación-verdad como la descrita. Las causas de ello son variadas, y van
desde la ignorancia y la inmadurez, desde las opresiones y las manipulaciones,
pasando por los intereses políticos o los personales, por la rutina y la
desconfianza, el miedo traumático y el temor reverencial, por el engaño y los
radicalismos, por los conflictos del pasado o por las pugnas del presente, y
llegando hasta las mentiras y las medias verdades[89].
Por
eso, es necesario ser conscientes de la necesidad de entablar unas
comunicaciones que sean: claras y transparentes, que no oculten la verdad; que
sean sinceras, de modo que se valore la expresión de la personal convicción;
que sean respetuosas de la libertad y de los intereses de los otros, lejanas de
cualquier manipulación o imposición; que sean comprensivas y receptivamente
críticas, para considerar ampliamente el punto de vista de los otros, para
enriquecerse con sus aportes, para discernirlos y para compararlos con los
puntos de vista personales; que sean, por último, unas comunicaciones
confiadas, suponiendo en los otros buena voluntad para ser sinceros y para
obrar desprevenidamente y sin prejuicios.
Pero
esto no se alcanza, ni personal ni socialmente, de un momento a otro y sin
esfuerzo. Por ello es necesario hacer un continuo esfuerzo por lograr esta
autenticidad, por vivir con toda sinceridad esta actitud de no-simulación. Por
ello es necesario que todos nos eduquemos hacia estos objetivos, como hemos
referido anteriormente, a fin de que las personas vayan incorporándolos como
valores a ser vividos, más que memorizados.
14.
Dichas relaciones, con todo, no se circunscriben, como hemos dicho, a la
transmisión del pensamiento y del sentir a otros, sino que abarca un espacio de
expresiones mucho más amplio, que incluye, entre otros elementos, el encuentro,
el diálogo, la fidelidad y el respeto por los derechos a la verdad que posee
cada uno. Y, siendo los investigadores y los educadores, personas prominentes
en el desarrollo de las comunidades, y que las personas tienen el derecho de
conocer el patrimonio cultural de la humanidad, es necesario que ellos sean
particularmente sensibles a este aspecto del bien común.
En
consecuencia, lo primero que se debe tener conciencia al examinar este aspecto
del problema, es, como vimos especialmente al comienzo de este capítulo, la
existencia de frecuentes expresiones de fanatismo o de actitudes radicalizadas
que se inhiben o se excluyen a sí mismas del conocimiento de la verdad o de la
profundización en ella; pero, de igual modo, hemos de ser conscientes de que se
miente deliberadamente en muchas ocasiones, que se ejerce manipulación sobre
determinados asuntos en otras, y que en otras más se violan a muchos los
derechos a la verdad. Pareciera, entonces, que tratar de la verdad fuera una
mera utopía, cuando, por el contrario, como decimos, se trata de una de las
condiciones y exigencias – sin duda primordial – que permiten a las personas y
a las comunidades – y muy en particular a las comunidades científicas – su
construcción auténtica. Cuando quienes tienen a su cargo el liderazgo de
la opinión pública, de la cultura, de la ciencia y de los derechos humanos en
esta área, lo ejercen con responsabilidad, están, de veras, haciéndose a sí
mismos, y haciendo el mundo, más humano. Más aún, cada uno de los pueblos es
capaz de dar su aporte en la búsqueda de la verdad, así como lo son también en
la búsqueda de la paz[x].
Caracteriza
a la persona madura, por otra parte, una relación interpersonal sincera, que
sabe poner en práctica sus derechos y sus deberes. Sólo mediante esta actuación
una comunidad puede crecer, y lo mismo se ha de aplicar a las comunidades
universitarias y a las comunidades científicas. El impulso humano hacia lo
verdadero es genuino en los seres humanos, por eso han de procurar ser
auténticos en sus relaciones interpersonales. Más aún, las comunidades se
construyen cuando existe un real respeto de los derechos de cada persona, entre
ellos, el derecho de las personas a la verdad[90].
15.
Como hemos observado en el capítulo anterior, la relación de las personas con
la verdad, no se da en “abstracto” y como “intemporalmente”, sino en el
contexto de una cultura. Y esta influye poderosamente en la búsqueda,
adquisición, elaboración, transmisión y difusión de la verdad. La cultura, p.
ej., es como un canal que sirve a la humanización de la vida social (cf. GS 53) y como los instrumentos mediante
los cuales cada persona “afina y desarrolla sus innumerables cualidades
espirituales y corporales” (cf. GS
53). Más aún, gracias a la cultura, los pueblos “a través del tiempo, expresan,
comunican y conservan en sus obras grandes experiencias espirituales y sus
aspiraciones, para que sirvan de provecho a muchos” (cf. GS 53). Y, como se ve, todo ello tiene que ver con la verdad.
Gracias
a la cultura las personas se insertan en su período histórico determinado y de
él reciben los valores que contribuyen para que puedan establecer una sociedad
cada vez más humana. Mediante la educación, se expresa el derecho humano de la
persona a la cultura, de modo que toda la persona y todas las personas puedan
cultivarse armónicamente en todas sus dimensiones. Por lo cual, es necesario
brindar una educación no sólo integral sino ajena a toda discriminación.
Por su
parte, desde las exigencias que la verdad plantea a la cultura y a las
culturas, éstas, ante todo, deben expresar apertura a la verdad, es decir,
mostrar que no se cierran sobre sí mismas y son refractarias a todo lo que de
realmente bueno exista en las expresiones religiosas, ideológicas, lúdicas y
artísticas, etc., de otros pueblos. Lo cual no significa pérdida de su propia
identidad, sino un sabio desarrollo de sus peculiaridades y acogida de lo que
contribuye a desplegarlas.
De la
misma manera, una cultura desempeña su papel humanizador en la medida que
contribuye y sirve a que cada uno de sus componentes y la comunidad se expanden
integral y universalmente. Se trata de que los ámbitos que expresan la justicia
se actualicen, y que, por lo tanto, costumbres, relaciones e instituciones
respondan adecuadamente a las exigencias de los que habitan en los nuevos
tiempos.
Por
último, cuanto pertenece al patrimonio cultural de la humanidad es propiedad de
todos y derecho de todos los pueblos y de sus miembros, de modo que será
obligación de quienes son constituidos en autoridad hacer posible que ese
patrimonio beneficie a todos, y no sólo a algunos pocos (cf. GS 29; 57; GE 1b).
En
efecto, a diferencia de los bienes materiales, que mientras más se dividen,
menos corresponde a cada cual, en el caso de los bienes culturales, por el
contrario, más se multiplican mientras están en poder de mayor número de
personas. Afirmaba el Papa BENEDICTO XVI a este respecto:
“Un tercer desafío se
refiere a los valores del espíritu. Enfrascados en las preocupaciones
económicas, tendemos a olvidar que, al contrario de lo que ocurre con los
bienes materiales, los bienes espirituales que son típicos del hombre se
expanden y se multiplican cuando se los comunica: al contrario de los bienes
divisibles, los bienes espirituales como el conocimiento y la educación son
indivisibles, y mientras más se los comparte, más son poseídos. La
globalización ha aumentado la interdependencia de los pueblos, con sus
diferentes tradiciones, religiones y sistemas de educación. Ello significa que
los pueblos del mundo, precisamente en razón de sus diferencias, están
aprendiendo continuamente los unos de los otros y llegando a establecer un
contacto mucho más grande. Es siempre más importante por esto la necesidad de
un diálogo que pueda ayudar a las personas a comprender sus propias tradiciones
al momento en el que entran en contacto con las de los otros, a fin de
desarrollar una mayor autoconciencia frente a los desafíos que se hacen a su
propia identidad, promoviendo así la comprensión y el reconocimiento de los
verdaderos valores humanos que están al interior de una perspectiva
intercultural. Para afrontar positivamente tales desafíos es urgentemente
necesaria una justa igualdad de oportunidades, especialmente en el campo de la
educación y de la transmisión del conocimiento. Sin embargo, la educación,
especialmente del nivel primario, continúa siendo dramáticamente insuficiente
en muchas partes del mundo”[91].
16.
Como estamos observando, desde una perspectiva que tiene en cuenta los “derechos
humanos”, existe uno, y muy destacado, “a la verdad”. Podríamos decir que se
trata del libre ejercicio del derecho a la verdad, tanto por parte de los
individuos, como por parte de sus diversas conformaciones o agrupaciones
humanas. Ha de observarse, sin embargo, que cada una de sus especificaciones,
así mismo, entraña otras tantas “obligaciones” en relación con la verdad, de
manera que se garantice la realización plena de la “verdad”.
En tal
virtud, existe un derecho a la “verdad científica” (llamada por algunos “verdad
tecnológica”, cf. enc. LF 25),
consistente en que todos, como hemos evidenciado a lo largo de esta
investigación, mujeres y hombres, tenemos derecho a buscar la verdad con toda
libertad y a no ser molestados por nuestras opiniones personales; más aún, se
atenta injustamente contra este derecho cuando se establece o se ejerce alguna
prohibición que impida la expresión de la verdad de tipo sea religioso o
político (cf. PT 12).
De la
misma manera, las personas tienen derecho a la “verdad recibida en la
educación”. Hemos visto también en otros lugares que se trata del derecho
humano a una educación que contribuye al desarrollo de la propia personalidad,
incluso con posibilidades reales de acceder a estudios superiores, y de no
sufrir discriminaciones injustificadas por esta causa (cf. PT 13 y GS 28).
Así
también, vinculados con la verdad, se pueden mencionar otros derechos,
individuales, sociales y culturales: el “derecho a la verdad informativa”[92], el derecho de los artistas y
de otros creadores de cultura[93] y, en lo que más directamente
nos concierne, el derecho al honor y a la buena fama, así como el derecho a la
intimidad personal, que resaltan la dignidad personal de quienes son igualmente
hijos de Dios y hermanos entre sí.
17. La
cuestión relativa a la verdad, con todo, no es asunto reservado para unos
pocos. No. Evidentemente es tarea de todos contribuir, desde sus propias
capacidades y desde su propio lugar en la sociedad, contribuir a crear un clima
humanizador por la realización de la verdad. Todas las expresiones
significativas del pensamiento, del sentimiento y de la voluntad humana cobran
especial valor cuando se las considera en perspectiva de la realización del
cuerpo social. Por eso, importa sobremanera que se fomente el diálogo de todos
con todos, de modo que la verdad sea el resultado de una búsqueda compartida y
de una comunicación mutua. Esto, que se aplica a todos los grupos humanos, sin
embargo ha de alcanzar del todo particulares dimensiones cuando se trata de la
función investigativa-docente.
En
efecto, mucho se habla acerca del diálogo. Pero no siempre se es consciente de
su aporte en la realización personal de los individuos y de su valor para el
logro de una convivencia social pacífica. O sí se es consciente de ello, pero
no se sabe dialogar y compartir la verdad de manera respetuosa y comprensiva:
Un
diálogo que se comprenda como responsabilidad que se comparte entre todos parte
de la consideración de que los demás también han hecho su propio proceso de
acercamiento a la verdad, y de que, en consecuencia, es necesario respetárselo.
Bien diverso es ser uno leal a sus propios criterios y estimar sinceramente los
valores de verdad que se encuentran en las posiciones de los demás.
De otra
parte, la búsqueda de la verdad y el encuentro con la misma es fruto de trabajo
y de dedicación serena y paciente. Nada aportan los prejuicios, el
apasionamiento y el nerviosismo cuando se trata de emprender un diálogo que
pretenda llegar a conclusiones merecedoras de ser denominadas verdaderas,
dignas, por lo tanto, de seres humanos. Más aún, nada aporta al diálogo y al
descubrimiento de la verdad la falta de interés por “cambiar” de quienes llegan
con “decisiones irrevocables” y con la pretensión de que sea “el otro” quien
terminará cambiando su punto de vista: “el otro” no es nuestro enemigo, sino un tú
que, como yo también está en pos de
la verdad.
De otra
parte, “muchas más son las cosas que nos unen, que las que nos separan”, se
suele decir. Pero ocurre que, en diversas ocasiones, aquello “que nos separa”
corresponde a una interpretación diversa del asunto, por lo que debemos estar
prestos a revisar nuestras proposiciones y a examinar con atención y dando
obsequio a la proposición del otro e intentar salvarla[94], antes que proceder a
descalificarla. Vivimos en un mundo sumamente “pluralista”, con muchísimas
sensibilidades, tradiciones e, incluso, institucionalidades, y entonces es
conveniente, más que nunca, considerar la perspicaz propuesta de John Henry
NEWMAN, tan válida en el ámbito universitario, pero que, al ser citada por el
Papa JUAN XXIII toma un carácter más oficial[95]. Decía el Papa con ocasión de
la solemne encíclica de principio de su pontificado:
“Existen, sin embargo, no
pocos puntos sobre los cuales la Iglesia católica deja libertad de discusión a
los teólogos, en cuanto se trata de cosas que no son del todo ciertas y en
cuanto también, como hacía notar el célebre escritor inglés Cardenal John Henry
Newman, tales disputas no rompen la unidad de la Iglesia. Ellos sirven, por el
contrario, para una más profunda y mejor inteligencia de los dogmas, por cuanto
preparan y hacen más seguro el camino a ese conocimiento. En efecto, del
contraste de las diversas sentencias brota siempre una nueva luz (cf. J. H.
NEWMAN: Difficulties of Anglicans,
vol. I, lect. X, p. 261s). De todas
maneras, siempre es de tener presente aquella hermosa y bien conocida sentencia
atribuida de diversas formas a diversos autores: ‘en las cosas necesarias se
requiere la unidad, en las dudosas, la libertad, en todas, la caridad’”[96].
Y, a su
vez, decía s. Tomás DE AQUINO:
Este
criterio, para nuestro asunto, es de tal importancia y necesidad, que el propio
Papa JUAN PABLO II lo afirmaba en su encíclica, a veces tan desconocida y tan
parcialmente interpretada, FER[98], ponderando la manera de
proceder del Aquinate.
Además,
perjudica el diálogo actuar bajo cualquier tipo de coacciones, sean ellas
chantajes o cualquier forma de presión o de autoritarismo y, aún, si no se da
un real clima amistoso. Por eso, es también de mucha importancia crear
confianza, lo cual no se da si no hay sinceridad en las partes, lo mismo que un
esfuerzo de flexibilidad y de comprensión para ver las cosas como las ve el
interlocutor, desde sus razones. En diversos casos se harán necesarios
abundantes espacios y momentos para el silencio y el estudio de la cuestión.
Desde
el punto de vista objetivo, en cuanto al fondo del asunto, se debe considerar
la importancia de que las partes sean claras en la manifestación de su propio
punto de vista. Y será sinónimo de descubrir la razonabilidad o las
“motivaciones fundadas” del asunto, que quizás el otro nos ha demostrado, la
humilde confesión de que sinceramente estábamos en el error.
Por
último, aunque no lo menos importante, es fundamental que los interlocutores
comprendan que, en realidad, no sólo ellos se aprovecharán de su
descubrimiento, sino que será toda la comunidad, verdaderamente, quien lo hará.
La verdad sirve a la comunidad. De ahí que en la motivación común que los anima
deba estar presente una preocupación denodada y generosa por el bien común.
18. Ahora
bien: consideradas las cosas en la perspectiva cristológico-antropológica que
hemos referido en los capítulos anteriores, es necesario destacar la
importancia que posee esta función investigativa-docente como actividad muy
propia y específica dentro de la economía de salvación y de la realización del
Reino de Dios y su justicia. En efecto, a los estudiosos y maestros, y, en
nuestro caso, de forma muy especial a quienes tienen a su cargo realizar
cualquier investigación y la comunicación de los resultados de la misma en el
ámbito universitario, y transmitírselos a sus jóvenes alumnos junto con los
aprendizajes correspondientes a las maneras de adelantarlas y de llevarlas a
buen término, bien se les puede aplicar la advertencia que Jesús les hacía a sus
oyentes:
“El que no cumpla el más
pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será
considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y
enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,19).
Por
eso, bien se puede decir que la fe cristiana no entorpece la mirada cuando se
trata de hacer más humano este mundo, sino todo lo contrario, se amplían los
horizontes de la verdad, las motivaciones se hacen más incisivas y urgentes,
las exigencias de sinceridad se tornan mayores, de modo que, efectivamente, se
dé un testimonio de la verdad y se contribuya eficazmente en la realización de
la justicia del Reino de Dios.
La
sinceridad, en efecto, es una de las cualidades más apreciadas en el mundo actual,
y de las más necesarias cuando se busca establecer una comunicación realmente
humana y humanizadora. El amor por la verdad la invade. Y, desde el punto de
vista de las virtudes morales, consiste en la inclinación que tenemos como
seres humanos a decir siempre la verdad y a mostrarnos al exterior como somos
interiormente[99], porque la mujer y el hombre
sinceros ponen los medios adecuados para realizarse auténticamente[100] y obrar manifiestamente y con
transparencia. Más aún: la vida social que caracteriza a seres humanos
justificados, se perjudica enormemente por la falta de sinceridad de sus
participantes. Por todo ello, se comprende que la sinceridad sea una expresión
obligatoria de responsabilidad, así llegare en algún momento a incomodar.
Ahora
bien, la fe abre nuevos espacios a la comunicación. Gracias a la fe se descubre
que a la base y en el origen de la comunicación está el misterio de Dios uno y
trino. Son las tres divinas Personas en su comunicación y amor fontal
(“Trinidad inmanente”) y en su comunicación con los seres humanos y con todo el
cosmos (“Trinidad económica”), en el marco de la historia de la salvación (cf. Col 1,15; Jn 14,9; 15,15; 1,18; Lc
10,22), el modelo, el fundamento, el estímulo y el término de toda comunicación
realmente interpersonal, como observamos en el capítulo anterior[100 bis].
La fe,
de la misma manera, ofrece múltiples servicios a las ideologías y a las demás
expresiones culturales, como también hemos visto. No sólo porque la Revelación
se ha efectuado en el marco de una cultura y de unas culturas que son
estudiadas por exégetas especialistas, sino porque la transmisión de la fe a
las mujeres y hombres de cada tiempo y lugar exige una investigación de sus
contenidos fundamentales, de modo que sean vertidos y adaptados a ellos sin renunciar
a la propia verdad de la fe, pero, al mismo tiempo, con pleno respeto de las
propias culturas.
Una
expresión cultural sumamente importante e íntimamente vinculada con la
expresión de la fe ha sido el arte en sus diversas manifestaciones, inclusive
arquitectónicas. Gracias al arte las criaturas, de formas nuevas, reflejan la
gloria de Dios. Los artistas, como los demás seres de la creación, a su manera,
provocan la adoración de Dios y la gratitud con el Padre, fuente de toda
belleza, de toda verdad y de todo bien.
Especialmente
en nuestros tiempos, las oportunidades de encuentro – congresos, foros, cursos,
etc. – con personas geográficamente lejanas pueden facilitarse enormemente por
parte de las entidades universitarias; con todo, muchas veces son los costos de
dichos desplazamientos el principal obstáculo para concretarlas. El encuentro
cara a cara y las relaciones que derivan de éste, son un medio insustituible en
orden a fomentar y estrechar los lazos humanos entre los miembros de las comunidades
científicas.
En
ayuda de la superación de algunos de estos inconvenientes acuden los medios de
comunicación social y las tecnologías de información y comunicación (TICs)[101], que se han ido convirtiendo
inclusive en nuevos canales de difusión del Evangelio. Estas nuevas tecnologías
están cambiando aceleradamente las formas de comunicación y, más aún, operando
una amplia transformación cultural, por ejemplo, en las maneras de aprender y
de pensar, en las formas de establecer relaciones, en la manera misma de crear
comunidad. El lenguaje que en ellas se emplea, por supuesto, no sólo es verbal,
ni sólo se refiere a conceptos, sino es todo un contexto en el que las personas
y sus pensamientos, inquietudes y proyectos nacen a la conciencia, plasmándose en
gestos, símbolos y palabras, en modo tal que no solamente usamos el lenguaje
sino que lo habitamos, como ha recordado el Papa Benedicto XVI (Mensaje para la
XLV Jornada mundial de las comunicaciones sociales: “Verdad, anuncio y
autenticidad de vida en la era digital”, 5 de junio 2011). Y más allá, la
opinión pública merece y exige que la verdad evangélica se les haga presente,
de modo que se convierta en auténtica “buena noticia” que la enaltece y
vivifica. Dígase lo propio de aquellos aspectos relativos a “los ambientes
virtuales de aprendizaje en la universidad” y a la “formación de tutores para
la educación a distancia”, como propone la Doctora Edith GONZÁLEZ BERNAL[102].
19. Las
anteriores consideraciones nos llevan a plantear otro problema complejo e importante
en la vida social, y, en particular, en lo que concierne a las actividades
universitarias, y, más ampliamente, académicas: la divulgación de los
resultados de las investigaciones científicas.
