Capítulo V

Continuación (III.2)



2. Acentos que permiten hacer la dimensión gloriosa y el principio histórico de la resurrección de Cristo en algunas concepciones antropológicas sobre las que se soportan los saberes disciplinares y profesionales hoy, particularmente en Colombia


1. Tratar de examinar las bases antropológicas sobre las que se sustentan saberes tanto disciplinares como profesionales, y especialmente en sus componentes éticos, no deja de ser tarea ambiciosa, pues, de entrada, exige hacer las precisiones correspondientes a lo que aquí entendemos y distinguimos como “disciplina” y como “profesión”, nociones y modos de actuar tan íntimamente ligados que, en muchos casos, no permitirían diferenciación alguna: ello ocurre, sobre todo, cuando alguien manifiesta que su ocupación o profesión es ser un “investigador”. Recodemos a este propósito, una vez más, que los cc. que hemos elegido como objeto de nuestra investigación mencionan también las “disciplinas”, y que, acerca de ellas, efectuamos ya un primer acercamiento en el cap. 3° de esta investigación (cf. xlvii, pp. 267-273). Consideremos, inicialmente, los dos primeros puntos relativos a la “disciplina” y a la “profesión”.

Salgamos al paso del primer escenario dando espacio a los conceptos que la Academia Española de la Lengua precisa en su Diccionario de la Lengua[1]:

“disciplina. (Del lat. disciplīna). 1. f. Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral. 2. f. Arte, facultad o ciencia. 3. f. Especialmente en la milicia y en los estados eclesiásticos secular y regular, observancia de las leyes y ordenamientos de la profesión o instituto. 4. f. Instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo, con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos, y que sirve para azotar. U. m. en pl. 5. f. Acción y efecto de disciplinar.”


“profesión. (Del lat. professĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de profesar. 2. f. Ceremonia eclesiástica en que alguien profesa en una orden religiosa. 3. f. Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución.”

Como podemos observar, nos interesan especialmente las acepciones segunda, de “disciplina”, y tercera, de “profesión”. Notemos su coincidencia al tratar ambas de “facultad”; pero, mientras, en el caso de la “disciplina” las connotaciones del término se inscriben, como “arte” y como “ciencia” en una dirección o actividad de tipo sobre todo teórico, la “profesión” tiene que ver primordialmente con algo más práctico, con “empleo” y “oficio”, que “se ejercen” y por los que se “percibe una retribución”.

Este último aspecto merece, hasta cierto punto, un contraste, pues da a entender el Diccionario que las disciplinas, propiamente, no “se ejercen” – o, si se ejercen, no lo son como se ejercen las profesiones –, sino que, como saberes, “se investigan”; y que, por su adquisición y perfeccionamiento, en rigor y en principio, no se “percibe retribución”: se adelantan, como por así decir, según una convicción o una vocación, sobre todo, cuando éstas se ofrecen en forma “gratuita”: por el amor mismo al saber (“ars gratia artis”), es decir, siguiendo “la lógica de la entrega”, a la que hemos hecho alusión, pero, ahora, en el campo de la civitas.

La “profesión”, en cambio, si bien está referida igualmente al saber, no necesariamente implica actual “investigación”, pero sí “ejercicio” del “arte, facultad o ciencia” que se han alcanzado; y, a cambio del mismo ejercicio de saber adquirido, concordemente se “percibe una retribución”. La profesión, además, lleva consigo una valoración social que es también otra parte o modo de la “retribución”; y, en cuanto “ejercicio”, la profesión requiere de un “espacio” para su realización: este espacio es, en muchísimos casos, un empleo.

Obviamente, las formas “puras” de una y otra probablemente no existan, y, por el contrario, sí aquellas mixtas, en las que un porcentaje más o menos considerable de la una o de la otra se hacen presentes en un determinado sujeto. Más aún, si se examinan los programas de estudios (universitarios) que preparan para muchas “profesiones” en Colombia[2], el componente “disciplinar” es la parte sustancial y mayoritaria del denominado “núcleo de formación fundamental (NFF)” (“core curriculum")[3]. Está éste destinado, en efecto, a que se lleven a cabo

experiencias y actividades de enseñanza y aprendizaje que le posibilitan al estudiante la apropiación de conocimientos y conceptos básicos, así como de las competencias y destrezas que definen de manera específica y esencial la formación en una disciplina o profesión y que le permiten al egresado ser reconocido como un miembro de la respectiva comunidad académica o profesional”[4].

De igual modo, como vemos, no existe autoridad máxima en la materia que haya señalado que aquella manera de comprender los términos citados únicamente puede ser así; y lo que he expuesto, como propongo, lo interrelaciono y formulo a partir de los datos que proporciona el Diccionario y que se corresponden con el uso común en España, en los Países hispanoamericanos y otros vinculados con la Real Academia[5].

En conformidad con estos presupuestos, bien puede uno admirarse de la multitud – por no decir la ilimitada – profusión de “nuevos” saberes, que, junto con los tradicionales, conforman la variedad del conocimiento y expresan la capacidad de superación de las barreras del conocimiento que los seres humanos han ido y seguirán desarrollando. Demos sólo un pequeño, pero actualizado, ejemplo de estos campos de investigación con el siguiente cuadro, que, como se podrá observar, destaca especialmente las áreas médicas y técnicas/tecnológicas del saber, mientras otras, por el contrario, aparecen evidentemente contraídas:


Áreas de especialización de Información 2006 (por: Papers Invited de CSA[6]):


Área Mayor
Área Menor
a.
Generalidades, Bibliotecología y Periodismo



Conocimiento


Bibliotecología y Ciencia de la Información


Medios, Periodismo, Comunicación de Masas
b.
Filosofía, Religión, Mitología



Filosofía Oriental


Filosofía Griega


Filosofía Occidental Medieval


Filosofía Occidental Moderna y Otra Filosofía no-Oriental


Otras áreas/escuelas de Filosofía


Ética (Filosofía moral)


Religión y Mitología
c.
Psicología y otros campos relacionados



Psicología


Lógica
d.
Artes, Arquitectura, Música, Deportes



Artes


Artes Gráficas


Música


Artes Representativas


Artes Recreativas, Deportes y Juegos


Arte Cívico y del Paisaje


Arquitectura
e.
Literatura e Idiomas



Literatura


Idiomas
f.
Geografía e Historia



Geografía


Arqueología


Historia
g.
Gerencia y Áreas relacionadas



Gerencia


Finanzas


Contaduría y Auditoría


Administración del Conocimiento


Ciencias de la Conducta


Economía


Comercio


Recuperación de Desastres y Planeación Continua de Negocios
h.
Ciencias Sociales



Sociología


Antropología


Ciencia Política y Relaciones Internacionales


Estudios de la Mujer


Derecho y Jurisdicción (Judiciaria)


Administración Pública


Servicios Sociales


Educación y Tecnologías de la Instrucción


Estudios Étnicos y Multiculturales


Comunicación


Transporte


Seguridad Nacional y Terrorismo
i.
Biotecnología e Ingeniería Genética



Bioinformática


Ingeniería Biomédica


Remediación Biológica


Terapia Genómica


Genética


Células Estaminales


Genómica


Biotecnología
j.
Ciencias Naturales



Física


Química y Ciencias conexas


Ciencias de la Vida y Biología


Evolución y Paleontología


Ecología


Microbiología


Botánica


Ciencias de la Agricultura y la Alimentación


Ciencia Veterinaria


Ciencia Forestal


Zoología


Geociencias y Ciencias de la Tierra
k.
Ciencias Matemáticas y Astronomía



Matemáticas


Astronomía y Ciencias conexas


Geografía Astronómica


Matemáticas Aplicadas


Estadística
l.
Biología Humana, Medicina y Ciencias de la Salud



Enfermería y Manejo de Enfermería


Anatomía Humana y Fisiología Humana


Neurociencia


Salud, Nutrición, Bienestar y Medicina Deportiva


Medicina Forense, Jurisprudencia Médica


Salud Pública y Medicina Preventiva Pública


Epidemiología


Oncología


Medicina Nuclear


Cirugía y Disciplinas relacionadas


Pediatría


Ginecología, Obstetricia, Andrología


Medicina de Emergencias


Medicina de la Aviación y Aeroespacial


Cardiología y Cirugía Cardiovascular


Ortopedia


Oftalmología


Nefrología, Urología


Hematología


Reumatología


Dermatología


Oídos, Nariz y Garganta


Endocrinología


Medicina Pulmonar


Medicina de Rehabilitación


Medicina Alternativa y Otras Medicinas
m.
Ingeniería y Tecnología



Ingeniería Eléctrica


Ingeniería de Instrumentación


Ingeniería Electrónica


Tecnología de Comunicaciones


Procesamiento de Señales


Redes de Comunicación


Ingeniería de Computadores


Ingeniería de Software y Sistemas


Ingeniería Óptica


Ingeniería Mecánica


Ingeniería de la Fricción (Tribology)


Ingeniería de Manufactura


Ingeniería Industrial


Ingeniería de Automóviles


Ingeniería Aeroespacial y Aeronáutica


Ingeniería Nuclear y Tecnología relacionada


Ingeniería Civil


Ingeniería Marina


Ingeniería de Minas


Ingeniería Medioambiental


Ingeniería Química


Ingeniería de Materiales


Ingeniería Militar


Tecnología de la Impresión


Tecnología de la Pulpa y el Papel


Ingeniería Textil y de la Fibra


Tecnología del Cuero y de la Piel


Ingeniería de Micro y Nanoestructuras (Rheology)


Acústica e Ingeniería Acústica
n.
Computadores y Tecnología de la Información



Ciencia de Computadores


Aplicaciones de Software


Software de Computador


Hardware de Computador


Programación y Lenguajes de Programación


Sistemas Operativos


Middleware


Bases de Datos


Multimedia y Gráficos de Computador


Artes Digitales


Inteligencia Artificial y Tecnologías relacionadas


Internet y Servicios-en-línea


Redes y Comunicaciones


Seguridad de Computadores


Tecnología de la Información y Sistemas de la Información

Esquema 44


De otra parte, algo similar puede decirse en relación con el escenario en el que se maneja el concepto de “investigación” como distinto de la “docencia/discencia” y del “servicio” (a la sociedad). Las aplicaciones se presentan como si lo uno debiera ser contrario y excluyente de los otros: investigación vs. docencia; o investigación vs. servicio; o docencia vs. servicio. Pero, de igual modo, las simplificaciones excesivas llevarían a la situación contraria: investigación = docencia = servicio.

2. Por todo lo anterior, al respecto es útil recordar lo que ya explicaba la tradición que se remonta a ARISTÓTELES cuando se le preguntaba por las clases de “ciencias”, y si, en efecto, la “ética”, como parte de la “filosofía”, correspondía a alguna de ellas; y se alegaba:

“[…] hemos de entender por ciencia un conocimiento en el que nuestra inteligencia va descubriendo las razones de ser de las cosas, va fundando todo en el ser y en la inteligibilidad.
La ciencia es, entonces, una disposición estable de nuestra inteligencia para obtener un conocimiento (habitus), adquirida y no simplemente intuitiva e inmediata, y se aprovecha de lo que va descubriendo en orden a sacar conclusiones (discursiva). Buscando la causa de las cosas, la ciencia obtiene un conocimiento cierto, fundado en la evidencia misma de las cosas.
La ciencia se diversificará luego según los fines o las intenciones de los observadores: cuando la finalidad no es otra que el conocimiento en sí mismo, se denomina ciencia especulativa; si, por el contrario, ella busca dirigir la producción de una obra o la realización de una acción, se denomina ciencia práctica.
Pero observemos que el objeto de una ciencia práctica también puede ser objeto de una especulativa: los actos humanos, p. ej., pueden ser objeto de diversas ciencias (psicología, metafísica, sociología...); pero entonces la ciencia especulativa considera lo operable o la operación efectiva más bien que la operación o la obra que hay que hacer. Según esto, estamos asignándole a la ciencia práctica un objeto material: lo que puede ser realizado.
No se trata de convertir en práctico un conocimiento por el hecho de asignarle una finalidad extrínseca a él (como dedicarse uno a la investigación matemática para ganarse la vida): eso sería utilizar para fines prácticos una ciencia especulativa. Una ciencia práctica sólo merece ese nombre cuando es intrínsecamente práctica, es decir, cuando su objeto mismo tiene una relación esencial con fines prácticos.
Por su parte, la ética no es una ciencia puramente especulativa: ella no se contenta con describir, analizar y explicar la actividad humana llegando hasta las causas y las razones de ser y sin considerar esa actividad humana en relación con el destino del hombre. Ella pretende ser reguladora y normativa. De ahí su distinción de la metafísica, la psicología y la sociología, p. ej. Es esencial de la ética contar con esa dimensión práctica. No busca conocer por conocer, sino para dirigir la acción.        
Como saber científico la ética asegura una dirección concreta, existencial al acto que hay que realizar "aquí y ahora". Por ello decimos que es una ciencia especulativamente práctica, es decir, da las razones de ser de la actividad ético-moral del ser humano y vincula esa actividad con el principio y razón de ser del orden moral, los fines, y, particularmente con el fin último, el bien”[7].


Con todo, debemos correr este riesgo de demarcar asumiendo lo que las propias profesiones y disciplinas dicen acerca de sí mismas – sus Facultades, cuando corresponde –, más que lo que alguien “extraño” a ellas pudiera decirles acerca de lo que son y deben ser y hacer… Nos ubicamos, de esta manera, en lo que se suele denominar las “comunidades científicas”[8] o “académicas”, que delimitan a sí mismas los campos de su saber, pero, al tiempo, establecen – como así y cuando así lo desean –  las posibilidades de intercambio con otras áreas: es decir, se miran a sí mismas y en sus relaciones con otras, con el ánimo de profundizar “ad intra” y “ad extra” en el conocimiento metódico – el saber –, que viene a ser considerada una magnitud más global e incluyente. Y, teniendo en perspectiva esta intención, ellas mismas trazan e innovan, y, aún, crean, los currículos y los planes de estudio conducentes a formar a sus próximas generaciones. Algo similar ocurre con los “gremios profesionales” (de todas las profesiones) o “de profesionales” (en cada profesión).

Debemos advertir, también, que es imposible considerar más que unas pocas profesiones y disciplinas. Sobre todo, cuando de algunas de ellas existen, como hemos dicho y visto, no sólo especializaciones, sino subespecializaciones y súper especializaciones, cuyos ámbitos – en lo macro y en lo micro – exigirían, de igual modo, un criterio fundado de discernimiento y delimitación teórica, y no sólo el de costumbridad, o práctico. Los terrenos, en esta esfera, son simultáneamente provincias de varias o muchas disciplinas, o no existe un criterio comprobado para distinguirlos formalmente.

Las disciplinas de las que aquí trataremos están todas actualmente presentes en el ámbito de una Universidad Católica como la Pontificia Universidad Javeriana, según hemos descrito en el cap. primero de esta investigación. A este propósito hay que recordar, y resaltar, que en ésta, a lo largo de su historia, y comenzando por las primeras Facultades de la época actual de la Universidad, además de las de Economía y Derecho, se hacen presentes las de Ciencias básicas o de la naturaleza, otras sociales, las humanas y, por denominar con precisión a la teología, las divinas; todas en un conjunto territorial al que denominamos el “campus”.

A diferencia, pues, de otras “Universidades”, la Universidad Javeriana reclama para sí, por una parte, ser prolongación del estilo y del modo de ser universitario, así como de los objetivos que originalmente dieron curso a la existencia de las Universidades en la Edad Media, en las que, junto con la filosofía, la teología y el derecho, se comenzaron a cultivar “artes y letras”[9]; pero, por otra parte, demanda ser partícipe del reto de correr las vicisitudes y los contrastes de las mismas “universitates” hasta el presente: vicisitudes entre las que, por su importancia histórica, valga mencionar las “escuelas técnicas napoleónicas”, v. gr., o el concepto de “Faculty” que se ha desarrollado en ciertos países, con lo que ello lleva consigo – p. ej., ¿quiénes hacen “investigación” hoy en día? –. Etc.[10] Lo anterior nos conduce a replantearnos la identidad de la “Universidad” en las condiciones actuales: no puede ser simplemente una palabra sonora, ni tampoco una forma institucional estancada, sino que debe ser un estado colectivo cuya trascendencia se logra percibir en medio del saber humanizado y se logra experimentar en la honda vivencia de lo social.

