Capítulo V

Continuación (I.2.a.1)


1. Dimensiones, potenciales y vocaciones constitutivos de la persona humana: el horizonte histórico concreto de su realización según el querer de Dios. Una mirada interdisciplinaria.

a. Las dimensiones constitutivas del existente humano o la cuestión de nuestra “identidad natural”[1]


1. Para realizar nuestra aproximación a la condición humana revalidada y fortalecida por la encarnación del Verbo - ¡nunca un dogma cristiano había tenido tal y tan solemne ratificación! –, es necesario comprender que dicha condición humana se da bajo una doble perspectiva: diacrónica y sincrónica. El ser humano se encuentra “en proceso, in fieri, hasta que se convierta en lo que Dios quiere de él, de todos nosotros” (Adolfo Nicolás). Ello permite que se puedan percibir los procesos mediante los cuales se ha llegado al “compositum” actual. Pero, de igual modo, ese mismo hecho, expresa la exigencia de que se asegure que, en lo posible, no quede menguado o minusvalorado ninguno de los elementos que constituyen realmente la integralidad humana[i].
 


                                                           Factores y procesos conducentes a la hominización
Las dimensiones constitutivas   ↗        
             del ser humano              ↘
                                                           Factores y procesos conducentes a la humanización

Esquema 35

Porque es precisamente a partir de esta condición humana integral existente, a partir de lo que Dios ha hecho en ella y continúa haciendo en ella, como cada persona está siendo capacitada e invitada:

·         a realizar su propia búsqueda, conocimiento, abrazo y mantenimiento en la verdad, inclusive acerca de Dios y de su Iglesia;
·         a efectuar su propia indagación de las variadas disciplinas y mantener intacta la autonomía científica que ellas poseen sin dejar de lado su relación con la doctrina católica, lo mismo que para transmitir los resultados de esa misma indagación mediante la enseñanza;
·         a tratar, reflexionar y gestionar académicamente aquellas problemáticas teo-lógicas que están enlazadas razonablemente con las diversas disciplinas que promueven las mismas Facultades;
·         a hacer que estas varias Facultades de la Universidad se pongan al servicio mutuamente, en la medida que el asunto lo permita; y que exista una cooperación mutua entre la propia Universidad o Facultad y otras Universidades y Facultades, incluso no eclesiásticas, por medio de la cual ellas mismas se pongan de acuerdo para alcanzar en forma efectiva, en acción conjunta, un mayor incremento de las ciencias.

Tendremos que tratar el problema, entonces, desde esas dos perspectivas. Nuestra forma de proceder, sin embargo, no puede pretender ser exhaustiva en todos sus pormenores, lo que convertiría este trabajo en una enciclopedia para la cual quien emprende esta tarea se encuentra en muchísimos campos desprovisto, y, más bien, desparramaría de tal forma la mirada, que el hilo conductor y el objetivo principal de la investigación se desvirtuarían.

Así, pues, en primer término, con la ayuda de Manuel TREVIJANO[2] destacaremos algunos de los aspectos relevantes de tipo cosmológico, así como de los pertinentes a la “antropología física”[3] (paleoantropológicos y antropológicos), en la que se consideran los atributos físicos – biológicos, evolutivos y genéticos de las poblaciones –, y que se encuentran presentes en las condiciones básicas, o presupuestos, de una existencia que pueda denominarse auténticamente humana. Con esta mirada diacrónica pretendemos registrar los heterogéneos y, a veces, multimilenarios procesos efectuados, y aún en curso, en nuestro mundo y, especialmente, en los seres vivos que, sintéticamente, los recuperan y llevan adelante.

 


                                        La dimensión cosmológica
Factores y procesos      ↗     La dimensión biológica
      conducentes                     La dimensión evolutiva
  a la hominización      ↘      La dimensión genética
                                                              La dimensión paleoantropológica
   La dimensión antropológica

Esquema 36


En la valoración de esta apreciación y forma de proceder coinciden con nuestro planteamiento, desde diferentes ópticas, tanto los científicos como el Magisterio de la Iglesia. Los primeros, en la persona de los citados Ralph L. BEALS y Harry HOIJER, afirman:

“No podemos comprender el comportamiento del hombre y sus múltiples formas culturales a menos que conozcamos sus potencialidades biológicas y sus limitaciones. El conocimiento de la estructura física del hombre y de los orígenes de algunos aspectos de su comportamiento se ha ampliado con los estudios de los orígenes humanos y especialmente con el de sus más próximos parientes, los primates. Igualmente, los desarrollos biológicos y culturales pueden comprenderse mejor a través del examen de los restos fósiles de los más inmediatos antepasados del hombre moderno”[4].

Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica, encuadrando el asunto en la perspectiva de la fe cristiana sobre la Creación, en razón de que ésta atañe “a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana” (n. 282), apoya y enmarca este tipo de investigaciones cuando enseña:

“La cuestión sobre los orígenes del mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones científicas que han enriquecido magníficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparición del hombre. Estos descubrimientos nos invitan a admirar más la grandeza del Creador, a darle gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabiduría que da a los sabios e investigadores […] El gran interés que despiertan estas investigaciones está fuertemente estimulado por una cuestión de otro orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un Ser trascendente, inteligente y bueno, llamado Dios […] Desde sus comienzos, la fe cristiana se ha visto confrontada a respuestas distintas de las suyas sobre la cuestión de los orígenes. Así, en las religiones y culturas antiguas encontramos numerosos mitos referentes a los orígenes. Algunos filósofos han dicho que todo es Dios… (panteísmo); otros han dicho que el mundo es una emanación necesaria de Dios...; otros han afirmado incluso la existencia de dos principios eternos… (dualismo, maniqueísmo); según algunas de estas concepciones, el mundo (al menos el mundo material) sería malo… (gnosis); otros admiten que el mundo ha sido hecho por Dios, pero a la manera de un relojero que, una vez hecho, lo habría abandonado a él mismo (deísmo); otros, finalmente, no aceptan ningún origen trascendente del mundo, sino que ven en él el puro juego de una materia que ha existido siempre (materialismo). Todas estas tentativas dan testimonio de la permanencia y de la universalidad de la cuestión de los orígenes. Esta búsqueda es inherente al hombre. La inteligencia humana puede ciertamente encontrar por sí misma una respuesta a la cuestión de los orígenes […]”[ii]

Más aún. Refiriéndose a la manera como se fue – y pudiéramos afirmar que se sigue –dando la Revelación cristiana, pero, en nuestro caso, tomado como uno de los procesos típicos destacables de la cultura humana y de sus procesos históricos – pero que nosotros podemos y debemos advertir ya en los procesos meramente físicos – afirmaba Joseph RATZINGER que

“toda palabra humana de cierto peso encierra en sí un relieve mayor de lo que el autor, en su momento, podía ser consciente. Este valor añadido intrínseco de la palabra, que trasciende su instante histórico, resulta más válido todavía para las palabras que han madurado en el proceso de la historia de la fe. Con ellas, el autor no habla simplemente por sí mismo y para sí mismo. Habla a partir de una historia común en la que está inmerso y en la cual están ya silenciosamente presentes las posibilidades de su futuro, de su camino posterior. El proceso de seguir leyendo y desarrollando las palabras no habría sido posible si en las palabras mismas no hubieran estado presentes esas aperturas intrínsecas”[5].

En una segunda subsección, con la ayuda principalmente de René SIMON[6] destacaremos la aparición y el desarrollo del comportamiento moral en los hijos de Dios, y con el importante aporte de Vittorio MARCOZZI[7], entre otros, intentaremos dar una mirada sincrónica a nuestro conjunto actual humano (“compositum”), distinguiendo, que no separando, los múltiples y principales sistemas y subsistemas que lo constituyen y señalando sus interrelaciones, mostrando, en cuanto sea conveniente o necesario, las articulaciones que expresan  – así como las condiciones que ponen a – especialmente la capacidad “ética” para obrar: libertad y responsabilidad individuales y sociales.

 



Dimensión                                                       Partículas atómicas,
físico-químico-bio-fisiológica                                       átomos, moléculas
Células (DNA)
Tejidos
Órganos
Aparatos
                                                              Sistemas: Sistema nervioso
                                                     Psiché sensitiva:
Dimensión psíquica                           sentidos externos-internos                                En          
Factores y procesos                                                                             Psiché intelectiva:                              desarrollo
conducentes                                                                                  entendimiento y voluntad                           continuo
a la
humanización                                 ⇅    
Relación varón—mujer
Relación económica
Relación social
Dimensión social/cultural                              Relación social
     con implicación económica
Relación política
Relaciones de producción de
   valores y normas
Relaciones de producción
   y transformación de objetos

Esquema 37


1)    Revisión panorámica y sucinta de los factores y procesos conducentes a la hominización

2. Pretendemos en esta sección volver a revisar esquemática y resumidamente los componentes de una problemática que ha sido crucial en los dos últimos siglos: ocasión para enfrentamientos y descalificaciones, para algunos, posibilidad de entablar un diálogo positivo, para otros; pero que, en la perspectiva desde la que estamos abordando, pretende ser una invitación a tomar conciencia de cómo estamos enraizados en lo sensible, en lo visible, en lo terrenal y temporal, y a no descuidarlo. Así mismo, que al participar de la existencia junto con todos los demás seres, participamos también con ellos de su radical bondad.

Los aspectos que ahora atraen nuestra atención han sido de interés tanto práctico como teórico. En efecto, ellos han tenido que ver con lo ético, así como con lo religioso, en lo que concierne a lo primero; y con lo científico, con lo filosófico y con lo teológico, en lo que atañe a lo segundo. Unos intereses y otros, en principio, se refieren al “mundo”, es decir, al conjunto de las realidades existentes, sean del tipo que sean, conocidas o no, actuales, futuras o solamente posibles, pero, para los creyentes, contingentes en razón de ser diferentes de un Dios personal, omnipotente, eterno, inteligente y libre determinador de todo. Corrientemente identificamos esas realidades con el “mundo físico”, con la “naturaleza”, o más exactamente, con el “universo físico-astronómico”. Y en este, uno de sus componentes son los “seres humanos”[8].

El conocimiento que se puede obtener de este mundo presupone, sin embargo, que quienes lo estamos conquistando no somos unos sujetos paranoicos, sino que, dentro de diversos márgenes de certeza[9], somos capaces de producir resultados verdaderos, o, al menos, que no son totalmente falsos. Así, al abordar las problemáticas subsiguientes, los resultados más actualizados[10] de la ciencia moderna – no excluidas las matemáticas, por supuesto[11] – nos permiten responder a nuestras inquietudes acerca de la naturaleza. El físico cosmólogo Gerhard BÖRNER (1941- ), afirmaba, al respecto, que

“En la física, como paradigma de las ciencias de la naturaleza, pretendemos descubrir algo sobre el mundo con el que nos encontramos mediante la formulación de teorías y la realización de experimentos. Las predicciones ni siquiera son lo más importante. Sobre todo se aspira a una orientación y a hallar nexos […] En la física, las hipótesis que se hacen están sujetas a la experimentación. Si esta lleva a contradicciones, sustituyen a esas hipótesis otras nuevas […] También en la física nos aproximamos a la verdad; las leyes de la naturaleza, no el hermoso mundo de los fenómenos, son lo absoluto. Nunca se ha de apelar a las explicaciones sobrenaturales. Con esta actitud se llega tan lejos como se pueda, que es asombrosamente lejos […] La física tiene una dificultad en su manera de afrontar el mundo, a saber, la de considerarlo como algo objetivamente dado. Obtener una imagen comprensible sólo se logra al precio de dejar de lado a la persona, al sujeto, al yo. Por eso, en la visión científica del mundo hay tan poco lugar para Dios como para mi yo. El sujeto que me configura es quizás, según la neurología, un autoengaño […] Puedo admitir que el yo, ese yo que me represento, sea una ilusión, pero no tiene por qué ser así… Lo cierto es que la imagen científica del mundo tiene la carencia de que el sujeto pensante, la mente, no aparece en ella. Sin embargo, yo no puedo admitir ningún influjo que no esté condicionado por las leyes naturales. Aquí sitúo yo la gran insuficiencia […] El conocimiento que alcanzan los científicos es insobornable. No depende de que yo prefiera que algo concreto fuera diferente; no hay nada que elegir. Yo no he de confiar en las leyes físicas; sencillamente están ahí. Tienen validez tanto si quiero como si no. Sería un error traducir los conceptos religiosos en términos físicos para elaborar una especie de religión fisicalista. No funcionaría”[12].

No obstante, otros científicos parecen tener diferente impresión. Ante la observación de las imágenes de la Nebulosa Carina[13], situada a unos 7.500 años-luz, una nube ocre bombardeada por radiación, cuyos detalles aparecen ahora más numerosos y precisos pero que, al ser analizada en un espectro de luz diferente permite ver estrellas de sólo 100.000 años de existencia que despiden luz blanca, afirmaba recientemente Dave LECKRONE, astrofísico de la NASA y director de misión del Telescopio Hubble. que “lo que veo es la grandeza de la creación, sea como fuere que se creó”.

En efecto, otra cosa es, entonces, si queremos profundizar en la relación que tiene el universo con Dios, y si Dios mismo quiso darnos a conocer algo acerca de esa relación, o si Él nos ha dotado de un entendimiento capaz de formularse esas preguntas, pues, como hemos visto, lo fundamental en esta relación siempre es accesible a los hijos de Dios, así, de hecho, no todos la alcancen[14].

a)   La dimensión cosmológica de la problemática de la hominización[15]

3. Corresponde de modo particular a la física y a la astronomía ser las primeras invitadas a dar su aporte acerca de esta cuestión[16]. Aseveraba el mencionado Profesor Gerhard BÖRNER que

“Los modelos del cosmos son sumamente sencillos. El modelo de la gran explosión explica con precisa exactitud las observaciones astronómicas. Pero con una extraña característica: una singularidad en el pasado, el comienzo del tiempo[17]. Establece ahí los límites de su propia validez y del alcance de la teoría de la gravitación. Confiamos, no obstante, en que una asociación de la teoría de la gravitación y la física cuántica nos explique un día ese estado inicial […] El modelo cósmico nos muestra claramente la limitación a que estamos sujetos. Los científicos pueden ordenar el mundo sólo en el espacio y en el tiempo. Pero cabe contemplar la posibilidad de que existan otras ordenaciones, que no captamos con los métodos científicos. Lo creo esencial, porque elimina obstáculos que, en caso contrario, se levantarían ante las concepciones religiosas”[18].

Sigamos en su exposición, por consiguiente, al físico colombiano, Profesor Juan Manuel TEJEIRO (cit. p. 759, nt. 2034). Señala él que es necesario comenzar indicando los antecedentes del aludido “modelo estándar de la cosmología” [19]: la respuesta a la pregunta por la conformación y, específicamente, por el origen del universo, es una respuesta parcial, es un proceso de conocimiento, pero se fundamenta en bases relativamente sólidas, observacionales. Lo que no significa que puedan cambiar dichas bases drásticamente, en los próximos años, al menos en algunos aspectos. Son muchísimas más las preguntas que tenemos, que las respuestas. ¿Qué es lo que conocemos con relativa seguridad?

La ley de gravitación universal (Isaac NEWTON, 1642-1727) permite la predicción del movimiento de los cuerpos celestes, y el universo se convierte en un sistema mecánico que no colapsa. La astronomía ha tenido un desarrollo importante. Para el s. XX, Albert EINSTEIN (1879-1955) propone su “teoría general de la relatividad”[20] (1916) a partir de su descubrimiento de la velocidad de la luz como constante universal (1905): no existe transmisión de información a velocidad infinita (espacio-tiempo). Sus fórmulas matemáticas (“constante de Einstein”), aplicadas a un modelo estático, no le daban: así, pues, el universo, por lo tanto, no era estático. Los observatorios de Monte Palomar y Monte Wilson permiten hacer la primera referencia a una galaxia en 1914 (millones de estrellas agrupadas). Edwin Powell HUBBLE (1889-1953), gracias a una aplicación del “efecto Doppler”, descubre (1929) que todos los cuerpos del universo están en expansión, con una velocidad que es mayor cuanto más distante se encuentren de nosotros (ley de Hubble). Con todo, la investigación teórica ya había previsto esta posibilidad al menos dos años antes, por parte del físico Georges Henri LEMAÎTRE [20 bis].

Después de mostrar estos antecedentes proseguía el Profesor su descripción de las características del “modelo”: si el universo está en expansión, se predice que necesariamente en una época anterior todo estaba más cerca: el “Big Bang” , una gran explosión, debió haberse sucedido en una época remota, hace unos 15.000’000.000 de años, cuando toda la materia estaba colapsada, concentrada en una región muy pequeña del espacio y del tiempo. De ahí se desenvolvería el universo actual que observamos. La Física no es capaz de entrar a analizar todo este proceso, acceder a explicar qué fue lo que sucedió: prefiere callar (así lo hacen las revistas serias de Física). Se hablaba simplemente de la expansión del universo, pero no se describe nada de ese momento del universo. La razón era, por entonces, básicamente, porque cuando uno extrapola hacia atrás, toda la materia se encuentra a mayores densidades y temperaturas, y no existían los desarrollos que permitieran explicar el comportamiento de la materia en semejantes condiciones: millones de grados centígrados, y millones de toneladas por cm3.

Hoy en día se pretende llegar más adelante: las estructuras químicas, en las citadas condiciones, eran totalmente inestables: ni sólido, ni líquido, ni gaseoso, sino plasma. Tal fue la situación hasta unos 900.000 años después de la gran explosión, es decir, cuando la materia llegó a una temperatura de unos 3.000 C°: antes estaba compuesta por multitud de partículas elementales: protones, neutrones, electrones, fotones (radiación electromagnética), en gran agitación térmica.

Mediante la “constante de Hubble”, que se refiere a la velocidad de expansión del universo – que no es una expansión “material” ni en principio tiene correlación alguna con la velocidad de la luz – se afirma que esta era bastante más alta que en la actualidad; actualmente, la velocidad es relativamente muy baja: aproximadamente 85 km/seg/megaparsec (Mpc= parallax of one arc second - paralaje de un segundo de arco-). Esta expansión está condicionada, no obstante, a la densidad del universo, a cuánta materia hay en él: si es suficientemente denso, llegará un momento en que la expansión se detenga, y luego se contrae; pero si no lo es, la expansión continuará por siempre. La densidad actual observada es tan sólo del orden de un 10% de la densidad necesaria para que el universo se expanda, y vuelva y colapse. Estamos muy por debajo de la densidad crítica: estaríamos en un universo en expansión permanente.

Se calcula que esta densidad es variable, de modo que en el espacio interplanetario solar consiste en un átomo/m3, mientras que en el espacio interestelar, en un átomo/km3, aunque en otras regiones, puede ser más denso (de hidrógeno y helio), para formar nuevas estrellas. Existen, por eso, estrellas cuya duración es muy breve, de un año, pues liberan energías en altas proporciones, cumpliendo en ese tiempo todo su proceso de evolución.

Sin embargo, la materia que observamos del universo es materia luminosa, emite radiación electromagnética. Pero también existe mucha materia fría, que no la emite (gas frío), que no se puede observar. La densidad, entonces, debería ser bastante mayor, pero, a lo sumo, el doble de lo que observamos. Y esta situación es grave para poder responder a la pregunta de por qué estamos en este universo en tales condiciones. Las estructuras del universo no se hubieran formado si la densidad hubiera sido muy débil, la materia hubiera estado muy enrarecida; y en el proceso de expansión no habría tiempo para que se formaran tales estructuras. ¿Dónde estaría la “materia perdida”, entonces, pues, de hecho, se formaron estas estructuras? ¿Se trata de partículas elementales? ¿Partículas que no se pueden observar mediante radiación electromagnética? ¿Ni gravitacional? ¿Con mínima energía? Corresponde, muy probablemente, su solución a la “constante cosmológica” de Einstein, que unifica el cosmos en sus escalas grande y microscópica. La mínima energía (“vacío”) en las partículas elementales: se ha establecido que dicha “constante” no es 0, y que juega un papel fundamental en la estructura del universo. Así, la “materia perdida”, no nos interesa, si existe, es pequeñísima, y el universo es como lo vemos, a pesar de tener tan poca materia, porque el resto lo hace esa “constante cosmológica”: debido a la acción de la gravedad la expansión se frena. Sin embargo, es posible considerar la contingencia de una expansión universal acelerada positivamente. Esto es justamente lo que sucede si existe una presión que actúe en sentido contrario a la gravedad (algo así como una gravedad negativa, pero constante a pesar del cambio de volumen durante la expansión). Un campo que genere este tipo de presión es lo que se llama la "constante cosmológica" (L y la densidad asociada con esta WL) y fue usado por el mismo Einstein para lograr que sus ecuaciones fueran consistentes con un universo estático tal como lo pedían los prejuicios del momento.

La entropía (sistemas termo-dinámicos) del universo marca la flecha del tiempo: una dirección determinada, aquella en la que la entropía va aumentando. Nos plantea problemas muy complejos, que tocan aspectos muy fundamentales de la Física. ¿Habría alguna contradicción entre la teoría de la relatividad y estos sistemas? Las ecuaciones de Einstein serían válidas tanto para el caso de que saliéramos de un origen, o volviéramos a un origen. Para la Física, como tal, poco importaría en cual situación nos encontráramos. Pero podemos distinguir en cuál de las dos situaciones nos encontramos, estamos en expansión. El tiempo va, pues, en esa dirección.

Básicamente, pues, lo primordial que las ciencias mencionadas nos informan es que nuestro mundo es cambiante, que se transforma con el paso del tiempo. ¿Por qué? ¿Cómo?: son las preguntas que se suscitan. Pero una y otra cuestiones deben ser formuladas, y no su disyuntiva, ya que de lo que se trata es de examinar las realidades existentes en su profundidad[21].

4. Así, entonces, aunque la pregunta históricamente comenzó a enunciarse al inquirir acerca del “origen del hombre”, por su conexión con los animales y con los demás vivientes, en realidad toca más directamente a la astrofísica, de la cual fueron precursores Nicolás COPÉRNICO (1473-1543), Johannes KEPLER (1571-1630), Galileo GALILEI (1564-1642) y el ya mencionado Isaac Newton. Entonces se comenzaron a presentar los grandes desencuentros entre quienes promovían cierta lectura o interpretación “literal” del libro del Génesis a propósito de la defensa de una hipótesis geocéntrica[iii] contra una heliocéntrica, y, posteriormente, en relación con el “fijismo”. Fue decisiva, para la resolución del primer conflicto, la invención de fórmulas, instrumentos y aparatos por parte de cerebros agudos y previsivos que se consagraron al estudio más acucioso de los hechos: avances no sólo de la técnica sino de la ciencia teórica, que se ayuda de las herramientas matemáticas indispensables[22].

Así, al llegar al s. XX, el desarrollo de tales técnicas y teorías había sido notable. Para 1919 Albert EINSTEIN podía demostrar “que la luz procedente de una estrella lejana se curvaba al pasar tangente al sol”[23], con lo cual se comprobaba que se poseían ya los instrumentos para poder preguntar cómo es nuestro universo, cuál fue su origen y de qué manera está estructurado. Para ello se necesita una persona con una muy particular formación, porque no sólo debe estar en capacidad de hablar acerca de lo más grande, astros, galaxias, el universo en su conjunto, sino también de lo más pequeño e inobservable, las partículas subatómicas, los quarks. De esta manera, conjugando los datos que actualmente se poseen, y suponiendo que las leyes – la lógica de los procesos – que los rigen son constantes, es posible remontarse en el tiempo[24] hacia el pasado, hasta descubrir cómo era el universo cuando un “antes” ya no sea posible (¿13 mil ochocientos millones de años?[iv]), a no ser que encuentre un tipo de proceso cíclico[25] que nos lleve “ad infinitum” en el pasado.

5. Pero también tienen que realizar otra pesquisa: conforme a los análisis, es importante saber de qué se componía el universo en sus “orígenes”: abundantes átomos[v] de hidrógeno y helio, y, en menor proporción, de carbono, calcio, oxígeno… Unos, elementos “ligeros”, otros, “pesados”. ¿Cómo se llegó a éstos? La estructura atómica y la temperatura[26] de las estrellas – como nuestro sol – y las galaxias tienen que ver, sin embargo, con su radiación en ondas de distinto tipo, muchas de ellas visibles en su luz[27]. Otras no. Y están muy lejanas. ¿Cuál es su influencia sobre la tierra y sobre los seres humanos? ¿La plena determinación[28] de una existencia por el momento de su nacimiento[29]? Además, hay que tener en cuenta la velocidad de traslación – creciente – y la dirección de las galaxias en el cosmos, por su relación a nuestro planeta (“efecto Hubble”, llamado así por E. P. Hubble, quien en 1929 realizó este descubrimiento). El universo, pues, se expande. Era posible “devolver la película”, hasta llegar a un punto de origen, mínimo, superdenso, superconcentrado y físicamente a altísimas temperaturas: “una sopa cósmica”. ¿De su “explosión” original todavía quedaría algún rastro perceptible? Pero todo esto no coincidía con la hipótesis de Einstein, quien había señalado que el universo “se mantenía fijo y limitado, dentro de unas fronteras constantes”[30].

6. Hubo que esperar no sólo a que fuera lanzada una hipótesis por parte de Georgy Antonovich GAMOW (1904-1968) – quien afirmó que, según sus cálculos, todavía debería conservarse una radiación gamma[vi] de la gran explosión –, sino a que los astrónomos Arno Allan PENZIAS (1933) y Robert WILSON (1936), en 1964, comprobando un detector de microondas muy sensible (interferómetro, en los radiotelescopios), descubrieron que desde todas direcciones del espacio llegaba una radiación débil pero uniforme (CMB: “radiación cósmica – o de microondas – de fondo”). Esto constituyó una prueba a favor de la teoría del Big Bang, ya que se considera que esta radiación proviene de esta gran explosión inicial. Ambos científicos ganaron el premio Nobel de física en 1978. En realidad, ya desde 1930 la compañía telefónica Bell había comenzado a buscar eliminar un problema de interferencia estática en sus comunicaciones radiales y había montado una antena en New Jersey para explorar el firmamento en búsqueda del origen de esos ruidos, que aparecían difusos. En esta misma compañía entraron a trabajar hacia 1963 los dos autores mencionados[31].

El hecho ha sido aceptado por el común de los físicos hoy en día. Discrepan, sin embargo, en el cómo se ha producido que toda la energía y la materia[32] del universo estuviera superconcentrada en espacio tan pequeño y cómo se comportaba éste a mil millones de grados centígrados de temperatura. Lo más cercano que podemos imaginar aquello es lo que han experimentado los físicos nucleares con las partículas subatómicas en sus reactores nucleares y ciclotrones, pues es imposible copiar las condiciones de la materia en sus primerísimos instantes, así como comprender lo que ocurrió entonces[33].