Esta
difusión, que se efectúa mediante diversos medios, inclusive a través de las
TIC, es un fenómeno social, una necesidad humana y un servicio público. Los
atributos sociales que algunos autores confieren a la comunicación en general,
tales como la vigilancia del hábitat, propiciar una actitud favorable al cambio,
generar enseñanzas para la adaptación de los individuos y la creación de un
clima propicio para el desarrollo, son perfectamente válidos en el caso de la
comunicación entre científicos, y entre estos y el conjunto de la sociedad
(divulgación o información[103]).
Su
principal efecto es romper el aislacionismo que existe entre los mismos
investigadores[104]. Esta es una de las labores más
importantes a realizar por los propios investigadores, pues se requiere de un
trabajo más coordinado entre las diversas instituciones, de modo que llegue a
quienes los requieran los resultados de las investigaciones, sean ellas científicas, tecnológicas o de
cualquier otro tipo, y de modo que las soluciones que beneficien redunden en la
eficiencia de las diferentes instituciones, garantizando que no se pierdan ni
tiempo ni recursos en las soluciones de problemas que ya han sido resueltos en
otros lugares. Un camino consiste, precisamente, en consultar los índices
bibliográficos de las publicaciones periódicas, los bancos de datos
bibliográficos, etc., como los que ofrecen las Bibliotecas universitarias y
otras, o por medio de bases de datos – como lo ha intentado nuestra Facultad de
Teología – antes de acometer determinado trabajo ya que en los mismos aparecen
las soluciones y propuestas anteriores y se muestra como una fuente amplia
y variada de estudios e informaciones.
Por
todo esto, en el ámbito decisional de las propias Universidades católicas sería
muy importante que se establecieran los mecanismos conducentes a lograr el
vigor en la calidad, en la pertinencia, en la productividad y en la visibilidad
de su actividad investigativa. Más aún, será especialmente en y para aquellas
carreras o profesiones cuyos resultados son aún poco publicitados – por cuanto,
por parte de algunos dirigentes, se trata de productos de menor “trascendencia
social” (conforme a ciertos criterios que hemos evidenciado en otros momentos)
–, donde se requerirá organizar y promover la creación y la elaboración de
realizaciones (artísticas, p. ej.) que sean, eso sí, el resultado de procesos
de investigación.
Con
todo, es también sumamente importante insistir en un defecto contrario, es
decir, en el control o auto-control que se ejerce sobre la divulgación de los
resultados de las investigaciones. Si bien, como hemos dicho, la manipulación
de la verdad con vistas a determinados intereses particulares es una
manifestación que directamente va contra la realización del bien humano y del
reino de Dios, por el contrario, el ejercicio responsable de la libertad de su
expresión contribuye necesariamente a alcanzarla. Esta condición, que es
condigna de toda persona humana, lo es también, y de manera particular, de
quienes tienen como oficio y tarea, en la sociedad política y en la Iglesia, la
misión y el ministerio de la investigación y de la enseñanza, sean ellos laicos
o no[105].
Así
mismo, ya que en ocasiones no se trata sólo ni simplemente de la producción de
tecnologías sino de auténticos nuevos conceptos científicos, las dudas[xi]
se pueden presentar. Es necesario recordar aquí, entonces, lo que decíamos
anteriormente (cf. supra, 2.a.3)10, p.
1173s) acerca de los expertos[106].
20. Un
último aspecto, que no por estar en esta ubicación es menos importante, es el
relativo a la propiedad intelectual de la producción investigativa. Se trata de
un asunto que se refiere primordialmente al ámbito moral de la justicia, que actualmente
está siendo muy discutido por las perspectivas ideológicas y por las
complejidades que entran en juego. Pueden considerarse al respecto dos sectores
íntimamente ligados: el relativo a los denominados “derechos de autor”, que se
refieren a las obras literarias y artísticas, y otro, el relativo a las
actividades industriales tales como “marcas y patentes”, y que se catalogan
como “propiedad industrial”. Por los motivos señalados, sin embargo,
consideramos que el asunto actualmente desborda también el propósito inicial de
esta investigación[xii].
Notas de pie de página
[1] Acerca del reconocimiento de la enseñanza religiosa en los
centros educativos como ejercicio de la libertad religiosa, cf.: Gerhard
ROBBERS: “Religious Instruction in the European Union”, en: INSTITUTO DE
DERECHO ECLESIÁSTICO (IDEC): Congreso
Latinoamericano Sobre Libertad Religiosa (Lima, Perú, septiembre 2000)
Pontificia Universidad Católica del Perú Lima 2001 231-240; Juan FORNÉS: “La
libertad religiosa y la enseñanza de la religión en los centros educativos”, ibíd. 241-250; León TRAHTEMBREG: “La
educación judía frente al régimen de libertad religiosa”, ibíd. 251-262; Hugo REINOSO: “La educación católica y el Estado
ecuatoriano”, ibíd. 263-276; Jorge
Enrique PRECHT PIZARRO: “Estatuto jurídico de la Pontificia Universidad
Católica de Chile”, ibíd. 277ss; Jorge
OTADUY: “La experiencia de la Universidad católica en Europa”, ibíd. 309ss.
Sobre “La verdad como valor humano y social”
que ha de promoverse y vivirse en el ámbito de las universidades que
experimentan la globalización y la mundialización, cf. el artículo del mismo
nombre de Jean-Yves CALVEZ, S. J., en Orientaciones
Universitarias 37 marzo de 2005 59-68, en: http://www.javeriana.edu.co/archivo/05_memoria/docs/rectorales/orientaciones/37.pdf
[2] Acerca de las Universidades confesionalmente Católicas, puede
verse: Gerardo REMOLINA VARGAS, S. J.: “La «confesionalidad» de una universidad
católica”, en Orientaciones
universitarias 21 – suplemento – febrero de 2003 7-12, en: http://www.javeriana.edu.co/archivo/05_memoria/docs/rectorales/orientaciones/31suplemento.pdf
[3] JUAN PABLO II: Exh. ap. postsinodal Ecclesia in América, Ciudad
de México, el 22 de enero del año 1999, n. 71.
Y, además de lo indicado oportunamente en el
capítulo II de esta investigación, por lo que concierne a las relaciones de la
teología con el Derecho canónico: Stefano María PASINI: Il metodo nel diritto: il rapporto tra teologia, filosofia e diritto
nella riflessione canonistica contemporanea Pontificia Universitá
Lateranense Romae 2002.
[4] Tomo prestada esta expresión para nuestra propuesta de línea
fundamental de reflexión, a sabiendas del título de la obra, por cierto tan
útil en este cometido, de Luigi Ma. RULLA S. J. – Franco IMODA – Joyce RIDICK: Antropología de la vocación cristiana Sociedad de Educación Atenas Madrid 1990 2v.
[5] El Papa BENEDICTO XVI advierte que ciertos “mínimos”, por el
contrario, algunas veces expresan una intención “pragmática” que se vuelve
contra el mismo ser humano. No sucede en este caso, por supuesto, como lo
estamos demostrando.
Nuestra propuesta moral y canónica, sin negar que la justicia, sobre todo “legal”, los
prescribe, al menos utópicamente, pretende ir en dirección contraria al
destacar cómo ella, en innumerables casos, llega a convertirse en excusa para
desechar el esfuerzo personal y colectivo, cuando no para promover e idealizar
cierta mediocridad.
Para subrayar la necesidad
de ir más allá de esos equívocos “mínimos” (de una denominada “no
intervención”, v. gr.), afirmaba el Pontífice en la Naciones Unidas (aunque no
sólo sea aplicable esa reflexión a dicho ámbito, sino, en particular, al
nuestro universitario): “El principio de la "responsabilidad de
proteger" fue considerado por el antiguo ius gentium como el
fundamento de toda actuación de los gobernadores hacia los gobernados: en
tiempos en que se estaba desarrollando el concepto de Estados nacionales
soberanos, el fraile dominico Francisco de Vitoria, calificado con razón como
precursor de la idea de las Naciones Unidas, describió dicha responsabilidad
como un aspecto de la razón natural compartida por todas las Naciones, y como
el resultado de un orden internacional cuya tarea era regular las relaciones
entre los pueblos. Hoy como entonces, este principio ha de hacer referencia a
la idea de la persona como imagen del Creador, al deseo de una absoluta y
esencial libertad. Como sabemos, la fundación de las Naciones Unidas coincidió
con la profunda conmoción experimentada por la humanidad cuando se abandonó la
referencia al sentido de la trascendencia y de la razón natural y, en
consecuencia, se violaron gravemente la libertad y la dignidad del hombre.
Cuando eso ocurre, los fundamentos objetivos de los valores que inspiran y
gobiernan el orden internacional se ven amenazados, y minados en su base los
principios inderogables e inviolables formulados y consolidados por las
Naciones Unidas. Cuando se está ante
nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder hacia un planteamiento
pragmático, limitado a determinar "un terreno común", minimalista en
los contenidos y débil en su efectividad”: Discurso en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 18 de
abril de 2008, en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/21994.php?index=21994&lang=sp#TRADUZIONE_IN_LINGUA_SPAGNOLA La cursiva es nuestra.
[6] Acerca de esta perspectiva de la educación integral que abarca
desde la escuela materna hasta la universidad, cf. Guy-Réal
THIVIERGE: “Construire une éducation au service de la personne. De l’école à
l’université: un continuum”, en: Seminarium
45 2005 179-217.
[7] Señala el c. 217: “Los fieles, puesto que están llamados por el
bautismo a llevar una vida congruente con la doctrina evangélica, tienen
derecho a una educación cristiana por la que se les instruya convenientemente
en orden a conseguir la madurez de la persona humana y al mismo tiempo conocer
y vivir el misterio de la salvación”.
El texto del P. Adolfo NICOLÁS, S. J., puede encontrarse en su discurso “Problemas y desafíos de la
educación jesuita. Profundidad y universalidad”, con ocasión del 150
Aniversario de la educación jesuita en Filipinas, Universidad Ateneo de Manila,
13 de julio de 2009, en: Revista de
Fomento Social 64/256 oct.-dic. 2009 839ss, en: http://www.revistadefomentosocial.es/ ; http://www.revistadefomentosocial.es/index.php/numeros-publicados/150-no-260-octubre-diciembre-2010 El tema fue retomado por él mismo, sin embargo, durante el Encuentro Mundial de
Rectores de Universidades Jesuitas. Iberoamericana de Ciudad de México, Abril
2010 , con el título “Profundidad,
universalidad y ministerio académico: Desafíos a la educación superior jesuita
de hoy”, Carta de Ausjal 30 2010 70ss, en: http://www.ausjal.org/cartas/Carta30.pdf
[8] Marciano VIDAL: Nueva moral
fundamental. El hogar teológico de la ética, p. 1051, nt. 2818, 664s.
En la EG
182 el Papa FRANCISCO recuerda que “meras generalidades no interpelan a nadie”,
por lo cual afirma que es necesario en estos asuntos “ser concretos”, aunque no
siempre se deba “pretender entrar en detalles”.
[9] Como se recordará, en el capítulo anterior, al “diseñar” o al
expresar su sensibilidad “antropológica”, diversas Carreras de la Pontificia
Universidad Javeriana hacían referencia a esta lamentable condición que se ha
ido generalizando, y precisamente entre los círculos educativos y
profesionales. A ella hay que responder vigorosamente, tanto en la Academia
como en el conjunto social, como urgía el P. Pedro Arrupe S. J., en un mensaje
fechado el 16 de mayo de 1962: “¿De qué nos valdría realizar obras
aparentemente excelentes, pero impregnadas de un espíritu mediocre? ¡Qué grande
es, en nuestro siglo, el peligro de sucumbir a la intoxicación de las meras
apariencias y de la propaganda! ¡Qué triste sería el que la calidad de nuestras
actividades se transformara en una especie de ostentosa envoltura para conferir
un mínimo de dignidad a una trivial mediocridad de espíritu!”: cf. Gianni LA
BELLA (ed.): Pedro Arrupe, General de la
Compañía de Jesús Sal Terrae – Mensajero Bilbao 2007.
[10] “Teología en la Universidad, un ministerio colegiado de
transformación social en la justicia del reino”, en ThX 129 49/1 ene-mar 1999 81-82.
[11] Se fundamentaba el Papa, por otra parte, en la Constitución GS 16; 33; 40-43; 44. Cf. también sus discursos en relación con los ámbitos interreligioso e intercultural: A la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, Sábado 15 de mayo de 2004, en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/2004/may/documents/hf_jp-ii_spe_20040515_pc-interrelig_sp.html; en relación con esta misma problemática, pero en el contexto de la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Martes 18 de mayo de 2004, en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/2004/may/documents/hf_jp-ii_spe_20040518_pc-migrants_sp.html.
Por parte del Papa BENEDICTO XVI, también su discurso sobre el diálogo en el ámbito ecuménico, A los Miembros de la Delegación enviada por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, Jueves 30 de junio de 2005, en: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2005/june/documents/hf_ben-xvi_spe_20050630_deleg-costantinopoli_sp.html De igual modo, su mensaje a los Presidentes del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y del Pontificio Consejo para la Cultura, Card. Jean-Louis Tauran y Arzobispo Gianfranco Ravasi, respectivamente, con motivo de la Jornada de Estudio: Culturas y Religiones en diálogo, efectuada el 4 de diciembre de 2008. Afirmaba entonces el Pontífice: “Una vez acogida la diversidad como dato positivo, es necesario que las personas acepten no sólo la existencia de la cultura del otro, sino el deseo de recibir de ella un enriquecimiento. Mi Predecesor, el Siervo de Dios Pablo VI, dirigiéndose a los católicos, enunciaba en estos términos su profunda convicción: «La Iglesia debe entrar en diálogo con el mundo en que vive. La Iglesia se hace palabra, la Iglesia se hace mensaje, la Iglesia se hace conversación” (enc. Ecclesiam suam, n. 67). Vivimos en un mundo que se suele llamar “pluralista”, caracterizado por la rapidez de las comunicaciones, por la movilidad de los pueblos y por su interdependencia económica, política y cultural. Precisamente en esta hora, a veces dramática, aun cuando, desgraciadamente, muchos europeos parecen ignorar las raíces cristianas de Europa, ellas están vivas, y deberían trazar el camino y alimentar la esperanza de millones de ciudadanos que comparten los mismos valores. Los creyentes, por tanto, estén siempre atentos a promover iniciativas de diálogo intercultural e interreligioso, a fin de estimular la colaboración sobre temas de interés recíproco, como la dignidad de la persona humana, la búsqueda del bien común, la construcción de la paz, el desarrollo”: El texto se hizo público el 9 del mismo mes y se encuentra en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/23025.php?index=23025&po_date=09.12.2008&lang=sp
Un punto particular pero de crucial importancia a este propósito en el contexto de la formación universitaria – y, por lo tanto, referida a la comunidad en todos sus estamentos: directivos, docentes, estudiantes, administrativos, especialmente – tiene que ver con la formación inicial y permanente en las virtudes-valores de las que hemos hecho elenco en el capítulo anterior, como hemos sostenido en el presente capítulo. Permítaseme referirlo en especial a la relación con la templanza-castidad, uno de los valores menos “visualizados”, o, por el contrario, más desacreditados, en la sociedad contemporánea. Demos un ejemplo:
En su intervención ante la 63ª Sesión de la Asamblea General de la ONU sobre los objetivos de desarrollo del milenio, el Señor Arzobispo Celestino MIGLIORE, Jefe de la Delegación de la Santa Sede señaló: “Con sólo siete años que faltan hasta el final de la campaña de MDG, es importante que nosotros nos centremos en las metas contenidas en la Declaración del Milenio en la que convinieron nuestros Jefes de Estado. Debatir y crear nuevos objetivos, como aquellos que se refieren a la salud sexual y reproductiva, arriesga con introducir prácticas y políticas que, ocasionan detrimento a la dignidad humana y al desarrollo sostenido, distrayendo nuestra atención de las metas originales y dispersando los recursos necesarios dirigidos a las necesidades más básicas y urgentes”: 26 de septiembre de 2008, en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/22656.php?index=22656&po_date=26.09.2008&lang=sp La cursiva en el texto es mía.
En efecto, cuando se observan los “indicadores” (“metas”) en esta línea se echa de ver que el problema no está tanto en los aspectos que se manifiestan al respecto, sino en los que dejan de señalarse, antropológicos y morales, principalmente, o, en últimas, insuficientes en relación con los parámetros señalados por la misma OMS en relación con un concepto integral de “salud” – “La salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedades” –. Helos aquí: “Mejorar la salud sexual y reproductiva: Reducir la razón de mortalidad materna a 45 muertes por 100.000 nacidos vivos; Incrementar a 90% el porcentaje de mujeres con cuatro o más controles prenatales; Incrementar la atención institucional del parto a 95%; Incrementar la prevalencia de uso de métodos modernos de anticoncepción: a) a 75% de la población sexualmente activa; b) a 65% de la población entre 15 y 19 años sexualmente activa; Detener el crecimiento del porcentaje de adolescentes que han sido madres o están en embarazo, manteniendo esta cifra por debajo de 15%; Reducir la tasa de mortalidad por cáncer de cuello uterino a 5,5 muertes por 100.000 mujeres”: Metas a 2015 del Cuadro 5 en “A paso lento”, en “Domingo a Domingo”, El Tiempo, domingo 28 de septiembre de 2008, 4.
[12] Hans KUNG: “Las tres religiones abrahámicas: transformaciones
históricas, retos actuales”, en Hoy en la
Javeriana 46/1223 mayo 2007 14-16.
[13] No es un ideal utópico. Si se mira a la actual conformación del
estamento estudiantil de nuestra Facultad de Teología, bien se puede afirmar
que ya hoy en día, el grupo internacional de estudiantes representa una
importante proporción en el conjunto (¿10 %?). Pero algo similar está
sucediendo en lo que se refiere no sólo a estudiantes sino a docentes, incluso
en esta como en otras Facultades.
[14] Cf. José Angel LÓPEZ HERRERÍAS: Tratado de Pedagogía General: la educación de la complejidad humana
Playor Madrid 1996; íd.: Educación para
la nueva Psico-Cultura. Rehacer la educación y la escuela del nuevo milenio
desde la Generación del 98 Laertes Barcelona 2001.
En relación con el problema de la
“racionalidad instrumental” al que hemos aludido, y su lectura desde una teología
“crítica” y “utópica” de la historia, como conviene hacerlo a la teología y al
magisterio moral social, véase el texto de Patricio MIRANDA R.: “Doctrina
Social de la Iglesia y Ciencias Sociales”, especialmente la sección “2.2.
Nuevos escenarios para el diálogo. Hegemonía de la racionalidad instrumental”,
en el volumen de Fredy PARRA CARRASCO – Patricio MIRANDA REBECO: “Pensamiento
social de la Iglesia y ciencias sociales: Horizontes teológicos para un
diálogo”, en Anales de la Facultad de
Teología LVII/2 2006 Pontificia Universidad Católica de Chile 98-104.
[15] Pueden verse algunos Web Sites en (consulta 19 de septiembre de 2013): http://www.ncsu.edu/imse/1/megascience.htm
[16] Los nn. 7 y 8 de Declaración
sobre Globalización y Educación, presentada por la PONTIFICIA ACADEMIA DE
LAS CIENCIAS y la PONTIFICIA ACADEMIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES como conclusión
del primer seminario tenido en común los días 16 y 17 de noviembre de 2005, nos
advierte, en primer término que la educación, en general, y la universitaria en
particular, deben hacer frente al reto que plantea cierta concepción de la
globalización, cuando ésta quisiera, o implementara medios que condujeran a
disminuir el sentido de humanidad que es fundamental, p. ej., para trabajar por
la paz, y que se expresa, entre otros medios, por las manifestaciones que hacen
eco a los derechos humanos y a la decisión de hacer universal el acceso de
todos al conocimiento, a la sabiduría y a la ciencia.
Pero, así mismo, señala que
la educación universitaria, especialmente entre nosotros, debe profundizar en
los principios y en las normas morales cuyo fundamento es la dignidad de la
persona humana, así como ofrecer procesos mediante los cuales se ofrezca “la
nueva imagen del universo que la comunidad científica propone acerca del
cosmos, de la tierra, de la vida, de la emergencia de los seres humanos y de
sus sociedades”. Las cuestiones referentes a Dios, a la filosofía y a la ética
de ninguna manera pueden considerarse hoy en día superadas. Los movimientos
modernos propusieron algunas veces tendencias relativistas y nihilistas,
ciertamente. El mismo “maravilloso” mundo que por entonces se conocía y se
divulgaba, en el momento presente nos interroga por su sentido y por el sentido
que poseen las ciencias que contribuyen a su descubrimiento, y urgen una base
antropológica que posibilite un diálogo interdisciplinario real y fructífero.
En: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/2006/PAS-es25_PASS-es6.pdf
[17] Al igual que la revista Salesianum,
existen otras publicaciones periódicas especializadas en este tema, como es
conocido. Como una muestra de diversas publicaciones sobre el asunto, puede
verse esta anotación bibliográfica al respecto:
Acerca del proceso psicológico mediante el
cual se realiza la formación de la conciencia moral en las personas, los
aportes de los psicólogos Freud, Piaget y Kohlberg han sido muy importantes.