En efecto, como iremos viendo a continuación, con “la Universidad”, tampoco a nuestra Universidad le son ajenos los problemas relativos a las realidades de globalización y de mercado, con los énfasis – a veces silenciadores y manipuladores – de la importancia de la vida privada a la que se relegan los temas espirituales y morales, o de los así llamados mujeres y hombres de “éxito”, y con la promoción de una propuesta antropológica que fundamenta una ética pragmática y llena de desesperanza.

Empleamos en nuestro cometido los aportes más recientes que tenemos a disposición y que hayan sido elaborados por las propias Facultades – o Carreras, si fuera del caso – a propósito de la pregunta por los fundamentos antropológicos sobre los que ellas mismas consideran que se construyen y constituyen como saber y como práctica social[11]. No olvidemos, sin embargo, que este marco de reflexión se da dentro y como aplicación de los principios contenidos en la propuesta de la Misión y el Proyecto educativo de la PUJ, en un contexto como el colombiano de hoy, a comienzos del siglo XXI.

Al respecto hay que decir que resultó de enorme utilidad la realización de “Foros” por parte del antiguo “Programa de Ciencias Religiosas” de la Universidad, en el que intervinieron estudiantes, profesores y directivos de las Facultades. Oportunamente iremos exponiendo las citas que así lo expresan y dando las referencias correspondientes. Las agrupaciones o diferenciaciones de Facultades y Carreras corresponden, si no se advierte otra cosa, a las que están vigentes actualmente en la Pontificia Universidad Javeriana.

Un detalle adicional a este propósito consiste en que las preguntas que dieron origen a la actividad se ubican en el contexto “pedagógico” que las suscita y las exige: preguntas por el “cómo” desarrollar una actividad educativa en la situación concreta de una universidad; pero, al mismo tiempo, preguntas de una honda “filosofía de la educación”, cuando se pregunta por los “por qués” de la misma y por los “para qués” de la misma. Más aún: son preguntas por el “por qué” y el “para qué” “último” de la educación y de la formación integral de la persona, las cuales no se reducen a una – eventual o indiscutible – excelente aunque neta capacitación teórica y práctica de tipo profesional (o mejor, profesionalizante), y que entrañan una verdadera “teología de la educación”, inclusive de la universitaria.

Una anotación final: los términos “antropología” y “concepción de lo humano” que frecuentemente empleamos en el presente capítulo, al utilizarlos en la perspectiva de disciplinas y profesiones, no queremos identificarlos con lo que se suele denominar “perfiles profesionales” ni “perfiles laborales”, en el lenguaje corriente. Cuando tratamos de la “antropología” (o, eventualmente de las “antropologías”) subyacentes a una disciplina y/o profesión, estamos fundamental y primordialmente refiriéndonos a aquellos rasgos que, según selecciones y prioridades razonables y razonadas, pueden ser considerados característicos y específicos del “proyecto de ser humano” que dichas disciplinas y profesiones promueven – consciente o inconscientemente –, de modo que éste se realice históricamente. En principio, se supone que ellas mismas pretenden contribuir a despertar, cultivar y formar tales rasgos en los estudiantes que optan por ellas.

Se trata de realzar unos horizontes, líneas y perspectivas humanas que son susceptibles de una rica interpretación y apropiación por parte de cada cual, como hemos dicho a propósito de “la” cultura” y “las” culturas.  En efecto, pretendemos “leer los signos de los tiempos” y detectar algunas – ojalá, en realidad, las más importantes, necesarias y oportunas – características humanas (concretadas en sensibilidades, virtudes, valores, aptitudes y destrezas) que deberían llegar a expresar y cultivar, a adquirir y a proyectar, en cuanto mujeres u hombres, quienes optaran por llevar a cabo, por impulsar y transmitir, con esfuerzo permanente de coherencia[12], una determinada disciplina y/o profesión. Y entonces, primariamente, como por “deducción”, “adaptación” o “traducción”, se llegará a participar en la “realización” histórico-sacramental de la creación-redención, concretándola, del proyecto de “hijo” y de “hombre y mujer nuevo”, al cual Dios llama a todos los seres humanos[13].

Con todo, no se pretende, como algunos pudieran pensar, de elaborar, idealizar o adquirir, un “modelo estándar” de hombre o de mujer para imitar, o que haya que reproducirlo – homogéneamente, como en serie –: porque, ciertamente, cada ser humano es único e irrepetible, como también lo es su vida.

Estas preguntas por los valores y las sensibilidades humanas que expresan las profesiones y las disciplinas son de índole eminentemente científica y, simultáneamente, teológica.

En efecto, cuando se les pide a las disciplinas y a las profesiones que “se pregunten” por el “concepto de ser humano” que ellas poseen (reconocen o se dan) en las bases mismas que las justifican como conocimiento – inclusive si llegaran a coexistir varios de ellos –, y así – eventualmente – soporten diversas actitudes éticas, no debería significar una “intromisión indebida” en su “comunidad” o “círculo especialista”, sino un sencillo preguntarles, desde lo humano, por su razón de ser y por el sentido de lo que actualmente hacen. De otra parte, tampoco significa que, a corto, mediano o largo plazo, ellas deban perder algo de la “legítima autonomía” alcanzada desde el punto de vista de sus relaciones con las religiones. Por el contrario, todo ello ayudaría, indudablemente, no sólo a que se “pusieran las cartas sobre la mesa” de la honradez y de la sinceridad – precisamente en razón de su relación con la realidad y de su propia metodología –, características del auténtico desarrollo del quehacer científico. 

Pero también teológica, y por una doble razón: por una parte, como relativas a la creación y a la escatología, como veremos, tales cuestiones nos ubican ante la pregunta acerca de Dios: ¿qué quiere Dios para el ser humano y para el cosmos considerados ambos en su totalidad?, ¿qué nos dicen nuestros saberes – temporales, incrementales, perfectibles – acerca de lo que es y de lo que no es Dios (“si comprehendis, non est Deus”: s. Agustín. También S. Tomás[14])? Y, por otra parte, relativas a la soteriología: ¿qué espera Dios de los seres humanos, mujeres y hombres nuevos, y del cosmos? ¿qué está realizando Él en ellos[15]? Estas preguntas hoy no se pueden contestar adecuadamente, al menos por parte de un creyente sincero que intenta ser coherente, sin valorar justamente todo el aporte que las ciencias y las técnicas le ofrezcan para detectar esos propósitos, tendencias, condiciones y concreciones del Reino de Dios. Más aún: tendrá que validarlos como auténticos “signos de los tiempos” en el amplio y público campo de las interacciones con el mundo de la vida y del saber, buscando y justificando su racionalidad, su universalidad, su equidad, para con todas las mujeres y los hombres, y mediante su aporte franco inclusive al diálogo necesario con quienes no participan de la misma fe cristiana. No otra ha sido la actitud que ha querido asumir, y de la que ha querido dejar constancia, la Iglesia Católica – ella, que se “define” solemnemente a sí misma, “en Cristo, como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1) – cuando ha afirmado:

“[…] Nuevos caminos se han abierto para perfeccionar la cultura y darle una mayor expansión. Caminos que han sido preparados por el ingente progreso de las ciencias naturales y de las humanas, incluidas las sociales; por el desarrollo de la técnica, y también por los avances en el uso y recta organización de los medios que ponen al hombre en comunicación con los demás. De aquí provienen ciertas notas características de la cultura actual: las ciencias exactas cultivan al máximo el juicio crítico; los más recientes estudios de la psicología explican con mayor profundidad la actividad humana; las ciencias históricas contribuyen mucho a que las cosas se vean bajo el aspecto de su mutabilidad y evolución; los hábitos de vida y las costumbres…; la industrialización, la urbanización y los demás agentes que promueven la vida comunitaria…; el creciente intercambio entre las diversas naciones y grupos sociales…, y así, poco a poco se va gestando una forma más universal de cultura, que tanto más promueve y expresa la unidad del género humano cuanto mejor sabe respetar las particularidades de las diversas culturas.
“En esta situación no hay que extrañarse de que el hombre, que siente responsabilidad en orden al progreso de la cultura, alimente una más profunda esperanza, pero al mismo tiempo note con ansiedad las múltiples antinomias existentes, que él mismo debe resolver: […] ¿De qué forma hay que favorecer el dinamismo y la expansión de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad viva a la herencia de las tradiciones? Esto es especialmente urgente allí donde la cultura, nacida del enorme progreso de la ciencia y de la técnica, se ha de compaginar con el cultivo del espíritu, que se alimenta, según las diversas tradiciones, de los estudios clásicos. ¿Cómo la tan rápida y progresiva dispersión de las disciplinas científicas puede armonizarse con la necesidad de formar su síntesis y de conservar en los hombres las facultades de la contemplación y de la admiración, que llevan a la sabiduría? ¿Qué hay que hacer para que todos los hombres participen de los bienes culturales en el mundo, si al mismo tiempo la cultura de los especialistas se hace cada vez más inaccesible y compleja? […]”[16]

La Iglesia, es decir, todos los fieles cristianos, como portadores de la luz de Cristo para todos los pueblos, en razón de su bautismo tienen como misión y tarea llevarlo hasta el núcleo más íntimo – y actual – de los saberes en todas sus áreas – contemplando, admirándose, con curiosidad y ganas de saber –, invitándolos a interrogarse por el ser humano por el que propugnan o que pretenden perpetuar, así como por el sentido que le otorgan, o no, a su existencia, especialmente en relación con Dios, y a cómo están contribuyendo, o no, mediante la ofrenda de sí mismos, a la vida y a la satisfacción de las necesidades físicas más básicas, a la fraternidad, a la libertad, al respeto, a la alegría, al conocimiento, a la felicidad, a la participación, a la unidad…: a la salvación, en definitiva, de todos los hombres del presente y del futuro. Estos interrogantes, sin embargo, bien se ve, se los debe hacer la Iglesia a sí misma, en la medida que somos, precisamente, sus integrantes, en muchísimos casos, quienes ejercitamos todas las áreas del saber. Todavía es el “tiempo propicio”, y, como sabemos, contamos con la ayuda de Dios para lograrlo.

Tal es la tarea que emprendemos, con todas sus limitaciones, en los siguientes parágrafos.



a.    La experiencia y reflexión de la Facultad de Arquitectura y Diseño


3. Comenzar por las dos Carreras pertenecientes a esta Facultad es, a mi juicio, bien interesante, porque, en relación con lo que hemos referido recientemente, ostentan – ante todo la Arquitectura – una peculiar significación: ella ha sido desde la antigüedad como una bisagra que articula diversas disciplinas, lo teórico con lo práctico, las “ideas” e “imaginaciones” con su realización plástica y material, etc.

“[…] según Vitruvio[17] «la arquitectura es una ciencia que surge de muchas otras ciencias, y adornada con muy variado aprendizaje; por la ayuda de que un juicio se forma de esos trabajos que son el resultado de otras artes. La práctica y la teoría son sus padres. La práctica es la contemplación frecuente y continuada del modo de ejecutar algún trabajo dado, o de la operación mera de las manos, para la conversión de la materia de la mejor forma y de la manera más acabada. La teoría es el resultado de ese razonamiento que demuestra y explica que el material forjado ha sido convertido para resultar como el fin propuesto. Porque el arquitecto meramente práctico no es capaz de asignar las razones suficientes para las formas que él adopta; y el arquitecto de teoría falla también, agarrando la sombra en vez de la substancia. El que es teórico así como también práctico, por lo tanto construyó doblemente; capaz no sólo de probar la conveniencia de su diseño, sino igualmente de llevarlo en ejecución»”[18].


Y si bien es cierto, ella fue en un comienzo el “Arte de proyectar y construir edificios”[19], hoy en día, sin dejar de hacer lo que ha hecho desde entonces, despliega un campo de acción muchísimo más amplio y envolvente, para el que, como ayer, su consideración – y su plasmación – respecto del ser humano – individual y socialmente considerado –, sigue siendo, efectivamente, definitiva.

No menos importante es el campo que desarrolla el Diseño Industrial, el cual, por su parte, puede ser “interpretado” desde diversos ángulos de visión, ya que

“Existen diferentes puntos de vista sobre el diseño industrial, especialmente dos ramas: funcionalista, que coloca la utilidad del producto por encima de las demás variables del diseño, y la esteticista, que prima la visión estética, más artística esta que la anterior, si bien, tiene en cuenta los aspectos comerciales, ergonómicos y productivos, pretende generar mayores cambios formales que funcionales en los productos. Los diferentes diseñadores industriales se inclinan habitualmente por una de las dos ramas”[20].

Entre nosotros está muy generalizada aquella comprensión que lo caracteriza como

“[…] una disciplina cuyo objetivo fundamental es la creación de objetos, utensilios, artefactos, bienes muebles y sistemas que satisfacen necesidades humanas y son aptos para fabricarse industrialmente. Mediante un proceso sistemático de investigación, planeación, composición, representación, configuración y desarrollo, el diseñador industrial transforma la materia y le confiere a la obra, además de su función esencial, características estéticas, culturales, emocionales y tecnológicas acordes con el grupo social al cual se dirige”[21].

Adentrémonos, pues, en este campo fundamental de la vida social y de nuestra cultura humana, en el que las universidades – y otros institutos de estudios semejantes – juegan un papel clave y decisivo para su promoción y desarrollo, y, viceversa, campo que, en ellas, como hemos dicho, debe reflejar, a su turno, esa concreta e histórica manera de expresarse lo esencialmente humano[22].

1) Algunos rasgos destacables de una antropología de la Arquitectura[23]


4. El principio “histórico” de la cristología nos conduce a resaltar las características del “hombre nuevo” que, en sus aspiraciones, ideales y utopías, se hace presente en los procesos de la cultura y de la sociedad. Cuando observamos con mayor detalle estas notas profundamente vocacionales, encontramos que para la Arquitectura es fundamental resaltar que el ser humano, “hombre o mujer”, se configura gracias a una triple conjunción de “elementos”: un “deber ser”, un “ser” y una “actividad particular del quehacer de la Arquitectura”[24].

En tal virtud, el deber ser “implica una idea de ser que se constituye a sí mismo en relación con los demás; es como el gestor de su destino”. El ser “recoge la experiencia de construcción del ser humano que la Universidad ha tratado de forjar a través de un proyecto pedagógico… tiene cierto carácter de universal y un sentido humanizador, más allá de creencias religiosas, que trasciende el ámbito reducido de la misma universidad”. Y, en lo que se refiere a la actividad particular, ésta “constituye el elemento más problemático” por cuanto “esta profesión aparece irremediablemente enmarcada en el contexto” social en el que “el deber ser no coincide perfectamente con lo que sucede en la realidad”[25].

Por eso, declara reflexivamente el Foro de “antropología” en Arquitectura,  

“[…] el arquitecto parece estar condenado, desde la constitución misma de su oficio, a ser tan solo un reproductor de lo que existe, pues su tarea se muestra objetivamente carente del elemento utópico. Las actividades del arquitecto se reducirían entonces a unos actos proyectuales por completo descontextualizados, desde los que se quiere imaginar una ciudad del futuro, pero desarticulada con los problemas fundamentales de la realidad actual[26]”.