7. Había quedado pendiente de resolver también, sin embargo, cómo en la gran explosión se habían generado los diversos elementos naturales que encontramos en la tierra (hasta el Uranio, en la “tabla periódica”, son 92). Lo más que se alcanzaba a explicar era que, el universo, en sus comienzos, había consistido en hidrógeno (76%), helio (23%) y, entre los elementos más pesados, litio y boro (1%). Sólo en los años 1950 y 1960 se reanudan estos estudios, y se llega a la conclusión de que es en el interior de las estrellas donde ocurren estos procesos, pero miles de años más tarde.

El tema es, de nuevo, nuestro conocimiento actual sobre el universo[vii], y de las fronteras mismas de los conocimientos matemáticos que se expresan en sucesiones que tienden a un límite e intentan alcanzar la mayor precisión y exactitud, así la distancia que los separe del momento 0 sea cada vez menor, y de los confines de los conocimientos de física cuántica, que nos hablan de probabilidades y de indeterminismos. Existen intentos de explicación, como señala el Doctor Börner, en el sentido de que

“En cuanto a la gran explosión, se intenta concebir qué se sigue de la teoría de las cuerdas acerca del estado inicial. Se llega a un número de posibilidades elevadísimo; todas ellas pueden conducir a un universo propio. Si se logra identificar una de estas posibilidades con nuestro universo, con todas sus constantes y fuerzas fundamentales, sería un potente indicio de que se ha encontrado una verdad […] El anclaje de estos modelos en la realidad es muy tenue, pero incluso estas tesis osadas sirven para dar una orientación… Hay que llevar más lejos las fronteras, aunque sea con especulaciones”[viii].

Afirmar algo “antes” de ese momento, por definición, es imposible. Algo similar a la comprensión que se suele tener del “infinito”. Mirando hacia el futuro del universo, dependerá éste de la forma como se resuelva la interacción de dos fuerzas presentes en el mismo: la fuerza expansiva que se originó en el Big Bang, y la fuerza gravitatoria universal que concentraría en una masa cada vez más densa a toda la materia. Dos fuerzas antagónicas de las cuales no poseemos los datos suficientes para calcular exactamente cuál de ellas resultará ser la hipótesis verdadera. Desconocemos, en efecto, p. ej., tanto la velocidad exacta de alejamiento de las galaxias de nosotros y su distancia exacta, así como lo mismo podemos afirmar de la cantidad de materia existente en el universo: entonces los márgenes de error permiten las dos respuestas contradictorias, y, en consecuencia, dos escenarios diversos[34]. La prueba plena, el experimento crucial, con todo, nos falta, aunque se trata de dos de las hipótesis más aceptadas por la comunidad científica, que avanza en pos de una verdad objetiva y definitiva, pero consciente de que ella es, por el momento, aproximativa, condicionada por los conocimientos y la situación de la ciencia actual[35].

8. De ahí la necesidad de que “no se confundan la física con la metafísica, con la teología o con la fantasía”, y de que sus expertos traten de esclarecer sus “objetivos” y “métodos”[36] cuando trabajan por averiguar lo que aconteció en los momentos siguientes al comienzo del universo. Además, en todos, se requiere de una buena dosis de humildad para reconocer sus límites[ix] y los esfuerzos que efectúa toda la comunidad internacional para una real cooperación[37].

Y sea cual fuere la teoría científica que esté tras esa verdad, teorías que son tremendamente mudables, urge, en nuestra opinión, no una mera “teología de sobremesa”[38], sino un auténtico diálogo de los científicos en sus diversas especialidades con los teólogos competentes[x] – a causa de sus interpretaciones de la Biblia y de las preguntas por el sentido de la vida, p. ej. –, de modo que muchas de las mutuas hostilidades desaparezcan, como, efectivamente, ya está sucediendo, en la búsqueda de la verdad que, unos y otros, debemos hacer[xi]. Son muchos aún los progresos que se esperan de este diálogo hacia una comprensión mutua y un gradual descubrimiento de intereses comunes, los cuales proporcionarán las bases para investigaciones y discusiones posteriores[39]. Reconocer y aprender de los errores del pasado y de las injusticias cometidas, es una condición para el camino que se abre ante nosotros[40]:

“H. K.: - Pero me pregunto también cómo se relacionan los sucesos de los «tres primeros minutos» con el relato bíblico de la creación en los primeros siete días… La teología ilustrada ha aprendido, a buen seguro, de los muchos errores de los teólogos y de la Iglesia en el pasado. Una batalla tras otra en retirada. Siempre existe el riesgo de que se tapen esos agujeros y haya que seguir retrocediendo a zonas cada vez más reducidas. De ahí las connotaciones negativas de un Dios que tapa los agujeros.
G. B.: - Yo también tengo la impresión de que la mayoría de los teólogos considera mala teología colocar a Dios en las lagunas de las ciencias de la naturaleza...”[41]

Así, pues, para conocer el “origen del hombre” fue necesario, entonces, echar más atrás, al origen del mundo, que nos remite al tema de la unidad de las cuatro fuerzas físicas fundamentales (gravitación, electromagnetismo, interacciones fuertes y débiles): unidad del universo[42]. El Profesor Börner, con todo, asegura:

“Si me miro a mí mismo, soy un sistema de átomos y electrones, en el que cada estado determina al que le sigue, bien con estricta causalidad, bien según las leyes de la probabilidad. Funciona como una máquina biológica. Pero en lo profundo de mi ser estoy convencido de que esto no es todo… Queda un resto, que mal puedo describir… Puedo admitir que el yo, ese yo que me represento, sea una ilusión, pero no tiene por qué ser así. Se deberían mantener estas tensiones y no darse por satisfecho precipitadamente con una conciliación cualquiera (entre la descripción física del mundo y la teología).”[43]

Más aún, esa misma física nos demuestra que la materia, en sus partículas más elementales, se manifiesta puramente como potencia y que, por sí y en sí misma, no tendría una tendencia hacia su organización, de no ser porque, al contrastarla con lo realmente existente, tanto en los seres vivos como en los que no lo son, se sobrentiende la presencia de una cierta “información”, un concepto de la ciencia moderna que se puede analogar con el aristotélico-tomista de “forma sustancial”.

Acerca de esa unidad universal nuestra fe en Cristo, como hemos visto, nos proporciona una percepción muy particular. Prosigamos ahora nuestro itinerario.


b)   La dimensión biológica de la problemática de la hominización[44]
9. Los átomos pesados de los que está compuesto el cuerpo humano se formaron a través de miles de millones de años en ese laboratorio en el que se convirtió el universo a partir de su origen[45]. Nuestra anatomía[46], así como la de los demás vivientes terrestres, actuales o extinguidos, requirió de unas condiciones físicas dentro de unos límites muy específicos. Dígase esto, p. ej., del agua[xii], constitutivo fundamental de nuestro organismo; o de nuestro tamaño o nuestro peso, o de la capa de ozono de la estratosfera, o del aire que respiramos…

Así, pues, uno de los problemas que se nos presenta es: ¿cuándo, dónde y cómo surgió la vida en nuestro planeta?

Con una masa calculada en 5,98 x 1024 kg; un área de 519 millones de km2; un volumen de 1,08 x 1021 M3; una distancia promedio al sol equivalente a 149’597.890 km; una circunferencia en el Ecuador de 40.075 km, y con una velocidad de traslación de 29 km/seg, nuestra tierra[46 bis] gira hoy su órbita alrededor del sol en un año, es decir, en 3.2 x 107 s. Ahora bien, estamos hablando de procesos que nos conducen a unos cinco mil millones de años atrás, cuando se formó nuestro sol, y a unos 300 o 400 millones de años menos, cuando se formó nuestra tierra y comenzó su evolución[47]: inicialmente muy caliente y con enorme actividad volcánica, y con una atmósfera muy pobre en oxígeno. De hace unos 3.500 millones de años quedan evidencias de algunos restos fósiles microscópicos de seres monocelulares procariotes en rocas de Canadá, Australia y Sudáfrica. Su surgimiento exigió la presencia de numerosas concomitancias[48], lo cual ha dado origen, a su vez, a diversas teorías. Con todo, entre ellas hay algunas coincidencias:

Cada célula consta, incluso, de millones de átomos de elementos químicos. Estos se agrupan en moléculas, algunas muy complicadas, como las del ADN, constitutivo de nuestros genes y portador del mensaje genético. Entre los elementos que, hasta donde conocemos, son indispensables para la vida terrestre, se debe mencionar el carbono. Con éste, se han de señalar el hidrógeno y el oxígeno, y luego, nitrógeno, azufre, sodio, potasio, calcio, que se pueden asociar con aquél. Los seres vivos demuestran en esta forma una capacidad enorme para combinarse en moléculas cada vez más complicadas: con todo, no sólo en ellos, como lo descubrió la química, desde mediados del s. XIX. De ahí surgió la pregunta no sólo acerca de cómo se había formado la vida, sino también si no sería posible fabricarla en los laboratorios… ¿Cuáles habían sido – cuáles habían de ser – las condiciones y circunstancias para formarse los primeros seres vivos?

10. Se sabe que las células poseían líquidos acuosos en su interior y estaban disueltas en ellos, y que se interconectaban entre sí. Pero requerían una membrana que les permitiera aislarse, sin perder la posibilidad de captar elementos del exterior, y de expulsar sus desechos, como sucede en los procariotes. Luego vino la capacidad para multiplicarse y reproducirse, poniéndose a seguro sólo las células que soportaran las dificultades del medio ambiente. ¿Se llegó a todo esto mediante “ensayo y error”? ¿Fue cuestión de “azar[49] y “causalidad”? ¿Se trató de un proceso simplemente “necesario” y previsivo de causas y efectos? La eficacia no engendra necesariamente el sentido. Más aún, lo cierto del caso es que, desde esos primeros seres vivos hasta el presente, la evolución no ha sido, ni mucho menos, uniforme ni exacta: ha habido estancamientos, e, incluso, retrocesos, y avances lentos, así como momentos de gran explosión del desarrollo evolutivo.

Después de lo descrito vinieron las algas simples y otros unicelulares como plantas con su función clorofílica. Aumentó el oxígeno desde un 2 o 3 % a nuestro actual 25%[xii bis]. Luego aparecieron los seres pluricelulares (600 millones de años atrás); y las células eucariotes, que se componían básicamente de ADN, se fueron diferenciando y aumentaron no sólo el tamaño sino el número de funciones capaces de realizar, hasta agruparse en órganos específicos, por una parte, y en múltiples especies. Características que se fijaban y heredaban a los descendientes mediante reproducción sexual, tanto de plantas como de animales[50], la cual permite el progreso de las especies, cuando se producen cambios positivos, o la muerte y desaparición de esas características, cuando son negativos (p. ej., en el Pérmico, hace unos 230 millones de años se produjo la más importante pérdida de especies, un 96% de especies marinas; o la de los dinosaurios, hace 65 millones de años)[51]. Con todo, muchas preguntas quedan aún sin respuesta clara, como la aparición de los ojos, o el mimetismo de ciertas especies. Pero, en general, una explicación neo-evolucionista explica muchas cosas y trae menos dificultades[xiii].

A partir del cataclismo que produjo la desaparición de los grandes reptiles se desarrollaron y multiplicaron los mamíferos, que a la sazón eran pocos y pequeños, hasta llegar a dominar en donde antes habían avasallado los dinosaurios. Surgen nuevos géneros y especies que traen hasta nosotros, mediante eslabones como de una cadena, la continuidad de la vida. Los fósiles son, nuevamente, con los restos óseos, los que permiten una aproximada reconstrucción del proceso[52], labor a la que, más recientemente se ha unido, el estudio de la composición de nuestros genomas[53].









“Estudios de anatomía comparada” por Leonardo Da Vinci


11. Estas técnicas permiten ascender en el tiempo hasta las diferenciaciones – y el momento en el que ellas se produjeron – entre los diversos antropoides y primates. Los mejoramientos corporales que sufrieron aquellos, las adaptaciones al medio ambiente que lograron, fueron desarrollando, de igual modo, sus cerebros[55], los cuales se hicieron paulatinamente más y más grandes: 55 millones de años atrás, 32 millones de años, 21 millones de años, 14 millones de años, 12 millones de años, 9 millones de años… También los depredadores que enfrentaron y la desaparición de bosques, contribuyeron no sólo a desarrollar un hábitat particular, sino a crear nuevas condiciones para el desarrollo de sus aptitudes para procurarse alimentos más ricos en calorías y nutrientes, y de mejor calidad. Este proceso está marcado por grandes iniciativas de la vida en su conquista de autonomía: sexualidad, aparición del sistema nervioso y su progresiva cerebralización, regulación hormonal, respiración aérea, temperatura constante, reproducción placentaria, etc. Mediante lo cual, sus cerebros desarrollaron capacidades de memoria de lugares y cualidades, que transmitieron, a su turno, a sus herederos[56].  A su vez, el cerebro exigía, a la par con su crecimiento y con el desarrollo de sus funciones, mayor cantidad de energía en la forma de glucosa, que había que encontrar: para lo cual, el trabajo en grupo[57] – la socialización – era más fructífero[58].

Algo similar aconteció con el tubo digestivo, cuya estructura y longitud dependió de las condiciones de los alimentos que consumían los herbívoros o los carnívoros. El de estos últimos exige menos elaboración dada la riqueza de su composición, pero, así mismo, su menor consumo de fibra llega a producir – sobre todo en omnívoros, como los seres humanos – graves problemas digestivos ¡especialmente en el presente!

12. Diez millones de años atrás, al final del Mioceno (“moderadamente reciente”)[59], que terminó hace unos 5.200 millones de años, ocurrió un fenómeno particular, porque, de entre los primates, surgió una nueva especie: el género “Homo”, con la proyección, ya, hacia algunas de las características que definen la “racionalidad” y “espiritualidad”. Se trata de una hipótesis, que, sin embargo, no ha podido ser justificada mediante fósiles, sino deducida por el estudio contemporáneo de los genes[60], como se verá luego. Parece que existe un acuerdo bastante generalizado acerca del lugar en el que ello habría ocurrido: África[61]. El momento exacto quizás nunca se sabrá.

Primero estuvieron los “Australopithecus” (“mono austral”), antes de 4.500 millones de años. Su característica principal, el bipedismo: cambió la entrada de la columna vertebral en el cráneo, pero conservaron otras características de sus antecesores, tales como un cerebro de tamaño similar, molares fuertes y prognatismo en la mandíbula. Sin embargo, la innovación obrada había sido radical: los brazos quedaron libres y las manos prensiles, listas para el manejo de múltiples instrumentos; y la mandíbula, que comienza a achicarse, va dejando espacio al aumento que se va operando en el cerebro.

Es oportuno detenernos brevemente en este camino hacia la formación del cerebro humano actual con sus casi 100.000 millones de neuronas, pues entender su misterio se convierte en clave para que podamos saber y comprender quiénes somos. La Neurociencia nos refiere que para este período final del Mioceno dentro del cráneo se cuenta con un primer núcleo localizado en su parte inferior y está conformado por el cerebelo y el hipotálamo, cuya función consiste en regular las acciones del cuerpo dirigidas a su sobrevivencia, tales como el comer y el impulso sexual. Esta área ha tenido un desarrollo muy escaso con el trascurso del tiempo, de modo que no somos hoy muy diferentes a lo que existe en una lagartija, por ejemplo. También ya para este período se conformaron otros centros más refinados, similares a los de un ratón, encargados de procesar las emociones, inclusive las futuras emociones socio-morales: se trata del hipocampo y de la amígdala, centros intermedios del cerebro. Y, por fin, existe en este género “homo” una corteza cerebral grande y compleja, cuya interconexión e interacción con las regiones más antiguas y las más nuevas, lo hacen capaz de los pensamientos y del lenguaje: los primitivos circuitos que les permitían a los animales obtener el placer de comer y de unirse sexualmente para sobrevivir y perpetuarse son ahora posibilitados o capacitados para que puedan también disfrutar del ayuno o de la abstinencia sexual, que, en la práctica, no representan ninguna ventaja evolutiva. Pero estos circuitos del placer están capacitados para ser activados por partes del cerebro mas complejas, orientadas hacia actividades espirituales y racionales, que son la base de la cultura, del gozo absolutamente gratuito que enriquece la propia experiencia.

Entonces algunos rasgos culturales peculiares comienzan a apuntar. Entre ellos, no sólo la producción de utensilios y otros artefactos de materiales duraderos, sobre todo en piedra[xiv], sino también la transmisión social del saber[62] y la aparición de una “familia nuclear”, en la que se destaca

“el mantenimiento de la monogamia con el ejercicio del cuidado de la prole a cargo de ambos progenitores […] al macho correspondía aprovisionar a la familia de alimentos altamente energéticos, gracias a los cuales aumentaba la capacidad de la madre para nutrir y proteger a los hijos y, al mismo tiempo, le permitía engendrar más a menudo”[63].

13. Los descubrimientos en África se sucedieron velozmente: Lohagam, Kenia, en 1967, 5’600.000 años; Hadar, Norte de Etiopía, en 1974, “Lucy”, de poco más de un metro de estatura, y datado de 3’180.000 años; Lago Turkana, Kenia, yacimientos de 5 o 7 millones de años; Kanapoi, Kenia, 4’100.000 años; Bahía Allía, Kenia, 4 millones; Omo, Etiopía, 2’600.000 años; Nariokotome (Kenia), 1’600.000 años…[64]

Así mismo, de otros ejemplares más recientes: el Zinjantrhopus, en Olduvai, Kenia, en 1959, al que se le atribuyen 1’200.000 años, pero que muestra grandes semejanzas con fragmentos de cráneo y de un diente incisivo procedente de Tell Ubeidiya, en el Valle del Jordán (Israel) y con unos fragmentos de mandíbula, hallados en Sangira, en Java[65]. Entran ellos al grupo de los denominados “homo habilis”.

De los australopitecinos derivaron los pitecántropos en sus dos versiones, “erectus” y “pekinensis”, cuyas características han sido bien descritas[66], y su presencia se detecta no sólo en el extremo asiático, sino también en África y en Europa. Su antigüedad, unos 350.000 años.

Testimonio de cultura elaborada por ellos, o por sus descendientes, fue el hallazgo

“en Shanidar (Irak), en la frontera con Turquía e Irán, en donde hace 80.000 años, el cuerpo del difunto fue depositado sobre un lecho de flores. Las flores se marchitaron, pero los granos de polen se fosilizaron. Hoy se puede reconstruir el arreglo floral. El botánico puede identificar las diferentes liliáceas, las anémonas; restituye la armonía de los colores. Precisa hasta la estación en cuyo transcurso fue dispuesta la sepultura: el mes de mayo, cuando en las mesetas irakianas florecen los ranúnculos cuyos pétalos son de color naranja...”[xv]

14. Con sus 1300 a 1600 cm3 en su cerebro, pasamos luego al homo sapiens neandertalensis de cara estirada y proyectante, y con grandes órbitas oculares; nariz ancha y aplastada; mandíbula superior marcadamente prognata, e inferior sólida y poderosa, con mentón incipiente. Su arco dental es de forma intermedia entre la del hombre moderno y la de los simios. Dientes esencialmente humanos en su disposición. Espina dorsal, maciza y relativamente corta, con un particular desarrollo en sus vértebras cervicales, grandes y horizontales, en contraste con las actuales, pequeñas y dirigidas hacia abajo. Su estatura, entre 1,55 y 1,65 m. Su datación, más de 30.000 años.




«Esqueletos de cinco monos antropoides» por Heinrich P. A. Haeckel


Otros rasgos caracterizaron su existencia: ser cazador, recolector de alimentos y nómada. Al final del Pleistoceno (hace unos 10 mil años), o a comienzos del Holoceno (hace unos 9.000 años), según las regiones, se produce una “nueva edad de piedra”, que trae como consecuencia la invención de la agricultura y la domesticación de los animales[68], y son muy abundantes los objetos de arte bastante desarrollados, dejados, especialmente, en cuevas y en las paredes de las mismas[xvi], tanto en África, como en Asia y en Europa (“Fase Magdaleniense”).

“La ciencia – afirmaba Hans Urs Von Balthasar – sólo se puede definir a partir del hombre; es la actividad del “homo sapiens”, que sobre la base de esa actividad se hace también “homo fáber”, porque se adueña de la vida y las cosas tal como su espíritu comprensivo se ha adueñado previamente del mundo en la contemplación interior”[69].

No es menos interesante a este propósito, y proporcionalmente hablando, que algo similar haya sido encontrado entre nosotros, en la llamada “cultura de Tierradentro” que tuvo su florescencia en el Departamento del Cauca, Colombia, en las vertientes de los ríos Páez, Negro y la Plata[70]. Entre las obras más destacadas se mencionan sus trabajos en piedra[71] y, sobre todo, sus monumentales hipogeos, o tumbas, a las que se descendía por una escalera de caracol y cuyas amplias cámaras, techumbres y quicios trapezoidales de entrada eran ricamente decoradas con trazos romboidales, figuras talladas a manera de custodios, representaciones de culebras y salamandras, pintadas en rojo y negro sobre fondo blanco. En estas tumbas se depositaban las urnas funerarias de numerosos individuos. Lugares “sagrados”, que eran verdaderas necrópolis.
                                              
Ubicación de la Cultura TierradentroIlustración 11[72]  
 





Tumba de la Cultura TierradentroIlustración 12[73]


          

                  
                                                                                  

15. Para lograr este resultado hemos necesitado, sin embargo, a primera vista, de la “coincidencia”, producto de la evolución – fruto ésta, al mismo tiempo, del azar y de la necesidad – y, si se lo acepta, del influjo de una dirección oculta, que se puede entrever, recibida de Dios[74]. Ya hemos hecho alusión a aquella analogía existente entre la “forma sustancial” y la “información” presente en aquellas cuatro fuerzas originales que señalaba la física; apliquémosla también cuidadosamente aquí, de igual manera, en relación con el ADN de los cromosomas – descubrimiento sobre el que volveremos un poco más adelante – el cual contiene las “informaciones” necesarias para que la materia se pueda organizar conforme al esquema típico de una determinada especie o de un individuo: la materia requiere unas “informaciones” que le permitan organizarse de una determinada manera. Decimos que se trata de una analogía que se debe aplicar con la debida cautela porque, en efecto, los conceptos metafísicos a los que aludimos no se pueden confrontar directamente con los datos materiales y biológicos.

Fueron muchos los factores, en suma, que debieron concurrir, hasta llegar no sólo a que estos antecesores nuestros realizaran la fabricación de instrumentos sino las actividades de tipo racional, intelectual, tales como el lenguaje simbólico[75], en las que se llega a expresar la interacción entre la herencia y la educación. Pero, muy especialmente, hemos llegado a las condiciones para el surgimiento de la libertad y la responsabilidad[76]. “Cuando se considera la naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido de la responsabilidad en las conciencias” (CIV 48).

Refiriéndose a este resultado final del proceso expresaba el biólogo Edouard BONÉ:

“«Hombre, ¿quién eres?» Yo diría, en primer lugar, alguien que ha crecido en el mantillo biológico y en la matriz animal, el último llegado de los primates, también el más frágil, el más dependiente, aquel en quien lo biológico se carga decididamente con lo cultural, aquel en quien lo adquirido reemplaza ampliamente a lo innato: un primate educable, consciente, reflexivo, capaz de lenguaje y dotado de capacidad simbólica; un ser con los pies en el barro, encorsetado de determinismos, con la cabeza en las nubes, con capacidad para hacer matemáticas, poesía y sueños de amor... «Hombre, ¿quién eres?» Como científico, junto con la paleontología y la antropología reciente, digo: Un animal humano, un primate-que-no-es-como-los-otros. En efecto, es, sin duda, el único capaz de interrogarse, como nosotros mismos lo estamos haciendo aquí y ahora, sobre el tipo de primate que es él mismo”[77].

Y añadía:

“Una cosa es constatar el hecho de una concentración neural delante del animal, desde los vermidianos a los artrópodos y a los peces primitivos, reconocer de hecho un proceso de cerebralización, o el crecimiento exponencial de la capacidad craneana en los primates desde la base del Oligoceno, registrar la impresionante variación del crecimiento del neocórtex en el transcurso de los últimos cinco millones de años y compararlo con el córtex rudimentario del cerebro reptiliano anterior; y otra cosa  distinta es interpretar este proceso como resultado de un proyecto. Intencionada o no, es preciso reconocerle al menos una dirección, un “sentido”, una orientación a esta aventura.”[78]

Somos pues, en el momento presente, más de siete mil quinientos millones de seres humanos quienes vivimos sobre nuestra Tierra. Para el año 2025 se espera que sean unos ocho mil quinientos millones[78bis]. Si tenemos en cuenta que nuestro planeta posee un 29,2% de su superficie no cubierta por agua (incluidos círculos polares y otras áreas cubiertas de hielo), es decir 148.940.000 km² (148”940.000’000.000 m2), ello significaría que el acceso individual proporcional a la misma podría ser (o debería ser) de unos 19.858,67 m2 (¡).







16. Por nuestra parte, fundándome en la constatación que, entre otros, ha expresado René SIMON[79], así como en las revisiones del tema que, desde los campos de la psicología social y de la gerontología, ha hecho Tom KITWOOD[80], he enunciado que esa “libertad- responsabilidad moral” es la característica primordial del ser “humano” al final de este proceso, y que ella es una adquisición y una conquista del hombre sobre su “pura naturaleza”, sobre “los cauces establecidos de antemano por la evolución de su especie”:

«El comportamiento comparado del ser humano con el del animal nos lleva a estas conclusiones:
En los animales se da siempre un ajuste perfecto suyo con el medio ambiente: su respuesta a la situación estimulante es unívoca y, en principio, perfectamente ajustada puesto que se limita a repetir un comportamiento que se le transmitió por herencia. Según esto, el animal carece de libertad, de iniciativa y de historia. A lo largo de los siglos podemos afirmar que de los animales apenas se puede hablar de una lenta evolución biológica con comportamientos similares. Realizan su vida atendiendo a los dictados de las leyes de su especie, sin posibilidad de equivocarse y sin hacer un drama de la inseguridad de no acertar en su elección. Podemos, entonces, afirmar que el comportamiento de los animales es a-moral, ya que no son capaces de conducir una vida verdaderamente ética.
El hombre, en cambio, está caracterizado por el desvalimiento y la menesterosidad: no posee instintos seguros, nace a medio gestar, aún antes de lo que su configuración biológica lo pudiera todavía conducir a un autoabastecimiento. El hombre, de esta manera, se encuentra como "arrojado" o instalado en un entorno que él mismo ha de transformar y adaptar a sus necesidades y deseos. Pero esta adaptación a su entorno, y del entorno, le exige una relación y una confrontación que van troquelándole su organismo y desarrollándole su ser.
El ser humano, pues, nos aparece como necesariamente abierto a la realidad de su entorno, que se le presenta como el campo para el desarrollo de sus posibilidades. Pero no se le da: es él mismo quien tiene que crear, a lo largo de su vida, los diversos ámbitos de interacción con las situaciones que le invitan a una actividad creadora. No sólo, pues, la persona cuenta con sus elementos biológicos de su corporeidad, sino con su inteligencia para "hacerse cargo" de la situación, relacionándose con las cosas y consigo mismo, que se le presentan no sólo como meros "estímulos" de su actuar, sino como el marco de su "realidad"»[81].