Cf.: M. CUSWINSKY et alii: Manual de crecimiento y desarrollo del niño
(Organización Panamericana de la salud/OPS, Washington 1986); Luis DURAVIA: La dimensión afectiva de la personalidad
Santa Fe de Bogotá, Indo- American
Press Service 1992
1993; J. Ma. FERNÁNDEZ-MARTOS: "Maduración ética: de la bodega al cuarto
de estar" en Sal Terrae 76
(1988) 505-514; Urbano SÁNCHEZ: La opción
del cristiano. 2. La comunión en Cristo, o. c., p. 1050, nt. 2816,145-202.
Acerca de la educación moral propiamente tal, cf.: Ch. ARMON: “The place of the good in a justice reasoning approach
to moral education” en Journal of moral
education 17 (1988) 472-491; L. A. BLUM: “Gilligan and Kohlberg:
implications for moral theory” en Ethics
98 (1988) 472-491; L. DIUMENGE: “La moral en la escuela católica” en Sinite 29 (1988) 455-473; G. GATTI:
“Educazione morale come formazione del carattere” en Salesianum 50 (1988) 485-508; Rosario JARAMILLO FRANCO: “El rescate
de los valores” en El educador frente al
cambio (junio 1988) 16-22; íd.: “Los
aportes de la psicología del desarrollo del juicio moral a la enseñanza de la
historia” en Universitas Humanistica
37 ene-jun 1993 96-110; J. Ignacio MARTÍN BARÓ: “Socialización moral” en Acción e
ideología: psicología social desde Centroamérica UCA San Salvador 1988 3ª 143-164; C. D.
OROZCO S.: “La formación en valores para la convivencia social” en Universitas Humanistica 39 XXIII (1994)
62-66; I. RODRÍGUEZ C.: “La identidad del educador sexual” en El Mensajero 1242 oct 1993 350ss.
[18] Marciano VIDAL: Nueva moral
fundamental. El hogar teológico de la Ética, p. 1051, nt. 2818, 732. El
tema de la “educación moral” lo desarrolla el autor desde la p. 730 de esa
misma obra.
[19] La idea la tomo de Raimundo RINCÓN ORDUÑA: Teología
moral: introducción a la crítica Paulinas Madrid 1980; cf.
Iván F. MEJÍA ÁLVAREZ: Algunos elementos
introductorios a la Teología Moral, o.
c., p. 570, nt. 1590,
41.
[20] Marciano VIDAL: Nueva moral
fundamental. El hogar teológico de la Ética, p. 1051, nt. 2818, 732.
No habría de olvidarse que también forma parte
de la experiencia humana eventuales conductas criminales, no sólo en el campo
que tratamos. Se trata de un componente histórico intrínseco de la misma, que
revela la lucha, el conflicto entre el bien y el mal. Inclusive, que es parte
de la historia y del plan salvador de Dios.
[21] Ib., 733-734. En el capítulo anterior hicimos referencia a
los elementos antropológicos correlativos de base que nos definen a los seres
humanos por la igualdad, comunión y comunicación propias de quienes somos hijos
de Dios y hermanos entre sí.
[22] Cf. BENEDICTO XVI: Encuentro
con el clero de Belluno-Feltre en Auronzo Di Cadore, el 25 de julio de 2007,
en:
[23] Es enorme la cantidad de estudios y
publicaciones, generales y específicas, que tratan desde hace años y desde
diversos ángulos disciplinares el tema de las drogas propiamente
estupefacientes y los problemas originados por ellas en el ámbito individual así
como en el social. Para la muestra algún botón: CARBONELL PARRA, Jaime: “Las drogas: del olimpo al gran
público”, en: Revista Javeriana 101/503 abr 1984 173-177; NIESINK, R. J. M.
(ed.): Drugs
of abuse and addiction neurobehavioral toxicology CRC
Boca Raton, Florida 1999. Otras
referencias y bibliografía pueden encontrarse en la p. 34, nt. 72, y en la nt.
final lv del cap. IV.I.4.b.3), p.
1906. Acerca del impacto de las drogas (ilícitas y lícitas) sobre el cuerpo
humano, y en particular sobre el cerebro, puede verse la nt. final cxxxiii en
la p. 1958, correspondiente al cap. V de la antropología cristiana de
correlatos, al tratar de la Encarnación y sus implicaciones sobre la
corporeidad de los seres humanos, I.2.a.3)b), p. 870. Sobre el problema de la “muerte
cerebral” véase la nt. final lv, p. 1906, del cap. IV, I.4.b.3 y las nt.
siguientes.
En
esta investigación el tema de las drogas está presente en diversos lugares: no
sólo para constatar la presencia de este hecho en la sociedad y en las propias
universidades, incluso en las católicas (cf. cap. V, antropología de
correlatos: III.2.2), p. 1053), sino, como estamos viendo, detectando la
llamada “vitrtud” de la “templanza” y comprendiéndola desde los presupuestos
para la misma como una dimensión o constitutivo humano (cf. p. 988, nt. 2487)
al que se vulnera y contra cuya dignidad y verdad se atenta mediante su uso
irracional, haciendo que la persona vinculada con los procesos arriba
mencionados, se convierta en una ”víctima” (cf. cap. V. II.4.d), p. 988; cap.
VI.II.3.c.4), p. 1347).
Para
una exposición sobre las drogas en relación con las nulidades de matrimonio
preparé un texto hace algunos años a partir de la jurisprudencia canónica, que
no ha sido publicado: “Toxicomanía de la cocaína y nulidad del matrimonio católico"
(Santafé de Bogotá, 1993).
[24] Como se suele observar, el problema de la producción, transformación, distribución y consumo de las drogas – entendidas éstas no en sentido general como principio activo, fármaco y medicamento, sino específico, es decir, en relación con la toxicomanía: drogadicción, farmacodependencia, drogodependencia o consumo excesivo de las mismas – ha de examinarse tanto en la perspectiva de las responsabilidades individuales (acerca del problema de la dependencia cf. Apéndice 4.2, pp. 1644-1646) como en la perspectiva de la responsabilidad y la acción social y cultural relacionadas con ellas (sobre el narcotráfico, cf. Apéndice 1,4, nt. 3460, p. 1554, con estadísticas; y cap.VI.II.1.b.1)b), nt. 3064, p. 1265).
[25] Véase especialmente el cap. 5 “Bases genéticas de la farmacodependencia”: ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD – ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD: Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas (Neuroscience of psychoactive substance use and dependence) OMS 2004 Maryland OPS 2005, 125ss, en (consulta 15 noviembre de 2013): http://www.who.int/substance_abuse/publications/neuroscience_spanish.pdf; FUNDACIÓN MANANTIALES: “Psiquiatría - Drogadicción y Cerebro” (2011) en (consulta 15 de noviembre de 2013): http://www.manantiales.org/psiquiatria_drogadiccion_y_cerebro.php
El tema ha sido tratado en las sesiones del segundo semestre de 2013 por parte del Seminario Ciencias y Teología en diálogo: “Cerebro, libertad y responsabilidad”, del que el autor de esta obra ha sido el coordinador hasta la fecha (http://es.groups.yahoo.com/group/SeminarioInterdisciplinar/ )
[26] Véase el art. “Doble efecto”, de C. GOLSER, en VocTeo (consulta 15 de noviembre de 2013): http://www.mercaba.org/VocTEO/D/doble_efecto.htm
[25] Véase especialmente el cap. 5 “Bases genéticas de la farmacodependencia”: ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD – ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD: Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas (Neuroscience of psychoactive substance use and dependence) OMS 2004 Maryland OPS 2005, 125ss, en (consulta 15 noviembre de 2013): http://www.who.int/substance_abuse/publications/neuroscience_spanish.pdf; FUNDACIÓN MANANTIALES: “Psiquiatría - Drogadicción y Cerebro” (2011) en (consulta 15 de noviembre de 2013): http://www.manantiales.org/psiquiatria_drogadiccion_y_cerebro.php
El tema ha sido tratado en las sesiones del segundo semestre de 2013 por parte del Seminario Ciencias y Teología en diálogo: “Cerebro, libertad y responsabilidad”, del que el autor de esta obra ha sido el coordinador hasta la fecha (http://es.groups.yahoo.com/group/SeminarioInterdisciplinar/ )
[26] Véase el art. “Doble efecto”, de C. GOLSER, en VocTeo (consulta 15 de noviembre de 2013): http://www.mercaba.org/VocTEO/D/doble_efecto.htm
[27] Vease, p. ej.: Clara Isabel VÉLEZ RINCÓN: “Drogas impulsan a menores a
delinquir”, en: El Colombiano de
Medellín, Viernes, 12 de Febrero de 2010, en: http://www.mineducacion.gov.co/observatorio/1722/article-216716.html; COMISIÓN INTERAMERICANA PARA EL CONTROL DEL
ABUSO DE DROGAS - SISTEMA SUBREGIONAL DE INFORMACIÓN E
INVESTIGACIÓN SOBRE DROGAS EN ARGENTINA, BOLIVIA, CHILE, COLOMBIA, ECUADOR,
PERÚ Y URUGUAY – SISUID: La relación droga y delito en adolescentes
infractores de la ley. La experiencia de Bolivia, Chile, Colombia, Perú y
Uruguay. Quinto Informe Conjunto (2010), en: http://www.unodc.org/documents/peruandecuador/Publicaciones/La_Relacion_Droga.pdf ; AMBITO JURÍDICO: “Procurador considera que la despenalización promueve el consumo de
drogas”: 11 de Febrero 2013, en: http://www.ambitojuridico.com/BancoConocimiento/N/noti-130211-10%28procurador_considera_que_la_despenalizacion_promueve_el_consumo_de_drogas%29/noti-130211-10%28procurador_considera_que_la_despenalizacion_promueve_el_consumo_de_drogas%29.asp?Miga=&CodSeccion=
Para un estudio del problema, véase: BASABE, Nekane – PÁEZ, Darío: Los jóvenes y el consumo de alcohol (representaciones sociales) Ayuntamiento de Bilbao Bilboko Udala -
Servicio de Salud y Consumo Bilbao 1992.
“Ni los regaños ni las charlas esporádicas
sobre adicciones para jóvenes sirven para prevenir. Ahora las redes sociales
son la clave. Cuando se va a abordar el tema de la prevención con adolescentes,
la idea no es trabajar el suicidio o la adicción a las drogas, al cigarrillo y
al alcohol por separado. Al contrario: para que la intervención sea más
acertada, hay que atacar estos factores en forma simultánea”, señala el
“Estudio Nacional de Salud Mental”, dirigido por el psiquiatra José POSADA
VILLA en 2003 sobre un grupo de 1543 jóvenes. Esta y otras informaciones fueron
reportadas por la redactora de El Tiempo
Sonia PERILLA S., en su artículo “Ya no se previene con cantaleta. Los programas deben ser a la medida de las
comunidades que se intervienen”, en la edición del 14 de marzo de 2007.
El texto completo en: http://www.eltiempo.com/tiempoimpreso/edicionimpresa/saludimpreso/2007-03-14/ARTICULO-PRINTER_FRIENDLY-PRINTER_FRIENDLY-3474538.html
[28] Los factores de tipo biológico mencionados
anteriormente y explicados en la nt. 1137 no pueden ocultar, sin embargo, el
problema de la adicción y su importante relación con la educación. Véase, p.
ej., del NATIONAL INSTITUTE ON DRUG ABUSE (NIDA): “Las drogas, el cerebro y el comportamiento: La ciencia de la
adicción”, página actualizada en febrero del 2008, consultada en 15 de
noviembre de 2013, en: http://www.drugabuse.gov/es/publicaciones/las-drogas-el-cerebro-y-el-comportamiento-la-ciencia-de-la-adiccion/las-drogas-y-el-cerebro
[29] Cf. supra, V.III.2.2), p. 1053. Según la misma Sonia PERILLA S.,
Redactora de El Tiempo: “Panorama del consumo en Colombia. En el
país los jóvenes empiezan a fumar y a tomar trago a una edad promedio de
12,5 años; el 10 por ciento de ese total comienza a los 10 años. En cuanto a la
marihuana, la edad de inicio para su consumo se ubica alrededor de los 13 años,
la de cocaína hacia los 14 años, la de éxtasis (en clases altas) a los 15 años
en promedio y la de heroína a los 18 años. Contrario a lo que suele creerse, 'probar'
cigarrillo, alcohol o drogas no se reduce a una experiencia pasajera para
todos. Cerca de la mitad de quienes prueban estas sustancias siguen
consumiendo, y que uno de cada diez de este último grupo termina teniendo
problemas serios con ellas. (Fuente: Estudio 'Consumo de sustancias
psicoactivas en jóvenes de 10 a 24 años): “Trabajo con redes sociales es el
nuevo enfoque a la hora de la prevención en drogas y alcohol”, en: El Tiempo, 14 de marzo de 2007, edición
impresa 2-1, edición electrónica (consulta marzo de 2007): http://www.eltiempo.com/salud/noticias/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3474132.html
Según información periodística, la revista Journal of Clinical Investigation
publica un estudio de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra de
Barcelona, en la que se han establecido “Daños por marihuana. Descubren efecto
cerebral. Científicos hallaron la relación de la hierba con la coordinación
motora”, sobre todo a raíz de su consumo “crónico”. Véase en ADN Diario gratuito del 25 de junio de
2013, 12 y también http://www.efefuturo.com/noticia/identifican-el-mecanismo-que-altera-la-coordinacion-motora-al-consumir-cannabis/
Más preocupante es el hecho
de la extensión del fenómeno entre los universitarios colombianos. De acuerdo
con Fabrizio Hochschild, Coordinador del Sistema de las Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito en Colombia, “Colombia se ubica como primera – en la
actualidad – en el consumo de cocaína entre los universitarios con un 2,2%”:
consulta (Noticias RCN del 24 de septiembre de 2013), en: http://www.rcnradio.com/noticias/universitarios-colombianos-primeros-consumidores-de-cocaina-en-la-region-onu-91227
[30] La
educación misma tiene una importancia primordial dentro de las acciones
destinadas a formar personas con criterios auténticamente humanos en referencia
con esta problemática. Ello ha dado lugar a que, en el ámbito universitario, se
realicen estudios de posgrado en orden a comprender mejor el fenómeno y
responder debidamente a él (cf. Apéndice 2, 1.b., nt. 3498). La evidencia
científica señala que "cuando baja la percepción del peligro (que entrañan
las drogas), en los siguientes años se ve un aumento en su consumo" (Nora
Volkow).
[31] Cf. Marciano VIDAL: Moral
de actitudes. Tomo segundo – Primera parte: Moral de la persona y bioética
teológica PS Editorial Madrid 1991 8ª 191-211.
[32] Si bien se autorizó la publicación anónima del estudio, para
proteger la privacidad del joven hijo del autor, un directivo universitario,
véase el texto del mismo, “Students
and Video Game Addiction”, publicado el 13 de diciembre de 2012, en (consulta
14 diciembre 2012): http://www.insidehighered.com/views/2012/12/13/students-and-colleges-vulnerable-computer-gaming-addiction-essay
Sobre el mencionado Trastorno, véase el documento publicado en
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_por_d%C3%A9ficit_de_atenci%C3%B3n_con_hiperactividad Y, si bien en
varios otros lugares hemos aludido a la “sociedad de consumo” y a sus efectos
generalizados sobre la mentalidad actual, en especial sobre los jóvenes,
recuérdese la referencia del Papa FRANCISCO en EG 196.
[33] Pedro ARRUPE, S. J.: “Palabras a los Decanos y Profesores de la
Universidad Javeriana”, en Orientaciones
Universitarias 40 septiembre 2007 69-70. En (consulta noviembre de 2007): http://www.javeriana.edu.co/archivo/05_memoria/orientaciones.htm
[34] Par toda esta sección he empleado material, entre otros autores,
principalmente de Anselm GÜNTHÖR: Chiamata
e risposta: una nuova teologia morale Paoline Roma 1979, “v.1. Morale generale; v. 2. Morale
speciale: le relazioni del cristianismo verso Dio; v. 3. Morale speciale: le
relazioni verso il prossimo”; además, de Urbano SÁNCHEZ GARCÍA: La opción del cristiano. Síntesis actualizada de Moral Especial (2ª). III. Humanizar el
mundo por la corresponsabilidad en Cristo, la verdad, la vida, la justicia, la
libertad y la paz fraterna, o. c., p. 1050, nt.
2816; y de Antonio HORTELANO ALCÁZAR: Moral
alternativa. Manual de Teología Moral, o. c., p. 1118, nt. 2955.
Esta relación es, en mi opinión, fundamental y
con frecuencia está muy oscurecida. Me parece que Jacob ROGOZINSKI, en su
análisis a partir de la fenomenología de Husserl llega a afirmar ese
enraizamiento “ontológico” de la verdad en el art. «La Chair de la
vérité », en Archives de Philosophie 73 2010 67-80.
[35] “Espero
seguir los principios de Gandhi, quien dice que cuando se habla de algo lo
primero que hay que decir es que sea verdad, porque si no es verdad no es
interesante; segundo, que sea caritativo, que haga el bien, y tercero, que haga
bien a los demás. Así pues, noticias que, aunque sean verdaderas, si no hacen
bien, sino que crean malentendidos, no serían interesantes, si no ayudan a la
gente creo que no sirven de nada”: M. R. P. Adolfo NICOLÁS, S. J.: Encuentro con los periodistas, 25 de enero de
2008, en (consulta febrero 2008): http://www.cpal,
S. J..org/publique/media/CG35Boletin9.doc
Santa Teresa DE JESÚS
expresaba la razón más profunda para ello, precisándola y motivándola en Dios y
en su amado Hijo: “porque Dios es suma verdad,
y la humildad es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buena de
nosotros…Considerando su humildad, veremos
cuán lejos estamos de ser humildes”: Moradas Sextas 10,7; Primeras 2,9,
en Obras completas Aguilar Madrid 1963 9a 472-473 y 396.
[36] Ya el Concilio, como ya tuvimos ocasión de señalar en
el cap. II y en otros lugares de la obra, señalaba que los temas relacionados
con la “justicia social” eran motivo y exigencia de encuentro para que todas
las personas, sobre todo los creyentes en Dios, se sentaran a dialogar, ya que
esta tarea se impone en razón de las propias creencias de las diversas
comunidades. El Papa FRANCISCO ha vuelto a reiterarlo en EG 250 al indicar justamente que una relación basada en el amor y
la verdad se abre a todos los caminos del diálogo; dice en efecto: “Una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el
diálogo con los creyentes de las religiones no cristianas, a pesar de los
varios obstáculos y dificultades, particularmente los fundamentalismos de ambas
partes. Este diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en
el mundo, y por lo tanto es un deber para los cristianos, así como para otras
comunidades religiosas. Este diálogo es, en primer lugar, una conversación
sobre la vida humana o simplemente, como proponen los Obispos de la India,
«estar abiertos a ellos, compartiendo sus alegrías y penas» […]. Así aprendemos
a aceptar a los otros en su modo diferente de ser, de pensar y de expresarse.
De esta forma, podremos asumir juntos el deber de servir a la justicia y la
paz, que deberá convertirse en un criterio básico de todo intercambio. Un
diálogo en el que se busquen la paz social y la justicia es en sí mismo, más
allá de lo meramente pragmático, un compromiso ético que crea nuevas
condiciones sociales. Los esfuerzos en torno a un tema específico pueden
convertirse en un proceso en el que, a través de la escucha del otro, ambas
partes encuentren purificación y enriquecimiento. Por lo tanto, estos esfuerzos
también pueden tener el significado del amor a la verdad”.
[37] Jean-Yves CALVEZ S. J.: “La verdad como valor humano y social”,
en: PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA: Orientaciones
Universitarias. Globalización, mundialización y verdad como valores marzo 2005 en: http://www.javeriana.edu.co/puj/rectoria/publicaciones/Documentos/Calvez-Verdad-2.pdf
[38] Ibíd.
No podemos referirnos aquí ampliamente a otros
dos perfiles de la verdad que son sumamente importantes, sobre todo en los
contextos en los que se desenvuelve nuestra investigación: la “verdad
histórica” y la “verdad procesal” sobre todo en materia penal. Acudimos al
magistrado mexicano Mario
Alberto MARTÍNEZ PÉREZ para esclarecerlo. Se
considera hoy de la “verdad
histórica” “aquella
que procuramos obtener siempre que queremos asegurarnos de la realidad de
ciertos acontecimientos, de ciertos hechos realizados en el tiempo y el
espacio. Mittermaier distingue la verdad histórica de la verdad lógica, que
es aquella que se obtiene mediante el razonamiento, y que resulta cuando las
nociones concebidas de las cosas no se ponen en contradicción con las leyes
conocidas; colocando en esa división, lo suponible, lo posible lógicamente. Y
de la verdad trascendental, estudiada por el filósofo como el
conocimiento del mundo metafísico, dejando a un lado la verdad matemática.