Tratando en concreto de planes de estudio de la Arquitectura, se afirma, muchos consideran – o consideraban – el paso del estudiante por la universidad una ocasión para “suministrarle a la sociedad el tipo de producto por ella requerido, sin pensar en la universidad como espacio para el crecimiento del hombre y de la mujer”. La nueva propuesta académica que ahora se pretende implementar en la Carrera intenta, en cambio,

“empezar a reconocer dimensiones e intereses que no podían ser reconocidos desde la estructura anterior… (mediante) la autogestión por parte del estudiante, en ciclos que contienen todos los elementos necesarios para desarrollar y ejercer su profesión:
En la primera etapa, el nuevo currículo privilegia el desarrollo integral porque implica el conocimiento y la potenciación de las dimensiones físicas y emocionales de la persona, ocupándose, además, de la realidad del país…
El segundo ciclo hace énfasis en el quehacer, y, a través del él, busca la apropiación del proceso por parte del estudiante, quien, con un profundo fundamento ético, sienta las bases para construir su proyecto de vida y extenderlo sobre el campo disciplinar.
Finalmente, viene la confrontación del quehacer con la realidad nacional. En este momento surge el proyecto de grado como un compromiso del estudiante consigo mismo y con la sociedad…”[27]

Como se observa, la propuesta quiere ser mucho más “integral”. Ahora bien, se observa: “estar al servicio de la sociedad” puede significar dos cosas diferentes: o bien, que la Carrera, en forma poco crítica, que transmite también a sus estudiantes, prepara arquitectos para zambullirlos en la sociedad que existe y mantenerla; o bien, prepara arquitectos para su inmersión en una sociedad que queremos construir. La sociedad que existe, p. ej., se rige, en lo fundamental, por el dinero; “pero el punto límite hasta el cual la necesidad de felicidad del ser humano se ve satisfecha por el dinero, muestra la necesidad de un cambio”[28]. Se hace imperiosa, pues, la exigencia de “la creación de una conciencia acerca de la realidad en que vivimos”, y a ello la pedagogía universitaria habría de conducir, pues no sólo se trata de enseñar a “criticar” sino de proporcionar las ocasiones para que “cada persona se dé cuenta de la realidad por sí misma”[29]:

“La única estrategia, por tanto, tiene que ser un honesto proceso de inducción a la comprensión estructural de la realidad nacional y universitaria para todas las personas (estudiantes, profesores, directivas)[30]”.

El Foro mencionado quiso también llamar la atención sobre otros aspectos del problema actual. El primero de ellos, en relación con lo que se denomina “el mundo del mercado” o la “ideología del mercado”, que tiene una concepción muy peculiar de lo que son los “seres humanos” y la “naturaleza”:

“En el mundo no sólo existen las relaciones de competencia: están la familia y los amigos; y en la interacción cotidiana con la naturaleza ella se muestra no como un puro recurso”[31].

Se obraría “reductivamente”, por lo tanto, si de la realidad actual sólo se destacaran la riqueza, la abundancia de bienes y de servicios, el avance de la tecnología, las comodidades: aspectos que en sí mismos no son desdeñables de dicha realidad contemporánea, pero que, ciertamente, no la agotan.

De otra parte, es importante destacar la concepción de un ser humano al que se valora en sus diferencias, inclusive en la diversidad de sus lenguajes y en las tomas de posición políticas. A ella concurre, sin lugar a dudas, una formación de los estudiantes para la interdisciplinariedad, en la que la interacción les permita “reconocer la contribución de las demás disciplinas que entran a complementar la suya”[32].

La atención, sin embargo, no habría de dirigirse sólo a los estudiantes de Arquitectura, sino, más ampliamente, al gremio de los arquitectos, y no exclusivamente, inclusive, al de los ex-alumnos javerianos. La mirada, sin embargo, es aún más amplia:

“Es necesario […] empezar a actuar desde allí, y las bases para (lograr) este cambio no se agotan en el cambio de currículo. Es el destino de la profesión lo que está en juego y con ello el destino de toda la sociedad. Eso es lo que en verdad compromete al currículo […] Cuando la Universidad se rige sólo por las normas de la eficiencia renuncia a su capacidad de definir los criterios fundamentales (los del Evangelio) que están en torno a la pregunta por la verdad, la humanidad, la realidad, el bien, la sociedad, preguntas que la Universidad no puede dejar de plantearse. Un proyecto basado en el Evangelio implica emprender una lucha contra la pobreza y la desigualdad, pues la fraternidad es un elemento eminentemente evangélico […] La principal tarea evangelizadora de la Universidad es promover una acertada visión del hombre y de la mujer, su tarea es humanizadora…”[33]


La mención de la “teología”, sin duda, no aparece en el texto; no así la “lectura evangélica” de los hechos y de los problemas que examina y trata la Arquitectura. Pero, por los elementos descritos, bien se podría decir que se trató de hacer una alusión implícita a la misma[34].

2)    Algunos rasgos destacables de una antropología del Diseño Industrial[35]


5. Con franqueza y valentía, la investigación se realiza actualmente en orden a visualizar un proyecto humano en el que los diseñadores industriales esclarezcan, definan y aporten la parte que les corresponde. Se trata de una tarea, en realidad, interminable. Sólo en los estudiantes de la Carrera, al concluir su paso por las aulas universitarias, y al proyectarse en la sociedad, se podrá observar si las semillas que en ellos fueron sembradas germinaron. De esta manera, es necesario comprender que los cambios más radicales en el currículos no se orientan actualmente a los contenidos propiamente de la “carrera”, cuanto a favorecer todo lo que permita a los estudiantes alcanzar una “madurez” personal y social, que les consienta contribuir positivamente al mejoramiento del país.

En razón de lo anterior, se pretende robustecer cuatro áreas consideradas básicas en ese propósito:

En primer lugar, se trata de ofrecer a los futuros diseñadores industriales una “formación íntegra”. ¿A qué responde ella? ¿En qué consiste?

“El estudiante está en libertad de acoger la formación integral o dejarla; pero para la Carrera de Diseño Industrial es fundamental que el estudiante reflexione sobre su sentido en el universo, (que) tenga una posición religiosa ante su vida y la vida en general, pues se trata de descubrir la trascendencia desde el servicio y el compromiso solidario a los que le llevan los signos y las celebraciones religiosas. De esta reflexión se deriva una concepción ética del mundo, posible gracias al auto-cuestionamiento en la propia vida. El ser javeriano es una opción de tremendas implicaciones y pone en tensión a superarse cada vez como ser humano”[36].

De igual modo, en segundo lugar, se observa la necesidad de una formación que contribuya al “desarrollo afectivo” de los estudiantes:

“El plano afectivo es de alto relieve en la formación de los estudiantes; pero es importante y lamentable constatar que en la Facultad un 25% de ellos han caído en el consumo de droga. Por eso la Facultad ofrece medios para que puedan superarse, siempre que quieran. Esto se relaciona con la fortaleza y la capacidad para solucionar problemas”[37].

En tercer lugar, el Diseño Industrial, como hemos visto antes, posee una intrínseca relación con la “estética”, de modo que ésta debe enfatizarse:

“La influencia foránea hace necesario potenciar el sentido de lo estético desde nuestra cultura y esto comporta los problemas de la identidad y el conocimiento de lo propio. La estética es una dimensión constitutiva de la disciplina del diseño industrial, pero va, inclusive, desde la manera como se maneja la corporeidad”[38].

Por último, el aprendizaje del servicio, como una característica “ética” que se quiere deliberadamente abrazar:

“La ética del javeriano viene alimentada principalmente por la enseñanza de Jesucristo de amar a los otros”[39].

Los valores son fundamento de toda clase de decisiones. Por ello, es muy significativo que estas temáticas que el Foro ofrece permitan volver sobre lo fundamental de la universidad y de la vida social.

Los tres ciclos del programa de estudios y del currículo de la Carrera pretenden claramente ir en esa misma dirección. El diseñador industrial tiene hoy en día responsabilidades enormes en relación con todas las personas, con la cultura nacional, con el País considerado en sus componentes económico, político, tecnológico, medioambiental, científico… Y esa conciencia se comienza a formar desde las aulas y desde los escenarios educativos universitarios. Se trata de formar personas con una capacidad humana y profesional muy grande y muy honda, lo cual exige procesos lentos y graduales, y establecidos en un diálogo permanente con los propios estudiantes, y acogiendo, inclusive, con amplitud y franqueza, sus iniciativas.

Atender todos estos frentes, delicados y, para muchos, no propiamente “académicos”, tiene unos costos financieros, muchas veces altos[i]. Así mismo, dar la debida importancia a tales factores puede incidir en que el estudiante descuide, o, por lo menos, no aproveche suficientemente, y bien, su tiempo, con lo cual su trabajo se llegue a represar y a acumular, cuando no desatienda – presencial y/o autónomamente – los demás deberes ordinarios. Lo que sí es muy claro es que tales valores es imprescindible se los pueda adquirir o profundizar mediante experiencias prácticas[40].

  

b.    La experiencia y reflexión de la Facultad de Ingeniería


6. Durante el año 1995 las Carreras pertenecientes a esta Facultad quisieron hacerse sinceramente la pregunta consabida acerca de las líneas fundamentales que contenía el “proyecto antropológico” sobre el que edificaban su Currículo y, en consecuencia, sus Programas académicos. Mediante los mencionados “Foros” efectuaron su propia introspección, que conoceremos en los siguientes apartes, destacando, especialmente, las “experiencias” que dichas Carreras consideraron más características suyas, en su momento, y que nosotros referiremos más particularmente al proyecto de “hombre nuevo” al que invita e impulsa el principio histórico derivado de la resurrección de Cristo.

Según el U.S. DEPARTMENT OF LABOR - BUREAU OF LABOR STATISTICS[41], las Ingenierías “se dedican a la aplicación de los principios de la ciencia y de las matemáticas para desarrollar soluciones económicas a problemas técnicos. Su trabajo consiste en servir de enlace entre las necesidades sociales percibidas y las aplicaciones comerciales”. Con todo, las matemáticas no se emplean exclusivamente dentro de las ingenierías[42].

1)    Algunos rasgos comunes destacables de una antropología de las Ingenierías[43]


7. Uno de los aspectos que, quizás, más pueden llegar a llamar la atención, cuando se pregunta por la formación de los ingenieros consiste en la unión y complementación de temas tan diversos como los “administrativos”, los “financieros”, los “productivos”, los de “mercadotecnia” y los de “recursos humanos”, ligados con los propios de las disciplinas particulares de las diversas Ingenierías. Se trata, seguramente, de una de las más marcadas diferencias que existen “entre ésta y las otras Facultades”. Inclusive, esta condición, se ve reflejada en los procesos de selección e ingreso de los estudiantes, en las condiciones intelectuales exigidas, y en las interpersonales, que refleja la entrevista.

La persona así dispuesta, mediante los caminos universitarios que se le propondrán, llegará a

“ser diestra en la operación de proposiciones formalizadas y en la capacidad de comprobar hipótesis, inferir conclusiones lógicas, así como también en la versatilidad para realizar y optar por ejecuciones diversas”[44].

En el contexto colombiano, el ingeniero debe llegar a ser una persona que, “primordialmente”, “ayude a construir su País”:

“No se trata sólo de hacer proyectos, sino de crear reflexión, civismo, responsabilidad y respeto, de buscar un mejoramiento en el nivel y calidad de vida de nuestra gente contribuyendo a la creación de valores inmateriales como la justicia. Es por esto que el ingeniero debe ser capaz de integrarse como miembro activo dentro de la sociedad”[45].

Y, en sus dos ciclos, es decir, el “disciplinario” y el “complementario”, abarcan tanto las ciencias básicas, los procesos tecnológicos, las lenguas, etc., así como el estudio del pensamiento sistemático, los principios ético-morales, la habilidad de comunicación oral y escrita, la sensibilidad social y el sentido comunitario, etc.[46]

a)   Atributos destacables de una antropología de la Ingeniería Industrial[47]


8. La búsqueda de la excelencia y la valoración de todas las oportunidades que se le presenten al futuro ingeniero industrial se destacan entre sus principales objetivos de formación. Ello tiene que ver principalmente con cuatro áreas principales de actividad: la tecnología, la personalización o los recursos humanos, los procesos productivos y la infraestructura. En tal virtud, se insiste en la importancia de su contribución al desarrollo del país, de modo que esta sea fruto de un “hondo compromiso no sólo consigo mismo y con los suyos, sino también con las personas que no se relacionan inmediatamente con él o con ella (los ingenieros)”[48].

Otras “cualidades” que deberían caracterizar al futuro profesional deberían ser:

“justo y equitativo, consciente y razonable… agente del cambio, partícipe de un engranaje de desarrollo, calidad y progreso, que busca mejorar la calidad de vida”[49].

Por todo ello, se consideran sumamente “necesarias las actividades extracurriculares que permitan la formación integral de los estudiantes (deportes, encuentros de diversa índole)”. Y esto que se trata de obtener no es por otra razón distinta que la de ofrecer

“una adecuada formación que responda a los retos que presenta hoy la realidad colombiana. La situación nacional muestra que el papel del ingeniero industrial es trascendental y a esto se debe prestar mucha atención”[50].

 Así mismo, en todas las actividades se debe

“erradicar la mediocridad y la ineficiencia… privilegiar la investigación con el propósito de formar personas que aporten soluciones a los problemas sociales… (que) contribuyan a instaurar un estado de justicia… Acompañar (esto con) el fomento del diálogo directo y permanente entre los directivos de la Facultad y los estudiantes… (proporcionando) unas líneas filosóficas y teológicas claras que impulsen la transmisión de valores y que permitan reconstruir lo humano. Establecer líneas de investigación… que despierten la creatividad y fortalezcan la competencia de los ingenieros… Igualmente, se debe atender a la importancia que tiene el inglés como herramienta para la investigación en ingeniería…”[51]

Obsérvese que se encuentra aquí la primera referencia explícita y concreta a la importancia de que la “teología” sea invitada a desarrollar un papel específico en la formación de los futuros ingenieros, por cuanto ella es considerada (¿capaz?, ¿espacio?) “útil”, o “necesaria”, a fin de “impulsar la transmisión de valores”, pero, en últimas, para “reconstruir lo humano”.

b)   Algunas características destacables de una antropología de la Ingeniería Electrónica[52]


9. Además de los elementos comunes con las demás Ingenierías, resalta el Foro que en la Carrera de Ingeniería Electrónica se pretende “llevar a cabo el Proyecto Educativo” de la Universidad:

“no sólo se debe cumplir con un currículo que incluya, además del plan original de estudios, otras actividades propuestas por la Universidad, pues más allá de toda instrucción los estudiantes deben prepararse para hacer frente a una realidad concreta. La ingeniería electrónica responde en forma dialéctica al contexto presente y futuro del país”[53].

En su momento (1995), según estudios realizados por la Universidad, y dado el “boom” de las comunicaciones satelitales, de la telefonía celular, de las televisiones pública y privada, más del 41% de los egresados se dedica, precisamente, al área de las telecomunicaciones. Ello exige que los estudiantes posean una excelente formación científica y técnica y una actualizada información sobre las “nuevas tecnologías”, de modo que puedan contribuir en la creación de la “infraestructura” necesaria para su implementación.

Se confía en que los futuros ingenieros serán, por lo mismo, personas capaces de asumir con “gran compromiso” las “responsabilidades”; pero, indican, ello se aprende, básicamente, de las “actitudes” que manifiestan los “profesores”. Dentro del componente disciplinario se destaca que:

“En la realidad del Departamento, no alcanza a darse esta transmisión de valores, como se ve en el caso de las ciencias básicas, fundamentales para la solidez y manipulación conceptual, área en la que, a pesar del arduo trabajo del Departamento, sigue con algunos vacíos en la formación científica, en variable compleja y en geometría”[54].

Pero también es necesario observar el resto de la formación del universitario:

“Resulta también esencial que exista un buen desempeño de maestros y alumnos en otras áreas, sobre todo las de tipo humanístico, pues su presencia dentro del currículo es de gran importancia para la formación integral que el Proyecto educativo prevé. Así, aunque asignaturas como ética, legislación, administración, economía y finanzas, no han logrado gran acogida entre la población estudiantil, en definitiva son indispensables para el correcto desempeño del profesional en el marco de su carrera”[55].

Esa formación humanística habría de ser la ejecución, por parte del mismo estudiante, de una “preocupación personal”. Con todo, la Universidad quiere colaborarle “poniéndole a su alcance herramientas tales como literatura, conferencias, educación continua, etc.”. Más aún, un tema del que son particularmente conscientes en la Carrera, como se ve, es la referencia al país, el aporte concreto que los profesionales deben brindarle. Por lo mismo, se considera que es básica una formación específica para el “liderazgo”, que les permita a los estudiantes adquirir “conciencia política” y “poder de persuasión”, “tan importantes para el desempeño profesional como el propio conocimiento técnico-científico”[56].

El Foro hizo, sin embargo, unas constataciones ante la – aparente, o primera evidencia de – “falta de respuesta positiva” que se halla en numerosos estudiantes, egresados y docentes. Si bien es cierto, por una parte, que

“Se impone la necesidad de cambiar, pues aunque se desea colaborar en la formación y transformación de las personas, no se encuentra una respuesta positiva, lo que es preocupante, pues las influencias negativas del medio externo son muy agresivas (TV, calle, mass media, etc.), y atentan contra la armonía de la persona y de la sociedad”[57];

Por otra parte también hay que decir que

“Lo que propone la Universidad muchas veces es obsoleto y no se alcanza a ver que se trata (es de ofrecer) una colaboración para la formación. Cuando las propuestas no convencen por sí (mismas), la alternativa es imponer. Cada uno es artífice de su destino: el transformar al estudiante – por mucho que se quiera – es una utopía”[58].