Gracias al desarrollo en los seres humanos de una “nueva” conciencia[xvii], de una percepción “nueva” del tiempo, se crean las condiciones para percatarse de lo que es, o puede ser, un “drama” humano, y para afrontarlo. Este “drama” se expresa, p. ej., cuando se presentan situaciones de adversidad y las personas deben buscar alternativas. Situaciones que llevan consigo rupturas, imaginarios y nuevas situaciones cuyo impacto psicológico marca las significaciones individuales y colectivas, pero, sobre todo, que toca tan íntimamente la pregunta por el sentido que puede dársele a la vida, por el sentido que tiene la vida, y por sus posibilidades reales de realización. Es tal, p. ej., el caso de las situaciones no sólo humanamente tan dolorosas y complejas sino tan urgentes, relacionadas con el “desplazamiento”[82]. Entonces, la pregunta por la “libertad” y por la “responsabilidad” se torna más agitadora, y las tareas mismas de la educación, como veremos, más profundamente problematizadas y urgidas.

Manuel TREVIJANO ha escrito también a este propósito:

“El hombre pasa de ser sujeto pasivo de la evolución a sujeto agente de ella. La cambia y reestructura… Nuestra misión en el mundo es la construcción de un mundo mejor. Y para eso necesitamos ser mejores nosotros… Creo que esta frase la aceptará casi todo el mundo, pero cuando luego preguntemos en qué consiste y cómo entendemos eso de fabricar un mundo mejor, las respuestas pueden llegar a ser asombrosas y dejarnos alucinados... En primer lugar tendría que ser «humano», pero nuestro humanismo no podemos arrancarlo del medio ambiente en el cual se ha gestado… Entre los hombres encontramos (además) grandes diferencias en su juicio sobre cuáles son los puntos fundamentales en que debemos insistir para la construcción de ese mundo mejor… A veces (está) recluido en nuestro subconsciente. No es lo mismo el modelo nazi que el que se desprende del sermón de la montaña en san Mateo… Olvidarnos de que somos los herederos y portaestandartes de los resultados de muchos millones de años de evolución puede suponer un trágico e irremediable error en nuestras vidas y quizás también en la supervivencia de nuestra especie…”[83]


Nos queda todavía, sin embargo, la investigación de otras pistas.

c)   La dimensión evolutiva de la problemática de la hominización


17. La pregunta por el origen del cosmos, y, más aún, por el origen de la humanidad, ha sido objeto de la elaboración de casi todos los pueblos de la antigüedad, y todavía hoy, de muchos, cuyas concepciones tocan con sus mitos fundamentales[84]. Pero muchas respuestas a esa pregunta parecieran haber ido, más bien, en línea con lo que en numeral anterior denominábamos “fijismo”. Como otra perspectiva para intentar responder a esa pregunta, explicando un fenómeno que, si bien se originó en la biología, desborda hoy en día a la misma, para alcanzar a la astronomía, a la geología, a la lingüística, a la historia, a la psicología y a otras ciencias fácticas más, surgió la hipótesis de la “evolución”.

Los primeros resultados de las investigaciones biológicas y geológicas durante el s. XVIII por parte de ingleses y franceses produjeron unas perspectivas que pudiéramos denominar, inicialmente, como antagónicas, porque, mientras entre los enciclopedistas franceses, de la Sorbona o de la Escuela Politécnica napoleónica, anticlericales y deístas, se entronizaría un modo de proceder racionalista, entre los ingleses de Oxford y Cambridge predominó la resistencia fundamentalista y conservadora. Con todo, el desencuentro se comenzó a conciliar a raíz del descubrimiento y estudio de los fósiles, y por parte de un inglés: Charles DARWIN (1809-1882). Este emprendió un viaje de cinco años por medio mundo, a bordo del barco Beagle. Pero mientras su capitán, Fitz Roy, veía en los trabajos de su compañero de viaje la ocasión para interpretar las narraciones del Génesis como otras tantas “pruebas” de que lo narrado allí se comprobaba, para Darwin eran los elementos que lo conducirían a elaborar su teoría de la evolución. Patagonia, Tierra del Fuego, la costa chilena, Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica: todo ese recorrido le proporcionó material rico en fósiles, muchos desconocidos y de gran tamaño. Muy particular fue el descubrimiento de una fauna única y propia en las Islas Galápagos, a más de mil kilómetros de la costa ecuatoriana. Hoy sabemos que éstas surgieron de una erupción volcánica hace 80 millones de años, pero notó que entre las islas había diferencias en su fauna.

Al regresar a Inglaterra publicó sus notas en cinco volúmenes: Zoología del Beagle, principalmente, al tiempo que hacía sus propios experimentos y lecturas. Veía[85] a los granjeros seleccionar las razas de ganado, algo que, en mayor escala, había observado, sin intervención humana, en las Galápagos, en el caso de una variedad de pájaros, los pinzones. ¿No se trataría de una selección natural? De allí llegó (1844) al “origen de las especies”, y se dio el paso de una zoología fijista a otra evolucionista. Los menos aptos en su adaptación al ambiente se extinguen, en su lucha por la existencia (“teoría general de la evolución”). La publicación de la obra, con todo, se contuvo por casi diez años.

Según los expertos, la teoría de Darwin posee cinco hipótesis fundamentales[86]:

“1ª) La evolución en sí es la teoría que afirma que en el mundo no hay nada constante ni repetido en ciclos perpetuos, sino que más bien cambia continua y quizá direccionalmente, y que así los organismos sufren transformaciones a lo largo del tiempo.
“2ª) La ascendencia en común de las especies…
“3ª) El gradualismo afirma que la transformación evolucionista procede siempre gradualmente y nunca a saltos…
“4ª) La multiplicación de las especies…
“5ª) La selección natural […] se refiere al mecanismo del cambio evolucionista y cómo puede intervenir en la aparente armonía y estructuración del mundo orgánico…”

Posteriormente, la crítica de “insuficiente”, que se hizo a esa teoría dio como consecuencia la “teoría sintética de la evolución”, gracias, sobre todo, a los descubrimientos de J. Gregorio MENDEL (1822-1884), sobre quien volveremos un poco más adelante.

18. Pero la revolución se había operado. Y no propiamente en el ámbito científico, cuanto en el de la concepción religiosa acerca del hombre como creado “tal cual” por Dios: se interpretaba el suceso como que no se trataba de un simple error científico, sino de una blasfemia, de una herejía, de una ofensa a Dios. Para zanjar el problema habría bastado un experimento crucial, algo que demostrase la falsedad de una de las alternativas. Pero ello era imposible, porque la evolución, precisamente, no se da en un hecho, sino en multitud de pequeños y graduales cambios. Además, la mentalidad de la época era otra, especialmente en lo que se refiere a las novedades y revoluciones. El asunto se había gestado al interior de la Inglaterra Anglicana, y allá se dio principalmente la lucha, pues mientras Darwin hablaba en general “de las especies”, todos entendían que implícitamente se refería “al hombre”. Se prohibió su lectura en el Trinity College de Cambridge. Para la década de 1870, dos obras suyas abiertamente se refirieron al problema del origen del hombre: La descendencia del hombre (1871) y La expresión de las emociones en el hombre y en los animales (1872). Para entonces, el antiguo estudiante de teología había alcanzado una postura, no atea, pero sí agnóstica, en relación con Dios[87].

En la parte Católica, por su lado, aparte del citado monje agustino Méndel, el dominico Dalmace LEROY (1828-1905) escribió en 1887 su obra La evolución de las especies orgánicas en la que intentó mostrar que no necesariamente se llega al ateísmo si se sostiene el transformismo de la evolución, y que era conveniente abandonar una lectura meramente literal e histórica del Génesis. La propuesta no fue aceptada por las autoridades respectivas, y en 1895 publicó su retractación. Para 1909, la COMISIÓN BÍBLICA reafirmó “el carácter histórico de los primeros capítulos del (libro del) Génesis” (DS 3514), y en especial “peculiaris creatio hominis; formatio primae mulieris ex primo homine; generis humani unitas…” Luego, en 1950, la encíclica Humani generis del Papa PÍO XII insistió sobre las normas hermenéuticas que se habrían de emplear en los comentarios al conjunto de los textos, especialmente del AT (DS 3888-3889), y, muy especialmente en el caso del “origen del cuerpo humano” por la vía del “evolucionismo” (DS 3896), en el que admite la libertad – no temeraria – de investigación de estas “opiniones”, así como ante la hipótesis del “poligenismo” (DS 3897), que restringe[88].




“El sitio donde vive el alma”, dibujo de Leonardo Da Vinci


Ahora bien, la exposición pontificia nos remite a dos puntos que han sido objeto de la enseñanza de la Iglesia, en su tradición, en cuestiones “antropológicas” relativas al tema que nos ocupa, y hace precaver acerca de sus consecuencias sobre problemas no sólo de tipo doctrinal, en el orden de la fe, sino también morales:

“1°) La unidad esencial del ser humano fue definida por el Concilio de Vienne (1311-1312) que, entre otros aspectos, rechazó los errores dogmáticos de los “espirituales” (sobre el alma racional o intelectiva como forma del cuerpo humano “per se et essentialiter”) (DS 902[90]). En consecuencia, el ser humano no se puede concebir, en esta perspectiva, como un compuesto ulterior de dos seres. Úno es un ser humano integralmente desde el mismo comienzo de su existencia.
2°) Simultáneamente, la tradición ha enseñado que no es el “alma” una mera proyección o una forma fenoménica de la materialidad humana. De la esencia misma humana es constitutiva esta dimensión animada, vital, racional. Para el efecto se sigue el modelo de la encarnación del Hijo de Dios. Precisamente, el Papa Gregorio I, el Grande (590-604), decía a los Obispos de Iberia en Georgia que “no fue que primero fue concebida la carne en el seno de la Virgen, y después vino la divinidad a la carne; sino que en cuanto el Verbo se hizo presente en el útero, simultáneamente el Verbo, conservada la capacidad de la naturaleza propia, se hizo carne” (DS 479[91]). A esta “carne” corresponde precisamente, en la expresión del Concilio Lateranense IV (1215) la condición de “hombre verdadero” “compuesto de alma racional y carne humana”, “pasible y mortal” (DS 801).”[92]

19. Hemos citado antes los importantes textos del Papa JUAN PABLO II sobre el tema de la investigación de este problema por parte de las ciencias; o mejor aún, de que éste que ha de ser un tema de investigación tanto por parte de las ciencias de la vida como ha de serlo por la teología, y, por supuesto, habría de serlo por parte de la filosofía; pero fue, ante todo, su pronunciamiento en la encíclica Centesimus annus (mayo de 1991) el que nos permite hoy hacer una revisión y dar un nuevo enfoque e impulso al estudio del problema, así directamente se refiriera entonces a la cuestión de la relación entre “Estado y cultura” y a la “democracia”:

“La Iglesia tampoco cierra los ojos ante el peligro del fanatismo o fundamentalismo de quienes, en nombre de una ideología con pretensiones de científica o religiosa, creen que pueden imponer a los demás hombres su concepción de la verdad y del bien. No es de esta índole la verdad cristiana. Al no ser ideológica, la fe cristiana no pretende encuadrar en un rígido esquema la cambiante realidad sociopolítica y reconoce que la vida del hombre se desarrolla en la historia en condiciones diversas y no perfectas. La Iglesia, por tanto, al ratificar constantemente la trascendente dignidad de la persona, utiliza como método propio el respeto de la libertad.
La libertad, no obstante, es valorizada en pleno solamente por la aceptación de la verdad. En un mundo sin verdad la libertad pierde su consistencia y el hombre queda expuesto a la violencia de las pasiones y a condicionamientos patentes o encubiertos. El cristiano vive la libertad y la sirve (cf. Jn 8, 31-32), proponiendo continuamente, en conformidad con la naturaleza misionera de su vocación, la verdad que ha conocido. En el diálogo con los demás hombres y estando atento a la parte de verdad que encuentra en la experiencia de vida y en la cultura de las personas y de las naciones, el cristiano no renuncia a afirmar todo lo que le han dado a conocer su fe y el correcto ejercicio de su razón.” (46cd).

El Papa volvió más ampliamente sobre el argumento en su encíclica Fides et ratio, del 14 de septiembre de 1998[93]. Ahora bien, una cosa es que existiera un acuerdo entre especialistas sobre el qué, es decir, sobre el hecho de la evolución; y otra, distinta, que también existiera sobre el cómo, y más aún, otra, sobre el porqué de la cuestión. Y a fines del s. XIX los dos últimos asuntos no estaban claros.


20. El aporte de este monje agustino, aparte del mérito intrínseco en relación con el problema de la evolución, que veremos enseguida, apunta también al método en la investigación científica: ¿cómo se hace ciencia?[94]

No fue un hombre destacado por los grandes aparatos e instrumentos que empleó al aplicarse a las ciencias naturales, ni por los equipos de especialistas que le ayudaron, ni por los altos presupuestos de financiación que tuvo. Tampoco, por los numerosos títulos académicos, ni por las altas calificaciones obtenidas. Ni mucho menos, por la cantidad de los viajes realizados, o por las bibliotecas a su disposición.

Procedente de familia campesina checa, perteneciente por entonces al Imperio Austro-Húngaro y a una cultura universitaria de influencia alemana, ingresó al monasterio de Brno en Moravia. Fue ordenado sacerdote en 1847 y se dedicó a la enseñanza media. Luego fue a la Universidad de Viena, por dos años, donde tuvo por maestros a Doppler, el físico, y a Unger, un botánico partidario del evolucionismo. Además estudió matemáticas, y fue el primero en entender la importancia de la investigación estadística y la aplicación de conocimientos matemáticos en un problema biológico. Al regresar a su monasterio enseñó física y ciencias naturales. Desde 1856 a 1863 realizó sus famosos experimentos. Leyó su ensayo conclusivo el 8 de marzo de 1865 en la Sociedad de Brno para el Estudio de las Ciencias Naturales. Sus oyentes, al principio, le siguieron con atención; pero decayeron cuando empezó a presentarles los datos estadísticos… De la exposición, junto con las actas, se sacaron 120 copias para sociedades, universidades y academias de Austria y del extranjero. La obra cayó en el olvido, y sólo 34 años más tarde fue redescubierta por tres autores de países distintos: H. DE VRIES, C. CORRENS y E. TSCHERMAK, fundadores de la “genética”[95].

La investigación de Méndel siguió una línea diversa de la de Darwin, aunque, sin duda, conoció su obra. Y con su aporte complementó la teoría de ese autor. El gran mérito de Méndel fue haber planteado bien el problema y enfocar las investigaciones con la máxima precisión metodológica. Se decidió a estudiar la hibridación en plantas, y con una sola especie: la pisum sativum, los guisantes. Examinó siete de sus caracteres, para determinar los fenotipos (caracteres observables) dominantes y los recesivos: distribución de flores a lo largo del tallo, mayor o menor longitud del tallo, coloración amarilla o no de los cotiledones, forma redonda o con arrugas de las semillas… Y, así, llega a su tesis de la “herencia”:

“Los híbridos forman semillas que tienen uno u otro de los dos caracteres diferentes, y de éstos una mitad se desarrolla de nuevo en forma híbrida, mientras que la otra mitad se subdivide en número igual en dominantes puros o recesivos puros…”[96]

De esta manera, los autores sintéticamente mencionan las 3 leyes o conclusiones de Méndel así: “principio de uniformidad”, “principio de segregación”, “principio de combinación independiente”[97].

d)   La dimensión genética de la problemática de la hominización. Algunos personajes y hechos.
21. Para 1900 se efectuó el redescubrimiento de las notas de Méndel. En 1906, el francés Lucien CUÉNOT (1866-1951) y el inglés William BATESON (1861-1926), además de proponer el nombre de “genética” a la ciencia naciente, constataron que lo que había descubierto Méndel en las plantas, ocurría de modo similar en los animales; en forma científicamente más exigente, Thomas Hunt MORGAN[98] (1866-1945), en 1915, también. Para 1927, Hermann J. MULLER (1890-1967) demostró que los Rayos X podían inducir mutaciones en los genes[99], lo cual puede ocurrir gracias, también, a otros factores (eléctricos, radioactivos, ultrasonoros), y con incidencia, inclusive, en los rendimientos agrícolas. Digno de mención especial, en este contexto, es Jérôme LEJEUNE[100] (1926-1994), médico francés, descubridor, con otros colegas suyos, de varias enfermedades cromosómicas, entre ellas el “síndrome de Down”, efecto de la “trisomía 21”, es decir, de la presencia de un cromosoma de más en el genoma humano. 

Los conocimientos actuales en genética son, con todo, prodigiosos, y especialmente sus expectativas, tras la consolidación del “mapa genoma humano”[xviii]. Dichos conocimientos nos permiten saber que en nosotros existe una verdadera y propia “arquitectura” invisible, con unos procesos celulares y moleculares que rigen sus actividades múltiples. Se trata de los mecanismos profundos de nuestra fisiología, bien sean ellos procesos ligados a la aparición de algunos defectos heredables de los padres, como también procesos que hacen a algunas personas mayormente expuestas al riesgo de contraer alguna enfermedad. Dichos conocimientos, resultado del ingenio y de la fatiga de innumerables investigadores, en la actualidad nos permiten alcanzar un diagnóstico más eficaz y más precoz de las enfermedades genéticas, y, en algunos casos, aliviar los sufrimientos de los enfermos, e, incluso, devolverles la esperanza de que, algún día, puedan recuperar su salud. Ahora bien, hoy en día se pueden afirmar, que las mutaciones pueden ocurrir, de igual modo, por factores considerados todavía “espontáneos”[101]. Y esta variabilidad ha sido calculada[xix]: entre una diezmilésima y una millonésima por generación, de modo que, en seres humanos, p. ej., se encuentra una tasa variable “entre el 10 y el 40% de las células germinales de cada generación (que) resulta con un gen mutado”[102]. Los “alelos” son esos genes mutados o transformados.

La selección se nota especialmente gracias a la incidencia negativa que tienen las mutaciones: una parte pequeña de las mutaciones se origina en las espontáneas; pero “las mutaciones nuevas no suelen actuar directamente sobre el fenotipo, ya que en su mayor parte son alelos recesivos, solamente en una población suelen resultar dominantes los mutantes muy extendidos”[103]. Pero es posible que algunos alelos muy extendidos pasen de ser recesivos a dominantes gracias a su influencia sobre otros genes, “genes modificadores”.

Pero las mutaciones pueden ser mucho más complicadas y llegar a afectar todo el genoma: “inversiones”, “duplicaciones”, “transposiciones”… Y, aún más, si ellas se refieren a separaciones incompletas (“aneuploidía”) de los cromosomas homólogos durante la división celular (“meiosis”), con lo que se produce que una de las células hijas tiene un cromosoma de más, y la otra uno de menos, como acontece con el mongolismo, en el que el cromosoma número 21 posee tres elementos en vez de dos (“trisomía 21”). Esta situación, con todo, es más común en vegetales que en animales. Veremos un poco más adelante sus implicaciones en los humanos.

22. Fue del todo fundamental el proceso que condujo al descubrimiento del ADN: Frederick GRIFFITH (1879-1941)[104] encontró (1928) el denominado “principio (factor) transformante”; Oswald AVERY, canadiense, con sus compañeros Colin MCLEOD y Maclyn MCCARTY[105], demostraron (1944) que el factor de transformación del neumococo era el ácido desoxirribonucleico (DNA):

“Hoy se considera que los genes se encuentran en la doble hélice del ADN, el ácido desoxirribonucleico, y que en líneas generales la información sale del ADN al ARN, ácido ribonucleico, para codificar un tipo específico de proteínas, según el clásico esquema ADN → ARN → proteínas. Sabemos que las proteínas representan el cuerpo, el fenotipo, y son codificadas y formadas según el modelo que ofrece el ADN que se encuentra en los cromosomas del núcleo celular, cuyos segmentos o genes constituyen el genotipo”[106].

Como pocas ciencias, la genética admite, más aún, requiere el aporte interdisciplinar. Pero, de igual modo, los especialistas señalan en eso mismo su peligro, de modo que la absoluta diversificación y divergencia en los diferentes campos de investigación pudiera conducir a una falta de entendimiento mutuo, y a su desintegración. Tal era la percepción que tenía ya en 1963, en el XI Congreso Internacional de Genética en La Haya, al menos, el mencionado Hermann J. Muller, muy anteriormente, por supuesto, a todos aquellos intentos recientes de la “ingeniería genética” y sus experimentos orientados a la manipulación de los seres humanos – uno de los problemas éticos contemporáneos más complejos y candentes –. Hacía falta, por lo tanto, que al trabajo interdisciplinar lo acompañara una óptima organización[107].

Pero las preguntas seguían. ¿Cómo actúan los genes? ¿Cuál es su naturaleza? Era necesario seleccionar el material biológico más adecuado y elaborar las técnicas más eficientes para responderlas. Se emplearon, así, seres de estructuras biológicas más simples y se eligieron otros caracteres para ser investigados, aquellos, especialmente, cuyos procesos metabólicos y sus reacciones químicas fueran más fácilmente analizables. Ya el médico inglés Archibald GARROD (1857-1936), cuando estudiaba la artritis reumatoidea, pero especialmente la alkaptonuria, cystinuria, pentosuria, y albinismo, había indicado la existencia de alteraciones enzimáticas determinadas genéticamente: enfermedades producidas por deficiencias en el metabolismo del nitrógeno. E hizo públicos hacia 1909 los resultados de su investigación[108]. Así, pues, cuando apareció la genética bioquímica en los años 1930-1940, terminó analizando las estructuras de las moléculas de los genes y proteínas, y preparó, de esa manera, el descubrimiento más notable, en este campo, de la sociedad contemporánea: el del código genético.

Estos estudios serán precursores, como se verá posteriormente (cf. Cap. V, I.2.a.3)b)38, pg. 944), de la fundamental investigación bioquímica del cerebro humano y de sus neurotransmisores en orden a conocer mejor su funcionamiento e interacción con los demás procesos del cuerpo y, especialmente, acerca del papel que tiene el cerebro en los procesos mentales conscientes e inconscientes, tales como la atención, la estructura del pensamiento, la memoria, las actividades de aprendizaje y de enseñanza, el comportamiento social de los individuos (incluido aquel que tiene que ver con el enamoramiento-desenamoramiento), las decisiones, las expresiones de creatividad, etc. De otra parte, estos estudios urgirán necesariamente otros, e incluso decisiones de políticas de salud así como resoluciones personales, que lleven consigo a la adecuada alimentación y nutrición de dichos componentes.  

No era ya más algo mágico, sobrenatural o divino saber cómo los progenitores les transmiten sus caracteres a sus descendientes por herencia. Se había encontrado una solución definitiva, sencilla y elegante, que admiró a expertos y a inexpertos. El ADN era una macromolécula presente en los cromosomas del núcleo de una célula. El modelo explicativo propuesto en 1953 por James D. WATSON[109] (1928- ) y Francis H. C. CRICK[110] (1916-2004)

“consistía en dos cadenas helicoidales enrolladas alrededor de un eje imaginario, formadas por unidades alternas de azúcar y fosfato, y a cada molécula de azúcar se une una base – contraria a un ácido – púrica o pirímica, cuyos planos son perpendiculares al eje, y a la que podemos comparar con escalones que unen las dos cadenas. En el ADN hay solamente cuatro bases[111], dos derivadas de la purina, la adenina (A) y la guanina (G), y otras dos derivadas de la pirimidina, la timina (T) y la citosina (C). Cada escalón está compuesto por una base púrica y otra pirimídica, pero relacionadas siempre del mismo modo y que dejan sólo cuatro posibilidades si se «leen» en una única dirección (izquierda-derecha o derecha-izquierda): AT, GC, TA, CG. De esta manera si conociéramos las bases que están a la izquierda podríamos deducir las que se encuentran a la derecha: si, p. ej., tuviésemos a la izquierda la serie TTAGCCAT le correspondería a la derecha la serie AATCGGCTA”[112]

El ADN es como una larguísima cinta enrollada en la que cada 36 grados de la hélice sale un escalón, y cada diez escalones se repite la estructura, y esta repetición tiene una medida de 34 A (amstrongs = medida utilizada en microscopía equivalente a 10 millonésimas partes de 1 mm). En efecto, el total de esta cinta, repartida en 46 cromosomas, en la que cada uno contiene entre 50 y 100 mil genes, es de aproximadamente 1,74 m: todo presente en el núcleo de una célula humana normal. Y sus posibilidades de combinación son gigantescas.

23. Paciencia y constancia, más una economía capaz de sostenerlas, fueron las condiciones necesarias para llegar al final de esa investigación. Y, en consecuencia, poquísimos eran – siguen siendo aún – los grandes laboratorios en los que la genética podía desarrollarse a brazo partido: Instituto de Tecnología de Pasadena, California; ITM de Massachusetts; Universidad de Columbia, de Nueva York, Universidades de Cambridge y Oxford, en Inglaterra, y el Instituto Pasteur de París, Francia. Pero quizás, lo más destacable era que, siendo tan pocos los investigadores, existía entre ellos una conexión muy grande. Se visitaban unos a otros en sus períodos vacacionales o sabáticos, y participaban en congresos, informes y publicaciones en revistas técnicas. No estaban exentos de rivalidades, pero todos sabían lo que el otro estaba haciendo, sus aciertos como también sus errores. La mentalidad y el entrenamiento como investigadores les habían enseñado a saber plantear los problemas y a descubrir los hechos que eran relevantes en orden a lo que estaban investigando.