De igual modo, este clásico autor alemán clásico sostiene, por un lado, que la
verdad es objetiva, a razón de que la convicción misma surge de las entrañas
mismas de la verdad, y completamente independiente del entendimiento que juzga,
no le impone la ley aun a su pesar, con base a que existen ciertas leyes
(MITTERMAIER, Karl Joseph Anton: Pruebas en Materia Criminal Jurídica
Universitaria México 2001 32; íd.: Tratado de la
prueba en materia criminal Hammurabi Buenos Aires 1979)”. Más adelante prosigue el autor: “pero la verdad como
fundamento de una condena, es la verdad formal o procesal alcanzada
mediante el respeto a reglas precisas y relativas a los solos hechos y circunstancias
perfilados como penalmente relevantes, mediante la prueba lícita. Esta verdad,
entonces, concluye el distinguido doctrinario italiano, no pretende ser la
verdad pura o absoluta; no es obtenible mediante indagaciones inquisitivas
ajenas al objeto procesal; está condicionada en sí misma por el respeto a los
procedimientos y las garantías de defensa. De que es una verdad solamente
probable y opinable y de que la duda razonable, o la falta de acusación o de
pruebas ritualmente formadas, prevalece la presunción de no-culpabilidad (presunción
de inocencia), o sea, de falsedad formal o procesal de las tesis
acusatorias (FERRAJOLI, Luigi: Derecho y Razón Trotta Madrid 1995 45)”:
Mario Alberto MARTÍNEZ PÉREZ: “Diferencia sustancial entre verdad histórica y
verdad procesal”, en (consulta noviembre 2009): http://www.juiciooraloaxaca.gob.mx/Publicaciones/55revistajussemperloquitur/DIFERENCIA%20SUSTANCIAL%20ENTRE%20VERDAD%20HISTORICA%20Y%20VERDAD%20PROCESAL.pdf
Así mismo, otros autores,
sobre todo en contexto de “memoria histórica, verdad y justicia” aplicadas al
caso colombiano, requieren, además, “una verdad sicológica y otra verdad
sociológica, que debe ser conocida para reconstruir el tejido social
colombiano” (Augusto IBÁÑEZ, magistrado presidente de la Corte Suprema de
Justicia, en declaraciones radiales del 20 de noviembre de 2009).
Para el tema de la
verdad en el Derecho canónico, cf. los cc. 1530 con sus desarrollos (juicio
contencioso: cc. 1531; 1532; 1548: 1550; 1562) y 1704 (proceso especial para
dispensas de matrimonio rato y no consumado); y, ciertamente la verdad
“procesal” por parte del juez ha de entenderse en materia penal en el c. 1726:
“conste de modo evidente la no comisión del delito por el reo”. Cf.
entre otros, a este propósito sobre la percepción, intención y modo de
comportarse diferentes del procesal estatal (civil) y el eclesiástico,
Francisco J. URRUTIA: “Libro VII. Los procesos”, en: Urbano NAVARRETE S. J. – Francisco Javier URRRUTIA S. J.: Nuevo derecho canónico, presentación y
comentario ITER Caracas 1987 287.
[39] Existe toda una reflexión sobre el tema de la “manipulación” que
debemos sólo mencionar de pasada. No es lo mismo “limitaciones” – propias de la
finitud de cuanto existe – que “manipulación” entendida como una forma de
“violencia”. Para una relación bibliográfica, y para conocer la propia
exposición del autor, cf. Marciano VIDAL: Moral
de actitudes. Tomo segundo – Primera parte: Moral de la persona y bioética
teológica PS Editorial Madrid 1991 8ª 213-236, en especial, a partir de la
p. 225.
[40] Dentro del contexto de la discusión “Industria de combustibles
fósiles vs. cambio climático”, p. ej., se ha anotado: “La fabricación de
incertidumbre científica amenaza la salud pública, así como los programas para
protegerla y para compensar a las víctimas. Es hora de volver a los principios
esenciales: usar la mejor evidencia disponible, y no exigir certeza donde no
existe”: David MICHAELS: “Fabricando incertidumbres científicas. Contaminadores
e industrias de productos peligrosos contratan expertos para desacreditar los
estudios que prueban los daños que causan”, en El Tiempo, domingo 8 de abril de 2007, 1-16.
[41] El asunto ha suscitado una reflexión en el seno del Grupo de
investigación COSMÓPOLIS de la Facultad de Teología: Germán NEIRA F., S. J. –
Francisco SIERRA G. (eds.): Colombia.
Conflicto armado y desarrollo humano. Sinopsis,
lectura dramática (caps. 1-6) y comentarios del Informe Nacional de Desarrollo
Humano 2003 Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Teología Bogotá
2008, especialmente los capítulos V, “Las nociones de ‘desarrollo humano’,
‘conflicto armado’ y ‘solución del conflicto’ en el INDH”, 89ss, y VI,
“Valoración e interrogantes acerca del horizonte del INDH y de las nociones de
‘desarrollo humano’, ‘conflicto armado’ y ‘solución del conflicto’”, 107ss.
[42] Escribía la “Defensora del Lector” en El Tiempo, María Clara MENDOZA: “De qué no he defendido a los
lectores de El Tiempo […]: (de) 1.
Las críticas al pluralismo. Algunos lectores se irritan porque El Tiempo otorgue columnas de opinión a
representantes de diversas ideologías. Olvidan que el papel del periodismo es
formar opinión y eso se obtiene cuando personas cualificadas ofrecen distintas
perspectivas sobre los temas. La verdadera libertad de expresión permite
confrontar las ideas propias y poner a prueba la tolerancia”: “Columna de la
Defensora del Lector”, domingo 31 de diciembre de 2006, 1-18.
[44] Los grados de percepción de la verdad van desde (a) la
ignorancia, consistente en la carencia de ciencia acerca del asunto, a (b) la
formulación de hipótesis sobre el mismo (“supongo”); de ésta se avanza a (c) la
opinión (“pienso”), y de esta se llega a (d) la probabilidad (lograda a partir
de razones que no excluyen la razonable posibilidad de su opuesto); de la
anterior se avanza hasta la firmeza de (e) la certeza (que excluye la razonable
posibilidad de su opuesto). Esta certeza, a su vez, puede ser diversa, según
los motivos sobre los que se fundamenta: 1ª) la certeza moral, lograda a partir
de las cosas ordinarias o contingentes que suceden; 2ª) la certeza histórica,
que se obtiene por la convergencia de los testimonios; 3ª) la certeza física, a
partir de la ley de la naturaleza material; 4ª) la certeza metafísica, en razón
de los constitutivos del ser; 5ª) de la fe, que se obtiene de la Revelación, es
decir, en la palabra de Dios que, por ser de Dios, no puede fallar. Es
entregada por la Iglesia, pero su magisterio usualmente no tiene el carácter de
infalible. Cf.
Francisco Javier URRUTIA, S. J.: De ecclesiae munere docendi. Liber III C.I.C. Editrice Pontificia
Università Gregoriana Roma 1987 9.
Habría que agregar a las
anteriores, con todo, la “certeza estadística”, en razón de las ciencias
formales (“aliada”, por lo mismo de las matemáticas, aunque, según sus
investigadores, diferente de ellas, dada la aplicabilidad – “poblaciones” – que
posee en diversas ciencias), por lo que se ubicaría, en mi concepto, entre la
certeza física y la certeza metafísica. No es ella ni física ni metafísica, y,
quizás, por eso mismo, habría que considerar también la existencia de una
“certeza matemática”. Ha sido sobre todo la ciencia “estadística” (G.
Achenwald, 1749; J. Sinclair, 1835) – antiguamente llamada también “aritmética
política” por su traducción al inglés – la que ha estudiado este ámbito
originalmente tan vinculado con los cálculos y mediciones (mercancías, p. ej.)
del Estado (tercer milenio a. C.) y especialmente con la demografía (incluso en
los libros bíblicos), así como con las probabilidades (B. Pascal, Pierre de
Fermat en el s. XVII) y con la “teoría de errores” (R. Cotes, 1722; Th. Simpson
1755). En concepto de los físicos, por ejemplo, el máximo de certeza alcanzable
en su campo, “certidumbre total o absoluta”, corresponde a “5-sigma (5s)”. Para
escribir este párrafo sobre este punto he consultado tres páginas en la web (16
de noviembre de 2012): http://es.wikipedia.org/wiki/Estad%C3%ADstica ; http://es.wikipedia.org/wiki/Propagaci%C3%B3n_de_errores ; http://es.wikipedia.org/wiki/Desviaci%C3%B3n_est%C3%A1ndar
[45] Al menos en cuatro ocasiones encontramos en el cap. cristológico que el “asombro” se seguía entre los discípulos y demás circunstantes a las intervenciones significativas de Jesús en su relación con la naturaleza (cf. en la cristología narrativa: IV, I.4.b.3)b); 5.4; 6.d.3)b); en la cristología sistemática: II.1.a.2.). Se trata de un elemento esencial de la psicología humana y fundamental en todo proceso auténticamente pedagógico, que no debería estar ausente, sino todo lo contrario, potenciado, en las escuelas primarias, secundarias, técnicas y universitarias. Al respecto, uno de los brillantes académicos javerianos ha escrito:
“1. Apegarse a la verdad por encima de todo. Sin querer darle a la verdad un valor teológico, creo que el investigador debe moverse en su vida académica sin ocultarse la verdad a sí mismo ni ocultársela a los demás, sin publicar verdades a medias y, menos aún, falsedades, sin dar a su investigación mayor valor del realmente debido (…) Pero apegarse a la verdad también implica no generar falsas expectativas sociales sobre nuestro trabajo, publicar primero en las revistas científicas y luego en la prensa. Aún más, apegarse a la verdad quiere también decir que debemos limitar nuestros comentarios públicos a aquellas áreas en las que somos verdaderamente expertos (…) 2. Dignificar a nuestros estudiantes. […] 3. Ser generosos con el conocimiento. […] 4. Ejercer con elegancia el papel de jueces de los demás. […] 5. Humanizar la ciencia. […] 6. Dar más valor a las ideas que a los métodos o equipos. […] 7. Pensar en grandes ideas. […] 8. Dar buenas conferencias. […] 9. Reconocer con claridad lo que es y no es científico. […] 10. No perder nunca la capacidad de asombro. […]”: Jaime BERNAL VILLEGAS: “Decálogo para una labor educativa en el marco de la investigación”, en Hoy en la Javeriana 1230 octubre 2007 18-19, en: http://sparta.javeriana.edu.co/portal/principal/index.jsp
“1. Apegarse a la verdad por encima de todo. Sin querer darle a la verdad un valor teológico, creo que el investigador debe moverse en su vida académica sin ocultarse la verdad a sí mismo ni ocultársela a los demás, sin publicar verdades a medias y, menos aún, falsedades, sin dar a su investigación mayor valor del realmente debido (…) Pero apegarse a la verdad también implica no generar falsas expectativas sociales sobre nuestro trabajo, publicar primero en las revistas científicas y luego en la prensa. Aún más, apegarse a la verdad quiere también decir que debemos limitar nuestros comentarios públicos a aquellas áreas en las que somos verdaderamente expertos (…) 2. Dignificar a nuestros estudiantes. […] 3. Ser generosos con el conocimiento. […] 4. Ejercer con elegancia el papel de jueces de los demás. […] 5. Humanizar la ciencia. […] 6. Dar más valor a las ideas que a los métodos o equipos. […] 7. Pensar en grandes ideas. […] 8. Dar buenas conferencias. […] 9. Reconocer con claridad lo que es y no es científico. […] 10. No perder nunca la capacidad de asombro. […]”: Jaime BERNAL VILLEGAS: “Decálogo para una labor educativa en el marco de la investigación”, en Hoy en la Javeriana 1230 octubre 2007 18-19, en: http://sparta.javeriana.edu.co/portal/principal/index.jsp
[46] Respaldo el reclamo que
hace en este punto Eduardo SOTO KLOSS: su llamado a la autenticidad y a la
veracidad por parte tanto de las instituciones católicas universitarias como de
sus docentes y directivos, en especial, en
las que se conjuguen una sincera búsqueda por relacionar la fe con la razón y
una honrada búsqueda de lo humano, “su esencia y su naturaleza, su ser y su
obrar”: “Universidad católica: ¿enseñanza laica? Nota sobre una realidad
que urge revertir”, en: Manuel NÚÑEZ (coord.): Las Universidades católicas. Estudios
jurídicos y filosóficos sobre la educación superior católica Universidad
Católica del Norte Ediciones Universitarias Monografías jurídicas Escuela de
Derecho Antofagasta 2007 119-128.
[47] “Los fieles, en la formación de su conciencia, deben prestar
diligente atención a la doctrina sagrada y cierta de la Iglesia. Pues por
voluntad de Cristo la Iglesia católica es la maestra de la verdad, y su misión
consiste en anunciar y enseñar auténticamente la verdad, que es Cristo, y al
mismo tiempo declarar y confirmar con su autoridad los principios de orden
moral que fluyen de la misma naturaleza humana” (DH 14c).
El tema fue desarrollado por
el Papa BENEDICTO XVI en su encuentro con los miembros de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, el 31 de enero de 2008: “Ciertamente, la Iglesia aprecia
y anima el progreso de las ciencias biomédicas que abren perspectivas
terapéuticas hasta ahora desconocidas, mediante, por ejemplo, el empleo de las
células estaminales somáticas, o bien, mediante las terapias dirigidas a la
restitución de la fertilidad o a la curación de las enfermedades genéticas. Al
mismo tiempo ella siente el deber de iluminar las conciencias de todos, de modo
que el progreso científico sea verdaderamente respetuoso de cada ser humano, a
quien se le debe reconocer la dignidad de persona, habiendo sido creado a
imagen de Dios”. En: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/21608.php?index=21608&lang=sp
[48] A propósito del primer año de labores de la Vicerrectoría de
Investigación de la Universidad Nacional, escribió Fernando ZALAMEA: “¡Eureka!
Hacia un sistema de investigación en la Universidad Nacional”, en: UNPeriódico 94, domingo 2 de julio de
2006, 14.
[49] “Por el ejercicio de su libertad ''el hombre es causa de sí
mismo" (Tomás de Aquino, Suma Teológica Ia-IIae,
prólogo X), pero el ser "causa de sí mismo'' le viene de ser creado por
Dios y referido a Él, de quien es "imagen".”: CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA: Instrucción
Pastoral sobre la conciencia cristiana ante la actual situación moral de
nuestra sociedad: "La
verdad os hará libres"
(Jn 8, 32), Madrid, 20 de noviembre
de 1990, n. 38, en (consulta marzo 2007): http://www.conferenciaepiscopal.es/DOCUMENTOS/Conferencia/verdad.htm
[49 bis] Discurso del 13 de septiembre de 2018, a los participantes en el congreso "La teología de la ternura en el Papa Francisco", en:
http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/09/13/tel.html
[49 bis] Discurso del 13 de septiembre de 2018, a los participantes en el congreso "La teología de la ternura en el Papa Francisco", en:
http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/09/13/tel.html
[50] He elaborado una breve recopilación de los mismos en mi texto
universitario: Algunos elementos
introductorios a la Teología moral (fundamental y profesional), o. c.,
p. 570, nt. 1590, 157-167.
[51] Un diagnóstico preliminar del problema fue dado a conocer por
Nohora Elizabeth HOYOS: “La formación del investigador, elemento esencial para
la modernización del País”, en: Revista
Javeriana 572 1991 129-137. Más recientemente, el MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL
en su documento de enero 2008: Revolución
Educativa - Plan Sectorial de Educación 2006 – 2010 24-39, en (consulta febrero 2008): http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-152025_recurso_1_pdf.unknown ha mostrado con datos la gravedad de la situación y ha planteado
las decisiones tomadas para erradicarla.
[52] "El
progreso biomédico interpela a la teología moral", en: R. LATOURELLE
(ed.): Vaticano II: 25 años después. Balance y Perspectivas, o. c., p.
116, nt. 274, 1121-1140.
Los retos que en el momento se proponen en materia de salud a las instituciones universitarias católicas están íntimamente ligados - no puede ser de otro modo - con los que deben afrontar las instituciones católicas dedicadas a atender los problemas concernientes a dicha área. Un elenco de algunos de ellos abarca: "[...] el problema de las desigualdades relacionadas con la salud en el mundo, en materia de servicios, enfrentado varios desafíos del ámbito sanitario: la construcción de un sistema económico al servicio de la persona y de una sociedad más justa e inclusiva; la capacidad de activar la asistencia personalizada no solo para el paciente, sino también para su familia; la repercusión de la innovación farmacéutica y el acceso a los medicamentos esenciales para todos; las problemáticas de la bioética y la protección del derecho a la vida de todas las personas; la capacidad de gestión de los hospitales para conciliar la eficiencia y la cercanía con los más necesitados y los más pobres. Habrá sesiones especiales dedicadas a la misión eclesial en los sectores de la asistencia y a la relación entre evangelización y pastoral de la salud de la caridad de las instituciones sanitarias católicas." La información está tomada del boletín en el que se anuncia que "del 16 al 18 de noviembre de 2017 tendrá lugar en el Vaticano, en el Aula Nueva del Sínodo, la XXXII Conferencia Internacional, "Enfrentar las desigualdades mundiales en materia de salud", organizada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en colaboración con la Confederación Internacional de Instituciones Sanitarias Católicas (CIISAC)". Véase el texto completo (en la fecha) en: http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/11/10/dic.html
[53] Puede verse la información en: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/index_sp.htm
[55] http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdlife/documents/rc_pont-acd_life_doc_20060322_xii-gen-assembly-final_sp.html
Se ha celebrado la XV Asamblea General de esta
Academia, 20-22 de febrero de 2009, con su respectivo Congreso. Su tema: “Las
nuevas fronteras de la genética y el riesgo de la eugenética”. Su presentación
se encuentra en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/23422.php?index=23422&po_date=17.02.2009&lang=sp
[56] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
Sobre el tema ha vuelto el
Papa FRANCISCO en su discurso a los miembros del Comité Nacional
Italiano para la Bioseguridad, las Biotecnologías y las Ciencias de la Vida, 10
de abril de 2017. Subrayó el Papa en esa ocasión que “cultura” tiene que ver
con “cultivar” pero también con “custodiar” la tierra; que no sólo es
importante “saber” sino “saber hacer” con la responsabilidad de quien conoce el
poder de su propio conocimiento; y que, cuanto son cada vez más estrechos los
vínculos entre poder tecnológico y poder económico tanto es más difícil
“alcanzar una composición armónica de las diversas instancias científicas,
productivas, éticas, sociales, económicas y políticas de tal modo que se
promueva un desarrollo sostenible que respete ‘nuestra casa común’”. “Las ciencias
y las tecnologías – señaló el Papa – son hechas para el hombre y para el mundo,
no el hombre y el mundo para las ciencias y las tecnologías”, por ello se hace
más necesario que nunca idear las “estrategias que contribuyan a la
sensibilización de la opinión pública sobre las preguntas que ponen los
desarrollos de las ciencias de la vida y de las biotecnologías”. En: http://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2017/april/documents/papa-francesco_20170410_biotecnologie.html
[57] Nohora Elizabeth HOYOS: "La formación del investigador, elemento esencial para la
modernización del País" en Revista
Javeriana 572 1991 129-137; José Bernardo TORO A.: La calidad de
la educación universitaria y el desarrollo de una tradición de escritura y
lectura (texto divulgado por el ICFES en 1991), en: http://ayura.udea.edu.co/publicaciones/revista/numero5/La%20calidad%20de%20la%20educaci%F3n%20universitaria.htm; Manuel LÓPEZ CACHERO.:
"Sentido de la Universidad en una sociedad en cambio" en Razón y Fe 1137-1138 Jul.-Ago. 1993
109-117; Alfonso QUINTANA CÁRDENAS, S. J..: "La formación del educador en
la ley general de educación" en Revista
Javeriana 588 1992 203-208.