Pero, el mismo Foro responde: “Sin embargo, es la utopía la que mueve la historia”[59].

Se ha destacado, como se ha podido ver, la importancia que tienen los “maestros” en los procesos de “instrucción” y de “formación” de sus estudiantes. Se constata, sin embargo, que “su experiencia profesional” es objeto de “fuerte competencia” por razones “laborales”, en forma tal que los “buenos maestros” son “robados” a la Universidad por las actividades y por los empleos que ellos deben ejercer por fuera de ella.

c)   Perfiles destacables de una antropología de la Ingeniería Civil[60]


10. Las exigencias intelectuales de entrada a la Carrera, como suele ocurrir, son elevadas, concretamente aquellas que se refieren a las capacidades para abstraer y formalizar, estructurar, ubicar, comunicar y orientar el conocimiento. De otra parte, el horizonte profesional se dibuja muy claramente con las necesidades del país, y, en especial, con las áreas que tienen que ver con su infraestructura física: aguas, vías, estructuras, geotecnia…

Generalmente los programas de estudio de la Ingeniería Civil son muy densos en las asignaturas obligatorias y necesarias que deben cursar los estudiantes; pero, una vez graduados, en muchos casos la situación colombiana del momento no les permite acceder a las asistencias técnicas que les posibilitarían desarrollar su campo de acción con una mayor eficacia.

Las características de este tipo de formación y los regímenes de selección sumamente estrictos hacen que popularmente se considere a los ingenieros personas con mentalidad excesivamente “cuadriculada”. A ello se suma que el mercado laboral en Colombia, tan competido, plantea una serie de “exigencias que no se avienen del todo con la política humanista de la Universidad”. La respuesta ha sido proporcionar un “más fuerte sentido social a la profesión, orientándola en la línea organizacional y procurando crear actitudes de comunicación, creatividad, organización y pensamiento sistémico”, así como una formación ética que les permita a los egresados “la superación de la mentalidad legalista” que reduce su perspectiva ética al solo “cumplimiento de un reglamento” [61].


d)   Algunas expresiones destacables de una antropología de la Ingeniería de Sistemas[62]

11. Después de un “largo proceso” de investigación y de consulta, en el que fueron llamados “ingenieros de sistemas de la IBM y de grandes sistemas de visión exacta”, así como estudiadas las exigencias, “necesidades y problemas” de múltiples empresas, “se encontró que la formación (que por entonces recibían en las universidades los futuros) ingenieros de sistemas era unidimensional, que se consumía mucho dinero y tiempo en los problemas y no se encontraban soluciones”[63].

En respuesta a dicha situación, se observó que era necesario que los egresados de la Universidad Javeriana recogieran y se aprovecharan de tales experiencias, y, además, que, por el hecho de que esta Carrera se ofreciera en la Universidad, debería hacer que los elementos comunes a la Ingeniería de Sistemas fueran acentuados o especificados por el Proyecto Educativo de la Universidad, del que forma parte su currículo “dinámico”. Este currículo expresa, entonces, que, en tal virtud, son conscientes los miembros de esta esa disciplina y profesión de ser “técnicos y científicos” “de los sistemas”, dedicados a “manipular la variable tecnológica dentro de las organizaciones”. No se trata principalmente, pues, de que nuestros egresados aprendan con destreza los “lenguajes” de programación de computadores, sino de que sean capaces de “resolver problemas, es decir, analizarlos, pensarlos. No importa en el qué lenguaje (ello) se implemente, lo importante es el plan de desarrollo y el concepto que se tiene del problema”.

El elemento “organizacional” requiere, sin embargo, su propia comprensión y tratamiento, mediante “la teoría organizacional” y la “fundamentación jurídica de la ingeniería”, además de otros aportes, tales como la “gerencia estratégica, las finanzas y al producción de mercadeo”. Esta comprensión propia del elemento organizacional incluye, entre otros aspectos, todo lo referente a aquellas “soluciones tecnológicas” que le permiten a un determinado tipo de entidad “salir adelante”, “incrementar su productividad”. Estas soluciones, además, de ser “operativas” deben ser “soluciones de proyección organizacional que permitan simulaciones soportadas por modelos matemáticos que consientan tomar decisiones garantizadas”.

Las organizaciones, por su parte, pretenden dar una respuesta y “solución” a diversos problemas presentes en la sociedad, no sólo colombiana, de hoy y del mañana. Los ingenieros de esta especialidad, por lo tanto, deben estar suficientemente capacitados, como se ha dicho, para “analizar” dichos problemas y para brindar su “experiencia”, adquirida no sólo en espacios intramurales, para el tratamiento de los mismos. Se trata de una capacidad que ha de ser “innovadora y creativa”:

“No se puede enseñar a la persona a ser innovadora y creativa, pero sí se pueden generar los espacios suficientes para que trabajemos formas alternativas de pensamiento, para ver otras maneras de hacer las cosas, nuevas maneras que nos den a nosotros herramientas para poder solucionar los problemas de distintas formas”[64].

La creatividad “tiene mucho que ver con la genética y con la estimulación temprana”, pero la Universidad debe ofrecerle al estudiante los espacios y los medios que le permitan

“contar con otra forma de ver las cosas. Cambiando así la percepción, las cosas aparecen diversas y los problemas se resuelven de manera diferente. No es fácil, pero se pueden hacer ver las cosas de otra manera”[65].

La “variable tecnológica”, como se sabe, está en permanente desarrollo y modernización, razón por la cual se requiere del profesional y de la profesional de esta área “la actualización” como hábito “vital” y arraigado que debe suscitar en ellos una capacidad de “competencia tecnológica” puesta al día, que sea aplicada al servicio de los “usuarios, nuestros clientes”, “comprendiéndolos con rapidez para darles soluciones, y esto implica ser muy receptivo”[66]. El manejo de tecnologías hace también un llamado al empleo de “tecnologías de aprendizaje” durante el estadio discente, las cuales permiten “una mayor profundización de las áreas de la carrera”[67]

Es muy importante, igualmente, desarrollar una “capacidad de comunicación” en los estudiantes, la cual consiste en que “el ingeniero pueda desempeñarse bien […] ante juntas directivas, ocupar cargos importantes a nivel gerencial”, y no sólo “quedarse detrás de un equipo”. Y, a propósito de este aspecto, se resalta el “fuerte vínculo que hay entre la comunicación social y el comportamiento ético”. Para cumplir este objetivo cumplen un papel fundamental los docentes, por cuanto

“ellos refuerzan con su práctica todo lo que se habla sobre la ética, la conciencia social y todo este tipo de cosas adicionales que no son técnicas y que no se pueden encontrar en los contenidos, porque las encontramos en el medio en que vivimos. Todo este tipo de cosas son las que nos van a confirmar el currículo”[68].

Forman parte, también, del currículo de esta Carrera elementos provenientes del Proyecto educativo, tales como la “construcción de la comunidad educativa javeriana” y la “formación integral”. En el primer caso, será fundamental el desarrollo de una

“política de acercamiento a los estudiantes; es una buena estrategia para entablar diálogo… entre los alumnos y las directivas, pues buscamos, sobre todo, ser amigos para sacar adelante el Proyecto. Se trata de una política de amistad, mutuo aprecio y de muto respeto”[69].

De esta manera, el ingeniero industrial irá haciendo ejercicios que después le ayudarán a “convivir” con muchas personas. De la misma manera, la “formación integral” será una práctica que le permita posteriormente “interactuar” “responsablemente” con profesionales de otras áreas, “abogados”, “médicos”, etc., “resolviendo problemas en muchas áreas del conocimiento”, de ahí la necesidad de que cuente con “una amplia formación” y que sus “proyectos de investigación, en la medida de lo posible, sean de carácter interdisciplinario”.

Más aún,

“Las consecuencias del Proyecto Educativo Javeriano se ven en el hombre y la mujer de la Universidad, seres libres y autónomos, debido al principio de diversidad. Pero el individuo mismo es quien se educa, pues sólo se tienen personas que guían y ayudan en el proceso. La Universidad colabora con la formación del profesional, pero todos estamos comprometidos de forma directa en la formación integral (directivas, docentes, estudiantes)”[70].

Los proyectos propician “la metodología de investigación” “aplicada dentro de la Universidad y fuera de ella, en las empresas”, según “las normas ICONTEC”. Es tal la importancia que esta manera de proceder tiene en la formación de los futuros profesionales, que ha requerido la designación de un “coordinador de investigaciones” y de tutores que posean esa experiencia.

El plan de estudios quiere ser coherente con el currículo descrito en sus elementos más fundamentales, y en sintonía con las características comunes a todas las Ingenierías. Por lo tanto, posee un “área de fundamentación científica” (cálculos, físicas) y de “modelos matemáticos” (estadísticas, investigaciones de operaciones). Con tales elementos el ingeniero de sistemas tendrá que “apoyar las áreas de mercadeo, producción, presupuesto, provisión, etc., con modelos que proporcionen aciertos en las decisiones”.

El mismo plan de estudios quiere asegurar “la adecuación a las necesidades y la visión global de la realidad”, para lo cual posee el

“área de formación social donde está toda la parte de los cursos de Ciencias Religiosas (teología), la problemática social, la Constitución colombiana y la consultoría”[71].

Finalmente, el “eje central de nuestra formación” lo constituye “el área de informática y sistemas” compuesto por asignaturas tales como “comunicación, sistemas de información, gerencia estratégica y tecnología”.

c.    La experiencia y reflexión de la Facultad de Comunicación[72]


12. La actual Facultad de Comunicación y Lenguaje (1994), que se inició hace hoy (2006) setenta años con los cursos sobre Periodismo que ofrecía la Facultad de Filosofía y Letras,  posee tres Departamentos: Comunicación social, Lenguas modernas y Ciencia de la Información – Bibliotecología, y ofrece sendos programas de pregrado. Como hemos observado en diversos lugares, la “comunicación” es, como pocas, característica esencial de los seres humanos, mujeres y hombres nuevos, dadas las particularidades que ella alcanza en éstos.

La primera constatación que hizo el Foro de la Carrera de Comunicación consistió en recordar los “días y noches”, las “luces y sombras” del quehacer humano. Tal es la historia, y en ella, sus múltiples elementos, como en una ciudad, se entrecruzan, se amalgaman, se separan, se interrelacionan. Sólo que en los vértices de esas múltiples intersecciones y partidas se encuentran, en búsquedas, especialmente de sentido, los seres humanos, mujeres y hombres nuevos. Se trata de confrontar los “juegos de metamorfosis” que “se afirman como realidades independientes”, de conocer sus procesos y sus transformaciones, incluso aquellas que dan origen a los currículos y desean responder a las preguntas por los comunicadores que se están formando y por los que se deberían formar.

De otra parte,

“Las transformaciones, los cambios de época, las generaciones, muestran una serie de valores, de creencias, una pluralización de estilos de vida en la Universidad y en la Facultad, por eso se asiste allí a la expresión de lo múltiple y lo diverso”[73].

Los argumentos del Foro no estaban ausentes de intereses diversos, pero con una “honesta preocupación intersujetiva para cualificar la experiencia universitaria”, tales argumentos aparecían “no tan contradictorios como complementarios”: “El Proyecto Educativo Javeriano está enfocado a la formación integral”, y su cristalización actual en los currículos de la Facultad integran las sucesivas evoluciones realizadas por el mundo, por el país, por la Universidad y por la Facultad misma desde sus tempranos orígenes en 1936[74].

De una concepción de la comunicación “entendida sólo como disciplinaria-técnica” se ha pasado a otra, bajo el influjo del mercado laboral, consistente en “una ciencia especializada en los problemas comunicológicos”. Es propio del comunicador social, en esta perspectiva, el desarrollo y el ejercicio de la

“habilidad interpretativa, formativa e informativa de la opinión pública, dentro del contexto de una acción comunicativa en la formación de un consenso y la posibilidad de participación cívica a través de los medios, masivos y no masivos”[75]

Los aspectos disciplinares específicos del comunicador consisten en la “comunicología” que se nutre de la “filosofía de la comunicación, la antropología, sociología, economía, historia, metodología de la investigación y la teoría de la comunicación”. En el campo de las ciencias se pretende “dar cuenta de las condiciones constitutivas y reproductivas de su propio discurso teórico, así como de los mensajes que percibe y que produce”. En tal virtud, “conoce y maneja críticamente las teorías y los métodos propios” de la ciencia, así como de las restantes ciencias sociales que le aporten a su constitución y desarrollo. Como se puede observar en tales enunciados, es neta la orientación humanística de la carrera, pero, al mismo tiempo, es profunda su correlación con el momento histórico en que se vive, local, nacional e internacional, con sus tendencias y rupturas, para investigarlo, para proponerle alternativas y diseñar para él “modelos comunicacionales en todos los campos del saber”[76], “técnicamente elaborados, que favorezcan el surgimiento de una sociedad más justa y participativa”[77] a partir de “un orden vigente injusto, que no es humano ni es cristiano”[78].

Estos profesionales, particularmente en la propuesta javeriana, se forman en la “creatividad, capacidad de opinión y crítica” en el amplio campo de la “cultura”, así como en el fomento de la comunicación como un “espacio para la interacción social y las mediaciones, no sólo como usos y prácticas, sino como lugar de acción del disenso y del consenso de la opinión pública”. En un contexto como el Latinoamericano, se destacan las tareas relativas a la “actitud crítica constante ante problemas de justicia social, cultura popular, comunicación y democracia, y la legitimidad de la opinión pública”. De esta manera, los comunicadores se manifiestan como elementos indispensables para la mediación social y política mediante las áreas de acción predilectas, las cuales van en las líneas del periodismo, la publicidad, la comunicación organizacional y la comunicación educativa con énfasis en la investigación y la televisión. Ello les exige, entre otros aspectos, una capacitación tal que permita “utilizar científica y técnicamente, con la suficiente competencia, las distintas modalidades de expresión y medios en la producción de mensajes, y evaluar procesos de comunicación y valorar críticamente los contenidos y tratamientos de los mensajes que se producen en los medios”[79].

De esta manera, las prácticas pedagógicas mediante las cuales se forman los futuros comunicadores deberían expresar aún más adecuadamente los elementos comunicacionales que las caracterizan, en lugar de ser obstáculos para ellos: las barreras que plantean las ausencias de diálogo son un ejemplo, así como la mera trascripción de conceptos o la apatía para participar institucionalmente. Sólo en la interacción surge la creación. Incluso, los espacios físicos mismos propician, o dificultan, la comunicación. Así como sucede también en el conjunto de la sociedad.

Más aún, mirando más ampliamente hacia el entorno en el que ejerce su profesión el comunicador social es necesario estar muy atentos a los diversos peligros que se ciernen no sólo sobre su ejercicio profesional, sino sobre la universidad y sobre la sociedad entera: la facilidad para crear “imagen” o para caer en estereotipos, la ceguera para descubrir y reconocer valores humanos, la miopía para diseñar proyectos y para actuar bajo criterios de auténtica “formación integral” e “interdisciplinariedad”.[80]

d.    La experiencia y reflexión de la Carrera de Administración de Empresas de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas[81]

13. Tanto el estudio de la carrera como el ejercicio de la profesión poseen unas circunstancias éticas evidentes: para acceder a lo primero, es necesario formar parte del 5% de la población colombiana que puede hacerlo; para participar en lo segundo, una de las acciones que corresponde ejercer a los administradores consiste en la asignación óptima de los recursos, lo cual se ve enfrentado con otros intereses y propósitos, tales como la desviación de los recursos de capital, lo cual genera corrupción administrativa. De esta manera, se ve claramente que la contribución de los estudiantes y de los profesionales de la Administración en la transformación del medio social pasa tanto por ser “conscientes” de su “responsabilidad histórica” como por una “preparación sólida en las disciplinas de la profesión”. Y sobre esos dos polos se articulan las dos “directrices igualmente relevantes” en la actividad de la Facultad: “el ser humano y las organizaciones”.[82]

Debe considerarse que el “sujeto de la Administración” es “el estudiante”, por ser él “principal protagonista de su propia formación”[83]. Ha de ser reconocido como tal tanto en sus fases de formación humana como en las que llevan consigo su preparación profesional:

“La idea es dirigir la atención hacia el ser humano como centro de la Administración y pensar mucho más en el gerente o en el empresario, que en la gerencia o en la creación de empresa. Lo anterior significa privilegiar el desarrollo de un potencial personal del futuro profesional y maximizar la función que se establece entre sus aptitudes y habilidades administrativas y empresariales, y el contexto en que se ha de desempeñar el egresado, tanto organizacional como funcionalmente.
Todo esto implica formar y preparar un administrador que sea un conceptualizador de situaciones y problemas complejos, un negociador, un comunicador, un gestor de empresa, un auténtico líder, un estratega, un visionario ético y responsable.
En síntesis, el currículo está diseñado para desarrollar en el estudiante capacidades que le permitan aprender a ser, aprender a hacer”[84].