24. Quedaba pendiente, sin embargo, otro problema: el de la transmisión de la información genética del ADN a las proteínas. La respuesta provino de ese momento “genial” en el que los datos, frente a problemas quizás muy diferentes, se armonizan, mostrando que son, en realidad, sólo aspectos de una realidad general que los abarca y que permite la solución de todos ellos. François JACOB[113] (1920-) tardó diez años para ello. Su resultado, el ARN mensajero. El ADN se multiplica en cada mitosis gracias a éste:

“Se abre en dos la cremallera, pero una de las ramas no reproduce exactamente un (o medio, si lo preferimos así) ADN, sino un ARN, ácido ribonucleico, de estructura «semejante» al ADN pero en el que p. ej. la timina queda sustituida por otra base pirimídica, el uracilo (U). Ese ARN «mensajero» lleva adheridas a su hélice cuatro tipos de bases: A, G, U y C, y el orden en que se suceden es el que determina qué tipo de ácido aminado integrará la proteína final. Las proteínas son macromoléculas compuestas por una serie de ácidos aminados, y lo que distingue una proteína de otra no es qué ácidos la constituyen sino en qué orden se suceden. Solamente existen veinte ácidos aminados diferentes en las proteínas humanas, pero su orden y cantidad puede producir una variedad infinita de proteínas.
El ARN mensajero abandona el núcleo y se dirige hacia los centros de formación de las proteínas, que son los ribosomas del protoplasma. Allí un conjunto complejo de moléculas, usando de una forma especial los ácidos ribonucleicos de transferencia, lee la información que aporta el ARN mensajero y realiza la síntesis de las proteínas siguiendo las instrucciones que aporta el mensajero. Estas instrucciones constituyen lo que propiamente se llama el código genético […]
En el ribosoma se lee de un tirón un fragmento del ARN mensajero. Para ello hace falta una señal de comienzo de la lectura y otra de final, y luego cada tres bases seguidas determinan un ácido y las tres siguientes otro, hasta que llegue la señal de terminar […] Hay una sola terna (AUG) que marca la señal de empezar o el inicio de la formación de los ácidos de una proteína […] Normalmente los ácidos más frecuentes y los que cumplen una función más importante en la estructura de la proteína son los que «tienen más nombres», mientras que los más raros llegan hasta a carecer de «alias». Esto último es como una precaución que se toma la naturaleza para evitar accidentes graves […] Con la estructura actual hay algunos [ácidos] como la arginina o la leucina en los que el error en la transcripción de una base no tiene ninguna consecuencia en el 37% de los casos. De alguna manera se minimiza la posibilidad de una mutación natural, mientras que en los laboratorios se intenta multiplicarlas con medios artificiales como los rayos X”[114].

A partir de todas estas y otras nociones, se puede comprender de qué manera se producen las mutaciones, que son el origen de la evolución. Observemos el caso de las células germinales: al dividirse en dos, quedan sólo con la mitad de los cromosomas de las de sus células padres. De esta manera, el espermatozoide y el óvulo de la raza humana tienen sólo 23 cromosomas, mientras las demás células poseen 46. Una vez se produce la fecundación, se unen los 23 cromosomas del padre con los 23 de la madre, dando lugar a una célula completa. Si esa célula única se divide en dos replicando sus cromosomas y genes en sus sucesivas subdivisiones, de modo que todas las células del cuerpo poseen en su núcleo los mismos cromosomas y genes, tendremos el caso de los gemelos univitelinos, exactos genéticamente hablando.

Ahora bien, cada uno de los padres tiene 23 pares de cromosomas, y en cada par un elemento proveniente de su padre y otro de su madre. Cuando se produzca la meiosis de los gametos sexuales en hermanos no univitelinos, en realidad la posibilidad de combinación de los cromosomas de cada uno de ellos recoge los procedentes de sus abuelos, de modo que existen 423 posibilidades de que se produzcan combinaciones diferentes.

Esto ocurre si no se origina un intercambio de segmentos cromosómicos homólogos (“crossing – over” = sobrecruzamiento), o una mutación. Y si ésta última no se origina natural o artificialmente, la especie no evoluciona ni varía, y sólo recombinará unas diferencias que ya existen en la especie, entre todos los miembros de la población: una transformación que les pudiera servir, positivamente, para una mejor adaptación al medio, o negativamente, para perecer.

Por el contrario, un mutante es una mutación que se presenta en los genes. Y el cambio se produce en el ADN, y, consecuentemente, en el ARN y en las proteínas producidas. Muchos conocimientos se tienen hoy en día al respecto. También sobre muchas enfermedades, debidas a un gen mutado, o a la combinación de varios genes mutados. En esa línea trabaja la ingeniería genética.

Ahora bien, se pueden presentar mutaciones pequeñas y graduales, que pueden llegar a ser dominantes, y favorecer una mejor supervivencia de la especie. Se van produciendo, como decimos, al azar. Pero existen otros cambios evolutivos mucho más complicados e importantes para la especie, que parecieran requerir o haber requerido un cambio brusco y total, que parece imposible se hubiera sucedido por una mutación, así fuera extraordinaria. Ya mencionamos algunas de ellas, como la aparición de los ojos en los animales, o la aparición de los demás sentidos y órganos de percepción. O el mimetismo. O el tamaño. Su explicación, su por qué, no está tan claro. ¿Azar puro? ¿Ensayo y error? ¿Ley natural de necesidad? ¿Intervención milagrosa de Dios?

Considerar todos estos detalles, y muchos otros más[115], nos deberían ayudar a sorprendernos y a intentar comprender el acierto que ha significado la selección natural. La vida es un fenómeno extraordinario, aunque, todavía, no sabemos qué tan escaso en el universo… Pero, una vez más, los preconceptos y las ideologías nos rondan…[116]

Y, a todas estas, ¿qué sucedió, en el transcurso del tiempo, con las manifestaciones del hombre?

e)   La dimensión paleoantropológica de la problemática de la hominización

25. Mencionemos al respecto sólo algunos pocos datos más relevantes. Arriba hemos mencionado al hombre de Neandertal, que, junto con el “sapiens sapiens” caracteriza también al “hombre moderno”[xx]. La nueva pregunta[117] que se suscita es: ¿las razas humanas, con sus actuales características somáticas[118], cuándo, cómo, dónde comenzaron?

Algunos primeras referencias nos proporcionan investigaciones recientes en el sentido de que probablemente existieron migraciones de pueblos procedentes de Asia en América hace unos 20 mil años; otros las sitúan entre hace 30 y 40 mil años[119]. Se pueden establecer relaciones, por el contrario, durante el Pleistoceno, en toda Europa, en África, y entre Asia, Java y Australia[120]. Llamamos simplemente la atención de que los especialistas que concurren para el estudio de estas problemáticas no sólo son los antropólogos físicos o paleoantropólogos, sino también los genetistas y los lingüistas, de quienes surgen posiciones diversas, pero, en muchísimos casos sus hallazgos concuerdan y se refuerzan unos a otros.

Así, p. ej., los genetistas, al investigar el ADN, concluyen que la evolución parece haber sido más rápida, pues atribuyen la especialización humana diversa de la de los chimpancés a hace cinco o seis millones de años, como hemos visto; si de razas actuales se trata, nuestro parecido con ellos es de alrededor del 99%. Pero entre razas humanas, las diferencias son mínimas, y, por razones del ADN, prácticamente cada ser humano posee una identidad exclusiva.

El ADN, además, posee otra peculiaridad, pues existe uno que se hereda, pero sólo por la línea femenina: el ADN mitocondrial[121] (ADNmt), diverso, por tanto, del ADN del núcleo, al que nos hemos referido hasta ahora. En el ADNmt las mutaciones son más frecuentes. La divergencia, por este concepto, entre dos seres humanos provenientes de regiones distantes de la misma África alcanza máximo el 2%, mientras que entre hombres y chimpancés la diferencia es del 42%. Otro dato que aporta esta información es que en la constitución de los hijos, es el óvulo de la mujer el que aporta más elementos que el espermatozoide masculino.

Por este mismo camino, los genetistas aproximan sus hipótesis al señalar que existe un tronco humano común, situado en África, aproximadamente hace unos 200.000 años, que resultó imponiéndose sobre otras ramificaciones presentes en ese momento. Es lo más cercano, al parecer, que hemos llegado[122]. Con todo, el proceso selectivo no excluyó los intercambios entre tales ramificaciones, como afirman los paleoantropólogos a raíz de los registros fósiles, si bien existen al menos tres hipótesis acerca de cómo pudo ello haber ocurrido[123].

26. No podemos dejar de lado en este preciso lugar transicional la mención de las dos formas “alternativas” (Claude Lévi-Strauss) bajo las cuales el espíritu humano conoce, ordena, clasifica, concibe un mundo inteligible: el pensamiento “mágico-mítico” (sucesos extraños ordenados en función de estructuras predeterminadas) y el pensamiento “lógico” típico de (la filosofía helénica y de) la ciencia moderna (proyectos racionalizados que buscan abrir las estructuras hacia nuevos acontecimientos). En efecto, de acuerdo con las conclusiones del citado científico a partir de los datos recogidos en sus trabajos de campo, éstos orientan hacia la necesidad de realizar la “defensa” de nuestros antepasados del neolítico y de la existencia en ellos de una cierta “ciencia”, beneficiaria inclusive de una práctica investigativa llevada a cabo por sus predecesores, gracias al uso de “propiedades sensibles” y de procedimientos analíticos, precursores de lo que se realiza hoy en desarrollo de la “ciencia moderna”.

Los lingüistas, por su parte, hace un siglo convergieron en que el idioma indoeuropeo fue el antecesor común[124], salvo excepciones aún no explicadas suficientemente, de todos los idiomas hablados hace unos 6.000 años, y algo más, en Europa y en gran parte de Asia, coincidiendo así con lo que los genetistas establecen actualmente.

Ante todos estos datos, es necesario hacer una nueva reflexión acerca de la probabilidad científica que se busca alcanzar en una hipótesis, que debe ser cada vez más alta. A ello concurren los cada vez más numerosos datos experimentales que la comprueben ante otras hipótesis alternativas. Y tal es el caso del asunto presente.

Por otra parte, sin embargo, insistimos sobre un problema que es, a mi juicio, particularmente complejo, pero fundamental: el relativo a la fijación – o fijaciones, si fuera del caso – del momento crítico de la aparición de una auténtica capacidad moral, de conciencia, en un sujeto humano (o en varios simultáneamente, que es aún más probable), con todo lo que esto lleva consigo – inclusive en orden a las condiciones de posibilidad para la existencia de la Iglesia (de Cristo) –. Al respecto afirmaba Antonio PADOVANO:

“Una de las más importantes tareas que nuestra libertad debe llevar a cabo es lograr la individuación. Mientras que no somos más (que) parte material e inconsciente del mundo, desconocedores de nuestras posibilidades y responsabilidades, no tenemos qué temer, pero no somos libres. En cambio, cuando uno se individualiza, se personaliza, entonces se enfrenta uno solo, con el mundo y con la vida y con todos sus peligros y tremendas complicaciones”[125].

Desde el punto de vista cultural se trata de hacer evidentes las implicaciones que tiene este hecho, y que nos llevan a hacernos dos tipos de planteamientos, filosófico, el uno, y teológico, el otro, que, en el momento presente, quizás para algunas personas no poseen la urgencia y la actualidad de otros temas. Nos referimos a las preguntas sobre la existencia del mal en el mundo[126] y sobre el pecado original.

27. Sin duda, muchas situaciones que nos generan preocupación e intranquilidad proceden de fenómenos y cataclismos naturales, tales como los terremotos, las riadas y los huracanes. Con todo, a lo largo de su historia, la humanidad ha ido observando la existencia de crisis y problemas, tanto personales como sociales, que son, con mucho, más graves y, sobre todo, más delicados, porque provienen de las opciones que han hecho los mismos seres humanos, y de las decisiones personales y/o colectivas que las han puesto por obra. La experiencia dolorosa de tener que enfrentar actitudes perniciosas, tanto propias como extrañas, y sus consecuencias, es un hecho experimental que admiten tanto creyentes como no creyentes. En nuestros tiempos, sobre todo, p. ej., cuando se observa que la injusticia se institucionaliza y se robustece gracias a nuestras faltas personales.

Muy de pasada recordemos que los textos bíblicos, dentro de sus características culturales propias, también recogieron no sólo la inquietud que daba origen a la pregunta, sino ofrecieron su propio esfuerzo por responderla (cf. Gn 3; etc.), como más adelante veremos ampliamente. Se trataba de problemáticas de hondas repercusiones humanas, a las que luego el cristianismo quiso sistematizar[127] en su tratamiento mediante las categorías relativas al “pecado original”. Hoy – en razón sobre todo de sus implicaciones personales y sociales – la reflexión ha sufrido un desplazamiento, en nuestro campo, desde el “pecado original originante”[128] hacia el “pecado original originado”: una de las denominaciones típicamente teológicas empleada para referirse a esta índole característica de todos los seres humanos, según la cual se lucha permanentemente contra el mal y sus consecuencias, presentes en nosotros mismos y en nuestras creaciones, y, muy particularmente, en aquellas que muestran lo mejor, incluso, de nuestro genio[129]. A pesar de esta condición típica y exclusivamente humana[xxi], la gracia de Dios rebosante en Cristo a favor nuestro (“propter nos, homines, et propter nostram salutem”) ha consistido en construir y, en cuanto ha sido necesario, en reconstruir, desde sus raíces mismas paleoantropológicas, y no sin la libre colaboración humana, Su imagen y semejanza en nosotros, sus hijos, para que nuestra vocación y misión lleguen a su debida plenitud.

f)     La dimensión antropológica de la problemática de la hominización

28. Con toda la información recabada mediante las observaciones y las teorías procedentes de las ciencias, nos enfrentamos ahora a un dilema. Tradicionalmente en Occidente y en especial en la tradición cristiana[130], se había hablado – sobre todo siguiendo a Aristóteles – de los “propios” del “hombre”, entendiendo por este a todo “ser humano” y asimilando a este a todos aquellos en quienes tales expresiones especificas se hicieran presentes. Entre los “propios” se mencionaban, fundamentalmente, la “socialidad” y la “racionalidad”, que lo hacían específico (por su bipedismo, por su desarrollo cerebral, por el empleo de las manos como instrumentos, por emplear un lenguaje comunicativo[131], por su capacidad de pensamiento abstracto y simbólico) frente a los demás antropoides.

Pero, si bien es cierto, que estas cualidades y capacidades las ha desarrollado el hombre, al menos potencialmente, en un grado al que no han llegado los primates, para mencionar las especies más cercanas, ¿ello se ha debido a que se trata de unas diferencias “esenciales” entre ellos y nosotros, o bien, a que son solamente “graduales”? En el primer caso, seríamos “únicos”; en el segundo, se trataría simplemente de un proceso progresivo y continuo a partir de una materia común: no habría (necesidad de) una intervención Dios, y, a nuestra muerte, sobrevendría la nada. Una muerte en confianza, como la de Jesús, sencillamente no podría tener respuesta alguna.

Con todo, son muchos hoy los que – aún desde el plano de la ciencia – afirman la “emergencia” en la materia de algo que es cualitativamente distinto del rudimentario proceder animal, el pensamiento humano, al que se suele denominar, por parte de algunos, “la mente”. “Emergencia” que corre en paralelo[132] con los procesos biológicos generales y particulares en las diferentes especies:

“[…] Queremos resaltar tres aspectos relacionados con todo proceso biológico en general y con el proceso de desarrollo en particular: el primero es el de la continuidad, que imposibilita distinguir con exactitud el ‘antes’ y el ‘después’. El segundo hace referencia a que la continuidad de los procesos biológicos es compatible con la emergencia de propiedades nuevas cualitativamente diferentes a las existentes en un momento anterior. Por último, el tercer aspecto se refiere a que el todo biológico no es igual a la suma de las partes, indicando con ello el riesgo de la aplicación del reduccionismo a la biología…”[133]

El problema, con todo, se hace más complejo si se considera que no se puede hablar de una única “evolución” que hubiera confluido en una única especie humana, sino de varias de ellas, en forma tal que universalizar el concepto “hombre”, como acogiéndolas en él indiferenciadamente a todas, sería, si no una ficción, sí una caracterización inútil o, más aún, abusiva. La tesis de las diferentes evoluciones en grupos distanciados espacio-temporalmente, y bajo desarrollos culturales muy disímiles – como ocurriría, p. ej., entre lo que habría sucedido en el África y en Europa, particularmente – ¿posibilitaría, o, por el contrario, presentaría serias barreras políticas, éticas y filosóficas, a un concepto universal de “dignidad de cada persona humana”, hoy en día ampliamente aceptado? ¿Habría afectado el fenómeno sólo a la “inteligencia”, o, más en general, a todo el comportamiento, especialmente al “moral” (y al “religioso”)?[134]

Visto el problema desde sus fundamentos biológicos, quizás al presente se nos hace insoluble. Pero cualquiera sea la hipótesis, no sólo ellos han de ser tenidos en cuenta. Así los procesos biológicos evolutivos hubieran sido o hayan sido tan diferenciados de un continente a otro, ellos no han trascurrido sin la presencia de “su” cultura, y, en definitiva, de “la” cultura. Demos un caso paradigmático: la experiencia humana, convertida en “dato”, aporta algunos elementos que nos pueden ayudar al respecto: p. ej., los procederes de aquellos antepasados nuestros antes mencionados (cf. supra, I.2.a.1), p. 748ss) que trataban y enterraban a sus muertos con gran delicadeza; las reliquias de arte rupestre en Altamira y Lascaux – Europa –; sobre todo, las piezas monumentales, jeroglíficas o cuneiformes, que nos dejaron babilonios – Asia – y egipcios – África – con referencia a la inmortalidad o a la transmigración de las almas; así como los testimonios monumentales, arquitectónicos y figurativos de Tierradentro y San Agustín[135] – América del Sur –, o inclusive anterior en el tiempo, de la China[136] - Asia –; y, finalmente, la reflexión filosófica helenística, especialmente de Platón – Europa –. El deseo de inmortalidad es opinión común, prácticamente, a todos los hombres, y, en algunos, casi hasta la angustia. Ya conocemos el pensamiento hebreo – Asia –, y su evolución, al respecto (cf. cap. 4°), e inclusive acerca de los distanciamientos existentes entre algunos grupos relativos a la resurrección. Precisamente en el cruce de estas dos últimas corrientes antagónicas se constituyó el cristianismo y su concepción antropológica de “síntesis”. Pero el asunto no se circunscribe a las preguntas por el origen del ser humano y por el desarrollo histórico-cultural que el mismo ha tenido, sino que se llega en nuestro momento actual a las preguntas por un comportamiento ético, y si, acaso, las primeras preguntas tienen que ver con estas segundas[xxii]. Es el problema de la ontonomía, característica específica de los seres humanos, sobre el que tenemos ahora que volvernos, y sobre el que, por cierto, habrá que regresar, una y otra vez, con nuevos elementos descubiertos, criticados y reflexionados.





Entierro de cacique o chamán,Cultura San AgustínIlustración 14   
                       

 
Entierro de cacique o chamán,Cultura San Agustín

Ilustración 15










                                
                                                                
                                                                                