[58] El reconocido genetista e investigador colombiano
Emilio YUNIS TURBAY ha reiterado que, bien sea asociado, bien individualmente,
el científico ha de ser coherente: “Tanto para el científico como para la
ciencia el valor supremo siempre es una mayor aproximación a la verdad. Siempre
debe estar dispuesto a rectificar, tanto lo que de él se dice, como sus logros,
y esto tanto en su vida pública como en la privada. En una palabra, la
coherencia debe ser su norma”: en El
Tiempo, 30 de octubre de 2013: http://www.eltiempo.com/opinion/salon-debate/un-cientifico-debe-ser-coherente-dr-emilio-yunis-turbay-salon-de-debate-_13149249-4
[60] Se debe mencionar, a guisa
de ejemplo, el trabajo que se propone desarrollar la Pontificia Universidad
Javeriana durante el período 2007-2016 en ocho áreas críticas: “Investigación,
Formación integral, Interdisciplinariedad, Innovación, Presencia de la
Universidad, Internacionalización, Comunidad educativa, Estructura orgánica”,
cada una de ellas con sus propios
“objetivos”, “estrategias”, “procedimientos”, “herramientas”, “metas” e
“indicadores de logro”. Cf.:
El Santo Padre FRANCISCO ha desarrollado el
tema al que estamos aludiendo desde la relación que debe existir entre “razonabilidad”
y “ciencia”, de modo que ella no sea refractaria a las perspectivas de la “ley
natural” – con lo cual se inserta en perspectiva moral – y de la “fe” – con lo cual se inserta en la
perspectiva de la Revelación y de la Economía de la Creación y de la Salvación
–: “La Iglesia no pretende detener el
admirable progreso de las ciencias. Al contrario, se alegra e incluso disfruta
reconociendo el enorme potencial que Dios ha dado a la mente humana. Cuando el
desarrollo de las ciencias, manteniéndose con rigor académico en el campo de su
objeto específico, vuelve evidente una determinada conclusión que la razón no
puede negar, la fe no la contradice. Los creyentes tampoco pueden pretender que
una opinión científica que les agrada, y que ni siquiera ha sido
suficientemente comprobada, adquiera el peso de un dogma de fe. Pero, en ocasiones,
algunos científicos van más allá del objeto formal de su disciplina y se extralimitan
con afirmaciones o conclusiones que exceden el campo de la propia ciencia. En
ese caso, no es la razón lo que se propone, sino una determinada ideología que
cierra el camino a un diálogo auténtico, pacífico y fructífero” (EG 243).
[61] Acerca de la importancia de saber escoger el tema de la
investigación para la propia vida del estudiante, se puede leer, entre otros,
el escrito testimonial del “candidato a grado como Maestro en Música”, Lucio
Alberto FEUILLET PALOMARES: “El trabajo de grado como oportunidad”: “Hago una
invitación para que cada estudiante piense muy bien el camino que tiene que
tomar su tesis… ya que en este mundo necesitamos más trabajos inclinados a lo
social, a lo cultural y a lo que aporte e inspire a nuevas generaciones de
profesionales”: Hoy en la Javeriana enero 2008 27, en: http://www.javeriana.edu.co/boletin/
[62] Mario TAMAYO Y TAMAYO: El Proceso
de la Investigación Científica.
Fundamentos de investigación con
Manual de Evaluación de Proyectos Editorial Limusa México 1990 Tercera
Reimpresión 72-130.
[63] Dos tipos de bibliografías encontramos: aquella que se refiere a
aspectos generales de “ética profesional”; y aquella específica de cada
disciplina.
De la primera, entre otros autores y textos: Alvaro Enrique ALVAREZ, S. J.:
"Etica y profesión" en Universitas
Xaveriana 3 1985 25-35; Alfons AUER:
El cristiano en la profesión Herder Barcelona 1970; Paul SIEGHART: "Professional
Ethics" en Journal of Medical Ethics
12 1986 64-66; James F. DRANE: "Ethical theory for catholic
professional" en Linacre Quarterly 53
1986 36-41; Alan GEWIRTH: "Professional Ethics: the separatist
thesis" en Ethics 96 1986
282-300; Antonio HORTELANO, A.: Problemas
actuales de moral Sígueme Salamanca 1979 v.1 ; Alfonso LLANO: "Etica
cristiana de la profesión" en ThX 56
1980 389-416; Germán MARQUINEZ A.: El
hombre latinoamericano y sus valores Ed. América. Bogotá 1982; Antonio PEINADOR N.: Tratado de moral profesional BAC Madrid 1962; Friedo RICKEN: Etica
general Herder Barcelona 1987; Raimundo RINCÓN: Praxis
cristiana 3 vols. Ed. Paulinas, Madrid 1986; V. RODRIGUEZ LOZANO – P. FRADE PERDOMO – L. Ma.
ALBELO MARTÍN: Etica, v. 3. Moral social
y política Alhambra Madrid1985 92-95.
De la segunda, cf. el Apéndice 4b.
En relación con la “ética profesional” dento del ámbito de
las universidades, cf. Augusto HORTAL ALONSO, S. J.: “La ética profesional en
el contextro universitario”, en Orientaciones
Universitarias 34 enero de 2003, si bien todo este número ha sido dedicado
a la “ética y formación universitaria” y el n. 35 marzo de 2004 a “Bioética y
Universidad”, en: http://www.javeriana.edu.co/archivo/05_memoria/docs/rectorales/orientaciones/35.pdf
[64] Cf. una pequeña indicación bibliográfica al respecto: A partir
del Código de Nüremberg: Guillermo GIMENEZ GALLEGO: "Implicaciones éticas en los
ensayos clínicos" en Razón y fe
1142 dic. 1993 447-453; Horacio MARTÍNEZ: Etica
para odontólogos (pro manuscripto) (sf) 45-46; Jorge Humberto PELAEZ, S.
J.: "Etica y experimentación médica" en ThX 38 1988 167-182; también (consulta noviembre 2008): http://www.smu.org.uy/publicaciones/libros/laetica/nor-nuremberg.htm La Organización Mundial de la Salud (OMS) fue
consultada por el Consejo de
Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS), y este último
publicó en 1982 el documento Proposed International Guidelines for
Biomedical Research Involving Human Subjects (“Propuesta de Pautas
Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos”). Puede verse
el desarrollo del proceso y sus conclusiones en (consulta noviembre 2008): http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/informacion_adicional/obligatorias/723_etica2/material/pautas_eticas_internacionales.pdf
[65] Cf. la intervención en el Consejo Económico y Social de ONU en
Nueva York, del Observador Permanente de la Santa Sede, Arzobispo Celestino
MIGLIORE, el 9 de abril de 2008, con ocasión de la 41.ma Sesión de la Comisión sobre la Población
y el Desarrollo, sobre el punto 3: "World
population monitoring, focusing on population distribution, urbanization,
internal migration and development", en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/22026.php?index=22026&po_date=22.04.2008&lang=sp
[66] El nuevo (2007) Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, P.
Joaquín SÁNCHEZ GARCÍA, S. J., recordó con ocasión de su “saludo de bienvenida
a los neo javerianos”, 21 de enero de 2008, que es para ellos, un “inmenso
privilegio… formar parte de una minoría que ha logrado su ingreso a la
Universidad en Colombia” y, por lo tanto, de “la responsabilidad” que ellos
tienen “de culminar sus estudios exitosamente, pues no se puede olvidar que
sólo 8 estudiantes de cada 100 muchachos en capacidad de ingresar al sistema
educativo llegan a obtener un título universitario”: Hoy en la Javeriana enero 2008 23, en: http://www.javeriana.edu.co/boletin/ Se afirma que, al
presente, 2011, no menos de 300.000 bachilleres se han quedado sin ingreso en
las universidades colombianas. Los cupos no son, pues, suficientes; a esos
jóvenes no se les están ofreciendo oportunidades de estudio. ¿Cómo se
financiará esa cobertura? ¿Por parte sólo del Estado? ¿Con reducción del gasto
militar?
Valga la oportunidad para
explicar que “Sisbén” es el acrónimo de Sistema de Beneficios, y “comprende un
conjunto de reglas, normas y procedimientos, que permiten obtener información
socioeconómica confiable y actualizada de grupos específicos en los Distritos y
Municipios del país”. Su actualización
(2008) puede encontrarse en el enlace: http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/Sisb%C3%A9n/tabid/56/Default.aspx
[67] Cf. MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL en su documento de enero
2008: Revolución Educativa - Plan
Sectorial de Educación 2006 – 2010 40-47,
en (consulta febrero 2008): http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-152025_recurso_1_pdf.unknown
[68] Ib., 48-53.
[69] Según el MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL, enero 2008, sólo el
10% de quienes ingresan en las Universidades “presenta un nivel de desempeño”
“por encima de los niveles altos” en la prueba de lenguaje, p. ej.: ib., 25-26.
[70] Ib., 30. El documento menciona entre ellas: “competencia
en lenguaje”, “comprensión de lectura”, “matemáticas”. Estas forman parte del
conjunto de las “competencias básicas” y se correlacionan con las “competencias
ciudadanas” y con las “competencias laborales generales” y, a su debido momento,
que son propiamente la universidad y otras instituciones de formación técnica y
tecnológica, se relacionan con las “competencias laborales específicas y
profesionales”.
[71] Tal es el caso, p. ej., del programa “jóvenes investigadores” que
actualmente lleva adelante la Pontificia Universidad Javeriana: “La experiencia
de armar un semillero de Jóvenes
Investigadores surge en el año
2000 luego de conocer los preocupantes datos sobre la investigación en Colombia
por parte de nuestros colegas del Observatorio de Ciencia y Tecnología que
trabajan en la misma casa de nuestro Instituto. Según los datos que recibimos
en el 2000, por cada millón de habitantes solo había 118 investigadores en el país. El gasto
destinado del Producto Nacional Bruto era tan solo de 0.18% y es aún más
preocupante saber que para el 2003 ha disminuido al 0.16% Por ello, se hacía
indispensable formar investigadores
independientes y aumentar el número de estudiantes vinculados a proyectos del
Instituto Pensar adscritos a COLCIENCIAS”: en: http://www.javeriana.edu.co/pensar/semillero/presentacion1.htm
[72] En conversación con un prestigioso oftalmólogo (marzo 2007),
especialista en cirugía de órbita, p. ej., me expresaba su preocupación por
este delicado asunto de su ejercicio profesional.
[73] Cf., para el caso, p. ej., de las “nuevas tecnologías”, pero
también, mutatis mutandis, para otros campos de la docencia: Manuel CEBRIAN DE
LA SERNA: “Nuevas competencias para la formación inicial y permanente del
profesorado”, en: EDUTEC, Revista
Electrónica De Tecnología Educativa, Núm. 6. JUNIO 1997, en: http://www.uib.es/depart/gte/edutec-e/revelec6/revelec6.html
[74] Varias insinuaciones hemos hecho ya a propósito de la educación,
de la pedagogía y de la didáctica en los contextos de la institución
universitaria así como de la teología propiamente tal. En el caso de la
Pontificia Universidad Javeriana, que tomamos como punto de referencia, existen
diversas políticas, estrategias y “líneas de mejoramiento” conducentes a
desarrollar y a fortalecer la “formación de los docentes”, la “formación para
el desempeño académico”, y a garantizar las facilidades que se ofrecen con el
fin de que “se terminen oportunamente las tesis doctorales” por parte del
cuerpo profesoral. Para ello, son de gran ayuda las “evaluaciones” que se hacen
a los docentes, las cuales incluyen desde los procesos de formación y desarrollo para fortalecer
los conocimientos y habilidades de los profesores y del personal administrativo
hasta el logro de la cualificación y alto desempeño de los mismos. Estas condiciones forman parte actualmente de los criterios
relativos a la “permanencia” y al “ascenso” en el “escalafón” docente, con
implicaciones remuneratorias. Cf. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA: documento Planeación universitaria 2002-2006
Bogotá diciembre de 2002 34-35; cf. (consulta octubre de 2013): http://www.javeriana.edu.co/puj/viceadm/oym/ppd/documentos4-DGRH-TH-14.html
[75] Cf. Gerardo REMOLINA VARGAS S. J.: “El vacío ético en la sociedad
colombiana”, en: AA. VV.: Colombia, una
casa para todos: debate ético Antropos
Ltda. Santafé de Bogotá 1991 15-31.
[76] Cf. Marciano VIDAL: Nueva moral fundamental. El hogar teológico
de la Ética, p. 1051, nt. 2818, 762-763.
[77] Cf. Iván F. MEJÍA ALVAREZ: Algunos elementos introductorios a la Teología Moral, o. c., p. 570, nt. 1590,
42-45. Cf. Marciano VIDAL: Nueva moral fundamental. El hogar teológico de la Ética, p. 1051,
nt. 2818, 766-771. Acerca del tema, cf. la Intervención de Francesco
FOLLO en representación de la Sede Apostólica en la 47a Sesión de la
Conferencia internacional de la educación, en Ginebra, 9 de septiembre de 2004,
en: http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/2004/documents/rc_seg-st_20040909_follo-education_fr.html
[78] Marciano VIDAL: Nueva moral
fundamental. El hogar teológico de la Ética, o. c., p. 1051, nt. 2818, 770.
[79] No han de olvidarse, al respecto, que no sólo la Santa Sede tiene
un Secretariado dedicado a cuanto se refiere a este tipo de relaciones, sino
que importantes Universidades católicas y eclesiásticas poseen Facultades e
Institutos con el fin de hacer los estudios y promover las interrelaciones con
todas estas comunidades. Cosa muy diferente de ser “intransigente” (o
“dogmático”) e intolerante en materias de doctrina, especialmente de moral,
como sabiamente explica VS.
[80] Contaba a los periodistas el
M. R. P. Adolfo NICOLÁS, S. J., en su primera encuentro con los periodistas que
cubrían su elección como Prepósito General de la Compañía – 25 de enero de 2008
–, que ese había sido el principal reto que había tenido que afrontar una vez
fue designado para trabajar en el Extremo Oriente: “Los primeros años no fueron
fáciles en Japón no sólo por las dificultades del pescado crudo - la dieta
japonesa es buena -, ni por la lengua que tampoco era dificultad, ni siquiera
escribir en caracteres japoneses. Esas son cosas exteriores. Las dificultades
eran más profundas. El mundo no era como yo lo pensaba en España, ni la manera
de ver las cosas, de ver incluso la fe. Cosas que yo consideraba en España como
de sentido común, no eran como en España. El encuentro con un mundo totalmente
diverso que cuestiona materias que yo consideraba ordinarias, ha sido normal,
pero difícil. […] Yo creo que Asia me ha cambiado, espero que para bien, - esto
lo tienen que decir los japoneses - me ha cambiado y me ha ayudado a comprender
a los otros a aceptar lo que es diferente y tratar de comprender por qué es
diferente y en qué es diferente y qué puedo aprender de lo que es diferente.
[…] Les escandaliza que nosotros seamos tan estrictos, intolerantes, incapaces
de aceptar la diversidad, esto es un escándalo para ellos. […] Por eso creo que
Asia puede enriquecer mucho a la Iglesia universal. Japón puede aportar mucho
con su cultura, con su forma de afrontar los problemas en profundidad. […]
China es un mundo tan amplio con sus culturas, su diversidad de lenguas, con
más de 27 grupos étnicos en el sur de la China donde hablan del chino al árabe,
un mundo increíble que no sé cómo se las arreglan para administrarlo de una
forma unitaria… Filipinas, que a veces viene llamada la Italia de Asia, porque
tienen ese sentido del humor, de la vida y de las leyes que es un poco más
amplio que el de otros países. Hay un dicho donde se expresa que para ellos las
leyes de tráfico no son leyes sino recomendaciones. Este sentido de la vida
creo que es muy bueno para el resto de Asia, como una especie de humanismo
profundo asiático.”: en (consulta febrero 2008): http://www.cpal,
S. J..org/publique/media/CG35Boletin9.doc
[81] José Luis CEA EGAÑA: “Las Universidades católicas y la
Constitución de Chile. Un homenaje a Su Santidad Juan Pablo II”, en: Manuel
NÚÑEZ (coord.): Las Universidades
católicas. Estudios jurídicos y filosóficos sobre la educación superior católica
Universidad Católica del Norte Ediciones Universitarias Monografías jurídicas
Escuela de Derecho Antofagasta 2007 27.
[82] JUAN PABLO II: enc. FER
68-69, en: http://www.vatican.va/edocs/ESL0036/__PE.HTM La cursiva en el texto es
nuestra.
La relación entre las ciencias, la filosofía y
la teología, como una exigencia del trabajo teológico en situación, es
planteada por Darío MARTÍNEZ MORALES: “El quehacer de la teología en nuestro
contexto”, en: ThX 55/3 155 jul-sep 2005 519-528.
[83] Cf., entre otros autores que tengo en cuenta para esta sección:
Urbano SÁNCHEZ GARCÍA: La opción del
cristiano. Síntesis actualizada de Moral Especial (2ª). III. Humanizar el mundo
por la corresponsabilidad en Cristo, la verdad, la vida, la justicia, la
libertad y la paz fraterna, o. c.,
p. 1050, nt. 2816, 71-124; Antonio HORTELANO ALCÁZAR: Moral alternativa. Manual de Teología Moral, o. c., p. 1118, nt.
2955, 192ss.
En su enc. LF
el Papa FRANCISCO nos advierte de entrada sobre dos actitudes que están
vigentes en nuestro momento, que suelen controvertir la posibilidad de
relacionar a la Verdad (“grande”) con la fe, y que, por su pertinencia para
nuestro punto, vale la pena tener en cuenta: una, en cierto modo “objetiva”, en
relación con la así llamada “verdad tecnológica”, y otra, “en cierto modo
“sujetiva”, en relación con la importancia de la denominada “experiencia
personal”: “Recuperar la
conexión de la fe con la verdad es hoy aun más necesario, precisamente por la
crisis de verdad en que nos encontramos. En la cultura contemporánea se tiende
a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad
tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con
su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida.
Hoy parece que ésta es la única verdad cierta, la única que se puede compartir
con otros, la única sobre la que es posible debatir y comprometerse juntos. Por
otra parte, estarían después las verdades
del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente
dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los
demás con la pretensión de contribuir al bien común. La verdad grande, la
verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con
sospecha. ¿No ha sido esa verdad —se preguntan— la que han pretendido los
grandes totalitarismos del siglo pasado, una verdad que imponía su propia
concepción global para aplastar la historia concreta del individuo? Así, queda
sólo un relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el
fondo la cuestión de Dios, ya no interesa. En esta perspectiva, es lógico que
se pretenda deshacer la conexión de la religión con la verdad, porque este nexo
estaría en la raíz del fanatismo, que intenta arrollar a quien no comparte las
propias creencias. A este respecto, podemos hablar de un gran olvido en nuestro
mundo contemporáneo. En efecto, la pregunta por la verdad es una cuestión de
memoria, de memoria profunda, pues se dirige a algo que nos precede y, de este
modo, puede conseguir unirnos más allá de nuestro « yo » pequeño y limitado. Es
la pregunta sobre el origen de todo, a cuya luz se puede ver la meta y, con
eso, también el sentido del camino común”: n. 25, en: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/encyclicals/documents/papa-francesco_20130629_enciclica-lumen-fidei_sp.html (La cursiva es mía).
[84] “Dado que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor entregando su
vida por nosotros, nadie tiene mayor amor que el que entrega su vida por Él y
por sus hermanos (cf. 1 Jn 3,16; Jn 15,13). Pues bien: algunos cristianos, ya
desde los primeros tiempos, fueron llamados, y seguirán siéndolo siempre, a dar
este supremo testimonio de amor ante todos, especialmente ante los
perseguidores. Por tanto, el martirio, en el que el discípulo se asemeja al
Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, y se
conforma a Él en la efusión de su sangre, es estimado por la Iglesia como un
don eximio y la suprema prueba de amor. Y, si es don concedido a pocos, sin
embargo todos deben estar prestos a confesar a Cristo delante de los hombres y
a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las persecuciones que nunca
faltan a la Iglesia”: LG 42b.
[85] ST IIa – II ae, q. 110, a. 3. Recuérdese que este es uno de los casos de “ley natural” asumido
por el CIC y se refiere al “consentimiento matrimonial”: “c. 1101 §1. El consentimiento interno de la voluntad se presume que está conforme con las palabras o signos empleados al celebrar el matrimonio. § 2. Pero si uno o ambos contrayentes excluyen con un acto positivo de la voluntad el matrimonio mismo, o un elemento esencial del matrimonio, o una propiedad esencial, contraen inválidamente.”
[86] Ib.q. 109, a. 3 ad 1.
[88] Cf. ECE, II Parte: Normas generales, art. 4. Por supuesto, habrá que discernir en los Reglamentos y en otros modos internos de proceder, las necesarias normas y procedimientos a seguir para cuando estas cada vez más frecuentes situaciones se presenten, tales como las concernientes a quiénes son los que formulan la invitación (directivos, profesores, estudiantes…), sobre qué asunto se tratará (cuestiones relativas a los currículos propiamente, o extracurriculares, o concernientes a una campaña política, etc.), bajo qué determinado tipo de apoyo financiero se realiza, y, por supuesto, indicando que cuanto se exponga por parte del invitado no representa la opinión oficial de la misma Institución.
[89] A este propósito es necesario mencionar las denominadas palabras y los llamados temas “tabú”. Se trata en este caso, de referencia a temas que “algunos consideran de mal gusto por aludir a realidades crudas, vulgares o que se intentan evadir. Estos términos hacen referencia a temas de sexo, religión, necesidades cotidianas como defecar u orinar, etc.”. “El eufemismo incluso puede hacer que la cruda realidad parezca completamente natural, por lo que es muy usado por los políticos para engañar y ganarse la simpatía del pueblo: neutralizar (= matar). No es lo mismo decir Se ha neutralizado a los indígenas que Se ha exterminado / masacrado / matado a los indígenas. La realidad es la misma, pero no la manera de expresarlo y el efecto que produce. El disfemismo consiste en utilizar expresiones peyorativas o negativas para describir personas, cosas, hechos, etc. Se trata de ridiculizar a lo que se nombra y puede haber un tono humorístico: poetastro, cacharro (para referirse a un coche de lujo), etc. También puede resultar cruel: Ayer vino esa cosa (= el novio de mi madre) a cenar”: Miquel MOLINA I DIEZ: art. “Tabú, eufemismo y disfemismo”, en (consulta marzo 2007): http://www.lukor.com/literatura/tabu.htm
[90] Se habla hoy en día de “autonomía”, de “libertad de enseñanza”,
de “libertad de cátedra”, etc., en un contexto jurídico en el que ellas se
precisan y desarrollan. En nuestro caso, estamos refiriéndonos a los
presupuestos y exigencias morales de las mismas, por supuesto.