En esta línea, se propende porque cada estudiante potencie “el desarrollo armónico entre espíritu, mente y cuerpo”, y alcance así

“una profunda convicción moral, una auténtica vocación humanística, una clara conciencia histórica, una acertada sensibilidad social, una profunda formación intelectual y cultural, un nítido sentido de responsabilidad profesional, una duradera y positiva actitud de pertenencia a su Universidad y a su grupo de colegas, una marcada inclinación hacia la cooperación y el trabajo productivo en grupos humanos, unas sólidas aptitudes, conocimientos y habilidades en la disciplina y el arte de la administración”[85].

En relación con las “organizaciones” ha de “reconocerse que el desempeño de la persona acontece desde las organizaciones”, sean ellas públicas o privadas, pequeñas, medianas o grandes, productoras de bienes o de servicios. Son ellas “el objeto de la acción de la administración y la unidad del análisis fundamental de la disciplina administrativa” y, ciertamente, “posibles campos de acción para el administrador”[86]. Por eso será necesario

“estudiar cuidadosamente las tendencias que afectan el perfil y la dinámica de las organizaciones, así como la comprensión y el análisis de los contextos nacionales e internacionales que permiten entender su dinámica y su papel en la realidad colombiana”[87].

Entre las actuales tendencias que experimentan las organizaciones se pueden mencionar: “la privatización, la democratización, la competitividad, la integración regional, la internacionalización”. ¿De qué tipo de ser humano estamos hablando en cada caso? La pregunta cobra especial importancia dados los impactos notables que tales tendencias poseen en la sociedad y en los individuos que las componen:

“(La) importancia de crear valor, entendido como la generación de agregados, no necesariamente económicos (valores materiales, emocionales, funcionales, de conocimientos, etc.);
(el) aumento de la importancia de la innovación tecnológica;
(la) necesidad de organizaciones flexibles de rápida adaptación a las condiciones del mercado y del contexto;
(la) declinación de las nuevas organizaciones aisladas y (la) presencia de nuevas formas de cooperación;
(el) compromiso para satisfacer las necesidades reales de forma eficiente;
(la) generación de espacios de participación democrática al interior de las organizaciones que posibiliten el desarrollo de sus miembros”[88].

El currículo correspondiente a la formación del administrador de empresas javeriano quiere destacar, pues, un “sello” inconfundible “de sensibilidad humana que hunde sus raíces en diáfanos principios del individuo y en una condición de trascendencia”. Así mismo, habrían de ser “características propias” suyas, “su sentido de grupo y la solidaridad con sus compañeros y colegas, al igual que su espíritu e inclinación hacia el trabajo en equipo y la cooperación”.[89] 

El plan de estudios adecuado comprende, en consecuencia, tres niveles o ciclos: formativo (humanidades, ciencias sociales, matemáticas, economía y administración), profesional específico (funcional e instrumental) y profesional de integración (estrategias institucionales y de gestión, y gestión de proyectos).  Entre los temas que se tratan durante los tres ciclos se pueden mencionar los relativos al “liderazgo” ejercido a partir de capacidades “analíticas, críticas y reflexivas” así como para “comunicar, orientar y dirigir seres humanos” y para “pensar y actuar creativamente”; al “talento para formular y resolver situaciones y problemas complejos”; a la “disposición para la toma de decisiones” y “señalar el rumbo de las organizaciones, comandarlas y transformarlas”; a la “capacidad para entender y actuar en los contextos nacional e internacional”.

Ahora bien, esta propuesta, que teóricamente es muy coherente, encuentra dificultades en su realización concreta por diversas circunstancias. Entre las principales de ellas, algunas atañen a los “profesores” y a la falta de “acuerdo” entre ellos, debido a que trabajan los temas “desde una diversa perspectiva y a un nivel de profundidad diferente”, “sin ahondar en el análisis”, con “temas repetidos”, “con una uniformidad que genera pérdida de interés” entre los estudiantes. La abundancia de “humanidades” en el plan de estudios en la actualidad parece “no contribuir a la formación integral de los estudiantes” toda vez que “no propician un espíritu crítico”. Otras circunstancias conciernen a los propios estudiantes, quienes, en muchos casos, no dedican su atención a las “humanidades” y les aplican el suficiente “interés” que requieren y no advierten sino “después de muchos años, cuando viene a revelarse la utilidad de estructurar el pensamiento” y que no ha sido de ninguna manera conveniente “reducir todo a la ciencia y a la técnica”[90].

Las deficiencias resaltadas evidencian que es posible que se pueda caer, o se haya caído, en un clima de “mediocridad” con la que no se puede “estar casado” y, a la que ni siquiera se puede “aceptar”. Se trata de un hecho de tal “gravedad” que “debe revisarse” considerando que, en tales situaciones, es necesario examinar la correlación entre “profesores” y “estudiantes”, pues la mutua “exigencia” entre ellos es fundamental para el proceso y el progreso de unos y otros, de la propia profesión y, por supuesto, de la misma Universidad. Es necesario ser más cuidadosos y rigurosos en los procesos y en los instrumentos de “evaluación”, por lo tanto, de modo que la Facultad pueda llegar a “tomar decisiones de tipo correctivo”.

Deben mejorarse, de igual modo, “los canales de comunicación” en la Carrera así como las formas de “participación en la vida de la Facultad”, ya que tanto los unos como las otras son ocasión de “formación integral” y de “desempeño en el semestre social”. Es necesario trabajar por mitigar la “apatía” que impide a muchos una verdadera comunicación y participación explorando y “concretando” “nuevos canales” y “nuevas iniciativas”[91].

e.    La experiencia y reflexión de la Facultad de Psicología[92]


14. Con la aproximación a los aportes que hizo la Facultad y Carrera de Psicología entramos a la consideración de algunas Carreras relativas a los ámbitos de la salud y de la vida. Se trata de unos campos problémicos que ameritan unas nuevas interrelaciones de las áreas del conocimiento relativas a las ciencias básicas y a las ciencias sociales y humanas.

La promoción del desarrollo de diversas “competencias” con vistas a la formación integral a la que se compromete la Facultad exige considerar que se trata de “procesos formativos continuos”:

“Alguien se hace competente en un campo cada día, y puede hacerse cada día más competente, en la medida en que sus comprensiones se hacen más claras, profundas y complejas; sus conocimientos se hacen más diferenciados y se actualizan; acumula una experiencia reflexionada que potencia y cualifica sus posibilidades de actuación académica y profesional”[93].

Por eso, no se puede aceptar que los “esfuerzos formativos” de una Facultad se queden en la aspiración a impartir, y, por parte de los estudiantes, a “adquirir”, “información, habilidades y destrezas”, cuando de lo que se trata es de “ir más allá” de modo que los psicólogos lleguen realmente a ser

“capaces de asumir crítica y responsablemente su papel de profesionales, científicos sociales y ciudadanos con sólidos conocimientos, que les permitan contribuir al desarrollo de la Psicología y con un alto nivel de compromiso con el análisis y planteamiento de alternativas de solución a los problemas que aquejan a nuestra sociedad”[94].

Tales competencias se promueven básicamente en cuatro direcciones: “disciplinar”, “interdisciplinar”, “investigativa” y “social”.

La competencia disciplinar mira a que el estudiante “apropie” y “recree el conocimiento psicológico”, sea en el orden “teórico” y “epistemológico”, como en el “metodológico” e “histórico contextual”. En esta línea de acción docentes y estudiantes buscan

“identificar y analizar las problemáticas y paradigmas que han caracterizado el desarrollo histórico de la Psicología como ciencia, con una perspectiva abierta y pluralista que no desvaloriza de antemano los aportes de ningún enfoque o escuela, sino que prepara para optar y asumir posiciones argumentadas y éticamente responsables”[95].

La competencia interdisciplinar, por su parte, apunta a que se llegue a comprender de qué manera los problemas psicosociales poseen una naturaleza y unas complejidades tales que hacen necesario emprender su atención y tratamiento con los medios más adecuados, esto es, no gracias a la acción y a los “alcances de cualquier disciplina aisladamente considerada”, sino mediante la “necesaria complementariedad del conocimiento teórico y metodológico proveniente de (las diversas) disciplinas”, pues todas ellas, cada una a su manera, permite que se llegue a obtener “la adecuada comprensión de lo humano”. De esta manera y con este objetivo también la Psicología manifiesta sus “aportes” propios y característicos[96].

La competencia investigativa es una “meta fundamental” y “un componente prioritario de la formación del psicólogo como profesional y científico social”. Gracias a esta competencia se expresan “dos funciones inherentes a la Universidad: la de producción de conocimiento y su proyección a la sociedad”[97].

La competencia social “hace referencia a la formación del estudiante como ciudadano”. En esta perspectiva, es necesario que se le propicien las condiciones para que él pueda “comprender e interpretar las características y problemas de su época”, así como para decidirse “comprometiéndose activamente en la construcción de un orden social que posibilite mejores y más justas condiciones de vida para todos”[98].

Con esta concepción a la base del currículo, el plan de estudios se organiza “alrededor de problemas”, lo cual facilita al estudiante “integrar el conocimiento psicológico” tanto disciplinar como interdisciplinar y promover en él “la capacidad para identificar y documentar problemas, desarrollar elaboraciones conceptuales y alternativas de intervención e investigación sobre las mismas”[99].

Las grandes áreas problémicas se refieren a lo siguiente: 1ª) génesis y condición de lo humano (estudio de los procesos biológicos, psicológicos y sociales que hicieron posible la constitución de lo humano, tanto en las evoluciones de hominización, como en los desarrollos de humanización, considerando particularmente “los fenómenos de simbolización, cultura y lenguaje como formas específicas de actuación humana”[100]); 2ª) desarrollo ontogenético (analiza los problemas centrales de este desarrollo “en términos de procesos, mecanismos y configuraciones estructurales y funcionales”, pues es por medio de éstos como el individuo se constituye como ser y construye “su identidad” dentro de su propia especie, “construyendo representaciones del mundo y de la sociedad, que caracterizan sus variadas formas de relación social”[101]); 3ª) las instituciones y la socialización (pregunta por “la construcción de la identidad personal y social” “en interacción con otros y en contextos socioculturales e históricos específicos”[102]); 4ª) alternativas de actuación social del psicólogo (conceptualiza la Psicología como “disciplina y profesión” y de ello “deduce” las posibles “actuaciones de intervención”, “da cuenta de lo disciplinar a través de elementos tecnológicos instrumentales, preguntas centrales de investigación, posibilidades reales de articulación entre áreas de aplicación”[103]; 5ª) la investigación y la intervención sobre problemas prioritarios (según el área que conduzcan los profesores, los estudiantes son invitados a “investigar sobre los aspectos psicológicos relacionados con problemas sociales específicos”, y a  “diseñar y evaluar estrategias de intervención”[104].

A cada una de estas líneas problémicas hay que concederle el tiempo debido durante la formación; pero, de la misma manera, hay que buscar, en forma permanente, los medios a fin de que se logre el máximo aprovechamiento de las materias y los estudiantes puedan constatar “la importancia que se da a la autonomía y a la libertad en el proceso formativo del psicólogo”[105]. Más aún: “la participación de los estudiantes” en el examen de estos temas que se orientan a conocer y a profundizar en los fundamentos de los currículos y de los planes de estudio, en los diversos momentos de los procesos mediante los cuales se los revisa y renueva, “es básica”, les “permite a los estudiantes, como futuros profesionales, sentirse parte de la Universidad y ver cómo los ideales y metas planteados por ésta concuerdan con los objetivos” que ellos “quieren alcanzar”. De la misma manera se considera sumamente “conveniente que las prácticas (profesionales) se sigan realizando en sectores sociales marginados, pues esta experiencia proporciona la posibilidad de presenciar de cerca las necesidades del país, y muestra cómo, por medio de la Universidad, se atiende a los problemas nacionales”[106].

El Foro concluyó con otras intervenciones, en las que se expresó que

“Se debe seguir avanzando en contra de la mediocridad, en la búsqueda de la excelencia académica, y la formación integral; pero esto supone un previo trabajo interdisciplinario que fomente la cultura de (la) investigación y profundice la consolidación de valores morales como los que necesita Colombia hoy […]
Es importante que se propicien estos espacios de diálogo con mayor frecuencia […] Es claro que la Universidad proporciona una profunda formación en valores, y esto posibilita que los futuros profesionales en Psicología puedan luego desempeñar un papel determinante dentro de la sociedad, capaces de transformar el mundo”[107].
 

f.     La experiencia y reflexión de la Facultad de Odontología[108]


15. Dentro de las ciencias y profesiones relativas a la vida y a la salud humana encontramos la Odontología. Su currículo se viene revisando de modo que “se logre la formación integral” de los estudiantes, pues, “antes que formar técnicos odontólogos, interesa más ayudar a que las personas lideren la sociedad de manera acertada en medio de la crisis”: “¡Cuán lejos estamos en este momento de que nuestra sociedad sea mucho más civilizada, más justa, más culta, dentro de la inspiración de los valores del cristianismo!”[109]

Son “cuatro”[110] las “dimensiones que el estudiante de Odontología tiene que desarrollar” con el apoyo de los equipos que están a su servicio, y que enseguida se enumerarán. Tales “dimensiones” son: histórico-social, trascendente, psicológica, biogenética y profesional odontológica. Para atenderlas debidamente, la Facultad “se está apoyando también en la Facultad de Psicología (Departamento de Psicología), la Facultad de Teología, la Facultad de Ciencias (Biología), la Facultad de Medicina”[111], y la Facultad de Ciencias Sociales[112], entre otras, así como realizando actividades propias. Ahora bien, no se trata sólo de obtener conocimientos de tales áreas, sino de considerarlos en su relación con la Odontología:

Las ciencias sociales proporcionan un conocimiento de la “realidad nacional” que le permitirá al futuro profesional “ubicar su labor” y las diversas “funciones” que ella tendrá que desempeñar: “diagnóstico, prevención, curación, rehabilitación, docencia, investigación y administración”[113]. Y de estas, muy especialmente, la “prevención”, por cuanto “queremos fortalecer como ética social que la prevención es mil veces más importante que la curación y la rehabilitación”[114]. Esas mismas ciencias contribuyen a detectar “la situación de morbilidad y su distribución… la realidad económica y cultural, demográfica, de los pacientes y no se tiende exclusivamente a la solución tecnológica”[115]. Es importante lograr, al respecto, “que los estudiantes se motiven”:

“El objetivo es que no todo se agote en las clases, sino que se implementen actividades que promuevan un desarrollo social del estudiante incorporando toda la actividad del primer semestre, las actividades extramurales de séptimo y octavo semestre, así como el ‘ruralito’ de noveno semestre, para desarrollar la dimensión social del estudiante no solamente con clases, clases que, como en este caso, no cumplen las expectativas que los estudiantes tienen”[116].

Así mismo, es necesario ofrecer a nuestros “odontólogos javerianos” la ocasión de afianzar “principios y criterios básicos que le posibiliten un desarrollo continuo de sus propios valores, unos conocimientos y habilidades que le permitan su adaptación frente a situaciones nuevas”, ya que “hoy Colombia está en una situación totalmente nueva, un total cambio de valores, y queremos que nuestro profesional aprenda a comportarse dentro de esas nuevas realidades”[117]. Más aún, es necesario, que sea realmente un “líder” que promueva activa y responsablemente los grupos a los que él o ella pertenecen”, inclusive “deportivos y culturales”, por lo cual hay que “potenciar” en ellos esas “cualidades”[118].