Notas de pie de página




[1] La expresión ha sido empleada por el Papa BENEDICTO XVI, en su Discurso en la Organización de las Naciones Unidas, el 18 de abril de 2008, en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/21994.php?index=21994&lang=sp#TRADUZIONE_IN_LINGUA_SPAGNOLA
[2] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c., p. 42, nt. 90, especialmente la segunda parte, 101-320. Puede verse también: Rafael VICUÑA E.: “Las ciencias naturales colaboran con la teología”, en: Teología y vida 43/1 2002 53-73.
Con fecha del 15 de septiembre de 2011, el Pontificio Consejo para la Cultura en unión con el Proyecto STOQ (Science, Theology and the Ontological Quest) ha dado a conocer los 3 DVD El origen del hombre. Claves de la evolución humana, desarrollado por Goya Producciones con la colaboración de más de 40 especialistas, incluidos premios Nobel, y cuya promoción puede verse en: http://www.goyaproducciones.com/ Son 9 programas, para 270 minutos en total, en español e inglés. Índice: DVD-1: 1. Evolución y Creación; 2. Los Antecesores del Hombre; 3. El Triunfo del Homo Sapiens; DVD-2: 4. Del Big Bang al Planeta Azul; 5. ¿Hay algo más que Materia?; 6. ¿Surgimos por azar?; DVD-3: 7. Evolución y Cristianismo; 8. Personas y Simios; 9. Ciencia, Religión... y Darwin.
Más recientemente aún, la Pontificia Academia de las Ciencias llevó a cabo en su sede del Vaticano, entre el 8 y el 19 de noviembre de 2012, un “Grupo de Trabajo” con la participación de 18 expertos, sobre el tema de las neurociencias y de su relación con la persona humana (véase en: http://www.casinapioiv.va/content/accademia/en/events/2012/neurosciences.html), cuyas ponencias y conclusiones se encuentran en el volumen: A. BATTRO - S. DEHAENE - W. SINGER (eds.): Neurociencias y la Persona Humana: Nuevas Perspectivas sobre las Actividades Humanas. Actas del Grupo de Trabajo reunido entre el 8 y el 10 de noviembre de 2012 Pontificia Academia de Ciencias Scripta Varia 121 Vatican City 2013. Puede verse en internet en (consulta agosto 2014): http://www.casinapioiv.va/content/accademia/en/publications/scriptavaria/neurosciences.html
[3] Esta categorización es eminentemente elaborada por los científicos: cf. Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 9: “La antropología física estudia los aspectos biológicos del hombres, esto es, al hombre en cuanto animal. J. S. Weiner divide la antropología física en dos campos principales: el estudio del hombre como producto de un proceso evolutivo, y el estudio y análisis de las poblaciones humanas. Aunque los métodos empleados en estos dos campos son a menudo muy diferentes, los resultados están estrechamente relacionados, y la información adquirida en una rama de la disciplina arroja luz frecuentemente sobre problemas de la otra. Ambos enfoques se centran en el tema común de la variación humana; y este tema, a su vez, es básico para la comprensión de la adaptación humana, problema central tanto de la antropología física como de la cultural”.
[4] Ibíd., 25.
[5] Joseph RATZINGER: Jesús de Nazaret, o. c.  p. 26, nt. 54,16.
[6] René SIMON: Moral Herder Barcelona 1967.
[7] Vittorio MARCOZZI: Antropologia psicologica PUG Roma 1978.
[8] Sólo posteriormente, y con una interpretación bastante disímil, muchas veces abusiva, se les podría denominar “reyes de la creación”.
[9] Examinaremos el asunto desde la perspectiva moral en el capítulo siguiente (cf. cap. 6°, 2.b.2)5, p. 1199ss, entre otros lugares).
[10] No hemos sido los primeros en intentar observar el universo y en sacar conclusiones a partir de dichas observaciones. Véase, al respecto, el interesante aporte de Edwin C. KRUPP: En busca de las antiguas astronomías Ediciones Pirámide Madrid 1989.
[11] Refiriéndose a los descubrimientos realizados por las matemáticas y aquellos efectuados por las ciencias, ha señalado Antonio ZICHICHI que “Tanto la investigación matemática como la científica tienen la peculiaridad fundamental de abrir nuevos horizontes. Conceptos nunca antes imaginados, Columnas (mástiles) y Fuerzas de las cuales ninguno se habría atrevido a imaginar su existencia, se presentan a los ojos del investigador como etapas de un camino aparentemente sin fin… Existe un aspecto de la realidad en la cual vivimos que me fascina de manera particular: el camino sin paradas, la elevación continua, en el estudio de la Lógica Matemática y de la Ciencia… Es un privilegio extraordinario haber sido invitados a la mesa de la razón que actúa en lo Inmanente y en lo Trascendente”: “Testi per riflettere”, de Perchè io credo in colui che ha fatto il mondo Ed. il Saggiatore, en (consulta enero 2008): http://www.riflessioni.it/testi/zichichi.htm
De otra parte, es menester reseñar en este contexto la realización de la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias en la cual ha intervenido con un discurso el Santo Padre BENEDICTO XVI pronunciado el 28 de octubre de 2010. El tema, el mismo de la Asamblea: “El legado científico del siglo XX”. Puede encontrarse la percepción de luces y sombras a la que alude el Papa en: http://press.catholica.va/news_services/bulletin/news/26289.php?index=26289&po_date=28.10.2010&lang=sp  
[12] Cf. Gerhard BÖRNER es profesor de Física en la Ludwig-Maximilians-Universität de Munich, y de “Wissenschaft” en el Instituto Max-Planck para Astrofísica en Garching. Sus obras se refieren principalmente al nacimiento del universo y de las galaxias. Fue entrevistado por Reinhard Breuer y Götz Hoeppe, del Spektrum der Wissenschaft, y el trabajo, en su traducción, editado por Manfred GROHE bajo el título “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia 357 junio 2006 6-10.
La cita siguiente, de Dave LECKRONE, está tomada de la información acompañada de fotografías “Telescopio Hubble muestra un deslumbrante espectáculo cósmico”, publicada por la ASSOCIATED PRESS, 9 de septiembre de 2009, 02:45 PM, en (consulta 10 septiembre 2009): http://espanol.news.yahoo.com/s/ap/090909/tecnologia/amn_cie_hubble_fotos_1 
[13] El telescopio Hubble de la NASA tomó (28 de mayo de 2008) unas bellísimas fotografías de la Nebulosa Carina, que han sido publicadas en su página en (consulta del 29 de agosto de 2014): http://apod.nasa.gov/apod/ap080528.html
[14] El problema de la fe de los creyentes, tan diferente de la demostración de un teorema, nos desborda en este momento. Pero se impone. Digamos, simplemente, que se encuentra presente, y es deseable que cada día lo sea más, en personas que “piensan” no sólo “más”, sino “mejor”: algo que no podemos conocer fácilmente, pues concierne no sólo a la posibilidad de la existencia de Dios sino a la posibilidad de que Él haya querido darse a conocer (“revelación” y “fe”).
En este contexto, es útil reconocer que el asunto toca no sólo a este tipo de relaciones, sino, más ampliamente, a las relaciones entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas. El problema, como hemos señalado, desborda, también, las pretensiones de este trabajo. Para conocer un comentario acerca del tema, especialmente en algunos de sus divulgadores, cf. Mons. Józef Mirosław ZYCINSKI, Arzobispo de Lublin, Polonia: “El diálogo ciencia-fe en el contexto de las cuestiones filosóficas de la física actual”, Conferencia pronunciada en el Simposio del Pontificio Consejo para la Cultura: La cultura y la esperanza cristiana, en la Universidad de Sevilla, España, el 14 de marzo de 1998, en: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/cultr/documents/rc_pc_cultr_15121999_doc_iii-1998-sym_en.html
[15] También sobre el tema: Ian G. BARBOUR: Religión y ciencia, o. c.  p. 44, nt. 94, 325-365.
Acerca del concepto contemporáneo de “cosmología”, véase el artículo de William.R. STOEGER, S. J.: “Contemporary Cosmology and Its Implications for the Science-Religion Dialogue”, en Robert John RUSSELL – William R. STOEGER, S. J. – George V. COYNE, S. J.: Physics, Philosophy and Theology. A Common Quest for Understanding Vatican Observatory Vatican City State 1997 219-247.
[16] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c. p. 42, nt. 90, 103; cf. Margherita HACK – Pippo BATTAGLIA – Walter FERRERI: Origine e fine dell’universo UTET Librería Torino 2002 3-230.
En el ciclo de conferencias “Ciencia y Fe en la Universidad”, al que fue invitado Ignacio NÚÑEZ DE CASTRO, S. J. (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 14, 15 y 16 de Agosto de 1997), el Profesor expuso, entre sus intervenciones, una, titulada “El modelo de universo y la idea de Dios: aportes al diálogo interdisciplinar entre la fe y la ciencia” (pro manuscrito, no publicada), en la que hace un breve recorrido por algunos momentos claves en el desarrollo de uno y otro elementos de la relación.
De la misma manera, con ocasión del ciclo de conferencias sobre “El origen del universo” (15, 16 y 17 de marzo de 1999), el profesor Dr. “Rerum Natura” Juan Manuel TEJEIRO SARMIENTO, físico de la Universidad Nacional de Colombia, y actual Director del Observatorio Astronómico Nacional, trató los “problemas cosmológicos”. Las exposiciones grabadas se tienen en archivo de nuestro Departamento de Teología. Esta trascripción y edición ha sido hecha por mí. El asunto ha sido retomado por la misma Pontificia Universidad y su Departamento de Física durante el año 2009 – agosto-septiembre –, con motivo del Año Internacional de la Astronomía, en el ciclo de conferencias “El origen del universo desde la Física, la Teología y la Filosofía”, en el que participó, de nuevo, el profesor Tejeiro junto con los profesores Dr. Alfonso FLÓREZ, Decano de la Facultad de Filosofía, y P. Alberto MÚNERA, S. J., de la Facultad de Teología, anterior Director del Instituto Pensar y actual Director de Pregrados en Teología de la misma Universidad.
[17] Se trata, sin duda, de una categoría, junto con el espacio, que está presente, así no se lo mencione, a todo lo largo y ancho de nuestra investigación. Dos breves anotaciones bibliográficas al respecto. El tema fue asumido desde la antigüedad con innumerables apreciaciones. Recuérdese, si no, que el mismo s. Tomás de Aquino terció en el asunto en diversos escritos, inclusive, por la importancia del asunto en relación con Dios y con los seres humanos, en la ST I, q. 10; q. 53, a. 3c; q. 85, a. 4 ad 1; I-IIae q. 31, a. 2; III, q. 75; etc. Y, por otra parte, Gabriel MARCEL escribía: “No hay ni puede haber otro origen del tiempo que el presente, el único límite que pueda asignársele… El tiempo no es similar en nada a un medio en el cual se inserten conciencias y con respecto al cual sean contingentes esas ‘inserciones’; es la negación misma de eso […] El tiempo no puede pensarse como objeto más que con espacio; pero el espacio no puede darse más que en el tiempo”: Diario metafísico Losada Buenos Aires 1956 133.
[18] Cf. Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia, o. c., p. 752, nt. 2031, 6.
El tema de la “física cuántica” (“quantum”) del cual se hablará en varios lugares de esta obra, no sólo es una de las propuestas de la física contemporánea más investigadas, sino múltiple y diversamente aplicadas. Sobre el planteamiento de la física cuántica en la perspectiva del diálogo con la teología sobre diversos problemas, pueden verse en la obra de Robert John RUSSELL – William R. STOEGER, S. J. – George V. COYNE, S. J. (ed.): Physics, Philosophy and Theology. A Common Quest for Understanding Vatican Observatory Vatican City State 1997: John POLKINGHORNE: “The Quantum World”, 333-342; Robert John RUSSELL: “Quantum Physics in Philosophical and Theological Perspective”, 343-374; Chistopher J. ISHAM: “Creation of the Universe as a Quantum Process”, 375-408.
[19] La “teoría de cuerdas”, formulada por Jöel Scherk y John Schwuarz en 1974, compite en la actualidad con el “modelo estándar” en la explicación de la naturaleza más profunda del universo. El “modelo estándar” de la Física recoge un conjunto de leyes y de teorías fundamentales que gobiernan la materia y energía de las que, en diversas formas, está constituído el universo. Según dicho “modelo estándar” el universo está compuesto por tres factores: las partículas de materia, las partículas mediadoras de las fuerzas, y el bosón de Higgs. Por su parte, toda materia conocida está compuesta por partículas (y/o antipartículas), unas doce, distribuidas en dos grupos según sus cargas: Leptones (electrón, con su neutrino; muón, con su neutrino; y tau, con su neutrino) y Quarks (up, down, strange, charm, top y bottom). Los “fotones”, por su parte, no tienen masa e intervienen entre las partículas eléctricamente cargadas estabilizando su fuerza electromagnética. Los fotones no tienen masa. Sobre el “bosón de Higgs” se señala que “en 1964, tres grupos de físicos publicaron de manera independiente una solución al problema de reconciliar dichas leyes con la presencia de la masa. Esta solución, denominada posteriormente mecanismo de Higgs, explica la masa como el resultado de la interacción de las partículas con un campo que permea el vacío, denominado campo de Higgs. Peter Higgs fue en solitario uno de los proponentes de dicho mecanismo. En su versión más sencilla, este mecanismo implica que debe existir una nueva partícula asociada con las vibraciones de dicho campo, el bosón de Higgs. El modelo estándar quedó finalmente constituido haciendo uso de este mecanismo. En particular, todas las partículas masivas que lo forman interaccionan con este campo, y reciben su masa de él.” Véase, para una información más completa los arts. sobre “modelo estándar” y “bosón de Higgs”, cuyo “descubrimiento” o confirmación empírica parece haberse efectuado en julio de 2012 en el Laboratorio CERN, en (consulta del 12 de julio de 2012): http://es.wikipedia.org/wiki/Bos%C3%B3n_de_Higgs y en http://es.wikipedia.org/wiki/Modelo_est%C3%A1ndar_de_f%C3%ADsica_de_part%C3%ADculas
[20] Ian G. BARBOUR en su obra trata de destacar y expresar el paralelo existente entre “la teoría de la relatividad”, a la que ahora aludimos (“espacio, tiempo y materia”, “naturaleza del tiempo”), las leyes de la “termodinámica” y la “teoría del caos” (“termodinámica y orden”, “teoría del caos y complejidad”), temas sobre los que volveremos un poco más adelante, y las que él denomina “implicaciones metafísicas” (“el papel de la mente”, “vida, libertad y Dios”, “la física y la mística oriental). Se trata de reflexiones que no sólo ocupan a la epistemología sino, inclusive, a la metafísica, como hemos señalado en el capítulo segundo de esta investigación. Cf. el desarrollo de la temática en: Ian G. BARBOUR: Religión y ciencia, o. c.  p. 44, nt. 94, 297-323.
[20 bis] En el Observatorio Vaticano, en Castelgandolfo, se desarrolló un Encuentro Internacional de Astronomía entre el 9 y el 12 de mayo de 2017. Su tema: "Agujeros negros, Ondas gravitacionales y las Singularidades del Espacio-Tiempo". Los organizadores: el Hermano Guy CONSOLMAGNO, S.I., Planetólogo, Director del Observatorio Vaticano; P. Gabriele GIONTI, S.I., Cosmólogo, Observatorio Vaticano; Dr. Alfio Bonanno, Cosmólogo, INAF, Observatorio Astrofisico de Catania; Dr. Fabio Scardigli, Cosmólogo, Politécnico de Milán, afirmaron: “Se pretende en el Encuentro confrontar las más importantes cuestiones abiertas de la cosmología y de la astrofísica moderna: ¿Qué ocurre si algo cayese dentro de un agujero negro? ¿Cuál es el destino último del cosmos? ¿Qué ha ocurrido en los primeros instantes del Big-Bang? Estas y otras preguntas estarán al centro de las discusiones… Uno de los objetivos de la Conferencia será animar a una más intensa interacción entre los participantes, provenientes tanto de la cosmología teórica como de la observacional, y crear un ambiente apropiado para el nacimiento de nuevas ideas y trayectorias de investigación en la cosmología contemporánea. De hecho, la reciente revelación de las ondas gravitacionales ha abierto un nuevo escenario en nuestra manera de ver el universo y también ha estimulado nuevas especulaciones sobre la verdadera naturaleza de las singularidades del Espacio-Tiempo (los agujeros negros son un ejemplo de Singularidad del Espacio-Tiempo). Las preguntas a las que el Encuentro pretende responder son: ¿Cuáles son los límites de la moderna cosmología? ¿Cuáles son los desafíos científicos que podrán ser explorados en el futuro próximo?” Véase el texto, del 9 de mayo de 2017, en: http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2017/05/08/0307/00694.html
El tema posee, con todo, un significativo antecedente que es necesario evidenciar: la participación de un sacerdote católico en estas pesquisas. “Georges Henri LEMAÎTRE (17 de julio de 1894 – 20 de junio de 1966). Fue un sacerdote católico y astrofísico belga. Nació en Charleroi. A la edad de 17 años entró en la Universidad de Lovaina y estudió ingeniería civil. Después de servir como voluntario en el ejército belga durante la Primera Guerra Mundial, empezó a estudiar física y matemáticas, incluyendo la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Recibió su doctorado en 1920 y ese mismo año ingresó en el Seminario de Malinas. En 1923 fue ordenado sacerdote. Después de un año en la Universidad de Cambridge con el astrónomo Arthur Eddington y otro en Cambridge, Massachusetts con Harlow Shapley, regresó a la Universidad de Lovaina como profesor a tiempo parcial. Ahí, en 1927, publicó un informe en el que resolvió las ecuaciones de Einstein sobre el universo entero (que Alexander Friedman ya había resuelto sin saberlo Lemaître) y sugirió que el universo se está expandiendo, según una de las soluciones, y que es por ello que Slipher y Wirtz habían observado un corrimiento hacia el rojo de la luz de las nebulosas espirales. En 1931, propuso la idea que el universo se originó en la explosión de un «átomo primigenio» o «huevo cósmico». Dicha explosión ahora se llama el Big Bang. En los años siguientes desarrolló la teoría y participó en la controversia científica y religiosa sobre el origen del universo. Según su estimación, el universo tiene entre 10 y 20 mil millones de años, lo cual corresponde con las estimaciones actuales.” En (consulta septiembre 2008): http://es.wikipedia.org/wiki/Georges_Lema%C3%AEtre En su honor y su recuerdo se celebró la conferencia mencionada. Para ulterior información sobre su vida y obra, cf.  http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/05/08/hol.html
[21] En una entrevista al teólogo Hans KÜNG, explicaba Gerhard BÖRNER que, a la pregunta sobre el “por qué”, es “muy difícil dar un sentido desde la física. Pues, evidentemente, nosotros partimos de lo que nos es dado, de lo que está ahí, de lo factual. La pregunta por la causa de que se diera esta gran explosión trasciende la física. Queda un resto inexplicable”: Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia, o. c., p. 752, nt. 2031, 7.
[22] Cf. Alan LIGHTMAN: Grandes ideas de la física. Cómo los descubrimientos científicos han cambiado nuestra visión del mundo McGraw-Hill Madrid-Bogotá 1995 18-21. La importancia de las matemáticas y de la geometría para el método científico fueron resaltadas y empleadas especialmente por René DESCARTES en sus “Reglas para la dirección del entendimiento” (o de la mente): Reglas para la dirección del entendimiento Juárez Editor Buenos Aires 1969 103-145, Reglas XIV-XXI.
[23] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,105.
[24] Alan LIGHTMAN no sólo examina el problema del espacio-tiempo en la física, sino también en autores como Aristóteles, Newton y Kant: Grandes ideas de la física. Cómo los descubrimientos científicos han cambiado nuestra visión del mundo, o. c., nt. 2039, 125-190.
[25] “Esta idea tuvo un empecinado” divulgador “en el destacado físico astrónomo inglés Fred Hoyle”, quien la defendió “hasta su muerte, acaecida el 20 de agosto del 2001 a la edad de 86 años. Hoyle, sosteniéndose en una de las debilidades que mostraba la hipótesis de Gamow sobre el tiempo que había transcurrido desde los inicios del universo en relación con expansión observada, esgrimió una hipótesis competidora llamada del estado estacionario (Steady State), apoyada por dos colegas de origen austriaco, Thomas Gold y Hermann Bondi. El trío propuso que el universo no había tenido un principio definido sino que era infinito, tanto temporal como espacialmente. Durante un programa de radio en la BBC, introdujo la teoría de estado estacionario y acuñó la pegadiza expresión «Big Bang» (Gran Explosión) para describir el modelo de sus rivales que lo consideraba estúpido y ridículo, bautizando así los dos lados de una disputa que proseguiría durante dos décadas”: en (consulta agosto 2006): http://www.astrocosmo.cl/biografi/b-g_gamow.htm.
[26] Cf. Alan LIGHTMAN: Grandes ideas de la física. Cómo los descubrimientos científicos han cambiado nuestra visión del mundo, o. c., nt. 2039, 38-60 y 61-122.
Hoy en día estiman los astrofísicos que “nuestra galaxia (que) contiene alrededor de 200.000 millones de estrellas, tiene por lo menos 46.000 millones de planetas del mismo tamaño que la Tierra, sin contar aquellos cuyas órbitas están más lejos de la zona habitable […] Al menos una de cada cuatro estrellas similares al Sol en la Vía Láctea podría tener planetas del mismo tamaño que la Tierra, lo que indica que podrían ser miles de millones, algunos de ellos potencialmente habitables, según un estudio encargado por la NASA”, en: “La Vía Láctea podría tener miles de millones de planetas del tamaño de la Tierra”,  (consulta 29 de octubre de 2010): http://es.noticias.yahoo.com/12/20101029/ten-la-via-lactea-podria-tener-miles-de-c3b52a1.html
[27] A lo largo de la cristología, y aún en esta sección antropológica, nos hemos referido repetidamente a Cristo-luz.  Y es que ella, además del empleo instrumental que lleva consigo, aporta una lindísima metáfora que refiere a atributos divinos como la justicia, o la compasión. Aquí el tema de la “luz” se refiere a la física en sus diversos aspectos: onda y partícula, como características complementarias. Tema que es estudiado por Alan LIGHTMAN: ibid., 193-253. Y desprende de estos presupuestos el “fin del determinismo en la ciencia” (p. 222).
En la entrevista citada a G. Börner lo explica a propósito: “Nos hemos acostumbrado a la idea de onda, pero no por ello deja de ser muy peculiar: una pura forma, que actúa sobre las partículas materiales pero puede propagarse por el espacio y el tiempo sin un medio material. Por otra parte, la luz consta de cuantos de luz o fotones. El tiempo que transcurre para estas partículas luminosas es igual a cero; para ellas no pasa el tiempo. Fueron emitidas hace miles de millones de años en una galaxia lejana y captadas después aquí con un telescopio. Pero estas partículas que se mueven a la velocidad de la luz no tienen tiempo propio, como decimos en física. Para ellas todo ocurre simultáneamente, están siempre en el presente. Lo que no está afectado de materia, no experimenta el tiempo”: cf. Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia, o. c., p. 752, nt. 2031, 8.
[28] Cf. Alan LIGHTMAN: ibíd. 253-259.
[29] Cf. ibíd, 35-37.
[30] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,112. Cf. Alan LIGHTMAN: ibíd., 123-124.
[31] Robert Woodrow WILSON: “Autobiography” en: Les Prix Nobel/Nobel Lectures. En: Nobel Lectures, Physics 1971-1980, Editor Stig Lindquist, World Scientific Publishing Co., Singapore, 1992 en (consulta agosto 2006): http://nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/1978/wilson-autobio.html
[32] Teilhard DE CHARDIN examinó el tema “energía-materia” desde diversas perspectivas, en las obras de su producción. Mencionemos sólo, por el momento, La potencia espiritual de la materia (La puissance spirituelle de la Matière, 8-Agosto-1919), en el que elabora un proyecto espiritual en escritos del tiempo de la guerra.
[33] El Profesor Tejeiro (cit. p. 752, nt. 2034), añade que el “modelo estándar de la cosmología” debe estar en capacidad no sólo de informar sobre el estado actual del universo, sino de predecir el universo: intentando comprender qué fue lo que pasó en esos instantes, con todo detalle, poder calcular cómo se sintetizó la materia, calcular cómo es el residuo, cómo es la CMB en todos sus detalles, para hacer una especie de radiografía de cómo era en esos momentos iniciales el universo. Hasta descubrir que, a pesar de la homogeneidad del universo, existen pequeñas “irregularidades”, que me reflejan que la materia también las poseía: puntos de condensación, alrededor de los cuales comenzaron a organizarse las galaxias actuales.
El problema de la “predictibilidad” en las ciencias, no obstante, es complejo y está sujeto a debate. No se trata, desde luego, de hacer “profecías”. Se trata de un asunto intermedio entre la ciencia fundamental y sus aplicaciones para beneficio de los seres humanos, y se refiere a las predicciones científicas que permitan la prevención de grandes peligros tales como terremotos, a partir de observar las consecuencias del cambio climático, del análisis de la energía nuclear y de otras tecnologías; de la predicción en las ciencias médicas y en muchos otros campos de las ciencias, que tienen un impacto sobre la cultura y sobre el desarrollo social. No obstante la precisión de los análisis, no puede dejarse de lado que la valoración de las limitaciones naturales que son inherentes a muchas predicciones juega un papel muy importante en las investigaciones y puede asegurar la confianza que se ha difundido en la ciencia en las interacciones existentes entre ciencia y sociedad civil. La distinción entre certezas e incertidumbres ha sido expuesta desde hace tiempo por muchos científicos que se han propuesto elaborar conocimiento científico, teorías y modelos sobre los desarrollos de la naturaleza. Sobre el tema deliberó la ACADEMIA PONTIFICIA DE LAS CIENCIAS en su sesión plenaria del 3 al 6 de noviembre de 2006. Cf.: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/documents/rc_pa_acdscien_doc_20060310_plenary-session-2006_introduction_en.html
[34] Cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,121-123. El autor expone a este propósito el problema de la “eternidad” del cosmos, que, Boecio, atribuía sólo a Dios: “interminabilis vitae tota simul et perfecta possesio”. Otra cosa es lo que los matemáticos quieren explicar con los “isomorfismos” existentes entre conjuntos aplicados al problema del “infinito” (ibíd. 124-125). Sobre la diferente percepción de la fe y de la razón, y la explicación de s. Tomás de Aquino, respecto de un universo “con” principio temporal – nada se afirma en la doctrina católica acerca del espacio, como sí Einstein hablaba de un espacio limitado –, o “sin” principio, ibíd. 126.
[35] El asunto ha sido objeto de estudio también, entre otros, del premio Nobel de Física de 2006, como señala la siguiente información: “El físico estadounidense John MATHER, que recibirá el Premio Nobel de Física 2006 junto con su compatriota George SMOOT, asegura que el haber descubierto los ecos del "Big Bang" no detendrá su tarea científica. La Real Academia Sueca de las Ciencias anunció hoy el galardón para Mather y Smoot por sus investigaciones para fundamentar la teoría acerca del nacimiento e infancia del Universo llamada el "Big Bang". Mather y Smoot basaron su trabajo en las mediciones realizadas con el satélite COBE de la NASA, que les permitió observar las primeras etapas del Universo, unos 380,000 años después de su nacimiento. La teoría del "Big Bang" postula que el Universo surgió hace entre 10,000 y 20,000 millones de años a partir de una explosión cósmica que lanzó materia en todas las direcciones.  En el momento de esa emisión, la temperatura del Universo debió ser de al menos 3,000 grados centígrados. Después, y de acuerdo a la teoría del "Big Bang", la radiación se enfrió gradualmente a medida que el Universo se expandía. Se calcula que ahora esa radiación está 2.7 grados por debajo del cero absoluto. Lanzado en 1989, este satélite fue diseñado por el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA para medir la radiación infrarroja y de microondas que surgieron en el momento de ese nacimiento. Sus mediciones proporcionan una historia cosmológica sobre la formación de las estrellas y la de los elementos, incluidos aquellos que forman parte de los organismos vivientes. Con ellas, los científicos también determinaron la intensidad y las variaciones con la que están distribuidas en el universo la materia y la energía. Asimismo, las observaciones del satélite confirmaron las predicciones que se habían hecho conforme a las teorías sobre la gran explosión ("Big Bang") que dio origen el Universo.”
[36] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,115. Cf. Jean GUITTON - Grichka BOGDANOV - Igor BOGDANOV: Dios y la ciencia: hacia el metarrealismo Debate Madrid 1992. Para un examen crítico de este texto, cf. Mariano ARTIGAS: “Dios y la ciencia. Jean Guitton dialoga con los científicos”, publicado en Nuestro Tiempo 468 junio 1993 80-87: en (consulta agosto 2006): http://www.unav.es/cryf/diosylaciencia.html
[38] Así la denominaba Hans Küng: “La ciencia me proporciona muchas respuestas a problemas importantes, A la vez me alegra recibir mensajes de la religión sobre las grandes preguntas de la vida. - ¿Cuáles son? - ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy?: ¿a la nada o a una realidad última? ¿Por qué existen el bien y el mal? ¿Por qué es mejor amar que odiar? […] De esto no hay ninguna prueba racional, pero sí fundamentos para una confianza racional, por los cuales yo soy de esta opinión […] Me gustaría saber qué hay detrás de la puerta (de la muerte). Ahí, la religión ofrece un consuelo que excede toda razón. Y, por tanto, sé que el todo tiene un sentido para mí, por más que en la vida he experimentado también el sinsentido […] – El conocimiento que alcanzan los científicos… no depende de que yo prefiera que algo concreto fuera diferente… - En la religión es maravillosa la libertad que se transpira. En la religión a nadie se le obliga a nada. Cierto que puedo decir que la evolución tiene un sentido. Pero no lo puedo derivar sólo de la teoría de la evolución. Aquí cada uno es libre. Si alguien dice que no sabe de qué le sirve Dios, para mí está al mismo nivel que quien dice no sé de qué me sirve Mozart. Se requiere un poco de esfuerzo, tanto si se trata de Mozart, como de la ciencia, o de Dios. La solución no es una teología de sobremesa”: cf. Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia, o. c., p. 752, nt. 2031, 10.
[39] Para la muestra, dos ejemplos: el de John Haught, director del Centro para el Estudio de la Ciencia y la Religión en la Universidad de Georgetown en Washington, USA. Y la ya mencionada ACADEMIA PONTIFICIA DE CIENCIAS, de la cual citemos los resultados de su sesión plenaria realizada entre el 5 y el 8 de noviembre de 2004, en la cual dieron una ojeada a las “senderos del descubrimiento” en el presente: 27 trabajos investigativos sobre diversas áreas del conocimiento, en la física y la química, principalmente, no excluidas la bioquímica y la medicina. En: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/documents/rc_pa_acdscien_doc_20040702_plenary-session-2004_en.html
[40] Así lo ha hecho, efectivamente, para iniciar (o reanudar) un camino de colaboración más productivo, JUAN PABLO II con ocasión del Jubileo del Año 2000: cf. http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/2000/documents/hf_jp-ii_hom_20000312_pardon_sp.html. Cf. también, id.: Bula de convocatoria del Año Santo del 2000 Incarnationis mysterium (29 de noviembre de 1998) n. 11.
El texto al que el Papa se refería en esa ocasión es el de la COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL: "Memoria y reconciliación: la Iglesia y las culpas del pasado": en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20000307_memory-reconc-itc_sp.html. De este documento referimos la siguiente cita: “En cuanto tal, la purificación de la memoria requiere «un acto de coraje y de humildad en el reconocimiento de las deficiencias realizadas por cuantos han llevado y llevan el nombre de cristianos» y se basa sobre la convicción de que «por aquel vínculo que, en el Cuerpo místico, nos une los unos a los otros, todos nosotros llevamos el peso de los errores y de las culpas de quienes nos han precedido, aun no teniendo responsabilidad personal y sin pretender sustituir aquí al juicio de Dios». Juan Pablo II añade: «Como sucesor de Pedro pido que en este año de misericordia la Iglesia, fuerte por la santidad que recibe de su Señor, se ponga de rodillas ante Dios e implore el perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos». Al reafirmar después que «los cristianos están invitados a asumir, ante Dios y ante los hombres ofendidos por sus comportamientos, las deficiencias por ellos cometidas», el Papa concluye: «Lo hacemos sin pedir nada a cambio, fuertes sólo por el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones (Rom 5,5)»”.
[41] Hans Küng (HK) y Gerhard Börner (GB) en: Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia, o. c., p. 752, nt. 2031, 6.
[42] Para Teilhard DE CHARDIN se trataba de procesos de “convergencia”, cf. La aparición del hombre, en el que recoge varios ensayos: - La Préhistoire et ses progrès II 21-38 (5-Enero-1913); - L'Hominisation. Introduction à une étude scientifique du Phénomène humain III 75-111 (6-Mayo-1925); - Le Phénomène humain III 225-243 (Noviembre-1930); - La structure phylétique du groupe humain II 185-234 (1-Enero-1951); - Les singularités de l'espèce humaine II 293-374 (25-Marzo-1954).
[43] Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia, o. c., p. 752, nt. 2031, 10.
[44] Sobre el tema puede verse también: Ian G. BARBOUR: Religión y ciencia, o. c.  p. 44, nt. 94, 367-413.
[45] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,131ss.
[46] Una ilustración de “imágenes médicas sobre anatomía y fisiología” puede encontrarse en la base de datos  de NUCLEUS MEDICAL ART INC.: Smart Imagebase Ebsco Host Research Databases 2006 en: http://ebsco.smartimagebase.com/smartindex.php?PostData=
[46 bis] La física, nuestra ciencia natural principal invitada junto con la química y las combinaciones – que no límites infranqueables – entre ellas, nos proporciona los conocimientos imprescindibles – también por su interrelación con los seres vivos – en esta toma de conciencia. Sólo que ahora lo hace por medio de las disciplinas derivadas de ellas, en particular las que se refieren a la tierra – a su estructura: “Geomorfología, estudia las formas de la superficie terrestre, relacionadas con las estructuras y litología del subsuelo y los procesos erosivos que moldean las superficie; Geografía, estudia la relación e interacción de la superficie terrestre con el hombre; Geoquímica, estudia la abundancia absoluta y relativa, distribución y migración de los elementos que conforman la Tierra; Paleontología, estudia los fósiles de plantas y animales, la evolución del vida en nuestro planeta y la utilidad geocronológica referente a las sucesiones faunísticas encontradas en las rocas; Ciencia del suelo, estudia el suelo como recurso natural; Geodesia, estudia la tierra teniendo en cuenta su curvatura”: en (consulta del 8 de septiembre de 2017): https://es.wikipedia.org/wiki/Ciencias_de_la_Tierra –; al aire – estudios que trabajan la atmósfera, los procesos que ocurren en ella, y las interrelaciones entre los sistemas atmosféricos y otros sistemas, inclusive sirviendo de comparación con lo que ocurre o puede ocurrir en otros planetas: “Climatología, estudio del clima terrestre actual y en el pasado geológico; Meteorología, estudio de la dinámica atmosférica y el tiempo meteorológico”: en (consulta del 8 de septiembre de 2017): https://es.wikipedia.org/wiki/Ciencias_de_la_Tierra –; y al agua – “Hidrología, estudia la distribución, espacial y temporal, y las propiedades del agua presente en la atmósfera y en la corteza terrestre; Oceanografía u oceanología, estudia la dinámica oceánica como las mareas, el oleaje y las corrientes y la vida y el suelo oceánico con el fin de una comprensión completa de la formación y evolución del planeta tierra (estudio de fosas, dorsales, islas y cordilleras sumergidas)”: https://es.wikipedia.org/wiki/Ciencias_de_la_Tierra –.
[47] Sobre todo el descubrimiento de la radioactividad y de la descomposición variable de los elementos radioactivos (argón-40 procedente del potasio-40; pero el reloj atómico conocido más lento es rubidio-87, con una vida media de 48.900 millones de años), más los rayos láser, permiten hacer cálculos de gran precisión: cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,136.
[48] Algunos atribuyen este hecho a la procedencia de la vida de otros lugares del universo, de donde habría llegado al nuestro gracias, p. ej., a un meteorito. La pregunta que nos hacemos, se remitiría a ¿cómo surgió, entonces, la vida allá?
Como una motivación especialmente para mis alumnos, debo mencionar al actual (2011) Presidente de la Pontificia Academia de Ciencias, Profesor Dr. Werner Arbert, designado por el S. P. Benedicto XVI. Así se expresa la información que dio a conocer la obra del Profesor Arbert, particularmente en lo que se refiere a las teorías sobre la evolución: “Sobre la base de su experiencia de muchos años y tomando en cuenta el conocimiento acumulado en más de cincuenta años sobre los mecanismos moleculares de mutagénesis y de diferentes clases de recombinación de la información genética, particularmente en micro-organismos, W. Arber ha postulado una teoría de evolución molecular, de acuerdo con la cual los productos de los genes de la evolución que toman parte en el genoma están involucrados tanto en la generación o en la limitación de la variación genética, sin que, sin embargo, implique una dirección específica de la evolución biológica. Más aún, el curso de la evolución biológica es el resultado de la acción casual de los productos de los genes de la evolución sobre el DNA, desde la flexibilidad conformacional de las estructuras de las moléculas biológicamente activas, desde la oportunidad de influencias medioambientales, por medio de la cual la selección natural limita constantemente la diversidad de acuerdo con la conveniencia temporal de los organismos comprometidos. En breve, una multitud de mecanismos moleculares específicos contribuye a una variación completa genética espontánea. Estos mecanismos específicos pueden ser clasificados en tres principales estrategias naturales de la variación genética, a saber, pequeños cambios locales en las secuencias del nucleótido, reacomodación intragenómica de segmentos de DNA, y adquisición de un segmento de un DNA forastero mediante una transferencia horizontal del gene. Estas estrategias difieren en calidad de su contribución a la variación genética y por tanto a la evolución biológica. El postulado de que los productos de genes de evolución específica junto con propiedades intrínsecas de la materia están en el origen de la variación genética que dirige la evolución biológica tiene interesantes implicaciones filosóficas. La naturaleza cuida activamente de la evolución biológica. La yuxtaposición de genes de evolución y el más clásico de genes que actúan para beneficiar vidas en particular, implican una dualidad intrínseca del genoma. Estos asuntos han sido discutidos por W. Arber en algunas de sus recientes publicaciones, así como también el relieve del conocimiento adquirido sobre el espontáneo, cuando se trata de considerar la variación genética al momento de evaluar los riesgos conjeturales de la ingeniería genética”: en (consulta 28 marzo 2011): http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/index_sp.htm
[49] Es conocida a este respecto la obra de Jacques MONOD: El azar y la necesidad Tusquets Barcelona 1989 4ª.
[50] La investigación en plantas y animales no sólo continúa hasta hoy sino que, en muchos aspectos, ha sido potenciada. En el Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana, para dar sólo algún ejemplo, se está trabajando actualmente en las siguientes líneas de investigación: Unidad de Genética y Biología del Desarrollo GrupLac; Unidad de Biotecnología Vegetal GrupLac; Unidad de Ecología y Sistemática - UNESIS ; Unidad de Saneamiento y Biotecnología Ambiental GrupLac ; Grupo de Investigación en áreas de Conservación. ARCO GrupLac
Fallecido ya el P. Pedro ORTIZ VALDIVIESO, S. J. (1926-2012), a quien cito tanto en estas páginas en razón de sus aportes bíblicos, no quiero dejar de hacerlo también desde su “afición” botánica justamente por las orquídeas. Lankesteriana, de la Universidad de Costa Rica, dedicó su n. 12(2) agosto 2012 77-78; 81-83; 84-92 a hacer recuerdo suyo y de su obra. 
“El obrar sigue al ser”, hemos considerado oportunamente. El principio es vigente en los estadios mínimos del ser y de su complexificación, como en su aplicación al ser humano, a su capacidad de libertad, de historia y de cultura, como iremos viendo.
[51] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,144.
[52] Desde el punto de vista de la seriedad y exigencia del método científico, p. ej., Teilhard de Chardin afirmó que para situar e interpretar correctamente el descubrimiento inesperado del famoso "Hombre de Pekín" (el Sinanthropus), hacía falta un enfoque estratigráfico, fisiográfico y paleontológico de todo el Cuaternario del Extremo Oriente: cf. Études. XIII «La Carrière Scientifique du Père Teilhard de Chardin » 193-195; D. WESPIN : « Le Père Teilhard à Pékin » en : Revue Teilhard de Chardin 77-78 1979 35-39.
[53] Es de desear que estas investigaciones tengan en cuenta también las condiciones no sólo éticas, sino, como estamos enfatizando, antropológicas en perspectiva de integralidad. ¿De qué tipo de ser humano estamos hablando? Traemos a cuento a este propósito la noticia acerca de la Iniciativa Genómica Javeriana:El proyecto de la Vicerrectoría Académica, tiene el propósito de generar un sentido de trabajo interdisciplinario alrededor de la genómica en la Universidad Javeriana que permita orientar y ordenar esfuerzos ya existentes y desarrollar nuevos, con miras a liderar la genómica en Colombia y enriquecer nuestros programas de pre y posgrado con los nuevos paradigmas de la ciencia del siglo XXI. La farmacéutica, la química y la biología - entre otras- se desarrollaron por años mediante complejos procesos que hoy pueden dirigirse con las nuevas tecnologías biológicas. Pero no ha cambiado sólo la tecnología; en esta época se requiere en forma creciente la estructuración de equipos interdisciplinarios que actúen y aporten a propósitos comunes. La Universidad Javeriana ha dado grandes pasos en los últimos años y la investigación es ya una realidad palpable en ella; hay 152 grupos de investigación avalados por la Universidad y registrados en Colciencias, lo cual da espacio para que, alrededor de la genómica, la proteómica y la bioinformática, podamos aunar esfuerzos en la gestión del conocimiento. Si sumamos a esto la extraordinaria diversidad biológica de nuestro país, que incluye a los seres humanos, es claro el papel que puede jugar la Iniciativa Genómica Javeriana en el desarrollo científico y cultural de Colombia en los próximos años.” En (consulta septiembre 2006): http://www.javeriana.edu.co/javeriana/vice_acad/iniciativa_genomica_javeriana/index.htm (La cursiva es nuestra).
El documento publicado en el sitio web precisa algo más, y, en cierto modo, reta, muy concretamente, a nuestra propia Facultad de Teología, que, sin duda alguna, debería prepararse adecuadamente para este “diálogo”: “Objetivo: Generar un sentido de trabajo interdisciplinario alrededor de la genómica en la Universidad Javeriana que permita orientar y ordenar esfuerzos ya existentes y desarrollar nuevos, con miras a liderar la genómica y sus campos en Colombia, y adecuar nuestros programas de pre y postgrado en las ciencias biológicas, ingenierías, medicina, humanidades y ciencias religiosas a los nuevos paradigmas de la ciencia del siglo XXI”: en. http://www.javeriana.edu.co/javeriana/vice_acad/iniciativa_genomica_javeriana/paginas/objetivo.htm
Acerca de las denominadas ciencias “ómicas”, sobre las cuales hacemos algunas menciones en esta investigación, tales como “la genómica, la proteómica, la transcriptómica y la metabolómica”, se debe decir que son nuevos campos de desarrollo de la biología en los que se asumen los avances “en el campo del análisis de la funcionalidad celular y en sus aplicaciones biotecnológicas”, empleando en sus “análisis un gran volumen de datos, por lo que hacen uso de la bioinformática y aquellas técnicas automáticas en la interpretación de datos. Su integración genera un conocimiento que permite estudiar organismos que son ahora desconocidos así como sus funciones, todo a través de su rastro genético.” Véase al respecto: David FERNÁNDEZ: “Omic sciences”, en (consulta noviembre 2010): http://www.medbook.es/group/biospain2010/forum/topics/las-ciencias-omicas-omic?xg_source=activity
[54] “Escalas balanceadas y notas; estudios de anatomía comparada (1506-1507): Manuscrito K (Biblioteca de L’Institut de France, París) (ff. 1110r y 109v)”, en: Luca ANTOCCIA - André CHASTEL - Marco CIANCHI - Paolo GALLUZZI - Domenico LAURENZA - Rodolfo PAPA - Carlo PEDRETTI: "Leonardo's painting", en: Leonardo. Art and Science Giunti Firenza 2005 6ª 102.
[55] No sólo la importancia de este momento dio origen a que Teilhard de Chardin urgiera la existencia de un “coeficiente de complejidad del sistema nervioso” como un nuevo parámetro para estudiar los fenómenos relativos a la evolución. Cf. El grupo zoológico humano (1956). Era necesario que el cerebro se fuera preparando debidamente – sin perder, por ello, sus conexiones biológicas con sus lejanos ancestros, sus similitudes e, incluso, sus identidades, p. ej. ¡con los calamares! (Rodolfo Llinás) – para el desarrollo de los procesos – y de las actividades ordenadas por ellos – que conducirían, entre otros aspectos, al conocimiento, inclusive el reflexivo de sí mismo, a la memoria de corto y largo alcance, al entendimiento o inteligencia de tales procesos y de sus interrelaciones, a las deliberaciones, a las decisiones y a las ejecuciones de las decisiones, y, no por último menos importante, a la fe. Trabajo inconmensurable para el que las “neurociencias” se han ido desarrollando en la búsqueda de responder por el “cómo” de tales procesos. Pero siempre queda la pregunta alrededor de ellos, no sólo del “por qué”, sino también del “para qué”. Un estudio más amplio de la evolución, y especialmente de la evolución del cerebro, puede encontrarse en el libro de Robert JASTROW: El telar mágico Biblioteca Científica Salvat Barcelona 1985. 
[56] Cf. Michel LEMONICK – Andrea DORFMAN: “Del simio al hombre” en: El Tiempo – Time Magazine 28 de agosto de 1999 4 y 9; texto original en: Michael D. Lemonick and Andrea Dorfman:Up From The Apes”. Remarkable New Evidence Is Filling In The Story Of How We Became Human, Time Magazine Aug. 23, 1999, en: http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,991790,00.html
Más adelante tendremos que volver sobre los procesos que se desarrollan en el cerebro particularmente relacionados con el ejercicio de las facultades racionales del entendimiento, la memoria y la voluntad.
[57] Nos referimos, por supuesto, a todas las posibilidades de actividad humana en la que el trabajo realizado con otros, se potencia, como sucede con la recolección de frutas y demás vegetales, con la cacería, etc., pero también al diseño de ciudades y a la creación de mecanismos de defensa y de ataque, etc., y otras expresiones de cultura.
Con todo, el potencial que representa y el aporte efectivo que ha proporcionado el trabajo en grupo en orden a las investigaciones, sean ellas filosóficas, teológicas o de las diversas áreas del conocimiento, haya su lejano referente en estas primeras búsquedas y hallazgos de aquellos antepasados nuestros. Inclusive en el plano de lo que hoy se llama la “salud sexual y salud reproductiva”, cuyo lenguaje y temáticas ha ido cambiando con el transcurso del tiempo. Bien puede entenderse que nuestra concepción sobre este asunto tiene que ver con todo lo que estamos afirmando en este capítulo. 
[58] “En las sabanas de Senegal, los chimpancés… de Fongoli acicalan a la bebé… Seguir de cerca su desarrollo será muy valioso para entender mejor los mecanismos que usan los chimpancés para transmitir conductas. Evitan meterse al agua, pero los machos de Fongoli buscan estanques para huir del calor. A diferencia de sus hermanos selváticos, los chimpancés de la sabana arbolada pasan la mayoría del tiempo en el suelo buscando agua y comida. Los dedos gordos de los pies de los chimpancés tienen huesos curvos, lo que les ayuda a agarrarse de árboles y lianas mientras navegan por las copas. Observar a los simios caminar sobre ramas ha llevado a especular que la bipedación pudo haber surgido en los árboles y no en el suelo. En Fongoli, la mezcla de pastizales, árboles bajos y una temporada seca y calurosa refleja el entorno que impulsó a los primeros humanos a cazar y usar herramientas… Lupin, un joven macho de gran tamaño, parece tener ambiciones de alfa, pero la política de los chimpancés requiere de algo más que fuerza bruta: hacer amigos es crucial… Los científicos se han dado cuenta de que, así como los humanos usan tenedores para comer en una cultura y palillos en otra, los chimpancés también desarrollan distintas prácticas culturales dependiendo de donde vivan. Los chimpancés de 10 comunidades subsaharianas muy estudiadas han concebido las siguientes variaciones de conductas comunes: Uso del martillo y/o yunque… Hoja absorbente… Cercanía con el agua… Pesca de termitas… Lanzamiento de rocas… Danza de la lluvia… De cacería… Recorte de hojas… Esquema A de acicalamiento”: Mary ROACH: “Casi humanos”, en Nacional Geographic en Español 22/4 abril 2008 34-55.
[59] Estamos, por supuesto, resumiendo a grandes rasgos las hipótesis más comunes. Para un desarrollo más amplio del asunto, y en particular para la exposición del tema que estamos trabajando aquí, precisamente, cf. Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 43ss.
“La elevación de las grandes cordilleras montañosas que había comenzado durante el oligoceno, siguió adelante, acabando de forma los Alpes en Europa, el Himalaya en Asia y las cadenas montañosas del continente americano. Los sedimentos producidos por la erosión de estos sistemas se depositaron en cuencas marinas poco profundas, para terminar convirtiéndose en la localización de ricos depósitos petrolíferos en California, Rumania y la costa oeste del mar Caspio. El clima del mioceno era más fresco que el de la época precedente. En el hemisferio sur se había establecido ya un sistema circumplanetario de corrientes oceánicas, que aislaba a la Antártida de las corrientes más cálidas del resto del mundo. Esto favoreció la aparición de un gran casquete de hielo antártico. En el hemisferio norte, grandes áreas antes cubiertas por espesos bosques se convirtieron en grandes praderas. La fauna del mioceno contempla la aparición del mastodonte, al igual que el mapache y la comadreja. Durante esta época, los grandes simios, relacionados con el orangután, vivían en Asia y en la parte sur de Europa”: en: http://www.astromia.com/tierraluna/cenozoico2.htm
Este período – a partir de los diez y hasta los cinco, e, incluso, hasta los dos millones de años atrás –, consideran los expertos, fue decisivo para la aparición del ser humano a causa de los cambios climáticos que se produjeron en la Tierra y que condicionaron la dieta de esos antepasados condicionando su desarrollo corporal, especialmente su capacidad cerebral. Si bien, como se dice, las hipótesis de los genetistas al respecto han sido muy difundidas, reivindica el aporte de los paleoantropólogos Yves COPPENS en el documento “Hominid evolution and the emergence of the genus Homo”, aporte suyo en la obra de A. BATTRO - S. DEHAENE - W. SINGER (eds.): Neurosciences Neurosciences and the Human Person: New Perspectives on Human Activities Pontifical Academy of Sciences, Scripta Varia 121 Vatican City 2013 en (consulta Agosto 2014): www.casinapioiv.va/content/dam/accademia/pdf/sv121/sv121-coppens.pdf Ha de recordarse que en esta obra se recogieron las ponencias y las conclusiones del Grupo de Trabajo (WG) reunido en el Vaticano, a invitación de la Pontificia Academia de Ciencias, entre los días 8 y 10 de noviembre de 2012, para tratar el problema mencionado.
[60] Anotan al respecto Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: “Muchos detalles de la estructura de la corteza cerebral de los simios y de los hombres son más similares que entre los monos y los hombres. Las más convincentes de todas son las semejanzas de química sanguínea. Entre los simios, las reacciones de los grupos ABO, RH y MN ante los sueros, y otras características químicas, son mucho más semejantes a las del hombre que las de los monos. Las diferencias bioquímicas son menores entre el hombre y el chimpancé y gorila, algo mayores entre el hombre y el orangután y gibón, y considerablemente mayores entre el hombre y los monos”: Ibíd., 48-49.
[61] Cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,149.
[62] Cf. Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 63ss. La edición del 7 de noviembre de 2012 de Nature, a propósito del descubrimiento efectuado en África por el equipo de arqueólogos y paleoantropólogos de Curtis Marean y John Shea, parece corroborar la relación entreverada y recíproca de estos dos fenómenos, el físico y el cultural, haciéndola remontar a 70.000 años atrás. Véase el art. de Kerri SMITH: “Early humans tooled up. Sophisticated bladelets suggest that humans passed on their technological skill down the generations”, en (consulta de noviembre de 2012): http://www.nature.com/news/early-humans-tooled-up-1.11765
[63] C. Owen LOVEJOY: “Evolución de la marcha humana” en Revista Investigación y ciencia 148 enero 1989, en: http://www.investigacionyciencia.es/articulos.asp. Citado también por Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,150.
No sabemos en qué punto esta práctica tan productiva para el incremento de la especie humana llegó a considerarse ya como un “avance” desde alguna perspectiva “ética” propiamente tal. Quizá será un problema que quedará en el misterio… Lo que sí sabemos es que, sobre el asunto, en la población mundial ha aumentado la conciencia del mismo, y ha tomado e implementado decisiones políticas (y culturales) sobre él.
[64] Los descubrimientos no cesan y actualizan continuamente los datos. Informaciones de prensa, que divulgan la publicación Science, afirman que Kaye Reed de la Universidad de Arizona y Brian Villmoare de la Universidad de Nevada han descubierto en Ledi-Geraru, en la región Afar de Etiopía, en 2013, “una mandíbula con dientes” cuya datación puede ser de 2’800.000 años de antigüedad, es decir, 200.000 años antes de la cifra arriba citada. Véase el art. de Jean-Louis SANTINI, de la AFP: “Hallan un fósil de 2,8 millones de años que retrocede en 400.000 el origen de la especie humana”, en (consulta del jueves 5 de marzo de 2015): 
[65] Cf. Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c. p. 60, nt. 127, 98-99.
Informan las agencias de prensa que también se han podido identificar características faciales del “hombre moderno” introducidas hacia un millón de años atrás, y quizás aseguradas genéticamente, pero, sobre todo, fruto de unos “procesos de crecimiento” con mayor capacidad craneal y “desarrollo dental” (patrón de crecimiento) similares a los nuestros: el “hombre moderno”, a diferencia de los primeros “homo” y de los primates, se caracteriza, en efecto, porque su rostro es “ortognato”, es decir, un perfil plano, en el que sobresale la nariz; mientras que los antecesores eran “prognatos, con la mandíbula y el maxilar salientes hasta el punto de formar una especie de hocico”: “Hemos visto que, como sucede en los Homo sapiens, los Homo antecessor presentan esta resorción ósea debajo de la nariz”, afirmó José Mª BERMÚDEZ DE CASTRO RISUEÑO, Coordinador de Programa Paleobiología de Homínidos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). Véase el art. en: Manuel ANSEDE: “La cara ‘humana’ apareció hace un millón de años”, martes 11 de junio de 2013, en: http://es.noticias.yahoo.com/la-cara-humana-apareci-hace-un-mill-n-091942633.html