Acerca del asunto, desde una
perspectiva que nos aporta el derecho comparado con el constitucional
colombiano antes referido (cf. también el Apéndice), puede verse: Manuel A.
NÚÑEZ: “Autonomía y libertad de enseñanza en las universidades con ideario
religioso. El caso de las Universidades católicas”, en: Manuel NÚÑEZ (coord.): Las Universidades católicas. Estudios
jurídicos y filosóficos sobre la educación superior católica Universidad
Católica del Norte Ediciones Universitarias Monografías jurídicas Escuela de
Derecho Antofagasta 2007 49-76.
[91] BENEDICTO XVI: Mensaje
“To Her Excellency Professor Mary Ann Glendon, President of the Pontifical
Academy of Social Sciences”, 28 de abril del 2007, en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/20173.php?index=20173&po_date=01.05.2007&lang=sp (Traducción mía).
[92] Cf. Urbano SÁNCHEZ GARCÍA: La opción del cristiano. Síntesis
actualizada de Moral especial 2ª. III. Humanizar el mundo por la
corresponsabilidad en Cristo, la verdad, la vida, la justicia, la libertad y la
paz fraterna, o. c., p. 1050,
nt. 2816, 86 y 117-118.
[93] Cf. ibíd., 116.
[94] La expresión es, precisamente, de S. Ignacio de Loyola.
[95] El texto es tan importante, que, de nuevo, fue citado por el Concilio
Vaticano II (cf. GS 92b).
[96] «Sunt tamen non pauca,
quae Catholica etiam Ecclesia theologis disputanda permittit, quatenus haec non
omnino certa sint, et quatenus etiam, ut celeberrimus Angliae scriptor loannes
Henricus Newman Cardinalis animadvertit, eiusmodi controversiae unitatem non
discindant Ecclesiae, sed potius ad altiorem melioremque dogmatum
intellegentiam, ex ipso variarum sententiarum attritu novum praebendo lumen,
non parum conferant, ad eamque assequendam viam sternant ac muniant (cf. J. H. Newman, Difficulties of Anglicans, vol. I,
lect. X, p. 261s.). Verumtamen commune illud effatum, quod, aliis verbis
interdum expressum, variis tribuitur auctoribus, semper retinendum probandumque
est: In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas”: Ad Petri cathedram, 29 junio de 1959,
III,8, en: http://www.vatican.va/holy_father/john_xxiii/encyclicals/documents/hf_j-xxiii_enc_29061959_ad-petri_lt.html
[97] "Omne verum, a quocumque dicatur, a Spiritu
Sancto est": “S. Tomás DE AQUINO : ST I, II, 109,
1 ad 1, que retoma la conocida expresión del Ambrosiastro, In prima Cor 12,3 : PL
17, 258”. El Papa FRANCISCO lo ratifica
al afirmar que “Aun las personas que puedan ser
cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse”: en
EG 236.
[98] «Convencido
profundamente de que « omne verum a quocumque dicatur a Spiritu Sancto est »,
santo Tomás amó de manera desinteresada la verdad. La buscó allí donde pudiera manifestarse, poniendo de relieve al
máximo su universalidad. El Magisterio de la Iglesia ha visto y apreciado en él
la pasión por la verdad; su pensamiento, al mantenerse siempre en el horizonte
de la verdad universal, objetiva y trascendente, alcanzó ‘cotas que la
inteligencia humana jamás podría haber pensado’. Con razón, pues, se le puede
llamar ‘apóstol de la verdad’.52
Precisamente porque la buscaba sin reservas, supo reconocer en su realismo la
objetividad de la verdad. Su filosofía es verdaderamente la filosofía del ser y
no del simple parecer»: JUAN PABLO II: enc. FER 44c. En: http://www.vatican.va/edocs/ESL0036/__PA.HTM#-1E
[99] Cf. s. Tomás DE AQUINO: ST IIa-IIae
q. 109, a. 1,3.
[100] Ya nos referimos a la “verdad en relación con lo que somos”, lo
cual depende de nuestro esfuerzo personal por “saber lo que realmente somos”:
tomar conciencia de nuestra realidad total y universal, interiorización
mediante procesos individuales y comunitarios, ser fieles a nosotros mismos,
esfuerzo continuo por ser uno mismo, y, por último, desarrollar un proceso
personal-comunitario que nos permita desplegar a plenitud nuestras propias
posibilidades. Cf. Urbano SÁNCHEZ GARCÍA: La
opción del cristiano. Síntesis actualizada de Moral especial 2ª. III. Humanizar
el mundo por la corresponsabilidad en Cristo, la verdad, la vida, la justicia,
la libertad y la paz fraterna, o. c.,
p. 1050, nt. 2816, 82s.
[100 bis] La "historia de la salvación" y su "filantropía" forman parte de aquella "Oikonomía" que era tan atractiva de descubrir y de proclamar a los Padres de la Iglesia, por cuanto en los hechos vinculados con el cosmos y la naturaleza, pero también en los que provienen de la actividad histórica de los seres humanos, veían ellos la expresión de la "misericordia" del Dios Uno y Trino. Quizás uno de los que más polemizó al respecto, pero contribuyó así a elucidar y a definir mejor el contenido "ortodoxo" del anuncio evangélico en la misión de la Iglesia fue, precisamente, San Gregorio de Nisa (330-394). Véanse al respecto los textos del querido colega Orlando SOLANO PINZÓN, y en particular el publicado en compañía de Giulio MASPERO: “Essere, storia e misericordia: l’oikonomia nella discussione tra Gregorio di Nissa e Eunomio” en ThX 186 2018 1-24.[101] En relación con los valores de la comunicación social mediatizada y sobre la corresponsabilidad que ejercen quienes operan las TICs, cf. Cf. Urbano SÁNCHEZ GARCÍA: La opción del cristiano. Síntesis actualizada de Moral especial 2ª. III. Humanizar el mundo por la corresponsabilidad en Cristo, la verdad, la vida, la justicia, la libertad y la paz fraterna, o. c., p. 1050, nt.2816, 78-80 y 122s. La Santa Sede planteó su punto de vista respecto de la “sociedad de la información” en exposición del Arzobispo Diarmuid MARTIN, el 3 de julio de 2002, en: http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/documents/rc_seg-st_doc_20020703_martin-information-society_en.html También ha de verse, como diremos seguidamente, del Papa Benedicto XVI, su Mensaje para la XLV Jornada mundial de las comunicaciones sociales: “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”, 5 de junio 2011, en: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/communications/documents/hf_ben-xvi_mes_20110124_45th-world-communications-day_sp.html
[100 bis] La "historia de la salvación" y su "filantropía" forman parte de aquella "Oikonomía" que era tan atractiva de descubrir y de proclamar a los Padres de la Iglesia, por cuanto en los hechos vinculados con el cosmos y la naturaleza, pero también en los que provienen de la actividad histórica de los seres humanos, veían ellos la expresión de la "misericordia" del Dios Uno y Trino. Quizás uno de los que más polemizó al respecto, pero contribuyó así a elucidar y a definir mejor el contenido "ortodoxo" del anuncio evangélico en la misión de la Iglesia fue, precisamente, San Gregorio de Nisa (330-394). Véanse al respecto los textos del querido colega Orlando SOLANO PINZÓN, y en particular el publicado en compañía de Giulio MASPERO: “Essere, storia e misericordia: l’oikonomia nella discussione tra Gregorio di Nissa e Eunomio” en ThX 186 2018 1-24.[101] En relación con los valores de la comunicación social mediatizada y sobre la corresponsabilidad que ejercen quienes operan las TICs, cf. Cf. Urbano SÁNCHEZ GARCÍA: La opción del cristiano. Síntesis actualizada de Moral especial 2ª. III. Humanizar el mundo por la corresponsabilidad en Cristo, la verdad, la vida, la justicia, la libertad y la paz fraterna, o. c., p. 1050, nt.2816, 78-80 y 122s. La Santa Sede planteó su punto de vista respecto de la “sociedad de la información” en exposición del Arzobispo Diarmuid MARTIN, el 3 de julio de 2002, en: http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/documents/rc_seg-st_doc_20020703_martin-information-society_en.html También ha de verse, como diremos seguidamente, del Papa Benedicto XVI, su Mensaje para la XLV Jornada mundial de las comunicaciones sociales: “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”, 5 de junio 2011, en: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/communications/documents/hf_ben-xvi_mes_20110124_45th-world-communications-day_sp.html
El desarrollo universitario inmediato está
siendo confrontado por retos tales como los “modelos educativos apoyados en las
TICs, las TICs en el aula, los entornos virtuales de educación, las
herramientas para el aprendizaje desde la virtualidad, las plataformas
virtuales de educación, el uso del software libre en la educación, la relación
entre diseño de cursos y las TICs, los enfoques de evaluación en línea, los aspectos éticos y legales
en la educación en línea, los
estándares de calidad para modelos virtuales”: En (consulta julio 2007):
UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE BOLÍVAR: Congreso "Las Tic al Servicio de la
Educación", Cartagena, 10 al 13 de Octubre de 2007, en: http://edutic.unitecnologica.edu.co/
[102] El título de su obra es, precisamente: Formación del tutor para
la educación a distancia y los ambientes virtuales de aprendizaje en la
Universidad colombiana 1974-2002 Javegraf Colección Tesis Doctorales
RUDECOLOMBIA 4 Bogotá 2006.
[103] Cf. al respecto el texto de Juan TENA: “Sociedad
del conocimiento y divulgación científica. Entre lo importante y lo interesante”, (“Conferencia pronunciada el 6 de noviembre de 2006 en la
Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo
León de Monterrey (México), en el 2do. Coloquio Internacional “Tecnologías de
la Información y Comunicación Social hacía la Sociedad del Conocimiento”. La importancia
de la divulgación de la ciencia en las sociedades del conocimiento”). En: http://www.imasd-tecnologia.com/wordpress/?p=11 También, del S. P. Benedicto XVI, su mensaje “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”, para la XLV
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, presentado el 24 de enero de
2011, en: http://press.catholica.va/news_services/bulletin/news/26754.php?index=26754&lang=sp#TRADUZIONE%20IN%20LINGUA%20SPAGNOLA
[104] “En este modelo, Fernández del Moral distingue tres niveles de
comunicación científica. En el
primero encontramos a los especialistas en aquellas materias que han conseguido
el rango de especialidad, separándose incluso de la rama común de la que
partieron. A esta categoría pertenecen, por ejemplo, las especialidades de la
física, y entre ellas la astrofísica. Dentro de este nivel, los científicos aún
se comprenden entre sí. Teóricamente, la comunicación es aún posible. En el
segundo nivel se encuentran los científicos de un área de conocimiento a la que
se le haya concedido la categoría de ciencia. A este nivel pertenecen las
distintas ciencias experimentales: Química, Física, Biología, Matemáticas,
Astronomía, etc. Los científicos de una de estas ciencias no pueden aspirar a
estar al día de todos los avances en las otras. En el tercer nivel se
encuentran todas las ciencias divididas en humanísticas y experimentales. Aquí,
como hemos visto, la comunicación prácticamente no existe.” Así se expresa
Sebastián MUSSO: “Periodismo científico”, en (consulta marzo 2007): http://www.cielosur.com/pc5.php
[105] Cf. los cc. 227, para lo que se refiere “a los asuntos terrenos”,
y 218, para lo que tiene que ver con “las ciencias sagradas”.
Históricamente ha existido al respecto, sobre
todo en el último siglo, una creciente toma de conciencia sobre este punto. Es
innegable. Las consecuencias de hechos del pasado repercuten todavía sobre la
imagen que proyecta, para algunos, hoy la Iglesia, como sucede, para citar un
ejemplo, en el campo de la relación entre las ciencias y los contenidos de la
fe cristiana, o, al menos, con cierta expresión y defensa de los mismos. Ya
hemos registrado los pronunciamientos del Papa JUAN PABLO II y de la COMISIÓN
TEOLÓGICA INTERNACIONAL con ocasión del Jubileo del año 2000 (cf. Cap. 5°, p.
759, nt. 2057).
Pero, para enriquecer ese hecho, valga la
ocasión para mencionar la publicación, por parte del Archivo Secreto Vaticano,
de la documentación que posee acerca del “caso Galileo Galilei” en el s. XVI:
“Creemos pues, que, supuesta esta base, una de las cuestiones que más
gravemente han probado la historia de la Iglesia de nuestros tiempos y la
conciencia moderna, y han tenido una parte considerable en la cuestión de
relaciones entre ciencia y fe, puede ser razonablemente considerada y llevada
de nuevo a sus justos términos”: I documenti del processo di Galileo Galilei,
a cura di SERGIO PAGANO (collaborazione di ANTONIO G. LUCIANI) Città del
Vaticano 1984: en: http://asv.vatican.va/es/stud/download/CAV_21.htm
[106] Iván F. MEJÍA ÁLVAREZ: Algunos
elementos introductorios a la Teología moral, o. c., p. 570,
nt. 1590, 144-145. Cf. René SIMON: Moral
Herder Barcelona 1981 4a; E. KACZYNSKI: “La coscienza morale nella teologia
catolica” en Angelicum 68/1 1991
65ss. Según señala Franco ARDUSSO, Sergio BASTIANEL S. J., profesor de teología
moral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, considera que “en los casos
de conflicto entre la conciencia moral personal y una formulación normativa
explícita del Magisterio, se invita ante todo a no apelar de manera incorrecta
a la conciencia, suplantando esta por una opinión cualquiera. «Propiamente no
habría que decir: ‘yo, en conciencia, digo que...’; no se trata primariamente
de la reivindicación de un derecho, sino más bien el reconocimiento de una
obligación»”: Franco
ARDUSSO: Magisterio eclesial. El
servicio de la Palabra, o. c., p. 155, nt. 367, 141.
Notas finales
[i] Recuérdese todo lo dicho, p. ej., de la “pedagogía
ignaciana”; pero, de igual manera habría que referirse a la propuesta
salesiana, para dar otro ejemplo - Francisco DE SALES (1567-1622) –, o a la
propuesta lasallista, para dar otro más – Juan Bautista DE LA SALLE (1651-1719)
–.
Es típica en esta atención a
la formación integral de las personas, la experiencia ignaciana de la “cura
personalis”, tema reiterado por el Propósito General de la Compañía de Jesús,
Padre Peter-Hans Kolvenbach S. J. en sus diversas intervenciones, como ocurrió
el 2 de mayo de 2006 en la Universidad Alberto Hurtado de Chile. En ese
entonces, como relata Carlos Julio CUARTAS CHACÓN para la revista Hoy en la Javeriana, el Padre General
“anotaba que la ‘cura personalis’ constituye ‘una exigencia que permanece como
desafío en el nivel universitario… Se trata de la atención dada a cada uno de
los estudiantes, el cuidado de la persona, de la personalidad… [que] durante
siglos ha constituido el gran atractivo
de la educación ignaciana”. El Padre Gerardo REMOLINA, antiguo Rector de la
Pontificia Universidad Javeriana, consideraba, al citar este texto, que era
necesario insistir en “la autonomía y el acompañamiento a estudiantes
universitarios” “preparadas con base en lo establecido en el Proyecto Educativo
Javeriano –PEJ-: “Autonomía” (nn. 7, 11, 14, 17 y 21 del PEJ); “Acompañamiento”
(nn. 4, 5, 10 y 20 del PEJ): (Revista de febrero de 2007 13-14).
Sobre el tema de la
“formación integral” volvió el Cardenal Tarcisio BERTONE en su encuentro con
los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en La
Habana (Cuba), el 27 de febrero de 2008. Allá definió a “la Universidad como
una comunidad comprometida en la búsqueda de la verdad y en el servicio a
los hombres y a sus derechos fundamentales.” En: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/21739.php?index=21739&lang=sp
[ii] Adriana ARISTIMUÑO: “Las competencias en la educación
superior: ¿demonio u oportunidad?”, en (consulta mayo 2007): http://www.upf.edu/bolonya/butlletins/2005/febrer1/demonio.pdf
El Papa BENEDICTO XVI
dirigiéndose precisamente a los jóvenes universitarios italianos, el 9 de
noviembre de 2007, les decía: “Es precisamente en este ámbito que la FUCI
(Federación Universitaria Católica Italiana) puede expresar plenamente también
hoy su carisma antiguo y siempre actual: es decir, el testimonio convencido de
la «posible amistad» entre la inteligencia y la fe, que implica el esfuerzo
incesante de conjugar la maduración en la fe con el crecimiento en el estudio y
la adquisición del saber científico. En este contexto adquiere significativo
valor la expresión que os es querida: «creer en el estudio». En efecto, ¿por
qué se ha de mantener que quién tiene fe deba renunciar a la investigación
libre de la verdad, y quien busca libremente la verdad deba renunciar a la fe?
Por el contrario, es posible, precisamente durante los estudios universitarios
y gracias a ellos, realizar una auténtica maduración humana, científica y
espiritual. «Creer en el estudio» quiere decir reconocer que el estudio y la investigación
– especialmente durante los años de la Universidad – poseen una fuerza
intrínseca de ampliación de los horizontes de la inteligencia humana, con tal
que el estudio académico conserve su perfil exigente, riguroso, serio, metódico
y progresivo. Bajo estas condiciones, más aún, él representa una ventaja para
la formación global de la persona humana, como solía decir el beato José
Tovini, observando que, con el estudio, los jóvenes no estarían jamás pobres,
mientras sin el estudio no serían jamás ricos. El estudio constituye, al mismo
tiempo, una oportunidad providencial para avanzar en el camino de la fe, porque
la inteligencia bien cultivada abre el corazón del hombre a la escucha de la
voz de Dios, evidenciando la importancia del discernimiento y de la humildad.
Precisamente al valor de la humildad me refería en la reciente Ágora de Loreto,
cuando exhortaba a los jóvenes italianos a no seguir el camino del orgullo,
sino, por el contrario, aquel que aporta un realista sentido de la vida abierto
a la dimensión trascendente. Hoy, como en el pasado, quien quiere ser discípulo
de Cristo es llamado a andar contra la corriente, a no dejarse atraer por
llamadas interesadas y persuasivas, provenientes de diversos púlpitos desde
donde son publicitados comportamientos caracterizados por la arrogancia y la
violencia, por la prepotencia y por la conquista del éxito con cualquier medio.
Se constata en la sociedad actual una carrera a veces desenfrenada por aparecer
y por tener con perjuicio lamentablemente del ser, y la Iglesia, maestra de
humanidad, no se cansa de exhortar especialmente a las nuevas generaciones, a
las cuales vosotros pertenecéis, a manteneros vigilantes y a no temer escoger
vías «alternativas» que sólo Cristo sabe indicar”: En: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/21078.php?index=21078&po_date=09.11.2007&lang=sp
La Pontificia Universidad Javeriana adelanta (2017) un nuevo proyecto de revisión de sus políticas en relación con el profesorado, que incluirá a su debido momento una reforma del Reglamento de Profesores, al que se ha aludido en estas páginas. Con este motivo fueron entregados a la comunidad los documentos aprobados y, con ellos, unos anexos entre los cuales se incluye, además de un texto del ya mencionado R. P. Alfonso Borrero C., S. J., a quien he citado en diversos lugares, otro, que por diversos motivos invito cordialmente a leer, proporcionado por el Dr. Alvaro RUÍZ MORALES, médico especializado en Medicina Interna y profesor de la misma y de Epidemiología en esta Universidad: “Un profesor en la universidad”, en: http://www.javeriana.edu.co/documents/16089/300319/Documentos+de+inter%C3%A9s+-+Profesor/98681dc1-1a5f-43d7-aceb-d77dc2ab01a8
La Pontificia Universidad Javeriana adelanta (2017) un nuevo proyecto de revisión de sus políticas en relación con el profesorado, que incluirá a su debido momento una reforma del Reglamento de Profesores, al que se ha aludido en estas páginas. Con este motivo fueron entregados a la comunidad los documentos aprobados y, con ellos, unos anexos entre los cuales se incluye, además de un texto del ya mencionado R. P. Alfonso Borrero C., S. J., a quien he citado en diversos lugares, otro, que por diversos motivos invito cordialmente a leer, proporcionado por el Dr. Alvaro RUÍZ MORALES, médico especializado en Medicina Interna y profesor de la misma y de Epidemiología en esta Universidad: “Un profesor en la universidad”, en: http://www.javeriana.edu.co/documents/16089/300319/Documentos+de+inter%C3%A9s+-+Profesor/98681dc1-1a5f-43d7-aceb-d77dc2ab01a8
[iii] La Organización Mundial de la Salud ha definido como “Droga" a toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración, de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es, además, susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas»: en (consulta mayo 2007): http://www.drogas.cl/drogas_detail.htm Por lo tanto, desde el punto de vista de esta definición y apreciación también los compuestos y derivados del alcohol debe ser considerados una “droga”, así las legislaciones los consideren en muchos casos por aparte. Los efectos que tiene el consumo de drogas sobre los individuos (y sus descendientes biológicos) deben ser advertidos junto con los que produce dicho consumo en las comunidades y en las sociedades locales, regionales, nacionales e, incluso, en el ámbito mundial, en el momento presente, pero también hacia el futuro.