También las “habilidades sociales” han de ser cultivadas, por cuanto ellas les facilitarán “en el futuro sus buenas relaciones con los pacientes”. Y con tales habilidades, se debe acoger “el interés (de los estudiantes) para desarrollar actividades culturales, artísticas y deportivas, (mediante) el cultivo de la honestidad, la pulcritud, la puntualidad y la responsabilidad”, ya que “nuestra profesión es ciencia y arte simultáneamente”[119]. Más aún, junto con tales “habilidades” se hace imprescindible hoy en día fomentar las “sensibilidades” de los estudiantes

“ante los problemas sociales y la comprensión de las limitantes económicas y culturales de la población, en pocas palabras, profundo compromiso social… pues el área de ciencias de la salud, antes que una solución económica, de supervivencia, tiene una responsabilidad social frente a su país y frente a su sociedad”[120].

En “el fuero de lo religioso, pretendemos que el estudiante nuestro tenga la capacidad para analizar y resolver su posición frente a la vida y a la sociedad de la que hace parte”. No se trata de hacer que el estudiante ingrese o se afiance propiamente en uno u otro credo religioso, cuanto de que, “durante todo el proceso de formación, sea capaz de cuestionar su (capacidad de) trascendencia frente a la otra vida, o frente a una vida existente, y que tenga capacidad para resolver esta situación personal y colectiva”. Así mismo, se pretende que quienes opten o hayan optado por una dimensión religiosa, ésta “repercuta en la vida como una ética, una gran responsabilidad y una gran calidad humana”[121].

La formación estrictamente profesional, sin embargo, no puede descuidarse, y es el objetivo de “desarrollar la habilidad profesional” del estudiante el que más ha exigido un esfuerzo en el proceso de revisión curricular: Unidades de Organización Curricular Interdisciplinarias; coordinadores de semestre, coordinadores de clínica y tutores “que hacen que el maestro sea esa persona que permite al estudiante su propia formación, su propio desarrollo, bajo una guía no solamente profesional, sino personal”[122]. Mención especial requiere la creación de cuatro Departamentos de Sistemas “en los cuales se ha organizado el objeto mismo del conocimiento” y son el resultado de un “análisis” del mismo y de su confrontación con “el proceso de la historia natural de la enfermedad”: ellos permiten a los estudiantes un “proceso de formación teórico”, con el apoyo de tres unidades asesoras: “investigación, postgrado y clínicas”. Dichos Departamentos son: el dentario, el periodental, el bucal y el cráneo-facial[123].

En este sentido el enfoque epidemiológico presta una ayuda fundamental. Porque el proceso de salud-enfermedad, en efecto, es “resultante de diferentes actividades, teniendo presente que los servicios de salud intervienen escasamente, sólo en un 25%, como solución. El 75% de solución de los problemas de salud está fuera de los propios servicios de salud”[124]. En efecto, “la situación (económico-) social de los individuos” condiciona directamente sus situaciones de salud o enfermedad. Para atender esa relativamente pequeña proporción, sin embargo, es necesario “pretender una alta calidad científica, un espíritu investigativo y una actitud positiva que facilite el acceso a las propias experiencias y conocimientos”:

“Esto muestra cómo se quiere acabar con el egoísmo de aquellos que han ido descubriendo nuevos campos y mantener ese conocimiento sólo para ellos mismos y su explotación en dirección del beneficio propio y exclusivo”[125].

A hacer crecer estas convicciones, por múltiples pero exiguos medios, en nuestros estudiantes, quienes son “el centro de nuestros procesos de formación y la razón de ser de nuestra actividad académica”, a ello se orienta particularmente el currículo de la Carrera:

 “Queremos que el estudiante sea el que construya su propio conocimiento, que sea el que vaya construyendo su verdad con el apoyo del docente, de forma que sea el proceso, en la estrategia de investigación, el que permita generar un nuevo conocimiento.
Si nosotros no formamos a los estudiantes en los diez semestres que están con nosotros dentro de esa estrategia de investigación, de descubrimiento, de formación de criterio, no vamos a hacer sino profesionales con alguna actualización al día y fecha en que se gradúan, pero no seremos capaces de desarrollar personas”[126].

Con todo, esta conciencia llegará a ser clara e influyente si se reconoce también el otro “polo” de la interrelación: “el docente”:

“Es muy notable el esfuerzo que estamos haciendo para capacitar a nuestros docentes porque consideramos que a través de ellos se consigue el directo encuentro con el estudiante. Es en la clínica, en la preclínica, en todos los espacios académicos, en las actividades extramurales, donde queremos que realmente tenga ese intercambio diario con su docente, para que sea capaz de desarrollar todas las dimensiones que lo van a hacer persona, líder de su sociedad, dirigente de la sociedad en la que le toca vivir”[127].

No obstante todo lo anterior, se tropieza con un hecho real y concreto: ¿Sí es efectivamente posible que “una Carrera con una carga académica tan pesada como la de la Odontología” propicie ese mencionado “desarrollo integral”? La iniciativa de los estudiantes ha suplido en muchas ocasiones lo que la buena voluntad de los directivos de la Facultad no logra alcanzar, “pero el espacio académico que tiene la Facultad para esto es mínimo, y tenemos que reconocerlo así”[128].

Más aún si se mira a la Universidad, “tenemos que reconocer que ella (aunque actualmente) tiene muy poco espacio físico para actividades deportivas, sitios para teatro, etc.”, está actuando en vista de “ampliar el área del campus, lo cual favorecería el incremento de actividades de desarrollo integral”[129]. El mejor aprovechamiento de estos espacios, igualmente, inclusive dentro de la Facultad, convendría notablemente al logro de estos objetivos. 

g.    La experiencia y reflexión de las Carreras de Bacteriología y de Nutrición y Dietética de la Facultad de Ciencias


16. Hubiéramos querido tener una presentación de todas las Carreras que se relacionan con la vida, y en particular con la vida humana, y con la salud, dentro de nuestra Universidad, pero, en su momento, ello no fue posible. Con todo, las dos Carreras que vamos a considerar seguidamente nos exponen dos muy destacables versiones de esas mismas realidades tan estricta y exactamente “científicas”, en la comprensión positiva que muchos poseen y destacan hoy en día.

1)   Algunos rasgos destacables de una antropología de la Bacteriología[130]


17. Es fundamental, señala el Foro, comprender a las personas que vienen a estudiar esta Carrera, como tales, y, en consecuencia, promoverlo en ellas, “moldeándolas muy humanas, a través de sus valores éticos y morales”, “con excelencia académica y un gran compromiso social”, “concientizándolas acerca de su ser: cultas, humanas, sociables, a través de los conocimientos y reflexiones que les aportan las ciencias sociales, religiosas y de proyección social y comunitaria: siempre el saber al servicio del país”, para “llevar un mensaje de esperanza al pueblo colombiano”[131].

Así mismo, es necesario cuidar la formación científica específica en las áreas de la Bacteriología, Inmunología, Microbiología, Virología, Parasitología, Hematología, Banco de Sangre y Química clínica, con los temas “éticos” respectivos, que abarcan los diferentes “procesos”, la “bioseguridad” y “la correlación clínica dentro de la variedad de parámetros analizados”. Desde el punto de vista de la formación para la investigación científica se capacitan para contribuir “a la conservación del medio ambiente, propiciando un manejo adecuado de insumos en la aplicación de la tecnología”[132].

En este sentido, las TICs y “otros avances tecnológicos” prestan una notable contribución, sin duda alguna. Pero, de igual modo, es imprescindible el aporte que brinda la disciplina “epistemológica”, por cuanto ella “evita una educación que se reduzca al entrenamiento en aplicación de fórmulas”. Se trata de un paso fundamental que “reivindicará el estatus del bacteriólogo, que se ve desprestigiado” por diversos factores sociales en nuestro contexto[133].

El futuro ejercicio profesional de los estudiantes destaca la necesidad de su formación previa en la interdisciplinariedad. No sólo porque tendrán que “involucrarse en actividades comunitarias… que tienden a la promoción de la salud”, sino porque deberán hacer “converger sus intereses con los médicos, enfermeros, nutricionistas, odontólogos, terapistas y otros profesionales que se desempeñan en campos afines”[134]. Tanto “directivas, como profesores y alumnos” debieran “incorporarse a esa mentalidad”. Y se insiste, en este mismo sentido, en la importancia “fundamental” de una “preparación en humanidades” “porque en el ejercicio profesional el bacteriólogo ha de interactuar con pacientes reales, con necesidades complejas que impregnan toda su vida”[135].

Desde el punto de vista pedagógico se considera que también deben existir coherentes planes de acción, que incluyen las “metodologías de los cursos”, “la presencia de seminarios”, “búsqueda de financiación de proyectos de investigación”, “dar espacio a trabajos monográficos que den cuenta de las necesidades concretas de la comunidad” y la concesión al estudiante de “mayor autonomía” ofreciéndole “menor carga académica” y la posibilidad de un balance por parte del mismo en lo que concierne al “contacto directo con el profesor” y con “el tutor”. En todos los casos, estas relaciones se han de efectuar “en mutua animación y exigencia para eliminar la mediocridad”.[136]

Un componente de particular importancia en la vida institucional lo aporta, sin embargo, el docente. No sólo debe “contar con mayores recursos para proveer las prácticas de material suficiente y así poder esperar resultados notables en la investigación”, sino que él mismo ha de “contar con una remuneración que le reconozca la calidad de formación y especialización” lograda, “así como sus esfuerzos investigativos y pedagógicos”[137].

Más aún, se pone en guardia al conjunto de la “Universidad” cuando se anota que ella “debe regirse más por los criterios de la formación integral y menos por una mentalidad empresarial” cuando se trata del “aumento de los costos y de los créditos”[138], y cuando se anima a que se realicen más actividades como estos Foros, que propicien “un mayor contacto entre las directivas y los estudiantes” y los docentes, a fin de “enriquecer las apreciaciones en torno al perfil y a las áreas de desempeño del bacteriólogo javeriano”[139].


2)   Algunas características destacables de una antropología de la Nutrición y Dietética[140]


18. El Foro destacó desde un comienzo que precisamente en el ejercicio de la Nutrición y Dietética se advierte y se enfatiza que “la formación universitaria de los profesionales no se agota en el nivel académico, sino comporta también el desarrollo personal, cultural y humano”[141]. Y, refiriendo esta toma de conciencia al ámbito javeriano, señaló:

“En la Universidad se sabe que no se forma sólo con el componente científico, pues se trata de educar personas que estén defendiendo y luchando para que el pueblo colombiano esté cada día mejor. Es una gran responsabilidad con el país la formación integral de los profesionales”[142].

Por eso mismo,

“las diversas actividades culturales y deportivas son, al interior de la Facultad, una oportunidad para que todos los miembros de la comunidad universitaria se integren […] y compartan”. “La ética debe dirigir las actitudes y comportamientos de los egresados javerianos […] Los profesores de la Facultad no sólo transmiten conocimiento, sino todo su ejemplo de responsabilidad, dedicación, actualización permanente, respeto en el trato hacia las personas y demostraciones de justicia”[143].

Los profesionales nutricionistas-dietistas también se han de “distinguir por tener una actitud científica crítica y analítica”, que “no sean simples receptores de lo que se les da” y sí “partícipes de su propia formación con un alto sentido de conciencia”[144]. De la misma manera, en relación con los problemas nacionales, sabiendo que nuestro “pueblo colombiano” posee “características especiales” y “problemas como el hambre, la pobreza, la inseguridad, las dificultades de guerra, y que como profesionales es ahí donde debemos trabajar, no en países desarrollados”. Para ello

“es necesario tener dominio sobre el tema de la nutrición con suficientes fundamentos científicos que nos de la capacidad de hablar, participar, discutir y debatir conceptos errados en esta área, etc. Se trata de ejercer un liderazgo en la comunidad, grupos profesionales, que trabajen en el área de la salud, donde todos saben de nutrición”[145].

A esta misma toma de conciencia y al ejercicio de este liderazgo contribuyen notablemente áreas como la de la “historia”, que permiten “saber de las personas, quiénes y cómo son”.

Porque es posible mirar la Carrera desde una perspectiva “reduccionista” cuando sólo se dirigen sus esfuerzos “a trabajar en la alimentación del ser humano”, y no preparando al futuro profesional “para realizar un trabajo interdisciplinario dirigido al pueblo colombiano”:

“El objeto de estudio va a ser el hombre y el alimento, pero ha de tenerse en cuenta al hombre en forma completa, o sea, su naturaleza biológica, psicológica y social. En el campo del nutricionista, además de saber acerca del alimento en cuanto a su composición, comportamiento y transformación, debe también dominarse el tema de la alimentación balanceada, adecuada, suficiente y equilibrada para el hombre”[146].

Todas estas constataciones y propósitos curriculares se pretende sean volcados a los planes de estudio, de forma que ya desde el primer semestre “el estudiante se prepare para el estudio individualizado e independiente”, y se ejercite en un “pensamiento… lógico, deductivo, analítico y crítico” con una eficiente “formación en ciencias biológicas”. El período de formación más estrictamente profesional trabajará “básicamente cuatro áreas: alimentos, nutrición básica, nutrición aplicada y planificación”, inclusive en sus patologías, campos en los que se incluyen “investigación, educación y gerencia”[147], pues también hay que considerarlos en un marco de “nutrición social”. Las “prácticas” más intensivas en este contexto, “los foros de actualización”, el “fomento del análisis” requieren, entonces, mayor “refuerzo”.

El Foro puntualizó, así mismo, lo siguiente:

“Con todo, para poder hacer las cosas mejor se busca una gran calidad. Por esto es importante que estudiantes, docentes y directivas se descubran a ellos mismos, reconociendo la trascendencia de la vida humana y sus profundas dimensiones vitales. La profesión la hace cada docente, cada estudiante, y si se desea reconocimiento para ella, hay que llevarla y ejercerla con altura”[148]
 
Para motivar e incrementar la conciencia hacia el logro de estos objetivos, se subraya la importancia de la celebración festiva del día del nutricionista-dietista. Y, en el orden pedagógico y didáctico, se resalta la importancia de los “recursos interactivos… que permiten desarrollar ciertas capacidades, como es el caso de la utilización de sistemas de computador que permiten prácticas con respuestas más claras e inteligibles”[149].