[66] Cf. ibíd., 100-106. Véase la parte final de la nt. final cxxi recién citada.
[67] “La evolución humana fue uno de los aspectos que más controversias suscitó entre partidarios y opositores a las doctrinas evolucionistas. Esta lámina, correspondiente a una obra de Haeckel, tiene un encabezamiento muy provocador, «Esqueletos de cinco monos antropoides»... incluyendo el hombre.” El epígrafe junto con la gráfica se encuentra en: http://www.uv.es/metode/anuario2000/catala3.html. “Ernst Heinrich Philipp August Haeckel (* Potsdam, 1834 - Jena, 8 de agosto de 1919) fue un biólogo y filósofo alemán que popularizó el trabajo de Charles Darwin en Alemania, inventando nuevos términos como "phylum" y "ecología."”: encabezamiento de la biografía sobre Häckel, en (consulta mayo de 2008): http://es.wikipedia.org/wiki/Ernst_Haeckel
[68] Cf. Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 75.
[69] Hans Urs VON BALTHASAR El problema de Dios en el hombre actual Ediciones Guadarrama Madrid 1966 41.
[70] “Las etapas correspondientes a este proceso cultural no tienen una determinación cronológica unificada, ya que los testimonios arqueológicos y geológicos varían en cuanto a datación de fechas. Sin embargo, las más aproximadas son: Paleoindia (entre el 15.000 y el 7000 a. C.), Arcaica (del 7000 al 1200 a. C.) y Formativa (del 1200 a. C. al siglo XVI d. C., hasta la llegada de los españoles). En el Formativo Tardío o Superior, hubo una agricultura avanzada con técnicas desarrolladas, como la irrigación y conducción de agua. Surgió una estratificación social y un avanzado sistema político-administrativo […] Los cultos funerarios revelan una intensa vida religiosa”: en (consulta septiembre 2006): Página desarrollada por Angélica García
Abril 2003: “Población Indígena Colombiana”:
http://pwp.supercabletv.net.co/garcru/colombia/Colombia/indios.html
[71] Se trata del Parque Arqueológico de San Agustín, Departamentos del Huila y Cauca en Colombia, en donde se hallan numerosos montículos funerarios dedicados a individuos sobresalientes y cientos de estatuas esculpidas en basalto o en toba, verdaderos monolitos. Así mismo, en las cimas de lomas aplanadas artificialmente se encuentran tumbas monumentales, reflejo de esta cultura, quizás un poco posterior en el tiempo a la de Tierradentro y seguramente relacionada con ésta, que expresó de esta manera excepcional su manera de ver el mundo y su sociedad. Según el recordado profesor Julio César CUBILLOS, esta cultura se extendió principalmente desde el s. I a. C., hasta el s. VII d. C. Recuérdese su obra: Arqueología de San Agustín. Alto de los Ídolos, montículos y tumbas Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales Banco de la República Bogotá 1979.
[72] El mapa, tomado de (consulta mayo 2008): www.banrep.org/museo/esp/s_tierra02.htm, nos muestra la zona de los Departamentos en la que se ubicaron en el pasado los miembros de ese pueblo y cultura de Tierradentro.
[73] La fotografía de la tumba, procedente de la obra de Diego CASTRILLÓN ARBOLEDA: Muros de Bronce - Popayán y sus estancias históricas Ed. Feriva Cali 1994 64, fue publicada en la Internet en (consulta mayo 2008): http://gcollo.comunidadcoomeva.com/blog/index.php?/archives/112-INDIOS-PAECES-DE-TIERRADENTRO-PAEZ-E-INZA-CAUCA,-COLOMBIA,-SUR-AMERICA.html
[74] El estudio del aspecto trinitario de la creación-evolución puede verse en: Denis EDWARDS: El Dios de la evolución: una teología trinitaria Sal Terrae Santander 2006. En particular, sobre el tema de la necesidad, puede verse de Rubén PEREDA: La necesidad. Génesis y alcance de la noción en el pensamiento metafísico modal de Leibniz Eunsa Pamplona 2009 199-275 “Capítulo 4, necesidad y contingencia”.
[75] Aún en sus etapas más primigenias, esta es una característica primordial de los seres humanos, quienes, en aquellas épocas fueron capaces de dimensionar estratos más profundos de la realidad fenoménica, y dejar constancia de sus preguntas más radicales, por medio de sus “mitos”. Así comentaba este hecho el Papa JUAN PABLO II: “El modo de narrar concuerda con el modo de pensar y de expresarse de la época a la que pertenece el texto (yahvista del capítulo 2 Génesis). Se puede decir, siguiendo la filosofía contemporánea de la religión y la del lenguaje, que se trata de un lenguaje mítico. Efectivamente, en este caso, el término "mito" no designa un contenido fabuloso, sino sencillamente un modo arcaico de expresar un contenido más profundo. Sin dificultad alguna, bajo el estrato de la narración antigua, descubrimos ese contenido, realmente maravilloso por lo que respecta a las cualidades y a la condensación de las verdades que allí se encierran.”:  Audiencia general del miércoles 7 de noviembre de 1979, en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1979/documents/hf_jp-ii_aud_19791107_sp.html
Similar situación se presentaba, añadía el Papa, cuando la escasez de términos obligaba a emplear algunos en un sentido que, para nosotros, no resultaría evidente: « Se puede ver en esto un signo de pobreza de la lengua arcaica, a la que faltaban varias expresiones para definir hechos diferenciados. No obstante, es significativo que la situación, en la que marido y mujer se unen tan íntimamente entre sí que forman "una sola carne", se defina un "conocimiento". Efectivamente, de este modo, de la misma pobreza del lenguaje parece emerger una profundidad específica de significado, que se deriva precisamente de todos los significados analizados hasta ahora»: Audiencia general del miércoles 5 de marzo de 1980, en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1980/documents/hf_jp-ii_aud_19800305_sp.html#_ednref2
El lenguaje es típico de la experiencia humana: revela su intimidad personal mediante signos sonoros sensibles. Hans Urs VON BALTHASAR elaboró una precisa descripción de sus componentes al explicarnos de qué manera “Dios habla como hombre”: “a) La autoposesión de la persona espiritual, que se hace presente a sí misma y, por ello, conoce y entiende su propia verdad […]; b) Ser-cabe-sí como verdad significa libertad perfecta. Por ello, la palabra que el hombre libre elige para expresarse no puede ser una palabra necesaria […]; c) En la verdad y la libertad del ser-cabe-sí, el espíritu personal es lo único universal y necesario; es decir, ahora el espíritu personal ha trascendido ya la subjetividad en dirección al «tú» (en principio a todo «tú»), existiendo como intersubjetividad […]: a’) (La trascendencia hacia su origen). El lenguaje espiritual libre del hombre emerge de una profunda conexión con la naturaleza que sólo la biología y la paleontología modernas nos han revelado y que hace del hombre la cumbre de toda la creación material y orgánica y su portavoz ante Dios […]; b’) Pasemos ahora a la segunda trascendencia del lenguaje: la trascendencia hacia su meta. El lenguaje no se termina en sí mismo, se refiere a la vida. El lenguaje aspira a actuar y a crear […] Por ello, en la Biblia, toda la amplitud de la verdad (veritas, veracitas, fidelitas) está cubierta por un mismo término: emet. Dios mismo, no menos que el hombre, se ha comprometido por su palabra […]”: Ensayos teológicos. I. Verbum caro Ediciones Cristiandad (Guadarrama) Madrid 1964 109-125; la cita en 109-113.
Por su parte, el Papa BENEDICTO XVI mira el asunto desde la perspectiva de la inserción del niño en la cultura y del desarrollo de sus propias capacidades: “Cuando el niño comienza a hablar, es decir, aprende a expresar sus propias sensaciones, emociones, necesidades con palabras que no le pertenecen de manera innata, sino que él aprende de sus padres y de quienes viven a su rededor. Lo que el niño quiere expresar es lo que él mismo ha vivido, pero el medio expresivo está tomado de otro; y él, poco a poco, se lo apropia, las palabras recibidas de sus padres llegan a convertirse en sus palabras y por medio de aquellas palabras aprende también un modo de pensar y de sentir, se introduce en todo un mundo de conceptos y en él crece, se relaciona con la realidad, con los hombres y con Dios. La lengua de sus padres ha llegado a ser finalmente su lengua, él habla con palabras recibidas de otros, pero que han llegado a ser sus propias palabras”: Audiencia del 22 de junio de 2011, en: http://press.catholica.va/news_services/bulletin/news/27707.php?index=27707&po_date=22.06.2011&lang=sp
[76] Asumir las consecuencias de estos aspectos hereditarios, inclusive en lo que concierne al plano moral y a la proclividad hacia el pecado, no suele ser una actitud frecuente. Las disculpas aparecen para todo. Jesús lo ponía de presente cuando se refería a esta “hipocresía” de “escribas y fariseos”, es decir, de las personas más preparadas y especialmente representativas en la sociedad de su tiempo: “De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas.” (cf. Mt 23,27-32).
“Igualdad” y “equidad”, en relación con la “justicia”, para ser adecuadamente comprendidos, no pueden ubicarse propiamente en el ámbito cosmológico ni en el biológico. ¿Por qué no existe un único elemento en el cosmos? ¿Por qué no sólo una única variedad de célula o de organismos? Pareciera que, por el contrario, el universo odiara la igualdad y apeteciera las diferencias. Cuando tratamos de los cambios en las especies, de su evolución, “los más fuertes, se imponen”: ¿de qué lado estamos siendo “equitativos”? El debate, pues, no se ubica en los planos en los que aún no puede llegar a existir el acuerdo de la cultura.
[77] “¿Tiene sentido y futuro la aventura humana?”. Segunda de las conferencias del ciclo presentado por el Autor en la PUJ – Bogotá – entre el 24 y el 27 de agosto de 1998, publicada en mi obra: La aventura humana, o. c., p. 90, nt. 214, 121-132.
[78] Ibíd.
[78bis] (Consulta del 29 de agosto de 2017) en: https://www.census.gov/main/www/popclock.html
[79] René SIMON: Moral Barcelona 1967.
[80] Sobre todo en el texto “Sentient being, moral agent”, publicado en Journal of Moral Education 17 1988 83-91. Tom Kitwood fue líder del Grupo de Demencia de Bradford y Senior Lecturer in Psychology en la Universidad de Bradford. Pero su intento ha consistido, sobre todo, en señalar que los problemas mentales de los seres humanos requieren todo un vuelco en la manera de ser comprendidos y tratados: con “dignidad”. Menciono, sin embargo, a este respecto, algo de su bibliografía: KITWOOD, T. and BREDIN, K.: Person to Person: A Guide to the Care of those with Failing Mental Powers Gale Centre Publications Essex 1992; KITWOOD, T. and BENSON, S. (Eds.): The New Culture of Dementia Care Hawker Publications London 1995; KITWOOD, T.: Dementia Reconsidered: the person comes first Open University Press Buckingham – Philadelphia 1997, 2001.
[81] Iván F. MEJÍA ALVAREZ: Algunos elementos introductorios a la Teología Moral, o. c., p. 570, nt. 1590, 20-21.
[82] Para un estudio monográfico del tema, en el contexto y a propósito del desplazamiento, particularmente en Colombia, cf. María Stella RODRÍGUEZ ARENAS: Resiliencia: otra manera de ver la adversidad. Alternativa pedagógica para la atención de niños y niñas en situación de desplazamiento Digiprint Editores Facultad de Teología PUJ Colección Fe y Universidad 16 Bogotá 2004.
[83] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,157-158.
[84] Como advertimos oportunamente (cf. nt 33, p. 16), en un seguimiento que realizó nuestro Seminario Ciencias y Teología entre los años 2004 y 2005, se evaluaron las tradiciones de más de cien pueblos de la antigüedad y del presente. Sus resultados se pueden encontrar en: Iván Federico MEJÍA ÁLVAREZ (coord.) – Sergio Antonio ADARME RODRÍGUEZ et alii: Relatos culturales sobre el origen del mundo y de la vida Facultad de Teología – Pontificia Universidad Javeriana Colección Apuntes Bogotá 2012. Al hacer tal evaluación se ha podido observar, efectivamente, de qué manera entraron a formar parte de dichas tradiciones los elementos circundantes al pueblo, para elaborar unos relatos en los que aparecen muchos factores que apuntan a una transformación del cosmos por obra, p. ej., de fuerzas y dioses superiores al hombre, o a la transformación del mundo por razones intrínsecas a sí mismo.
Estos factores tienen aún actualmente una incidencia práctica a la que no podemos cerrar los ojos. Según expresan algunos expertos, tal es el caso, p. ej., cuando se considera el estatuto epistemológico de la psicología y otras disciplinas del mismo corte, las cuales, afirman ellos, perteneciendo a las “ciencias sociales”, no dejan de resentir el efecto del “sentido común” o, mejor aún, de la simple opinión, de la experiencia diaria, de modo que no pasan de ser un conocimiento precrítico, basado en las solas creencias, que proporciona reglas generales para situaciones tanto frecuentes como nuevas. Se suma a ello su manera de proceder mediante el “discurso especulativo”, en el que unas ideas se remiten a otras refiriéndose a los objetos reales mediante la sola analogía…
[85] No puede dejar de mencionarse otro hecho: la influencia que ejerció el clérigo, aristócrata y economista británico Thomas Robert MALTHUS (1766-1834) con su hipótesis sobre la desigualdad entre comensales y alimentos: si no se frena el crecimiento de la población no habrá recursos suficientes para todos los hombres, de donde se originarán enfermedades y miseria. Sólo que Darwin extendió esta idea a todos los seres vivientes y a sus fuentes de alimento: la lucha por la vida.
[86] Según Ernst MAYR, citado por Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,187s.
[87] Manuel Trevijano trae la siguiente traducción de la obra de Darwin (The Descent of Man John Murray London 1901 936): “La creencia en Dios ha sido frecuentemente afirmada no sólo como la más grande, sino como la más completa de todas las diferencias entre el hombre y los animales inferiores… Soy consciente de que esa citada creencia instintiva en Dios ha sido utilizada por muchas personas como una prueba de su existencia… La idea de un creador universal y bondadoso parece que no surge en la mente del hombre hasta que no ha sido elevado por una cultura durante un largo período de tiempo”: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,179-180.
La teoría de Darwin, con todo, tuvo otras repercusiones importantes. Ignacio NÚÑEZ DE CASTRO S. J., en el ciclo de conferencias “Ciencia y Fe en la Universidad” al que fue invitado (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 14, 15 y 16 de Agosto de 1997), entre sus intervenciones, expuso una, titulada “Charles Darwin: ¿Ateísmo en él?” (pro manuscrito, no publicada). En ella resaltaba, p. ej.: «Dijimos que un buen grupo de los promotores del "materialismo dialéctico", particularmente el marxismo y Engels, frecuentemente interpretaron a Darwin a su favor. Pero hay que entender, en primer término, que Darwin no tomó parte en el "darvinismo" y en el cientismo, que consideraban a Darwin el liberador del pensamiento humano por el materialismo. Marx y Engels (Karl MARX y Friedrich ENGELS: Cartas sobre las ciencias de la naturaleza y las matemáticas Editorial Anagrama Barcelona 1975) hacen referencia temprana, desde 1859, al pensamiento de Darwin: "la teleología había sido demolida": es decir, toda pretensión de encontrar una finalidad en el universo. "Ello es el fundamento natural de nuestra idea" (Marx). A Darwin no le gustó esa interpretación de su obra, por el contrario la rechazó: "Defensor de la libertad de opinión, como soy, pero los argumentos contra el cristianismo y el teísmo no me gustaron... no parecen seguir el desarrollo de las ciencias..."»
[88] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA, en el texto que hemos referido, Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,225-254, hace una exposición y un comentario de estos y otros textos del Magisterio, para mostrar el cambio de perspectiva, y ojalá de espíritu, con el que hoy se afrontan estos problemas en la perspectiva “teológica” y del diálogo con las ciencias; y expone el pensamiento de Pierre Teilhard de Chardin como paleontólogo y como poeta, más que como filósofo y teólogo, dedicado a este tipo de investigaciones. En razón de brevedad, remitimos a dicha obra. Para un acercamiento a las cuestiones complejas y delicadas de las implicaciones del fenómeno en territorios relacionados con enseñanzas “de fe y costumbres” de la Iglesia Católica, cf. mi texto: Iván Federico MEJÍA ÁLVAREZ: La aventura humana, o. c., p. 90, nt. 214, 35ss, y en especial, 40-43.
[89]El sitio donde vive el alma. Entre los dibujos tempranos de anatomía de Leonardo (c. 1489) existe el f. RL (Royal Librery at Windsor) 19057r; K/P (Catálogo Kenneth Clark / Carlo Pedretti) 43r que muestra dos muy cuidadosos cortes del cráneo. Debido a la creencia de que ‘el alma, o también, el sentido común’ tenía ‘su residencia en el centro de la cabeza’, Leonardo se ocupó por sí mismo de la búsqueda de su localización”: Marco CIANCHI: Leonardo. The Anatomy Giunti Florencia 2005 10ª 18.
[90] Las enseñanzas oficiales del magisterio han seguido en esa misma línea. P. ej., LEÓN X (1513-1521) replicaba a los Averroístas su interpretación de Aristóteles, indicándoles que la razón humana no alcanza a demostrar la inmortalidad del alma, ni la proposición contraria (DS 1440-1441). Y LEÓN XIII (1878-1903) rechazaba la posición de Antonio Rosmini quien había enseñado que la “forma sustancial del cuerpo es más el efecto del alma y el término interior de su operación, de modo que no es el alma propiamente la forma sustancial del cuerpo. (Porque) la unión del alma y del cuerpo propiamente consiste en una percepción inmanente” (DS 3224). De igual modo, consecuencias morales se sacan de esta posición unitaria e integral. Tal es el caso de PÍO XI quien, en la encíclica Casti connubii (31 diciembre 1930), enseñaba que la prole es el primero de los bienes del matrimonio y que el Creador del género humano quiso que los seres humanos lo acompañaran como buenos administradores en la procreación de la vida (DS 3703).
[91] Los textos posteriores reiteran esta misma argumentación sobre el ser humano, basándose en el modelo de la encarnación del Verbo: DS 272; 900; 3002.
[92] Iván Federico MEJÍA ÁLVAREZ: La aventura humana, o. c., p. 90, nt. 214, 38. Cf. Michael MAHER - Joseph BOLLAND: “Soul” en The Catholic Encyclopedia Robert Appleton Company New York 1912 Volume XIV, en: http://www.newadvent.org/cathen/14153a.htm
Valga la ocasión para señalar que la PONTIFICIA ACADEMIA DE CIENCIAS está organizando su Sesión Plenaria – del 31 de octubre al 4 de noviembre de 2008 – con el tema: “Scientific Insights into the Evolution of the Universe and of Life”, en la que se pretende hacer un balance sobre la temática, cuya información puede encontrarse en: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/2008/Booklet_38.pdf 
[94] Cf. Juan Ramón LACADENA et alii: En el centenario de Méndel: La genética ayer y hoy Alhambra Madrid 1984. También es un deber de justicia mencionar el excelente discurso del Santo Padre JUAN PABLO II con ocasión del primer centenario de su muerte, en acto promovido por la Orden Agustina, a la que el Abad Mendel perteneció, por el Pontificio Consejo para la Cultura y por el Instituto Gregorio Mendel de Roma, el día 10 de marzo de 1984: “hombre de fe, hombre de cultura y hombre de ciencia”, lo llamó en aquella vez el Papa (cf. http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1984/march/documents/hf_jp-ii_spe_19840310_commemorazione-mendel_it.html) El Papa BENEDICTO XVI lo rememoró una vez más con motivo de su visita a Moravia en la República Checa, 26 de septiembre de 2009, en: http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/24373.php?index=24373&po_date=26.09.2009&lang=sp
Ha de recordase que ya René DESCARTES había llamado la atención sobre el “método” como “necesario para la búsqueda de la verdad”: Reglas para la dirección del entendimiento (o de la mente) Juárez Editor Buenos Aires 1969 17, “Regla IV”.
[95] Reconocieron ellos, sin embargo, que el verdadero fundador de esta rama de las ciencias, había sido Méndel con sus investigaciones.
[96] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,193.
[97] “La ley de la uniformidad, establece que si se cruzan dos razas puras para un determinado carácter, los descendientes de la primera generación son todos iguales entre sí e iguales a uno de los progenitores. La ley de la disyunción, establece que los caracteres recesivos, al cruzar dos razas puras, quedan ocultos en la primera generación, reaparecen en la segunda en proporción de uno a tres respecto a los caracteres dominantes. La ley de la segregación independiente, establece que los caracteres son independientes y se combinan al azar”: en (consulta agosto 2006): http://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_Mendel
[98] El mecanismo de la herencia mendeliana (1915), en: "A Critique of the Theory of Evolution" (Una Crítica a la Teoría de la Evolución: La Herencia Cromosómica), 1916, en (consulta agosto 2006): http://www.geocities.com/fdocc/morgan.htm
[100] El Profesor Lejeune estudió inicialmente el efecto de las radiaciones atómicas sobre los seres vivos, y después de varios años de investigación llegó a ser Director del Servicio Nacional de Salud de Francia. Fue docente de genética en la Facultad de Medicina en París y trabajó hasta su muerte en el hospital Necker-Enfants Malades, así como en otras fundaciones y asociaciones. Ingresó como miembro de la Pontificia Academia de Ciencias, y de otras academias médicas, y después fue presidente vitalicio de la Pontificia Academia para la Vida. Murió en olor de santidad, y su proceso de beatificación, en la etapa diocesana, concluyó en abril de 2012.
[101] El color de la piel de los seres humanos, para dar un ejemplo práctico, depende de varios genes (“poligenia”).
[102] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,201.
[103] Ibid., 201s.
[106] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,203.
[107] Bronislaw MALINOWSKI (1884-1942) afirmaba, precisamente, que cualquier forma de organización humana era necesario examinarla en el contexto de su propia cultura. Cf. (consulta agosto 2006): http://es.wikipedia.org/wiki/Bronis%C5%82aw_Malinowski
[108] “Errores congénitos del metabolismo”. 
La alkaptonuria es una enfermedad en la que el individuo elimina por la orina una gran cantidad de ácido homogentísico que le da un color oscuro característico. “Los Errores Congénitos o Innatos del Metabolismo (EIM) son un grupo de enfermedades con base en alteraciones metabólicas, caracterizadas por la falla de la actividad enzimática parcial o total, o bien, por perturbación de las proteínas de transporte, hormonas peptídicas, inmunoglobulinas, colágeno y factores de la coagulación, entre otros. La patógena de los EIM es a causa de trastornos en la información genética, por lo que la gravedad de la enfermedad se expresa individualmente. Desde que fue descrito hace casi 100 años por Sir Archival Garrod el concepto de estas enfermedades, a la fecha, se han dilucidado los mecanismos de transmisión y expresión de la información genética, así como los mecanismos moleculares y sus trastornos. Ello ha permitido mejores medidas racionales de diagnóstico y tratamiento. Actualmente se han identificado en el Hombre, más de 400 tipos de desórdenes metabólicos hereditarios con 35 deficiencias, reconociéndose más de 5000 enfermedades determinadas por un sólo gen”: en (consulta agosto 2006): Jorge Manuel SÁNCHEZ GONZÁLEZ – Antonio Eugenio RIVERA CISNEROS: “Errores congénitos del metabolismo. Es importante considerarlos en la práctica cotidiana” Calimed 11 (3) 2005 297-300: en (consulta agosto 2006): http://www.imbiomed.com/1/1/articulos.php?method=showDetail&id_articulo=35859&id_seccion=1671&id_ejemplar=3703&id_revista=36
Como ocurre en muchos centros del mundo, también los Departamentos de la Facultad de Ciencias de nuestra Pontificia Universidad (consulta agosto 2006) realizan investigaciones sobre las moléculas. Tal es el caso del Departamento de Nutrición y Bioquímica que tiene actualmente, entre otros frentes: Clínico - Genético - Molecular en Dislipoproteínemias; Bioquímica Computacional y Estructural y Bioinformática
Es muy grato poder referir en este contexto de los genes y de los procesos metabólicos la publicación de la investigación desarrollada por la ND Lilia Yadyra CORTÉS SANABRIA: Efecto de los tocotrienoles naturales de la dieta sobre el perfil lipídico y la capacidad oxidativa de las LDL en conejos Nueva Zelanda y en adultos humanos Tesis (Doctor en Ciencias Biológicas). -- Pontificia Universidad Javeriana, 2012. Los impactos de esta investigación en ámbitos como el que aludimos, el del metabolismo, pero más en particular sobre los efectos de la Vitamina E y sobre las enfermedades cardiovasculares son de destacar. Señala el resumen de su tesis doctoral: "Los tocotrienoles (T3E), además de ser antioxidantes presentan efecto hipocolesterolémico. Se encuentran en palmoleína y en algunos cereales. Objetivo. Definir el papel que los T3E de la dieta pudieran tener sobre el perfil lipídico y la capacidad oxidativa de las LDL. Materiales y Métodos. Se determinó el perfil de ácidos grasos y la concentración de T3E en ingrediente y dietas. Conejos fueron mantenidos con dietas con y sin T3E durante 4 meses. Mujeres jóvenes consumieron dietas con alto y bajo aporte de T3E durante un mes. Mensualmente, se determinó el perfil lipídico y al finalizar el tratamiento se determinó la capacidad oxidativa de las LDL. Resultados. Los tratamientos con AGM o AGPI sin aporte de T3E produjeron efecto benéfico sobre los niveles de colesterol total y LDLc, pero disminuyeron los de HDLc. El tratamiento con AGS y con fuente natural de T3E, no produjo un efecto marcado sobre los niveles de colesterol total y LDLc y sí mejoró los niveles de HDLc. Al incluir T3E a dietas con colesterol, se observó un impacto benéfico sobre los niveles de los tres parámetros. Los T3E ejercen un efecto benéfico sobre la capacidad oxidativa de las LDL. Conclusión. La inclusión de T3E naturales de la dieta, sin importar su fuente, parecen disminuir o mantener neutro los niveles de colesterol sérico y limitar el incremento del mismo cuando a la dieta se le adiciona colesterol. Así mismo, tienen un impacto benéfico sobre los niveles de HDLc y sobre la capacidad oxidativa de las LDL." Véase: http://repository.javeriana.edu.co//handle/10554/2924 y el texto en: http://repository.javeriana.edu.co/bitstream/10554/2924/1/CortesSanabriaLiliaYadyra2012.pdf
[109] Su biografía se puede encontrar en la página de los Premios Nobel (consulta agosto 2006): http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/1962/watson-bio.html
[110] Su biografía se puede encontrar en la página de los Premios Nobel (consulta agosto 2006): http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/1962/crick-bio.html
[111] Se reseña que el importante genetista americano Max Dellbrück “se negaba a admitir que una «molécula tan estúpida» pudiese realizar una función tan complicada”. Fue luego Premio Nobel en 1968. Cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,206.
[112] Ibíd., 206.
Sea esta la ocasión para agradecer al Doctor Carlos Corredor, Decano de la Facultad de Ciencias por aquella época, los conocimientos que nos impartió a los profesores de la Facultad de Teología en el Seminario sobre Bioquímica y Teología (1997-2003). Así mismo, a los Profesores (Doctores y Magísteres) Hómer Ángel, Nina Stella Clavijo, Jaime Villalobos y José Milcíades Díaz, por sus aportaciones en el Seminario sobre Física y Teología realizado durante esa misma época. Conservamos las actas de tales actividades.
[113] Su biografía se puede encontrar en la página de los Premios Nobel (consulta agosto 2006): http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/1965/jacob-bio.html
[114] Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,210-211.
[115] Los premios Nobel de Medicina y Fisiología y de Química del año 2006 han tenido qué ver con las investigaciones en genética. Véanse estas informaciones (consulta agosto 2006): “Andrew Z. Fire y Craig C. Mello ganaron hoy el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2006, por sus trabajos en el campo de la genética. Ambos científicos descubrieron que el ácido ribonucleico (ARN) bicatenario bloquea de forma muy eficaz la síntesis de proteínas, lo que posibilita desactivar un gen concreto y determinar así cuál es su función, un mecanismo de importancia fundamental en la defensa contra las infecciones virales.” (http://www.diariodeleon.es/inicio/noticia.jsp?CAT=113&TEXTO=100000027115)
“El Premio Nobel de Química 2006 fue concedido al estadounidense Roger D. Kornberg, por sus estudios sobre la base molecular de la transcripción eucariótica, anunció hoy en Estocolmo la Real Academia Sueca de Ciencias. El estudio de este proceso bioquímico tiene amplia importancia en la comprensión de la vida, y también en la medicina, incluyendo la aplicación terapéutica de las células madre y la comprensión de enfermedades como el cáncer y afecciones cardíacas.” En (consulta agosto 2006): http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=17$0200000000$3392507&f=20061004
[116] Que existiera vida “humana” como la que conocemos en nuestro planeta, en nada contradiría a la fe en lo que se refiere, p. ej., a la encarnación del Verbo. En el caso nuestro, sabemos que ésta se realizó “por nosotros y por nuestra salvación”, y técnicamente no por la de otros supuestos sujetos capaces de pecar, existentes hipotéticamente en el universo. Dios ha podido querer salvarnos de otra manera diferente a la de la encarnación del Verbo.
Con todo, si está presente en ellos la libertad, surge la posibilidad del pecado. Y si existe éste, existe también para ellos la necesidad de su perdón gratuito y misericordioso por parte de Dios. Sólo que conforme a lo que ellos hubieran sido y fueran… Es la hipótesis de S. Tomás, cf. ST III, q. 1, a. 2, resp.
[117] Los relatos etiológicos del Génesis permiten constatar la existencia de idénticas cuestiones por parte de las culturas históricas. El pueblo hebreo las respondió de tal manera que, sin dejar de insistir en el origen único de todos los seres humanos, en últimas en su creación por parte de Dios y en la transmisión a todos ellos de su “imagen y semejanza” (Gn 9,6), constata las diversidades no sólo en las lenguas (la “torre de Babel”, Gn 11) sino, atribuyéndolo a un fenómeno inclusive “anterior”, en las razas, en sus costumbres políticas, económicas, técnicas, urbanas, militares, etc. (los descendientes de Noé, Sem, Cam y Jafet: Gn 9,18-10,32).
[118] “Es evidente, por tanto, que los rasgos raciales, lingüísticos, culturales y nacionales no guardan una conexión necesaria. Los raciales son en gran parte determinados genéticamente y transmitidos biológicamente. Los lingüísticos y culturales se aprenden y se transmiten mediante los procesos de la enseñanza y la educación. La nacionalidad se adquiere por el hecho de nacer en una cierta localidad o merced a los procesos legales instituidos por una nación para la determinación de la ciudadanía”: Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 247.
[119] La primera opinión la expresa Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,219; la segunda, Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 127, en donde expresan: “En sentido estricto, ningún hombre fósil se ha encontrado en parte alguna de las Américas. La evidencia existente indica que el primer poblamiento de las Américas se produjo a través del Estrecho de Bering, desde Siberia, en un tiempo en que el descenso de los niveles del mar crearon un puente terrestre. Correlacionando la evidencia geológica con la datación por el método del Carbono 14 de yacimientos arqueológicos primitivos, se estima que el hecho debió producirse hace unos 30.000 o 40.000 años, o durante las últimas fases del último período glaciar (Wisconsiniano). La posibilidad de migraciones anteriores no puede descartarse, pero no hay evidencia de que esas migraciones anteriores ocurrieran”.
Con todo, más recientemente, en razón del estudio de cráneos, cocina y raíces de palabras, se ha hablado del descubrimiento de contactos entre polinesios y los primeros habitantes de América. Pero los atribuyen a trece o catorce mil años atrás. Cf. El Espectador, 23 de septiembre de 1999.  Véase, con todo, la reseña muy crítica sobre este punto de José Miguel GARCÍA CAMPILLO a la obra de Nina G. JABLONSKI (ed.), The First Americans. The Pleistocene Colonization of the New World. Memoirs of the California Academy of Sciences 27. University of California Press, San Francisco, 2002, aparecida en la Revista Española de Antropología Americana 35 2005 241-266:  en (consulta julio 2008): http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/05566533/articulos/REAA0505110241A.PDF
[120] Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología, o. c.  p. 60, nt. 127, 108-127.
[121] Las mitocondrias son partículas muy pequeñas que se encuentran en el protoplasma de las células, cuya tarea es convertir los alimentos en energía disponible para todo el resto de la célula. Poseen sólo 37 genes, pero todos son imprescindibles, y una mutación adversa en uno de ellos produciría en el sujeto graves enfermedades nerviosas.
Alfonso MARTÍNEZ-CONDE y Pilar MAYOR en su artículoEl DNA mitocondrial humano y su expresión”, analizan en tema: “Genoma mitocondrial humano. Constituido por un solo cromosoma, que es una molécula circular de DNA de un tamaño de 16569 pares de bases (8000 veces menor que el cromosoma medio). Este tamaño de 16569 bp corresponde al primer DNA que se secuenció y es el DNA "secuencia Cambridge". Otras variantes tienen distinto tamaño; así el DNA mitocondrial "secuencia africana" tiene 16559, mientras la "secuencia sueca" tiene 16570 bp. En cuanto a su número, hay que precisar que la mayoría de las células tienen varios cientos de mitocondrias. Además cada mitocondria tiene varias moléculas de DNA, con lo que el número de copias del cromosoma circular en cada célula es de varios miles.” En (consulta agosto 2006): http://www.lab314.com/jauja314.htm
Las aplicaciones de estas investigaciones genéticas al ámbito de la evolución humana dan estos datos (octubre 2009) de acuerdo con el "Proyecto Genográfico", que está siendo adelantado por el Dr. Spencer WELLS (1969-), biólogo, autor de The Journey of Man, Princeton University Press Princeton N.J.  2002, y de  Deep Ancestry: Inside the Genographic Project National Geographic Washington D.C. 2006:
"Línea de Tiempo: Uno de los objetivos del Proyecto Genográfico es diseñar un cuadro de cómo y cuándo la antigua humanidad recorrió el mundo a través del mapeo de marcadores genéticos en seres humanos de la actualidad. Estos grandes movimientos migratorios llevaron a descendientes de pequeños grupos que habitaban África hacia los rincones más remotos de la tierra. Hace 200.000 - 150.000 años: El viaje genético de todo ser humano que habita la tierra hoy comienza con una mujer - "Eva Científica o Mitocondrial" - que vivió en África y pasó su ADN a través de estructuras celulares especiales denominadas mitocondria, heredada de mujer a mujer. Hace 195.000 años: Nadie sabe cuándo aparece el hombre por primera vez. Richard Leakey halló los cráneos y huesos más antiguos de hombres anatómicamente modernos en el Valle del Río Omo, Etiopía, en 1967. Nuestros antiguos ancestros homo sapiens permanecen en África durante tres cuartos del total de la historia de la raza humana como especie. Hace 150.000 años: El primer punto en nuestro árbol genealógico familiar está marcado por el gran movimiento humano original: un grupo se dirige hacia el sur de África y el otro hacia el este - y más tarde, hacia el resto del mundo. Hace 130.000 a 70.000 años: Se cree que nuestra cuna de la humanidad se convierte en desierto debido a los constantes cambios climáticos y la fluctuación en las temperaturas que casi borra a la especie humana de la faz de la tierra. Basándonos en la ausencia de variaciones genéticas de la época podemos decir que el número se redujo a casi 2.000 personas, poniendo a la raza humana en peligro de extinción. Hace 70.000 años: Estudios climáticos señalan que la gran sequía en África amaina por un tiempo y la población humana vuelve a florecer. Evidencias arqueológicas revelan la presencia de herramientas de esa era en todo el continente y la genética confirma que nuevos linajes comenzaron a echar raíz. Hace 60.000 años: El "Adán Científico" es el ancestro masculino común a todos hombres que habitan la tierra en la actualidad y que además dota a cada uno de ellos del cromosoma Y.  Dado que vivió en África hace unos 60.000 años se estima que toda la especie humana habitó la misma zona durante esa época, al menos. Hace 50.000 años: Algunos científicos sostienen la teoría de que una gran ola de seres humanos emigra de África cruzando por el extremo austral del Mar Rojo hacia la Península Arábiga - una distancia de apenas 27 kilómetros. Hace 50.000 años: Los humanos primero llegan al sudeste de Asia, quizá luego de viajar a lo largo de las costas de lo que hoy seria territorio de Irán, Paquistán e India. En aquella época, una masa continental continua conectaba Asia con el sur de Indonesia, justo al norte de Australia. Hace 45.000 - 40.000 años: Los registros arqueológicos muestran que la raza humana se traslada hacia Australia. El viaje pudo haber sido posible gracias a los cambios geográficos y el bajo nivel del mar durante el período glacial. Hace 40.000 - 35.000 años: Los africanos que se trasladan hacia el Medio Oriente durante los períodos tropicales se encuentran en una vasta "estepa carretera" que corre entre China y Corea. Como cazadores, esta comunidad se dispersa gradualmente por toda la estepa y llega a poblar gran parte de Eurasia. Hace 40.000 - 35.000 años: A pesar de las condiciones impuestas por una fría era del hielo, un resistente grupo de cazadores de mamuts emigra hacia la tundra en el sur de Siberia.  Allí desarrollan habilidades específicas de los climas cálidos que les permiten poblar el noreste de Siberia y, eventualmente, el norte de América. Hace 28.000 años: Evidencia arqueológica señala que el Peñón de Gibraltar, el extremo más austral de Europa, es el último lugar donde vivió el hombre de Neandertal en Europa antes de convertirse en una especie extinta. Los seres humanos modernos luego ocuparon el mismo sitio que el Neandertal había habitado aunque estos dos grupos jamás se cruzaron en Gibraltar. Hace 20.000 - 15.000 años: Algunos científicos creen que los primeros americanos ingresan a la porción norte del continente americano a través de una zona conocida como Alaska cruzando desde Siberia por un "puente de tierra" temporario. Herramientas de diseño avanzado muy populares en Asia más tarde aparecen en el norte de América. Hace 14.000 años: Monte Verde es un sitio arqueológico en la región sur central de Chile en donde trozos de algas marinas de 14.000 años de antigüedad que se adhirieron a los bordes filosos de viejas herramientas hechas con piedra sugieren que el hombre ya habitaba cerca del extremo austral de América del Sur desde antes de lo que se suponía. Más recientemente, Monte Verde fue incluido en la lista de la UNESCO como patrimonio de la Humanidad. Hace 11.000 años: Con el fin de la era de hielo, la masa continental que une Rusia y Alaska desaparece. Los primeros americanos quedan aislados del resto de la humanidad hasta la llegada de Cristóbal Colón."
[122] Las investigaciones sobre el cromosoma Y de las células se han intentado también, pero el margen de resultado es muchísimo más amplio, pues reporta entre 41.000 y 500.000 años de antigüedad. Cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87, 223.
[123] Cf. ibíd., 224.
[124] “La estirpe de lenguas indoeuropea es una de las más extendidas geográficamente e incluye a la mayor parte de las lenguas europeas pero también se extiende por Irán, Afganistán y la India. Aunque esta familia comprende solamente unas 140 lenguas, sin embargo es hablada por unos 2.500 millones de personas en todo el mundo. La familia indoeuropea fue identificada como tal por Sir William Jones en el siglo XVIII tras estudiar la lengua sánscrita y comprobar su similitud con la latina y griega, no sólo en su vocabulario sino también en su sistema gramatical e inflexiones. Jones concluyó que las tres lenguas tenían un solo antepasado común, del cual surgieron también las lenguas germánicas y celtas. Al hilo de esta conclusión se llegó a otra y era que los grupos eslavo y báltico también pertenecían a esta familia, junto con el armenio y albanés. Posteriormente, las extintas tocaria e hitita también se incluyeron dentro de esta familia. Consideraciones lingüísticas, históricas y geográficas indican que los hablantes de proto-indoeuropeo eran una población relativamente pequeña y homogénea de Eurasia que hacia el 4.000 a. C. experimentó una importante expansión y fragmentación”: PROMOTORA ESPAÑOLA DE LINGÜÍSTICA (PROEL): Familia Indoeuropea” , en (consulta agosto 2006): http://www.proel.org/index.php?pagina=mundo/indoeuro
Sobre Claude Lévi-Strauss, antropólogo “estructuralista” recién citado, hago alusión a su obra de 1962: El pensamiento salvaje Fondo de Cultura Económica México 1964 1972 reimpresión.
[125] Antonio T. PADOVANO: El Dios lejano Sal Terrae Santander 1968 151.
Se trata, como se puede ver, de un asunto crítico. No hace mucho – los hechos a los que se refiere la siguiente anécdota y su reflexión no son aún tan lejanos  – afirmaba Joseph RATZINGER: “Habíamos experimentado la pretensión de un partido totalitario, que se concebía como la plenitud de la historia y que negaba la conciencia del individuo. Hermann Goering había dicho acerca de su jefe: « ¡Yo no tengo ninguna conciencia! Mi conciencia es Adolf Hitler.» La inmensa ruina del hombre que derivó de ello, estaba ante nuestros ojos”: “Avevamo sperimentato la pretesa di un partito totalitario, che si concepiva come la pienezza della storia e che negava la coscienza del singolo. Hermann Goering aveva detto del suo capo: "Io non ho nessuna coscienza! La mia coscienza è Adolf Hitler". L'immensa rovina dell'uomo che ne derivò, ci stava davanti agli occhi”: Discorso con ocasión del Centenario de la muerte del Card. John Henry Newman, Roma, 28 Aprile 1990, en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19900428_ratzinger-newman_it.html  El peligro, desde diversos puntos de vista, con todo, no ha desaparecido…
La referencia a la conciencia individual como presupuesto y condición de posibilidad para la existencia de la Iglesia fue puesta de presente, de igual modo, por el Cardenal Newman en esa misma ocasión: “Por esto, se trataba de un hecho para nosotros liberador y esencial que debíamos saber, que el «nosotros» de la Iglesia no se fundaba sobre la eliminación de la conciencia, sino que ella (la Iglesia) sólo se podía desarrollar a partir de la conciencia. Sin embargo, precisamente porque Newman explicaba la existencia del hombre a partir de la conciencia, es decir en la relación entre Dios y el alma, era también claro que este personalismo no representaba ninguna cesión al individualismo, y que el ligamen con la conciencia no significaba concesión alguna a la arbitrariedad, sino que se trataba, precisamente, de lo contrario. De Newman habíamos aprendido a comprender el primado del Papa: la libertad de conciencia – así lo enseñaba Newman con la Carta al Duque de Norfolk – no se identifica, en efecto, con el derecho de «dispensarse, de ignorar al Legislador y al Juez, y de ser independientes de deberes invisibles». De este modo, la conciencia, en su significado auténtico, es el verdadero fundamento de la autoridad del Papa. Efectivamente, su fuerza proviene de la Revelación, que completa la conciencia natural iluminada de manera sólo incompleta, y «su razón (de la Revelación, y por ende, de la autoridad del Papa) de ser es ser la muestra de la ley moral y de la conciencia”: “Perciò era un fatto per noi liberante ed essenziale da sapere, che il "noi" della Chiesa non si fondava sull'eliminazione della coscienza, ma poteva svilupparsi solo a partire dalla coscienza. Tuttavia proprio perché Newman spiegava l'esistenza dell'uomo a partire dalla coscienza, ossia nella relazione tra Dio e l'anima, era anche chiaro che questo personalismo non rappresentava nessun cedimento all'individualismo, e che il legame alla coscienza non significava nessuna concessione all'arbitrarietà - anzi che si trattava proprio del contrario. Da Newman abbiamo imparato a comprendere il primato del Papa: la libertà di coscienza - così ci insegnava Newman con la Lettera al Duca di Norfolk - non si identifica affatto col diritto di "dispensarsi dalla coscienza, di ignorare il Legislatore e il Giudice, e di essere indipendenti da doveri invisibili". In tal modo la coscienza, nel suo significato autentico, è il vero fondamento dell'autorità del Papa. Infatti la sua forza viene dalla Rivelazione, che completa la coscienza naturale illuminata in modo solo incompleto, e "la sua raison d'être è quella di essere il campione della legge morale e della coscienza".” (Los paréntesis han sido introducidos en la traducción por mí.)
[126] Acerca del problema del mal en la literatura y en otras expresiones del arte desde fines del s. XIX hasta un poco más adelante de mediados del s. XX, cf. Antonio T. PADOVANO: El Dios lejano Sal Terrae Santander 1968 passim.
[127] Se ha de tener presente que, frente a quienes, como Arrio, exageraban el poder que tenían las obras humanas, y sus méritos, ante Dios, se opuso s. Agustín. Éste indicaba que el pecado original se transmitía de padres a hijos, pero la solución venía inmersa en su antropología platónica: un alma creada directamente por Dios, un cuerpo aportado por los padres…
[128] Ya se puede ver que el problema que ha sido denominado paleoantropológico propone una duda grave a la impostación tradicional teológica del origen del mal en el mundo, como hemos hecho notar en la nt. anterior. Más aún, cuando cada vez más parecieran converger, en la doctrina del Magisterio ordinario, los hallazgos de la genética, sobre la especiación “humana” del zigoto desde el momento de la concepción (dato biológico), y la calificación (moral y jurídica) del mismo zigoto en cuanto a su valor y dignidad humana. El problema, sin embargo, se extiende a otros problemas de actualidad, tales como el aborto, la ingeniería genética y la fecundación asistida, especialmente. Los datos son cada vez más concretos, pero de nosotros, de nuestros presupuestos antropológicos, y en particular de las ideologías a las que servimos, dependerá, en últimas, nuestra decisión.
De todos modos, sólo puede hablarse en sentido estricto de “pecado” (personal: aún en su “origen”) a partir del momento en que exista en el ser humano la condición real de posibilidad para realizarlo. Y ello sólo fue (es) posible cuando estuvieron (estén) dadas no sólo las bases y condiciones orgánicas, fisiológicas y psicológicas para conocer y deliberar, para decidir y ejecutar lo decidido, sino también cuando tal situación se podía conocer y decidir como favorable a la auténtica humanización, y, en últimas, al querer de Dios, o, por el contrario, como opuesta a dicha realización humana, y al querer de Dios. Se trata (habría tratado), sin duda, de una referencia cierta, y no necesariamente compleja, así fuera implícita, a Dios. Acerca del tema afirma Manuel Trevijano: “Considerando el origen del hombre nos hemos tenido que quedar sin contestar a una pregunta: ¿En qué momento exacto apareció el primer hombre? Y esta pregunta creo que nunca tendrá contestación”: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,255. El CAICse refiere sobriamente a esta situación ubicándola – no podía, en mi opinión, ser de otra manera, por todos los datos que poseemos – “en las condiciones históricas en que se encuentra el hombre” (n. 37).
Hemos escrito en otra ocasión a este propósito teniendo a la vista el actuar moral: “El pecado, experiencia que en su núcleo ético experimentamos todos los seres humanos adultos, y la inclinación al mismo [dice en efecto Pío XII: “El espíritu humano, para adquirir semejantes verdades (que se refieren a Dios y a los hombres), padece dificultad por parte de los sentidos y de la imaginación, así como de los malos deseos nacidos del pecado original. De ahí procede que en semejantes materias los hombres se persuadan fácilmente de la falsedad o al menos de la incertidumbre de las cosas que no quisieran que fuesen verdaderas”: Enc. Humani generis, en DS 3875. Cf. Juan Pablo II: CAIC nn. 385-386], que podemos remontar históricamente hasta nuestros antepasados homínidos y psicológicamente hasta nuestra edad más temprana, dice una relación de “rebeldía” constitucional ante Dios que nos ha creado amantísimamente [en efecto, ni siquiera el pecado de los primeros padres propiamente humanos interrumpió ese amor y esa comunicación revelatoria de Dios: cf. Juan Pablo II: CAICn. 55]. El NT no puede comprenderse sin esta evidencia: el pecado es una realidad antropológica, que nos atañe a todos y nos constituye.
Con todo, en nuestro tiempo se ha intentado birlar tal condición; pero mientras no seamos conscientes de ella la fuerza de la Pascua de Cristo poco puede aprovechar a la vida de los hombres. En efecto, hemos sido hechos seres humanos, pero en condición de perfectibles gracias a nuestra colaboración a la acción permanente y providente de Dios que ha puesto nuestro proceso y nuestro destino en nuestras propias manos.
Pareciera a primera vista contradictorio. Sin embargo, la doctrina de la creación del cosmos y del hombre, pero especialmente la doctrina del pecado original, nos permiten comprender que nuestra existencia es una convocación y que estamos destinados a nuestra “plenitud” y “madurez” a imagen de Cristo resucitado. Sí. Pero que tal condición no se nos da automáticamente, que ella es objeto y resultado de un proceso mediante el cual vamos pasando, día tras día, de una situación de pecado, que nos esclaviza, a una realidad diferente de mayor libertad, a todo nivel, en todas las dimensiones de la existencia humana: La libertad propia de los hijos de Dios.
El pecado original se perdona con el bautismo al recibir la gracia de Cristo. Sí. Pero con ello el ser humano no queda ya, normalmente, llevado a su término y, sobre todo, exento de su esfuerzo continuo y perseverante [cf. Juan Pablo II: CAIC nn. 407-409]. El compromiso bautismal mediante el cual nos incorporamos a Cristo y a la Iglesia consiste en el esfuerzo personal por cooperar a la gracia divina a fin de que toda la vida se vaya haciendo cada vez más conforme con la de Cristo, que “su obra buena llegue a feliz término”, y que, en consecuencia, de esta afirmación de la fe se llegue a la práctica real en la conducta ética. Un compromiso bautismal, por tanto, que se evidencia en el empeño personal y permanente de seguir a Cristo, de ser “otro” Cristo mediante la entrega de la propia vida al servicio de los demás.
El pecado original, por último, nos lleva a tomar aún más en serio nuestra propia vida religiosa y moral; pues, en las múltiples formas en que se manifiestan sus consecuencias, especialmente en la posibilidad, más aún en la terrible realidad de que pecamos a diario, se evidencia por encima de todo, el querer de Dios: Que tengamos vida y vida en plenitud; y que, por lo mismo, nuestro esfuerzo constante y tenaz ha de ser por vencer el pecado que nos mata y esclaviza: “A través de toda la historia del hombre se extiende una dura batalla contra los poderes de las tinieblas que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día según dice el Señor. Inserto en esta lucha, el hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien, y, no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo” (GS 37b)”: Iván F. MEJIA ÁLVAREZ: La aventura humana, o. c., p. 90, nt. 214, 102-103.
[129] El tema posee su propio desarrollo que no podemos referir aquí (cf. mi texto: La aventura humana, o. c., p. 90, nt. 214, 65-101. Baste recordar el texto de GS 13, del que entresacamos estas líneas: “Es esto lo que explica la división íntima del hombre. Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Más todavía, el hombre se nota incapaz de domeñar con eficacia por sí solo los ataques del mal, hasta el punto de sentirse como aherrojado entre cadenas… El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud” (n. 13b). Cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87,233.           
[130] Un giro interesante de la cuestión parece proponernos el Papa BENEDICTO XVI. Haciendo la visita a la Universidad de Ratisbona –Regensburg- (Alemania, 12 de septiembre de 2006), en donde fuera profesor, decía, en referencia directa al problema de la violencia por motivos religiosos, pero ofreciéndonos una reflexión más general sobre la cultura actual: "En Occidente domina la opinión que sólo el positivismo y las filosofías derivadas de él son universales, pero las culturas profundamente religiosas ven en esa exclusión de Dios de la razón un ataque a sus convicciones más íntimas. Una razón que frente a lo Divino se ha vuelto sorda y rechaza la religión es incapaz de integrarse en el diálogo de las culturas": Encuentro con los representantes de la ciencia, en el Aula Máxima: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2006/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20060912_university-regensburg_it.html
[131] Apoyándose en autores como J. Habermas – Acción comunicativa, ya citado en otros lugares – y, sobre todo, Karl-Otto APEL - Ética del discurso y ética de la liberación Trotta Madrid 2004 – el profesor José Luis MORAL DE LA PARTE, S. D. B., de la Pontificia Universidad Salesiana de Roma, en unas jornadas de reflexión sobre “La Teo-lógica en la universidad”, Bogotá, 9 al 13 de julio de 2012, afirmaba que “nuestra naturaleza, congénita y originariamente, es lingüística; por lo que, antes de nada, somos diálogo, es decir, interrelación más que personas aisladas o conciencia pura: todo conocimiento y acción se llevan a cabo participando siempre, implícita o explícitamente, en procesos lingüísticos interpersonales y acuerdos intersujetivos” (pro manuscripto para uso de los participantes, p. 24).
[132] Cf. la mutua referencia que establece Daniel Serrao, de la Universidad de Oporto, Portugal, entre el inicio de la vida y la arqueobiología del embrión humano, en Mónica LÓPEZ BARAHONA (dir.): El inicio de la vida BAC Madrid 1999 146, citado, a su turno por Gilberto CELY GALINDO S. J.: Gen-ética. Donde la vida y la ética se articulan. El mundo de los transgénicos 3R Editores Bogotá 2001 29-30.
[133] Javier GAFO S. J. et alii: Nuevas técnicas de reproducción humana: biomedicina, ética y derecho Universidad Pontificia de Comillas Madrid 1986 39ss (las cursivas están en el texto). Tendremos que volver más adelante sobre el tema (cf. infra, p. 789 y la nt. 2164), a propósito de la más reciente toma de posición que ha asumido la Iglesia Católica como “defensora acérrima de la vida como don de Dios”, en nuestros tiempos de particular crisis. Cf. Manuel TREVIJANO ETCHEVERRIA: Fe y ciencia. Antropología, o. c.  p. 42, nt. 87, 278. Cf. http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdlife/documents/rc_pont-acd_life_doc_20060322_xii-gen-assembly-final_sp.html
Véase también la nota citada de la Comisión Teológica Internacional en orden al establecimiento de unos parámetros de “emergencia” para “comprender” (desde la postura católica) la relación entre la acción de Dios y la acción humana en el ejercicio de su libertad (cf. nt. 206, p. 85).
[134] Una pregunta que nos lleva hasta el siglo XVI, para el caso de los indígenas, y hasta el siglo XIX – y, ¡quién lo creyera! – hasta el… XXI, podría expresarse hipotéticamente en la siguiente forma: ¿Habría sido menos denigrante no otorgarles a algunos de esos seres el reconocimiento de su calidad de personas, de seres humanos, para no reconocerles los derechos y deberes consiguientes, o, por el contrario, hacerles el debido y justo reconocimiento, como ha sucedido, para que, en la realidad de las cosas, se les negara de hecho su dignidad y el ejercicio de sus auténticos derechos y obligaciones?