El Señor Cardenal Peter Kodwo Appiah TURKSON, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, con motivo de las anuales Jornadas Internacionales contra el Abuso y el Tráfico Ilegal de Drogas, instituidas por las Naciones Unidas, se ha detenido en estos últimos años sobre los problemas relacionados con este consumo.
En el año 2017, su "Mensaje" se dirigió a todas "las conciencias" con el fin de "sensibilizarlas" sobre la magnitud de este fenómeno y sus desastrosos efectos individuales y sociales, que modifican los "modelos de consumo" e inducen "la satisfacción de los deseos de forma compulsiva". Se apoya este fenómeno, afirmaba él, en efecto, sobre "un mercado vergonzoso - e ilegal - que cruza las fronteras nacionales y continentales, entrelazado con la mafia y el narcotráfico". Antiguas y nuevas sustancias (la heroína y otros opiáceos; el cannabis tan difundido; nuevos psicoactivos: éxtasis, p. ej.) compiten para ganarse el interés y la voluntad de las personas, comenzando por sujetos cada vez más jóvenes (policonsumidores de drogas y alcohol). Se ha ido dejando de lado la valoración ética e incluso legal del fenómeno, y se ha incrementado la ponderación de su uso lúdico y, sobre todo, terapéutico. El fenómeno, con todo, no se reduce a estas expresiones del mismo, porque incluye también otras adicciones, tales como la adicción a los juegos de azar, la ludopatía, que no por tener un componente de impuestos estatales conviene a la prevención de la misma, todo lo contrario. Y añadía: "las estrategias de intervención no pueden ser sólo especializadas o de reducción de los daños, ni tampoco pueden considerar las drogas como fenómeno de colusión con los problemas sociales y la desviación. La reducción del daño debe implicar necesariamente tanto la asunción de responsabilidad toxicológica como la integración con los programas terapéuticos personalizados, de carácter psicosocial, sin dar lugar a formas de cronicidad, nocivas para la persona y éticamente reprobables. Destinada a evitar los daños colaterales de la adicción, la reducción de riesgos expresa, sin embargo, instancias de naturaleza más epidemiológica que terapeútica configurándose como una estrategia de control social y profilaxis higiénica. El riesgo real es que conduzca de forma más aséptica y menos visible, a la muerte psicológica y social del adicto, retardando la física. Considerar a las personas como irrecuperables es un acto de rendición que contrasta con la dinámica psicológica responsable del cambio y ofrece coartadas a la falta de esfuerzos del adicto y a las instituciones que tienen la tarea de prevenir y curar. En otras palabras, no se puede aceptar que la sociedad metabolice el consumo de drogas como si fuera un rasgo crónico de la época, similar al alcoholismo y a la adicción al tabaco, evitando así el debate sobre los límites de la libertad del estado y del ciudadano frente al uso de sustancias. Análogamente no se deben minimizar las dependencias que nacen y se desarrollan con características complejas, relacionadas con la pre-existente evidencia clínica o como consecuencia del uso de sustancias psicoactivas: es el caso del llamado 'diagnóstico dual', terreno del trastorno psiquiátrico, que exige mucho en fase de tratamiento. Es evidente que no existe una causa única que conduce a la adicción a las drogas, pero hay muchos factores involucrados, incluyendo la falta de una familia, la presión social, la propaganda de los traficantes, el deseo de nuevas experiencias. Cada adicto a las drogas tiene una historia personal diferente que necesita ser escuchada, comprendida, amada, y siempre que sea posible, recuperada y purificada. No podemos caer en la injusticia de catalogar al tóxico-dependiente como si fuera un objeto o un mecanismo roto; cada persona necesita ser valorada y apreciada en su dignidad con el fin de ser curada' [Papa Francisco. Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la Academia Pontifica de las Ciencias sobre Narcotics: Problems and Solutions of this Global Issue, 24 de noviembre 2016]. Las "buenas prácticas" en contra de la estandarización resignada o el delegar en unos pocos con buena voluntad, nos llaman al deber de prevención, actitud de solicitud encaminada a “cuidar” en términos de promoción de la salud en el sentido más amplio y más completo. Políticas y estrategias de amplia visión basadas en la prevención primaria, no pueden por menos que llamar a todos los agentes sociales, a partir del compromiso de educar. El escenario al que todos nos enfrentamos está marcado por la pérdida de los antiguos primados por parte de la familia y la escuela, por la ausencia de autoridad de las figuras adultas y por las dificultades que se registran en ámbito parental; esto demuestra que este no es momento de protagonismos, sino más bien de "redes", capaces de reactivar las sinapsis sociales, educativas, la superación de las competiciones inútiles, el delegar y las formas de irresponsabilidad. Para evitar que los jóvenes crezcan sin “cuidado”, más criados que educados, atraídos por "prótesis curativas” como saben aparentar muy bien las drogas, cada actor social debe conectarse e invertir en un terreno compartido de valores educativos básicos e imprescindibles orientados a la formación integral de la persona. Es notable en este sentido, el compromiso y la perseverancia de los profesionales de los servicios sociales privados y de los voluntarios que, desde la aparición del problema de las drogas, han puesto a punto las primeras respuestas. Su trabajo, a menudo infravalorado, merece la debida atención y apoyo práctico. De las comunidades terapéuticas, entre otras, vienen señales de cambio de alto valor educativo, útiles en los programas de rehabilitación y aún más en el campo de la prevención. "El aspecto educativo es fundamental, especialmente en el momento vulnerable e inacabado de la adolescencia,cuando se alternan intensos momentos de descubrimiento y curiosidad, pero también de depresión, apatía y comportamientos que ponen simbólica o realmente en peligro la vida. Estas conductas, deliberadamente transgresoras, están encaminadas a derribar el sufrimiento causado por la sensación de estar frente al muro infranqueable de un presente que nunca termina y un futuro que no se puede entrever. Son llamadas a vivir, pero también llamadas de ayuda y apoyo dirigidas a los adultos capaces de transmitir el sabor de la vida y el sentido de cuánto sea preciosa' [Cfr. David Le Breton, Cambiare pelle. Adolescenti e condotte a rischio, Bologna EDB 2016]": véase el mensaje íntegro del 26 de junio de 2017, en: http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/06/26/mens.html Volveremos sobre el tema en las nt. finales siguientes, especialmente en la v.
En su "Mensaje" de 2018, el Señor Cardenal recordó que el informe de la Oficina de las Naciones Unidas para el Control de las Drogas y la Prevención del Crimen (ONUDD) señaló que, en 2015, alrededor de 250 millones de personas en todo el mundo habían consumido drogas y, de ellas, 29.500.000 padecían trastornos causados por su consumo. En particular, entre los 12 millones de personas que usaban drogas inyectables, más de la mitad (6.100.000) se veían afectadas por la hepatitis C, mientras que 1.300.000 vivían sea con la hepatitis C que con el virus VIH / SIDA. Son numerosos los daños causados por el uso y abuso de estupefacientes no solo para la salud sino también para el desarrollo, la paz y la seguridad en todas las regiones del mundo: World Drug Report 2017, vol. 1 p. 9, 11). Seguidamente afirmó en relación con los jóvenes y su educación: "Los jóvenes son las primeras víctimas de las drogas. Inmersos en una sociedad relativista y hedonista, reciben propuestas alienantes: de los valores, de una realidad concreta y encaminada hacia la plena realización de uno mismo. Las nuevas generaciones viven a menudo en una forma "virtual"[ Cf. Francisco, Encuentro con la diócesis de Roma, basílica de San Juan de Letrán, 14 de mayo 2018], que les ofrece "un amplio abanico de opciones para alcanzar una felicidad efímera, que al final se convierte en veneno que corroe, corrompe y mata. La persona poco a poco se destruye y con ella destruye a todos los que la rodean. El deseo inicial de fuga, en busca de una felicidad momentánea, se convierte en la devastación de la persona en su integridad, con repercusiones en todos los estamentos sociales"[Francisco, Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la Pontificia Academia de las Ciencias sobre “Narcotics: problems and solutions of this global issue”, 24 noviembre 2016]. Está claro, como afirma el Papa Francisco, que en muchos casos estas formas de dependencia no son una consecuencia de haber cedido a un vicio, sino un efecto de las dinámicas de exclusión: "¡Hay todo un armamento mundial de droga que está destruyendo a esta generación de jóvenes destinada al descarte!"[cf. XV Asamblea General ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, Instrumentum Laboris, Ciudad del Vaticano 2018, n. 50]. Debemos proponer a nuestros jóvenes programas educativos eficaces y concretos, que desarrollen su potencial y eduquen sus corazones a la alegría de la profundidad, no de la superficialidad [cf. Francisco, Discurso durante el encuentro con el Comité Directivo del CELAM, Bogotá 7 septiembre 2017]. En el proceso de ayuda es importante la relación humana ya que "la llamada a la alegría y a la vida en plenitud se sitúa siempre dentro de un contexto cultural y de relaciones sociales"[cf. XV Asamblea General ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, Instrumentum Laboris, Ciudad del Vaticano 2018, n. 9]. Aunque la prevención sea el camino prioritario, es importante trabajar para la rehabilitación de las víctimas de las drogas en la sociedad, para devolverles la verdadera alegría de vivir [Francisco, Discurso a los participantes en el encuentro promovido por la Pontificia Academia de las Ciencias sobre “Narcotics: problems and solutions of this global issue”, 24 noviembre 2016] para que no se sientan discriminadas o estigmatizadas, sino aceptadas y comprendidas, para un camino de renovación interna encaminado a la búsqueda del bien." Véase al respecto el Mensaje del Cardenal Peter Kodwo Appiah TURKSON con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso indebido y el Tráfico ilícito de Drogas que se celebra hoy, 26 de junio de 2018, en: http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/06/26/con.html
[iv] La dopamina es uno de los neurotransmisores
más importantes del sistema nervioso central. Es producida en varias partes del
sistema nervioso, especialmente en la “sustancia negra”, y tiene como función
activar o inhibir receptores celulares. Como neurohormona liberada por el
hipotálamo, su función principal es inhibir la liberación de prolactina del
lóbulo anterior de la hipófisis (o glándula pituitaria, que regula la
homeostasis, promueve el crecimiento de tejidos y huesos, el desarrollo de los
acinos mamarios, estimula la generación de otras hormonas en la tiroides, en
las glándulas suprarrenales, en las gónadas, y produce la ovulación).
La serotonina es
otro neurotransmisor-hormona. Se produce en el cerebro y en un 90% se dirige al
sistema digestivo donde regula el intestino. Está presente en el metabolismo
del hueso, en la producción de leche materna, en la regeneración hepática y en
la división celular. Pero, de igual manera, tiene que ver con el peristaltismo
intestinal y con la regulación del apetito, con la coagulación, con el
equilibrio, con la integridad ósea, con el ejercicio sexual y otras expresiones
del comportamiento exterior del individuo, con el sueño y con los estados de
ánimo de ansiedad o de felicidad.
La noradrenalina (o norepinefrina)
también puede actuar como neurotransmisor y como hormona. En cuanto a lo
primero, es generada por las neuronas del sistema simpático, afectando el
funcionamiento del corazón. En cuanto a lo segundo, su función consiste
pincipalmente en controlar el estrés y la atención del cerebro, exigiendo la
mayor oxigenación del mismo en los momentos de crisis en que se ha de
reaccionar huyendo o combatiendo. También contribuye a suprimir las
infamaciones eventuales del cerebro y al aumento del tono muscular. Está muy
vinculada con la depresión.
Las endorfinas, junto con la metionina-encefalina y leucina-encefalina, son producidas en los animales vertebrados por la glándula pituitaria y por el hipotálamo acompañando el consumo de alimentos picantes o de chocolate, el dolor, el enamoramiento, la excitación y el orgasmo, aseguran los expertos del National Health Service de Inglaterra (http://news.bbc.co.uk/2/hi/4703166.stm). Sirven como neurotransmisores en el sistema nervioso central. Se trata de péptidos opioides endógenos al organismo, cuyo efecto es similar al de los opiáceos, es decir, analgésico y procurador de sensación de bienestar.
[v] Aquí mismo estamos
advirtiendo las posiciones asumidas tanto por la ONU como por la Santa Sede
(cf. nt 3112). La Iglesia católica ha sido reiterativa en su posición ante los
Organismos internacionales cuando ha insistido en la necesidad de asumir
acciones concretas y valientes, acciones que no pueden situarse en ninguno de
estos extremos: por una parte, de quienes consideran que el problema es tan del
individuo que nada importan los efectos sociales que tiene el abuso de las
drogas; por otra, que el asunto es tan propio de las políticas de salud, que
para nada se valore la importancia que tienen los efectos del mismo en un
individuo cualquiera, en su dignidad, en su conciencia, en su libertad.
En
efecto, cuando están de por medio la salud, la dignidad y la vida de la persona
de los drogodependientes es necesario emplear todos los medios y los recursos
disponibles para contrarrestar con fuerza este grave fenómeno, así,
lamentablemente, hoy en día se hable cada vez menos de él; ciertamente, sigue
siendo un fenómeno que provoca destrozos, calamidades y víctimas, especialmente
entre los jóvenes, en proporciones espantosas e inaceptables. Por eso, querer
vivir en una sociedad libre de la droga exige de los Estados la fuerte voluntad
política de extirpar definitivamente este fenómeno que, pesimistamente, algunos
consideran una realidad que ha llegado a formar parte ineludible de nuestro
vivir cotidiano y para la que simplemente se podrían limitar los daños. Por el
contrario, la experiencia de muchos nos dice que el haber sustituido la droga
con la droga ha agravado aún más la situación en el curso de los años,
volviendo crónica la dependencia. Por eso, a la vista de unas y otras “soluciones”,
la Iglesia considera que se elude el problema cada vez que se continúa sin
responder a la cuestión por el sentido de la vida, el cual constituye el
verdadero centro del problema. Más aún, ella sugiere proseguir una actividad
capilar de las organizaciones así como de las instituciones suyas que trabajan
en el sector asumiendo ese criterio como básico y fundamental de sus acciones.
Dirigiéndose a la Comisión de Estupefacientes
de la ONU el Arzobispo Javier LOZANO BARRAGÁN expuso la posición de la Santa Sede
en forma puntual y sustentada: “En efecto, en la demanda de la droga el drogadicto busca nuevas sensaciones que le
causen experiencias inéditas de placer; pero al hacerlo, rompe totalmente su
armonía, destruye su persona, el tejido social y el mismo ambiente. En la oferta de la droga, el productor y el
traficante buscan el dinero, el poder y el bienestar; pero su bienestar es sólo
ilusión, pues se arruinan a sí mismos y dejan a su paso un vacío total social,
ambiental y espiritual”: Viena, 16-17 de abril de 2003, en (consulta mayo
2007): http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/2003/documents/rc_seg-st_20030417_cnd-mons-barragan_sp.html
En su visita al Hospital San Francisco de Asís, en Rio de Janeiro, Brasil, el 24 julio de 2013, el S. P. FRANCISCO retornó sobre el problema y, en particular, sobre algunas corrientes actuales que en diversos países propugnan por la “liberalización del consumo de drogas” como respuesta adecuada a “la propagación y la influencia de la dependencia química” en las presentes condiciones de la sociedad, latinoamericana y aún mundial, en la que “¡«mercaderes de muerte» (que ) siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! (: es) la plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte”: véase: http://attualita.vatican.va/sala-stampa/bollettino/2013/07/24/news/31442.html#TRADUZIONE%20IN%20LINGUA%20SPAGNOLA De inmediato, quien ha sido uno de los primeros propulsores de la iniciativa de la legalización de las drogas y quien fuera Fiscal de la Nación, el dr. Gustavo de GREIFF R., respondió (véase su columna “No, su santidad. Las drogas y la estrategia prohibicionista”, en El Tiempo, sábado 27 de julio de 2013, “debes leer”, 39). Su argumentación, reiterada en múltiples oportunidades, inclusive a raíz del pronunciamiento antes mencionado del S. Padre, consiste básicamente en que se deben acompañar las "campañas educativas para disuadir del consumo" y "el suministro de ayudas médicas a los adictos", cosa ciertamente loable e indispensable, con la "legalización o regulación de la producción y del comercio de las drogas", "hoy prohibidas" y atacadas mediante la destrucción de cultivos, laboratorios, medios de transporte, confiscación de bienes, prisión y extradición "y otras medidas punitivas", como él mismo señala. En su criterio, que comparten otras personas socialmente muy estimadas, y este es el punto sobre el que quisiera detenerme, se trata, en la actualidad, de dos puntos que hacen a esta actividad y situación merecedoras de atención: ante todo, que se trata de un "negocio de los traficantes"; segundo, que no se está "controlando el suministro de drogas a los consumidores".
El problema, tal como se propone, adolece de una mirada aún más profunda, antropológica y ética, en mi concepto, y es a ella a la que alude el Papa en su intervención. Porque la producción y la distribución de drogas alucinógenas generan en sus consumidores dependencia, es decir, primero afectan a la persona que las consume en lo más interior porque distorsionan en ella su apreciación de la realidad y le debilitan su capacidad para discernir y para elegir; pero, además, por otro lado, la hacen dependiente y esclava de esas mismas substancias: y esta doble postración no debiera estimarse asunto de poca monta en orden al logro del bien y finalidad del conjunto de la sociedad y del Estado (Constitución Nacional, art. 2), de los que cada persona es miembro único e indispensable.
El "negocio", que hoy lo es ciertamente, no dejaría de serlo al pasar de los traficantes particulares al Estado. ¡Y con qué se está comerciando! Ahora bien, que un particular asuma ese tipo de negocio es muy grave. Pero que se pretenda pasárselo – nunca dejará de ser negocio: aunque le pongamos el nombre que queramos – al Estado, "para promover el bienestar de los asociados", ¡sería la peor contradicción! A no ser que, para arreglar el problema ya no lo consideráramos objetivamente ofensivo a la dignidad de la persona sino que lo convirtiéramos en algo meramente semántico: que se pretenda otra definición y comprensión del Estado y de sus tareas fundamentales (¿de qué "bienestar" hablamos"? Una noción bien difusa y confusa, sobre todo si se la alía con la de "libertad", que se proclaman hoy propias de un "Estado de bienestar"). ¿A qué lógica y a qué principios, pues, se está haciendo referencia? Porque, en efecto, si los particulares son los que hacen su negocio, en esta última concepción, eso está mal: por razones económicas, principalmente, no por razones sociales, jurídicas, morales... Pero si quien lo hace es el Estado, cambiamos: ¡eso estaría bien!
En todos estos planteamientos, como se ve, se quiere dejar de lado y eludir la dimensión intrínseca del problema que es el consumo de aquellas drogas que afectan, por sus efectos alucinógeno y creador de dependencia, las más altas capacidades que posee la persona para acercarse a la realidad, para relacionarse con ella, para llegar a tomar decisiones de las que pueda llamarse verdaderamente, genuinamente responsable; y que no sólo la afectan a ella sino también a otros, a muchísimos otros, así se hiciera en privado, ocultándose. ¿Confiaría usted el vuelo de su avión a un piloto aturdido, sobreexcitado, embriagado? Sin dejar de lado y aún intensificando medidas como las arriba señaladas, lo demás, con todo respeto, es "tomar el rábano por las hojas".
[vi] Julio César ARIZA COLLANTE: La formación integral en la Iglesia Digiprint Editores Pontificia
Universidad Javeriana Colección Fe y Universidad 19 Bogotá 2005.