Notas de pie de página

[1] Vigésimo segunda edición, Espasa Calpe Madrid 2001. En: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual
[2] Véase, al respecto, p. ej., la intervención del Dr. Jairo H. CIFUENTES MADRID: “Efecto de los créditos académicos en la organización institucional, en las metodologías de enseñanza y en la gestión financiera de las Universidades”, con ocasión de la Conferencia Internacional “Hacia una Cultura Abierta y Flexible en la Educación Superior – La Adopción de los Créditos Académicos”. ICFES – ASCUN. Hemeroteca Nacional Universitaria. Bogotá: Agosto 1 de 2002, en: http://72.14.209.104/u/puj?q=cache:lP9fFVALblYJ:educon.javeriana.edu.co/ViceAcademica/Documentos/EfectosCr%C3%A9ditos%2520Acad%C3%A9micos-ASCUN.pdf+cr%C3%A9ditos+acad%C3%A9micos&hl=es&ct=clnk&cd=7&ie=UTF-8
[3] En la actualidad (octubre de 2006), p. ej., en la Pontificia Universidad Javeriana, esta proporción indica que, de un total de 160 créditos en pre-grado (un crédito= 1 hora de clase presencial bajo la dirección del profesor + 2 horas de trabajo autónomo del estudiante: 18 semanas de trabajo por semestre), no menos del 90% de los mismos (repartidos así: 70% para la el NFF, en el que están incluidas las asignaturas correspondientes a la formación básica humana, teológica, filosófica, social, disciplinaria y profesional; y un 20% para los énfasis y opciones complementarias disciplinares) pertenecen a la formación disciplinaria y profesional, y un 10%, a las electivas en manos del estudiante. Es de anotar que, dada la estructura que ha adoptado nuestra Universidad, el 100% de este componente está dentro del área decisional de la Vice Rectoría Académica, y de las Decanaturas y Direcciones de Carrera respectivas; mientras que las actividades diferentes a las indicadas – y que, como las anteriores, también forman parte del “espíritu universitario y javeriano” – son llevadas a cabo por la Vice Rectoría del Medio Universitario, con los medios y espacios que tiene a su alcance.  
[4] Jairo H. CIFUENTES MADRID: “Efecto de los créditos académicos en la organización institucional, en las metodologías de enseñanza y en la gestión financiera de las Universidades”, con ocasión de la Conferencia Internacional “Hacia una Cultura Abierta y Flexible en la Educación Superior – La Adopción de los Créditos Académicos”. ICFES – ASCUN. Hemeroteca Nacional Universitaria. Bogotá: Agosto 1 de 2002, en: http://72.14.209.104/u/puj?q=cache:lP9fFVALblYJ:educon.javeriana.edu.co/ViceAcademica/Documentos/EfectosCr%C3%A9ditos%2520Acad%C3%A9micos-ASCUN.pdf+cr%C3%A9ditos+acad%C3%A9micos&hl=es&ct=clnk&cd=7&ie=UTF-8
La cursiva en el texto es nuestra.
[5] “La Real Academia Española y las veintiuna Academias que con ella integran la Asociación de Academias de la Lengua Española trabajan mancomunadamente al servicio de la unidad del idioma tratando de mejorar y actualizar un diccionario de carácter panhispánico. Cuanto aparece en el DRAE es fruto de ese estudio y de la aprobación colegiada”: En: http://www.rae.es/
[6] Se trata de una “Base de Datos” conformada como “recurso electrónico”, que “fue desarrollado para informar a científicos, profesores y estudiantes, el cómo publicar sus investigaciones en Congresos, Conferencias, Seminarios, Simposios, entre otros eventos. Presenta una lista exhaustiva de documentos llamada ‘Call for Papers’, investigaciones publicadas por profesionales, editores de revistas y organizadores de conferencias” en diversas disciplinas. En (consulta octubre 2006): http://www.papersinvited.com/search/index.htm
[7] Iván Federico MEJÍA ÁLVAREZ: Algunos elementos introductorios a la Teología Moral, o. c., p. 570, nt. 1590, 24-25. En el texto, recordémoslo, empleaba materiales de René Simón: Moral Herder Barcelona 1967.
[8] A la estructura organizativa que en torno a su específico quehacer formaron los científicos, tradicionalmente se le ha denominado como Comunidad Científica. Con este término, popularizado a partir del fin de la 2ª Guerra Mundial por filósofos y sociólogos, se hace referencia a que los científicos organizan sus actividades a partir de la sustentación y reforzamiento de valores morales cuyo único origen y fin es la generación y extensión del conocimiento sobre la realidad. Conocimiento que obtiene el marchamo de autenticidad, es decir que puede etiquetarse como científico, tan sólo cuando así lo considere la propia estructura de científicos constituida en torno al problema debatido. Pero bajo el término genérico de Comunidad Científica, en realidad, existen diversas formas organizativas mediante las cuales la red de científicos se articula y se singulariza. En el nivel más amplio se encuentran las denominadas disciplinas, surgidas en el momento (S. XIX) en el que las actividades científicas colonizaron las universidades. Así campos tales como la física, la medicina o las matemáticas formaron el primer nivel de diferenciación interna del quehacer científico dado que disponían de un corpus de conocimiento y de unas técnicas de investigación específicas, acotaron un nicho académico propio, y en definitiva pudieron establecer un amplio repertorio de medidas cuyo fin era obtener un espacio de investigación y de reclutamiento perfectamente desarrollado y diferenciado”: Cristóbal TORRES ALBERO: “Comunidad científica”, en: Román REYES (dir.): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, en (búsqueda octubre 2006): http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/C/comunidad_cientifica-b.htm El autor, sin embargo, llama a la “cautela conceptual” cuando se emplea esta terminología, y propone que, en casos más precisos se apele, más bien, a la expresión “sociedad científica”.
[9] Ha de recordarse que los cc. relativos al capítulo II sobre “las Universidades católicas”, en donde se encuentran dos de los cc. que estudiamos en esta investigación, se hallan dentro del título III sobre “la educación católica”. Allí, en sus cc. preliminares, encontramos el c. 795 que inicia de la siguiente manera: “Como la verdadera educación debe procurar la formación integral de la persona humana…” La concepción de “formación integral” es, pues, exigencia inherente a la persona humana y característica propia de las “Universidades católicas” y de todas las “escuelas católicas” – y que debería ser máximamente custodiada por ellas –. Puede verse, al respecto, con una sección especial dedicada a las Universidades católicas, el texto de Julio César ARIZA COLLANTE: La formación integral en la Iglesia Digiprint Editores Pontificia Universidad Javeriana Colección Fe y Universidad 19 Bogotá 2005. Volveremos sobre el tema en el capítulo siguiente.
[10] Nos hemos referido oportuna y ampliamente al tema en el capítulo III de esta investigación.
[11] Las actividades interdisciplinarias deberían, o, al menos, podrían tener ese como uno de sus problemas preferidos, no obstante, en mi opinión, ello no es así, o, al menos, no tan destacadamente. Para observar dos reflexiones actuales acerca del asunto, “desde la otra orilla”, cf. Luis Felipe VEGA: “La actividad interdisciplinaria de la Facultad de Teología y Ciencia Política en la Pontificia Universidad Javeriana”, en: Edith GONZÁLEZ BERNAL (comp.): Una historia hecha vida, o. c., p. 10, nt. 18, 328-335; y Rosaura CORTÉS DE TÉLLEZ: “La presencia de la Facultad de Teología en la Facultad de Enfermería de la Pontificia Universidad Javeriana”, en: ibíd., 336-340.
[12] La entendemos aquí sobre todo como la “actitud lógica y consecuente con una posición anterior”. Más adelante volveremos a encontrarla pero en otro sentido, como la “conexión, relación o unión de unas cosas con otras”, en nuestro caso, entre los miembros de la “academia”. Cf. REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española Madrid 2001 22ª en (consulta noviembre de 2006): http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual
[13] La noción de “bien común”, tan fundamental en la Doctrina social de la Iglesia, halla aquí su máximo referente, es decir, el criterio fundamental para organizar el conjunto de la vida social. S. Tomás DE AQUINO enseñaba, p. ej., que “el bien común consiste en promover la vida virtuosa de la multitud” (De regimine principum, Marietti Taurini – Romae 1948 2ª, L. I, c. 2 y c. 14, pp. 2 y 17). Y es claro que entre las virtudes, la “justicia”, en todo el alcance que tenía para él, era, en su pensamiento una de las más connotadas. Para s. Tomás era evidente que existía una relación de coherencia entre el ser humano en sus condiciones constitutivas y el bien común que de ellas se originaba a la manera de una tarea que había que realizar.
[14] Cf. Summa contra gentiles, lib. II, capítulo III: “Quod cognoscere naturam creaturarum valet ad destruendum errores qui sunt circa Deum”. Cf. La traducción castellana de la obra por Laureano Robles Carcedo, O.P y Adolfo Robles Sierra, O.P., con la introducción de Eudaldo Forment Giralt: Suma contra los gentiles Biblioteca de Autores Cristianos Madrid 2007 2 v.
[15] Porque, como afirmaba s. Alberto MAGNO, es necesario “investigar las causas naturales, ya que ellas son el instrumento por medio del cual se nos manifiesta la voluntad divina”. De hecho, s. Alberto profundizó el tema en diversos lugares, pero especialmente en dos libros relativos a la “Parva naturalia”: "De causis et processu universitatis", cf. Opera omnia Apud Ludovicum Vivés Parisiis 1890 v. 10, 360-619, en especial Tract. IV, capítulo IX.
[16] GS 54 y 56.
A lo largo de estas páginas el sentimiento de admiración y gratitud se expresa ante Dios Creador y Salvador. De hecho, los artistas, entre otros muchos, se han hecho voceros de esta experiencia simultáneamente tan íntima, espiritual y trascendente como social y cultural. Un ejemplo musical entre muchos: de Darius MILHAUD (Aix-en-Provence, Francia, 4 de septiembre 1892 – Ginebra, Suiza, 22 de junio 1974) se destaca el ballet La Création du Monde (estrenado por los Ballets Suecos en 1923). Una versión de la obra se puede encontrar en la interpretación de la Chapman Chamber Orchestra, en otoño de 2006, bajo la dirección de Daniel Alfred Wachs, del Conservatory of Music at Chapman University, Orange, California (www.chapman.edu/music); un extracto de la misma se presenta en (consulta diciembre 2008): http://www.youtube.com/watch?v=NwwT0BX2zBs
Sobre la “admiración” como inicio de la ciencia, del saber y de “lo humano”, cf. Manuel TREVIJANO, En torno a la ciencia, o. c. nt. vi, p. 110, 62s.  
[17] Siglo I a. C.: De Architectura, Ex Typis Eiusdem Marinii ad Opus Comparatis Romae 1836 4 v. (Los diez libros de arquitectura, traducción de Ortiz y Sanz, Imprenta Real Madrid 1787).
[18] La palabra «arquitectura» proviene del griego: «αρχ» cuyo significado es «jefe, quien tiene el mando» y de «τεκτων», es decir «constructor o carpintero». Así vemos que para los antiguos griegos el arquitecto es el jefe o el capataz de la construcción y la arquitectura es la técnica o el arte de quien realiza el proyecto y dirige la construcción del edificio y las estructuras, ya que, para los antiguos griegos, la palabra «Τεχνη (techne)» significa saber hacer alguna cosa […] Aunque en la actualidad se tiende a considerar que la principal actividad de la arquitectura va dirigida al diseño de espacios para el refugio y la habitación (las viviendas), en el pasado la disciplina arquitectónica apuntaba principalmente hacia la construcción de edificios representativos de los diferentes poderes públicos y privados. Sólo a partir del siglo XIX comenzaron los arquitectos a preocuparse por el problema del alojamiento, la habitabilidad y la higiene de las viviendas. Una definición de Arquitectura más actual diría que es el arte de proyectar o diseñar y construir edificios, así como todo el ambiente o entorno construido: desde el planeamiento urbano o regional pasando por el diseño urbano, hasta el diseño de los muebles”: art. “Arquitectura” en Wikipedia (consulta octubre 2006), en: http://es.wikipedia.org/wiki/Arquitectura#Rese.C3.B1a_hist.C3.B3rica
[19] DRALE, en (consulta octubre 2006): http://buscon.rae.es/draeI/SrvltGUIBusUsual
[20] Art. “Diseño industrial” en Wikipedia (consulta octubre 2006), en:  http://es.wikipedia.org/wiki/Dise%C3%B1o_industrial
[21] Presentación de la Carrera en la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, en (consulta octubre 2006): http://www.utadeo.edu.co/programas/pregrados/diseno_industri/index.php
[22] Esta conciencia se deja ver muy exactamente, en mi opinión, en la propuesta que hace la Universidad Javeriana, cuando afirma sobre su Carrera de Arquitectura, p. ej., que ella “Pretende abordar problemáticas reales y no temas aislados, con el fin de dar una respuesta desde la arquitectura, dentro de un contexto real, y liderar procesos arquitectónicos a través del conocimiento. Respecto a las problemáticas que debe enfrentar el país y la región en un contexto globalizado, se han seleccionado aquellas que se consideran pertinentes a la disciplina de la arquitectura y de las cuales se desprende una dirección necesaria para la formación de sus futuros profesionales: alto déficit cualitativo y cuantitativo de vivienda en el país y en la región; la corrupción; generación de empleo; reordenamiento territorial y articulación regional; amortiguación y mitigación del impacto ambiental; atraso tecnológico […] Los aportes que la Carrera de Arquitectura de la Pontificia Universidad Javeriana realiza para que dicho programa se diferencie de otros de la misma denominación o semejantes, que ya existen en el país: el Enfoque de la Arquitectura hacia una visión integral y hacia una realidad existente; la Estructura Curricular; los métodos y enfoques pedagógicos de la docencia; la Perspectiva Ética de la arquitectura, del estudiante de arquitectura y de la persona; la proyección de la carrera en el ámbito nacional e internacional; la construcción del conocimiento”: en (consulta octubre 2006): http://www.javeriana.edu.co/Facultades/Arquidiseno/principal.html
[23] Empleamos elementos del “Foro de Arquitectura y antropología”, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ, el 24 de octubre de 1996, con la participación de diversas personas representantes de la misma Carrera, entre ellas, el Dr. César Rodríguez, a la sazón, Director del Departamento de Estética. El texto completo se puede encontrar en Proyecto educativo, evangelización y ciencia, o. c., p. 13, nt. 27, 41-46.
[24] El “perfil del arquitecto” debe responder a las exigencias sociales que se le formulan a la Arquitectura. Un elenco de responsabilidades “propias” de los arquitectos se puede deducir del texto siguiente, concerniente a la ley colombiana relativa al ejercicio ético de la Arquitectura, válido, como se verá, también para las Ingenierías, que transcribo en su parte pertinente: “Ley 435 de 1998, "Por la cual se reglamenta el ejercicio de la profesión de Arquitectura y sus profesiones auxiliares, se crea el Consejo Profesional Nacional de Arquitectura y sus profesiones auxiliares, se dicta el Código de Ética Profesional, se establece el Régimen Disciplinario para estas profesiones, se reestructura el Consejo Profesional Nacional de Ingeniería y Arquitectura en Consejo Profesional Nacional de Ingeniería y sus profesiones auxiliares y otras disposiciones", publicada en el Diario Oficial No. 43.241, del 19 de febrero de 1998, cuyo texto se transcribe a continuación: "ARTÍCULO 16. . Son deberes éticos de los Profesionales de quienes trata este Código para con la sociedad: a) Interesarse por el bien público con el objeto de contribuir con sus conocimientos, capacidad y experiencia para servir a la humanidad; b) Cooperar para el progreso de la sociedad aportando su colaboración intelectual y material en obras culturales, ilustración técnica, ciencia aplicada e investigación científica; c) Aplicar el máximo de su esfuerzo en el sentido de lograr una clara expresión hacia la comunidad de los aspectos técnicos y de los asuntos relativos con sus respectivas profesiones y de su ejercicio; d) Estudiar cuidadosamente el ambiente que será afectado en cada propuesta de tarea, evaluando los impactos ambientales en los ecosistemas involucrados, urbanizados o naturales, incluido el entorno socioeconómico, seleccionando la mejor alternativa para contribuir a un desarrollo ambientalmente sano y sostenible, con el objeto de lograr la mejor calidad de vida para la población; e) Rechazar toda clase de recomendaciones en trabajos que impliquen daños evitables para el entorno humano y la naturaleza tanto en espacios abiertos, como en el interior de edificios evaluando su impacto ambiental, tanto en corto como en largo plazo; f) Ejercer la profesión sin supeditar sus conceptos o sus criterios profesionales a actividades partidistas; g) Ofrecer desinteresadamente sus servicios profesionales en caso de calamidad pública; h) Proteger la vida y salud de los miembros de la comunidad, evitando riesgos innecesarios, en la ejecución de los trabajos; i) Abstenerse de emitir conceptos profesionales, sin tener la convicción absoluta de estar debidamente informados al respecto; j) Velar por la protección de la integridad del patrimonio nacional". En (consulta octubre 2006): http://www.oas.org/dsd/fida/laws/legislation/colombia/colombia_99-93.doc
[25] Cf. PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS: Proyecto educativo, evangelización y ciencia, o. c., p. 13, nt. 27,41.
[26] Ibíd., 42. Dos acotaciones. La primera, sobre la importancia educativa de las familias, su tarea como promotoras de desarrollo humano y su condición de lugares insustituibles para la acogida de la vida se deberían potenciar, en consecuencia, al momento de diseñar las ciudades, p. ej., para protegerlas y facilitarles la realización de estas tareas (cf. CIV 28). La segunda, sobre los denominados “barrios-dormitorio”, sobre todo en las grandes ciudades. La arquitectura subraya esta característica humana cual es la de la socialidad. Ante una cultura que insiste en el individualismo, en el cerramiento sobre sí mismo y en el cultivo del egoísmo de los intereses propios, tan perjudiciales para la convivencia humana, la arquitectura reclama la existencia en las ciudades de espacios sociales dignos para las personas, inclusive de tipo cultural, social y religioso propiamente tal. 
[27] Ibíd., 42-43.
[28] Ibíd., 43-44.
[29] Ibíd., 44.
[30] Ibíd., 44.
[31] Ibíd., 44.
[32] Ibíd., 45.
[33] Ibíd., 46. Coincide esta percepción muy oportunamente con la Carta apostólica – Motu proprio – del Papa BENEDICTO XVI Ubicumque et Semper, 21 de septiembre de 2010, por medio de la cual se creó un nuevo Dicasterio en la Sede Apostólica: el Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización. Textos latino e italiano en: http://press.catholica.va/news_services/bulletin/news/26191.php?index=26191&po_date=12.10.2010&lang=sp#TESTO%20IN%20LINGUA%20ITALIANA
[34] Durante los últimos años la Facultad de la Pontificia Universidad Javeriana ha realizado el “Foro Permanente ‘Hábitat y el Derecho a la vivienda digna’”, que, como informó Diana Daste, que, en el año 2006 ha concluido con un “Manifiesto hacia la construcción de una política pública de vivienda social, democrática, equitativa e incluyente que garantice un hábitat digno para los colombianos”, como reza el subtítulo del documento “Vivienda digna para todos” que ha publicado. Puede verse en Hoy en la Javeriana, noviembre de 2006, 8-9, en: http://www.javeriana.edu.co/boletin/revista_mensual/noviembre_06.pdf
[35] Empleamos elementos del “Foro de Diseño Industrial y antropología”, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ, el 26 de abril de 1995, con la participación de diversas personas representantes de la misma Carrera, entre ellas, el Dr. Rafael Uribe, Decano Académico de la Facultad de Arquitectura y Diseño. El texto completo se puede encontrar en Proyecto educativo, evangelización y ciencia,  o. c., p. 13, nt. 27,63-65.
[36] Ibíd., 63.
[37] Ibíd., 63.
[38] Ibíd., 64.
[39] Ibíd., 63.
El tema, desde el punto de vista de la reflexión ética del profesional del Diseño Industrial, está en investigación. Cf. en la PUJ (consulta octubre 2006): Mesa de trabajo ‘Ética en el diseño industrial’: Reflexión en torno al aspecto social, legitimidad y pertinencia de la profesión, valores del Diseño Industrial en nuestro contexto”: http://www.javeriana.edu.co/arquidiseno/ddi/educont.htm#3
[40] Cf. PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS: Proyecto educativo, evangelización y ciencia, o. c., p. 13, nt. 27,65.
[41] “Los ingenieros aplican los principios de la ciencia y de las matemáticas a desarrollar soluciones económicas a problemas técnicos. Su trabajo es el enlace entre las necesidades sociales percibidas y las aplicaciones comerciales”: “Engineers apply the principles of science and mathematics to develop economical solutions to technical problems. Their work is the link between perceived social needs and commercial applications”: 2006-07 Edition, en (consulta octubre 2006): http://www.bls.gov/oco/ocos027.htm
Otras definiciones consideran que las Ingenierías tienen en común ser el “Arte de aplicar los conocimientos científicos para inventar, perfeccionar o utilizar la técnica industrial” (en: Definición.org: en: http://www.definicion.org/ingenieria); o, también, ser el “Conjunto de técnicas que permiten aplicar el saber científico a la utilización de la materia y de las fuentes de energía, mediante invenciones o construcciones útiles para el hombre” (en: Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe S.A., Madrid: http://www.wordreference.com/definicion/ingenier%C3%ADa)
[42] Para citar un ejemplo, se puede mencionar que “los sistemas dinámicos - lineales y no lineales - son modelos matemáticos de composición algorítmica y de carácter determinístico que han sido usados para estudiar una gran diversidad de fenómenos tales como la predicción climática, el análisis demográfico y el comportamiento de mercados económicos, entre otros. Precisamente, los sistemas dinámicos y sus aplicaciones en música constituyen una alternativa para generar señales de control que puedan ser utilizadas en la creación de gestos musicales” (cf. la conferencia de Juan Reyes y Carlos Román en la PUJ sobre el tema, 24 noviembre de 2006, en: http://www.javeriana.edu.co/boletin/).
[43] Foro celebrado el 26 de abril de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ, con la participación de diversas personas representantes de la misma Carrera, entre ellas, el Dr. Ing. Jorge Ignacio Vélez, Decano Académico de la Facultad de Ingeniería. Su intervención fue común para los Foros de Ingeniería Civil e Ingeniería Electrónica. El texto completo se puede encontrar en Proyecto educativo, evangelización y ciencia, o. c., p. 13, nt. 27,47-50.  Para el día de hoy, 2011, la Facultad a abierto 5 especializaciones, 5 maestrías y un doctorado (véase: http://puj-portal.javeriana.edu.co/portal/page/portal/Facultad%20de%20Ingenieria/INICIO#)
[44] Ibíd., 47.
[45] Ibíd., 47.
[46] Cf. ibíd., 48.
[47] Foro celebrado el 26 de abril de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 47-50. En lo relativo a la Carrera, la participación corrió a cargo del Ing. Leonardo Vélez, a la sazón Director de la misma.
[48] Ibíd., 49.
[49] Ibíd., 49.
[50] Ibíd., 49.
[51] Ibíd., 49-50.
[52] Foro celebrado el 31 de marzo de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 57-61. En lo relativo a la Carrera, la participación corrió a cargo del Ing. Francisco Viveros, en su momento Director de la misma.
[53] Ibíd., 59.
[54] Ibíd., 59-60.
[55] Ibíd., 60.
[56] Ibíd.
[57] Ibíd.
[58] Ibíd.
[59] Ibíd.
[60] A la memoria de mi padre. Foro celebrado el 24 de abril de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 61-62. En lo relativo a la Carrera, la participación corrió a cargo del Ing. Germán Rojas, a la sazón Director de la misma.
[61] Ibíd., 62.
[62] Foro celebrado el día 3 de mayo de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 68-74. En lo relativo a la Carrera, la participación corrió a cargo del Ing. Diego Torres, en el momento Director de la misma.
[63] Ibíd., 73.
[64] Ibíd., 69.
[65] Ibíd., 73.
[66] Ibíd., 69.
[67] Ibíd., 69-70.
[68] Ibíd., 70-71.
[69] Ibíd., 73.
[70] Ibíd., 74.
[71] Ibíd., 72.
[72] Foro celebrado el día 17 de mayo de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 88-97. En esta ocasión participaron: Ing. Carlos Julio Cuartas, P. Eduardo Valencia, Decano del Medio, y la Dra. Gloria Inés Ceballos, Directora de la Carrera.
[73] Ibíd., 96.
[74] Ibíd., 89.
[75] Ibíd., 89-90.
[76] Ibíd., 90.
[77] Ibíd., 93.
[78] Ibíd., 94.
[79] Ibíd., 93.
[80] Cf. ibíd., 97.
[81] Foro celebrado el día 16 de marzo de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 50-57. En esta ocasión participó el Dr. Ignacio Vélez, Director de la Carrera de Administración.
[82] Cf. ibíd., 50.
[83] Cf. ibíd., 57.
[84] Ibíd., 51.
[85] Ibíd., 53-54.
[86] “Participación en la gestión de organizaciones ya constituidas pertenecientes al sector público, al sector privado, o a las organizaciones no gubernamentales (ONG); generación de empresa; desarrollo de actividades como consultorías, asesorías e investigación; ejercicio de la docencia para participar en la vida académica de forma directa”: Cf. ibíd., 54.
[87] Ibíd., 52.
[88] Ibíd., 51-52.
[89] Cf. ibíd., 53.
[90] Cf. ibíd., 56.
[91] Cf. ibíd., 57.
[92] Foro celebrado el día 16 de mayo de 1996, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 101-105. En esta ocasión participó el Dr. Arnoldo Aristizábal, Decano de la Facultad de Psicología.
[93] Ibíd., 101.
[94] Ibíd.
[95] Ibíd., 102.
[96] Cf. ibíd. Valga la pena anotar la realización, con el apoyo de la PONTIFICIA ACADEMIA DE CIENCIAS, del “Working Group On Human Neuroplasticity And Education, 27-28 October 2010”. El Documento final que se produjo es valioso al tratar de las diferencias cerebrales que se presentan, y de los logros tan positivos que de ellas derivan, cuando las personas viven la experiencia de la educación desde su infancia, y cuando no; de ahí que se requiera la acción de las familias y de los maestros, y de la sociedad entera, por crear un ambiente óptimo para vivir dicha experiencia. Estudios como el presente muestran la importancia de los trabajos interdisciplinares en los que la educación está involucrada, sobre todo en lo concerniente a la educación moral, campo muchísimo menos investigado.  Véase el texto en: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/documents/newpdf/es37.pdf
[97] Cf. ibíd.
[98] Cf. ibíd., 102-103.
[99] Cf. ibíd., 103.
[100] Cf. ibíd.
[101] Ibíd.
[102] Ibíd., 103-104.
[103] Ibíd., 104.
[104] Ibíd.
[105] Cf. ibíd.
[106] Ibíd., 105.
[107] Ibíd.
[108] Foro celebrado el día 10 de mayo de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 75-87. En esta ocasión participó el Dr. Nelson Contreras, Decano de la Facultad de Odontología.
[109] Ibíd., 75.
[110] En realidad fueron cinco las dimensiones mencionadas finalmente, cf. ibíd., 75-76.
[111] Ibíd., 76.
[112] Ibíd., 80.
[113] Ibíd., 76.
[114] Ibíd., 77.
[115] Ibíd.
[116] Ibíd., 80.
[117] “En este sentido, debe notarse que las respuestas que los políticos dan a preguntas sobre la situación del país hacen parte del gran monstruo que tiene sobrecogidas todas las instituciones y que penetró con sus tentáculos toda la estructura y todos los sistemas del país. La historia es la maestra de la vida y señala cómo es necesario en la reforma del currículo tratar de dar un lugar a la formación sobre lo histórico y lo social de la persona humana… Si nosotros no aprendemos de la historia, si no estudiamos la historia, no podremos modificarla; si no nos interesa lo que acontece en el país, estamos fuera del contexto nacional contribuyendo al crecimiento de sus problemas, pues parte de lo que sucede en el país se debe a que le hemos dado la espalda a la realidad… El caso de la historia no es único, pues consta que al principio, el currículo de la Facultad era casi exclusivamente de Odontología, pues había cuatro unidades de Ciencias Religiosas a lo largo de los diez semestres, era todo lo que se tenía dentro de una Universidad como la Javeriana, no había nada más. Más adelante, el currículo debió apartar unas unidades para la Psicología porque, aun con todo el desarrollo que se ha tenido en este siglo en cuento al conocimiento de la persona humana desde los aportes de Freíd, Piaget, etc., un estudiante de Odontología que estaba en contacto permanente con las personas sin embargo no tenía los elementos fundamentales para la comprensión del comportamiento humano… Lo mismo el inglés… El problema de la Facultad es el vacío pedagógico que existe… La situación de la Odontología es diferente a la de la Medicina ya que la Ley 100 a través del Plan Obligatorio de Salud está cubriendo parte de prevención y la parte de urgencias (el manejo del dolor), dejando el resto de las áreas como planes complementarios de salud… Está claro que se necesita formar odontólogos integrales, y formarlos como seres humanos conscientes de la realidad del país, pero no se puede relativizar la importancia de la excelencia que debe tener el odontólogo javeriano y que sólo se puede alcanzar con la carga de la academia… La excelencia no disputa con la formación integral, y hablar de una educación integral es fundamental, pero puede llevar a olvidarse de la investigación, que pierde mucho su importancia cuando una tesis se ve sólo como un requisito para un grado y no como algo que puede ser útil a la Facultad y a la sociedad colombiana… Las clínicas muestran que el 50% de los odontólogos son rehabilitadores, y en verdad, si se es integral tiene que pensarse que el paciente no sólo tiene dientes y que por eso debe brindársele una consulta completa que dé cuenta de lesiones, patologías, cirugías… En Odontología y Medicina se busca conservar la especialidad, pero promoviendo odontólogos generales que sean especialistas, es decir, profesionales con una visión amplia que les permita tratar un paciente aunque no sea un caso de su especialidad y tomar alguna decisión, este es el enfoque de la Facultad… En la Facultad se deben poner los medios para que se crezca en la formación investigativa… Los conocimientos en anatomía general deben ser más tenidos en cuenta en la formación del odontólogo… La anatomía de cabeza y cuello es estudiada de manera muy superficial… Y en fisiología…”: ibíd., 82-87.
[118] Ibíd., 77.
[119] Ibíd.
[120] Ibíd., 78.
[121] Ibíd.
[122] Ibíd., 75.
[123] Cf. ibíd., 76.
[124] Ibíd.
[125] Ibíd., 77.
[126] Ibíd., 79.
[127] Ibíd.
[128] Ibíd., 79. El tema, no sólo en su momento, suscitó varias intervenciones en el Foro, como quedó recogido en el texto que examinamos. Pueden verse otras intervenciones y propuestas en las pp. 79, 80 y 81.
[129] Ibíd.
[130] Foro celebrado el día 28 de abril de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 65-68. En esta ocasión participó la Dra. Nelly Susana Rueda, Directora de las Carreras de Bacteriología y Microbiología.
[131] Ibíd., 65-66.
[132] Ibíd., 66.
[133] Se subrayaba en ese momento que, entre los diversos factores, “el puntaje del ICFES” requerido para el ingreso en la Carrera era “el más bajo”. Cf. ibíd., 67.
[134] Ibíd., 66. También en el Foro se hizo el reclamo de que está muy extendida socialmente cierta mentalidad según la cual en “los grupos de trabajo en salud se ve aún cierto mutuo rechazo, cuando en realidad los intereses son compartidos y los aportes de cada disciplina son de beneficio para todos…”
[135] Ibíd., 67.
[136] Ibíd.
[137] Ibíd.
[138] Ibíd., 67-68.
[139] Ibíd., 68.
[140] Foro celebrado el día 11 de agosto de 1995, realizado por el PROGRAMA DE CIENCIAS RELIGIOSAS de la PUJ. El texto completo se puede encontrar en ibíd., 98-101. En esta ocasión participó la Dra. Pilar Suárez, Directora de la Carrera de Nutrición y Dietética.
[141] Ibíd., 98.
[142] Ibíd.
[143] Ibíd.
[144] Ibíd., 99.
[145] Ibíd., 99.
[146] Ibíd.
[147] Cf. ibíd.
[148] Ibíd., 100.
[149] Ibíd.