[135] El territorio que ocupa la actual Colombia ha sido territorio de migraciones. Lo evidencian diversos hechos. Si bien los arqueólogos atestan que la tierra que hoy denominamos Colombia estuvo ocupada y transitada desde hace no menos de 10 mil años, se puede hablar más precisamente de diferentes y caracterizados períodos. Si nos fijamos, en primer lugar, en la zona del Macizo Colombiano – entre otros grupos en los pobladores de Tierradentro (Paeces) y de San Agustín (Yalcones) – hablan aquéllos de estas fechas: desde 3300 hasta 1100 a. C. (período arcaico); desde 1100 al 200 a. C. (período formativo); del 200 a. C. hasta el 700 d. C. (período regional); y, para la Tribu Yalcones señalan específicamente del 700 d. C. hasta el 1500 d. C. “Seis o siete siglos antes de la llegada de los conquistadores españoles, en el Alto Magdalena se produjeron cambios, con el arribo de otra tradición cultural; no se sabe con seguridad si llegó por la ruta del norte, del Magdalena Medio, o del sur de la Amazonia”, afirma Héctor LLANOS VARGAS: “Parte I: Las rutas de la herencia prehispánica. Capítulo 2: Caminos del Guacacallo. Por los caminos del Magdalena”, en: Caminos reales de Colombia, en (consulta noviembre 2008): http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/caminos/rutas2.htm Se ha descrito que es característica cultural propia de estos grupos la representación simbólica de la vida y de la muerte (“respuestas al arquetipo de la muerte”), de su relación con el medioambiente y con las fuerza naturales.
De otra parte, investigaciones interdisciplinares recientes de antropología física, etnología, bio-bacteriología y genética realizadas en universidades colombianas con pares del extranjero (Innsbruck, Austria) han establecido que existió una migración proveniente de Asia, que seguramente pasó el Estrecho de Bering, y llegó a asentarse hace no menos de 8000 años en territorios de las regiones circundantes a Sogamoso y a Floresta (Boyacá): migración a la cual han caracterizado como A2ac por provenir de la cepa y macro-haplogrupo A2, es decir, de origen asiático. Los restos (cráneos, algunos con dientes y molares: sin caries, pero grandes y con desgaste, con pérdidas y con enfermedad periodontal; y fémures, primordialmente) que soportan esta hipótesis han sido datados al Período Formativo Muisca, y se los determina por sus características de pueblos recolectores-cazadores.
Esos mismos estudios señalan, sin embargo, que, en la misma región se han encontrado restos óseos que indican otras proveniencias y épocas. En efecto, de acuerdo con restos hallados allí algunos de ellos están emparentados con el mismo macro-haplogrupo A2 pero en otros linajes: A2ad3, A2ac1a y, curiosamente, A2y, que es la toponimia del sub-haplogrupo que caracteriza a los miembros de las tribus Waorani, establecidas y predominantes, pero aisladas, de la Amazonía Ecuatoriana.
Junto con éstos, se han realizado otros interesantes hallazgos: en Duitama, algunos miembros poseen las características del sub-haplogrupo B2d, del mismo Período Formativo (del 20 a. C. al 125 d. C.) , por lo cual se muestra que estaban emparentados, por eso, con los Wayúu; pero, igualmente, aparecen otros como miembros del sub-haplogrupo C1b y del C1b8, por lo cual están emparentados con los nativos norteamericanos (del 7040 al 6680 a. C.); y otros, en fin, muestran características que los hacen pertenecer al sub-haplogrupo D4h3a, que se encuentra en todos los heredereos genéticos de la población asentada en la Costa Pacífica de norte a sur de América. Véase el artículo de Diana Gabriela HERNÁNDEZ, de Unimedios, en: “El colombiano más antiguo reportado hasta hoy habitó en Boyacá”, en UNPeriódico 219, de agosto de 2018, 13. (Las ilustraciones del texto, en la página siguiente, son mías).
[136] Al noroeste de la República Popular China, mientras se hacían unas excavaciones en búsqueda de agua, se encontró en 1974 un yacimiento arqueológico sumamente interesante: Siete mil Guerreros de Terracota. Son figuras de guerreros con sus respectivos uniformes (lanceros, arqueros, infantes, caballería) hechas a escala (de unos 1,80 cm.), creadas en su momento para acompañar en la tumba y en el más allá al emperador Qing Shihuan, el unificador de la China en una república hacia el año 221 a. C. 