El asunto ha sido considerado
de tanta envergadura, y, sobre todo, susceptible de fácil manipulación y
reduccionismo, que la Santa Sede, por medio de la Congregación para la
Educación Católica y de otras de sus Instituciones, ha expuesto y defendido su
posición en el concierto internacional de diversas maneras. Cf., p. ej.: La Escuela Católica, 19 de marzo de 1977, en:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_19770319_catholic-school_sp.html; El laico católico testigo de la fe en la
escuela, 15 de
octubre de 1982, en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_19821015_lay-catholics_sp.html; Orientaciones educativas sobre el amor
humano. Pautas de educación sexual, 1 de noviembre de 1983, en:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_19831101_sexual-education_sp.html; Dimensión religiosa de la educación en la
escuela católica. Orientaciones
para la reflexión y revisión, 7 de abril de 1988, en:
para la reflexión y revisión, 7 de abril de 1988, en:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_19880407_catholic-school_sp.html; La escuela católica en los umbrales del
tercer milenio, 28 de diciembre de 1997, en:
Por su parte, las
propias Universidades católicas reconocen que es parte de su misión contribuir
a dicha formación integral. La Federación Internacional de Universidades
católicas (FIUC) escogió este tema para su Asamblea General celebrada en
Fremantle, Australia, entre el 1 y el 5 de agosto de 2000. Los textos de las
ponencias se pueden encontrar en Orientaciones
Universitarias 29 abril de 2001: FIUC: “Pedagogía universitaria y formación
integral – Un proyecto para la Universidad Católica del Tercer Milenio”, mayo
de 2000; Bart McGETTRICK: “Formación integral: claves para el cumplimiento de
la misión en una universidad católica”, agosto de 2000; Joseph PITTAU, S. J.:
“La universidad católica en el próximo milenio”, agosto de 2000; Teodoro Paulo
Severino PETERS, S. J.: “Pedagogía universitaria y formación integral – Un
proyecto para la universidad católica del Tercer milenio”, agosto de 2000.
[vii] Aludiendo a la vida de
s. Eusebio de Vercelli (c. a. 300 – 371), afirmaba BENEDICTO XVI: “Perciò i
pastori - ricordava Eusebio - devono esortare i fedeli a non considerare le
città del mondo come la loro dimora stabile, ma a cercare la Città futura, la
definitiva Gerusalemme del cielo. Questa
"riserva escatologica" consente ai pastori e ai fedeli di salvare la
scala giusta dei valori, senza mai piegarsi alle mode del momento e alle
pretese ingiuste del potere politico in carica. La scala autentica dei
valori – sembra dire la vita intera di Eusebio – non viene dagli imperatori di
ieri e di oggi, ma viene da Gesù Cristo, l’Uomo perfetto, uguale al Padre nella
divinità, eppure uomo come noi. Riferendosi a questa scala di valori, Eusebio
non si stanca di "raccomandare caldamente" ai suoi fedeli di
"custodire con ogni cura la fede, di mantenere la concordia, di essere
assidui nell’orazione" (Ep. secunda, CCL 9): Audiencia general del 17 de octubre de
2007, en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/20896.php?index=20896&lang=sp
Debo dejar constancia de que
tampoco en este punto reclamo originalidad. Ya Joaquín GARCÍA-HUIDOBRO
comentaba, para el caso de las instituciones de estudios superiores cuya denominación
de “católica” no es institucional u oficial, pero sí lo son en su
“inspiración”, que sólo el “compromiso muy directo de los profesores” permite
“hacer efectivo ese anhelo”, es decir, que “la enseñanza que se imparte en esas
universidades sea efectivamente conforme con la imagen cristiana del hombre”.
Se trata de un aporte muy valioso también para las Universidades católicas,
porque, aunque esas instituciones universitarias, como todas las demás, también
“deben estar comprometidas con la búsqueda de la verdad”, y aunque en ellas es
posible incluir entre “las materias, también el cristianismo”, “cualquiera
puede advertir que es muy distinto enseñar (sobre el) cristianismo que enseñar en cristiano”. Cf. GARCÍA-HUIDOBRO,
Joaquín: “Enseñar en cristiano. Una tarea para las universidades que se
inspiran en la fe católica”, en: Manuel NÚÑEZ (coord.): Las Universidades católicas. Estudios jurídicos y filosóficos sobre la
educación superior católica Universidad Católica del Norte Ediciones
Universitarias Monografías jurídicas Escuela de Derecho Antofagasta 2007 31s.
En la misma línea,
precediendo sus reflexiones con una brevísima historia de las Universidades
católicas en América Latina y en el mundo, Carlos SALINAS ARANEDA destaca la
vinculación de las mismas con la verdad: en lo que se refiere a su ser; por su
respeto al hombre y a la cultura; ante el problema del sentido; como servicio
de la fe a la cultura; como expresión de caridad; como aporte al progreso
cultural universal y local; por su concepción integral del ser humano y la
exigencia de interdisciplinariedad; porque el diálogo entre la fe y la cultura
es tarea de las Universidades católicas en búsqueda de un nuevo humanismo y
crear nuevos espacios para el florecimiento de la santidad. en: Carlos SALINAS
ARANEDA: “Universidad y catolicidad. La fe al servicio de la verdad y de la
cultura”, en: ibíd., 95-118.
[viii] Como una apasionada defensa de las reales
posibilidades de las personas para encontrar tanto la verdad en las cosas así
como para descubrir la “verdad del ser
humano”, el Papa JUAN PABLO II escribía:
“No se puede pensar que una
búsqueda tan profundamente enraizada en la naturaleza humana sea del todo
inútil y vana. La capacidad misma de buscar la verdad y de plantear preguntas
implica ya una primera respuesta. El hombre no comenzaría a buscar lo que
desconociese del todo o considerase absolutamente inalcanzable. Sólo la
perspectiva de poder alcanzar una respuesta puede inducirlo a dar el primer
paso. De hecho esto es lo que sucede normalmente en la investigación
científica. Cuando un científico, siguiendo una intuición suya, se pone a la
búsqueda de la explicación lógica y verificable de un fenómeno determinado,
confía desde el principio que encontrará una respuesta, y no se detiene ante
los fracasos. No considera inútil la intuición originaria sólo porque no ha
alcanzado el objetivo; más bien dirá con razón que no ha encontrado aún la
respuesta adecuada.
Esto mismo es válido
también para la investigación de la verdad en el ámbito de las cuestiones
últimas. La sed de verdad está tan radicada en el corazón del hombre que tener
que prescindir de ella comprometería la existencia. Es suficiente, en
definitiva, observar la vida cotidiana para constatar cómo cada uno de nosotros
lleva en sí mismo la urgencia de algunas preguntas esenciales y a la vez abriga
en su interior al menos un atisbo de las correspondientes respuestas. Son
respuestas de cuya verdad se está convencido, incluso porque se experimenta
que, en sustancia, no se diferencian de las respuestas a las que han llegado
otros muchos. Es cierto que no toda verdad alcanzada posee el mismo valor. Del
conjunto de los resultados logrados, sin embargo, se confirma la capacidad que
el ser humano tiene de llegar, en línea de máxima, a la verdad”: enc. FER 29. En: http://www.vatican.va/edocs/ESL0036/__P8.HTM
Acerca
de cómo en nuestro tiempo, incluso en el ámbito pedagógico, se ha ido cayendo
en la falta de creatividad como consecuencia de cierto ambiente facilista, ha
escrito el teólogo José Ignacio GONZÁLEZ FÁUS que “educar sin dificultad es
más bien deseducar o entontecer. Lo que exige la educación es una dificultad
que esté motivada por una buena meta, y que no sea excesiva sino proporcionada
a las fuerzas del que la afronta. De lo contrario, como gustaba de repetir J.
L. Segundo siguiendo a G. Bateson (Pasos
para una ecología de la mente), la tendencia a la facilitonería estropea todo
lo humano”: Bloc de
Cristianisme i justicia, 24 de julio de 2012, en: http://www.cristianismeijusticia.net/bloc/?p=7397&lang=ca.
[ix] El MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL en su documento
de enero 2008: Revolución Educativa -
Plan Sectorial de Educación 2006 – 2010 24-39,
en (consulta febrero 2008): http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-152025_recurso_1_pdf.unknown lamentablemente no refiere estudios relativos al
fenómeno en la educación superior. Pero opta por varias medidas para hacerle su
debido presente y futuro seguimiento: “Para apoyar el fortalecimiento de la
gestión de las instituciones educativas se consolidará el sistema de
aseguramiento de la calidad desde la educación inicial hasta la superior…: con
el fin de integrar todo el sistema educativo, desde la educación inicial hasta
el postgrado, se están desarrollando estándares de competencias básicas para la
educación superior y se trabajará para que todas las instituciones de educación
superior se movilicen para alcanzarlos… El objetivo para los próximos cuatro
años es avanzar en la consolidación del sistema de evaluación, mediante la
implementación de los mecanismos necesarios para: a) dar cuenta, en forma
confiable y oportuna del nivel de desarrollo de las competencias de los
estudiantes en los distintos niveles educativos, y b) a partir de los
resultados de evaluaciones nacionales e internacionales, proporcionar
información relevante y comprensible que sirva para el diseño de políticas y
acciones de mejoramiento en todos los niveles de la gestión del sector. Estos
objetivos implican ajustar la oferta actual de exámenes (SABER, Examen de Estado
y ECAES) y articularla para responder cabalmente a los requerimientos de la
evaluación de competencias a lo largo de los ciclos educativos, así como
fortalecer la capacidad del ICFES para analizar e interpretar la información y
divulgarla a distintos públicos y, a su vez, producir conocimiento relacionado
con los factores que afectan la calidad de la educación. Evaluación de la educación superior: Las acciones en este campo se
centran en el ajuste de los ECAES actuales para adecuarlos a los requerimientos
de la evaluación de competencias comunes a todos los profesionales, así como de
las genéricas a las áreas de conocimiento. Las primeras hacen referencia a
competencias básicas similares a las que se evalúan en básica y media, cuyo
desarrollo continúa en la educación superior con mayores niveles de
complejidad. Las segundas son las comunes a áreas del conocimiento y por lo
general hacen referencia a competencias que son requeridas para el desempeño
laboral. Además de estos dos componentes, el ECAES continuará evaluando
competencias específicas de programas. Las pruebas ajustadas comenzarán a
aplicarse en 2009… La ampliación de la oferta de educación superior requiere el
desarrollo de estrategias dirigidas a garantizar la calidad de los programas
ofrecidos. Por tal razón, se ha implementado el Sistema de Aseguramiento de la
Calidad para la Educación Superior, en el que aseguramiento es entendido como
el conjunto de acciones orientadas a promover, gestionar y mejorar
permanentemente la calidad de las instituciones y programas de educación
superior, y su impacto en la formación de los estudiantes. El Sistema está
conformado por tres subsistemas interrelacionados entre sí: información,
calidad y fomento… El aseguramiento de la calidad de la educación superior incluye:
a) la definición y evaluación permanente de condiciones mínimas de calidad de
programas e instituciones, b) el desarrollo de programas de mejoramiento para
programas e instituciones que no satisfacen las condiciones mínimas, c) el
impulso a la acreditación voluntaria en alta calidad de programas e
instituciones, d) el uso de estrategias de inspección y vigilancia para
garantizar la adecuada prestación del servicio educativo, y e) el mejoramiento
de los sistemas de información que soportan estos procesos.
Para garantizar que los
programas que se ofrecen cumplan con unas condiciones mínimas de calidad se han
diseñado mecanismos de verificación y evaluación conducentes al otorgamiento de
un Registro Calificado. A 2006 se alcanzó un avance del 75% de programas de
pregrado y un 64% de programas de postgrado en funcionamiento con registro
calificado. La meta a 2010 es que todos los programas de pregrado y postgrado
registrados en el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior -
SNIES - cuenten con el registro
calificado como una
garantía de la calidad de la oferta educativa superior. Para lograr esta meta,
y como base fundamental de todo el Sistema de Aseguramiento de la Calidad, se
está avanzando en la definición de condiciones mínimas de calidad, y se
proseguirá en la elaboración de lineamientos para la evaluación… Por último,
con el fin de garantizar una mayor transparencia, celeridad y eficiencia del
Sistema de Aseguramiento de la Calidad, se trabaja en el mejoramiento de los
sistemas de información relacionados con acreditaciones, convalidaciones,
registros calificados, inspección y vigilancia y certificación de los pares
académicos, de forma tal que en todo momento, tanto ciudadanos como
instituciones, puedan consultar de forma virtual el avance de sus procesos… en
maestrías y doctorados, tanto en el país como en el exterior, y adelanta
acciones de apoyo a la investigación en las instituciones de educación
superior. En el anterior cuatrienio se promovieron proyectos de investigación
de 207 grupos emergentes y se apoyó a 540 docentes en su formación en programas
de doctorado y maestrías. En los próximos 4 años se intensificará el trabajo
con Colciencias con el fin de liderar convenios a nivel nacional e
internacional para promover intercambios, apoyar los grupos de investigación y
fortalecer sus prácticas en las IES colombianas. La meta propuesta es apoyar
1.100 grupos de investigación. También de forma conjunta con Colciencias se
promoverá la creación de centros de investigación de excelencia en las
universidades, de forma que al 2010 se cuente con 10 centros reconocidos de
alta calidad… Se está consolidando la red RENATA (Red Nacional Académica de
Tecnología Avanzada) para facilitar y promover la colaboración y cooperación
entre las instituciones de educación superior, y para contribuir al
fortalecimiento de los grupos de investigación que pertenecen a los nodos
regionales de la red. A 2010 se habrán apoyado, conjuntamente con la Agenda de
Conectividad y Colciencias, al menos 50 proyectos de investigación que
incrementen el uso de la red y la producción académica. De igual manera, se
continuará apoyando la formación en maestrías, doctorados y posdoctorados,
tanto en Colombia como en el extranjero, y se ampliarán las oportunidades de
formación de docentes e investigadores en Alemania, Estados Unidos, Francia y
otros países. Para esto se llevarán a cabo alianzas con Colciencias, ICETEX y
organismos internacionales, focalizando esta oferta en instituciones de
educación superior de las regiones del país que cuentan con menor número de
docentes con formación de maestría y doctorado. Para 2010 estarán en proceso de
formación 3.400 docentes y se espera haber vinculado 2.000 nuevos doctores a
las IES.”
El 6 de noviembre de
2008 se concluyeron las actividades del Foro Nacional de Evaluación del
Aprendizaje en Educación Superior. Pueden consultarse no sólo las ponencias,
sino también las conclusiones generales, en (noviembre 2008): http://www.colombiaaprende.edu.co/html/home/1592/article-175539.html y http://www.colombiaaprende.edu.co/html/mediateca/1607/articles-175555_archivo.ppt#291,1,Diapositiva1
[x] El argumento es de la profesora Doctora Mary Ann
GLENDON, Presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales y
Docente de Derecho en la Harvard University. Lo expuso con ocasión de la mesa
redonda sobre “La Religión en la sociedad contemporánea” durante el curso del Debate informal de la Asamblea de las
Naciones Unidas en Nueva York, sobre el tema: “Las civilizaciones y el desafío
de la paz: obstáculos y posibilidades”, el 10-11 de mayo de 2007: "Para
aquellos que quisieran tener una óptica esperanzadora, yo sugiero que no
necesitamos mirar lejos para encontrar un ejemplo positivo de un dialogo
multi-cultural que sobrepasó enormes obstáculos para dar a luz una de las más
pacientes colaboraciones de las Naciones Unidas para la paz. Me estoy
refiriendo a los debates que produjeron la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Hoy, muchos
han olvidado que este documento histórico fue producto de una colaboración
impresionante multicultural. Tampoco muchos recuerdan qué tan profundas eran
las divisiones que tuvieron que vencerse por un grupo de redactores que
incluían un erudito de Confucio de la China, Musulmanes de Egipto y de Irán, un
Sionista Francés, una mujer India Hindú, miembros de varias sectas
Cristianas, y cuatro Marxistas devotos. Casi nadie pensó que este grupo podría
ponerse de acuerdo sobre algunos pocos principios básicos de decencia humana.
Pero esta Declaración – con su afirmación de que todos pertenecemos a una
familia humana – sigue siendo una fuente de inspiración para todos los que
tienen esperanza de una colaboración multi-cultural. Al mismo tiempo, es
un recordatorio grave de que, mientras el diálogo de alto nivel tiene un papel
importante para desarrollar, su papel es limitado, es un elemento en un proceso
de nunca acabar que debe ser nutrido dentro de los capilares de la
sociedad." En: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/20236.php?index=20236&po_date=11.05.2007&lang=sp
[xi] Los padres conciliares puntualizaron en la
Constitución Gaudium et spes: “62.
Aunque la Iglesia ha contribuido mucho al progreso de la cultura, consta, sin
embargo, por experiencia que por causas contingentes no siempre se ve libre de
dificultades al compaginar la cultura con la educación cristiana. Estas
dificultades no dañan necesariamente a la vida de fe; por el contrario, pueden
estimular la mente a una más cuidadosa y profunda inteligencia de aquélla.
Puesto que los más recientes estudios y los nuevos hallazgos de las ciencias,
de la historia y de la filosofía suscitan problemas nuevos que traen consigo
consecuencias prácticas e incluso reclaman nuevas investigaciones teológicas.
Por otra parte, los teólogos, guardando los métodos y las exigencias propias de
la ciencia sagrada, están invitados a buscar siempre un modo más apropiado de
comunicar la doctrina a los hombres de su época; porque una cosa es el depósito
mismo de la fe, o sea, sus verdades, y otra cosa es el modo de formularlas
conservando el mismo sentido y el mismo significado. Hay que reconocer y
emplear suficientemente en el trabajo pastoral no sólo los principios
teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre
todo en psicología y en sociología, llevando así a los fieles y una más pura y
madura vida de fe. […] Vivan los fieles en muy estrecha unión con los demás
hombres de su tiempo y esfuércense por comprender su manera de pensar y de
sentir, cuya expresión es la cultura. Compaginen los conocimientos de las
nuevas ciencias y doctrinas y de los más recientes descubrimientos con la moral
cristiana y con la enseñanza de la doctrina cristiana, para que la cultura
religiosa y la rectitud de espíritu de las ciencias y de los diarios progresos
de la técnica; así se capacitarán para examinar e interpretar todas las cosas
con íntegro sentido cristiano. Los que se dedican a las ciencias teológicas en
los seminarios y universidades, empéñense en colaborar con los hombres versados
en las otras materias, poniendo en común sus energías y puntos de vista. la
investigación teológica siga profundizando en la verdad revelada sin perder contacto
con su tiempo, a fin de facilitar a los hombres cultos en los diversos ramos
del saber un más pleno conocimiento de la fe. Esta colaboración será muy
provechosa para la formación de los ministros sagrados, quienes podrán
presentar a nuestros contemporáneos la doctrina de la Iglesia acerca de Dios,
del hombre y del mundo, de forma más adaptada al hombre contemporáneo y a la
vez más gustosamente aceptable por parte de ellos. Más aún, es de desear que
numerosos laicos reciban una buena formación en las ciencias sagradas, y que no
pocos de ellos se dediquen ex profeso
a estos estudios y profundicen en ellos. Pero para que puedan llevar a buen
término su tarea debe reconocerse a los fieles, clérigos o laicos, la justa
libertad de investigación, de pensamiento y de hacer conocer humilde y
valerosamente su manera de ver en los campos que son de su competencia.” (La
cursiva es mía).
En el ámbito canónico,
cf. c. 212.
[xii] Para tener algunos elementos de referencia, vale la
pena mencionar brevemente que lo relativo a “la protección de los derechos de
autor” está regulado por la Ley 23 de
1982, la Ley 44 de 1993 y la Decisión
351 del Acuerdo de Cartagena, y sus decretos reglamentarios.
En lo relacionado con “el
régimen común sobre Propiedad
industrial” es sobre todo la Decisión 486 de la Comisión de la Comunidad
Andina, la que rige a partir del 1 de diciembre de 2000 en los países miembros
del Pacto Andino: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. En Colombia
esta disposición se encuentra reglamentada bajo el Decreto 2591 del 13 de
diciembre de 2000 y la Resolución 210 del 15 de enero de 2001.
En el ámbito universitario,
en lo que concierne a la “producción intelectual” de los “Profesores de
Planta”, existe un procedimiento detallado para su “evaluación” (cf. CONSEJO
DIRECTIVO UNIVERSITARIO: Reglamento del Profesorado, Acuerdo del 11 de octubre
de 2000, modificado por Acuerdos 328 del 18 de junio de 2003 y 371 del 20 de
octubre de 2004, nn. 71-74), así como para su remuneración” (n. 105).
En lo relativo al
segundo tipo mencionado, citemos la disposición de la Pontificia Universidad
Javeriana al respecto: “Los réditos económicos provenientes de los desarrollos,
hallazgos e inventos patentables hechos por profesores dentro del tiempo
contratado con la Universidad o con recursos propios de ésta, son de propiedad
de la Universidad. Ésta reconocerá la autoría intelectual del profesor o del
grupo autor de ese avance científico, y, de acuerdo con las leyes colombianas y
con los usos comunes en el País, fijará las regalías correspondientes al uso de
esos hallazgos. El Consejo Directivo Universitario, a propuesta del Rector,
establecerá las políticas generales sobre la materia. Una cláusula en este
sentido debe figurar en los contratos de trabajo. Los casos especiales en esta
materia serán propuestos por el Vicerrector Académico al Rector, para su
aprobación”: CONSEJO DIRECTIVO UNIVERSITARIO: Reglamento del Profesorado, Acuerdo del 11 de octubre de 2000,
modificado por Acuerdos 328 del 18 de junio de 2003 y 371 del 20 de octubre de
2004, n. 108.
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