Notas finales

[i] Indicaba Roberto LEAL LOBO E SILVA FILHO, Ex–Rector de universidades brasileñas y consultor de renombre en educación superior, que en las universidades latinoamericanas, tanto públicas como privadas, se presenta un problema grave de “gestión”: en primer término, porque “existe una dicotomía entre lo académico y lo financiero” que conduce a que “la autonomía de las unidades académicas” no trabaje en forma coordinada con la “gestión central”, con ciertos estereotipos: “el académico considera que el administrador es un burócrata, mientras el administrador piensa que el académico es una persona utópica, que vive fuera de la realidad… Se hace necesaria una mayor coordinación central y coherente, con menor autonomía sectorial, con integración estratégica de las competencias”; en segundo lugar, “los mecanismos de decisión se los piensa poco eficaces e inmovilistas… sobre todo cuando están muy politizados e ideologizados”; por último, en las privadas, el 90% y más del presupuesto – del que sí gozan las públicas, proveniente de la Nación – se obtiene de los pagos de las matrículas: y los estudiantes no poseen los recursos para pagarse sus estudios”, con las consecuencias que ello tiene en discriminar la población que entra en las universidades privadas. Lo anterior debería conducir a que las universidades privadas recibieran una ayuda en el financiamiento de los costos por parte del Estado, el cual, en el mejor de los casos, sólo atiende el 30% de la población estudiantil; ello se debería hacer de forma que, en atención a sus políticas, se diferencie entre las instituciones en las que se desarrolla la investigación de excelencia y aquellas en las que se forma la mayoría de los estudiantes. De lo contrario, las áreas más costosas de la educación, las ingenierías, p. ej., quedarían descuidadas… Además, el dilema es asociar al sector académico con los resultados financieros de la institución, lo cual implica identificar – con dicho sector – las fuentes alternativas de ingresos. Por otra parte, es necesario que las universidades privadas interactúen real y permanentemente con el entorno e involucren sus áreas fundamentales y básicas en los proyectos, para evitar la fragmentación; finalmente, procurar el mejor tipo de competencias para coordinar cada tipo de proyecto”: Entrevista publicada el 25 de octubre de 2006 en http://www.columbus-web.com/es/   

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