Notas finales


[i] Las implicaciones éticas y morales, p. ej., de esta comprensión y postura tienen efectos decisivos para su ejercicio en medicina, o en psiquiatría, o en psicología, etc.
Ya el Papa PIO XII lo había puesto de presente con ocasión de dos célebres encuentros. El primero de ellos, con médicos, a propósito del “Primer Congreso Internacional del Histopatología del Sistema Nervioso”. En esa ocasión, 14 de septiembre de 1952, había afirmado: “No esperéis de Nos que tratemos de las cuestiones médicas que os ocupan. Ese es dominio vuestro. Durante estos días habéis adquirido una visión de conjunto de vuestro vasto campo de investigaciones y trabajos. Nos quisiéramos ahora — para responder al deseo que nos habéis expresado — atraer vuestra atención sobre los límites de ese campo; no los límites de las posibilidades médicas, de los conocimientos médicos teóricos y prácticos, sino los límites de los derechos y de los deberes morales. Quisiéramos también hacernos intérprete de la conciencia moral del investigador, del sabio y del profesional, de la conciencia moral del hombre y del cristiano que, además, siguen en esta materia el mismo camino. […] El médico mira, pues, el aspecto médico del caso; el moralista, las normas morales. Ordinariamente, explicándose y completándose mutuamente estos datos, será posible un juicio seguro sobre la licitud moral de cada caso en su situación absolutamente concreta. Para justificar en moral nuevos procedimientos, nuevas tentativas y métodos de investigación y de tratamiento médicos, se invocan, sobre todo, tres principios: 1) el interés de la ciencia médica; 2) el interés individual del paciente que ha de tratarse; 3) el interés de la comunidad, el bonum commune. Y planteamos la cuestión: estos tres intereses —mirados cada uno por sí, o por lo menos los tres juntos—, ¿tienen valor absoluto para motivar y justificar el tratamiento médico, o no valen sino en el interior de fronteras determinadas? En este último caso, ¿cuáles son estas fronteras? Vamos a intentar dar a todo una breve respuesta […] Se objetará tal vez que las ideas desarrolladas aquí constituyen un obstáculo grave a la investigación y al trabajo científico. Sin embargo, los límites que hemos trazado no son, en definitiva, un obstáculo al progreso. En el campo de la medicina no ocurre de modo distinto que en los otros dominios de la investigación, de las tentativas y de las actividades humanas: las grandes exigencias morales obligan a la marea impetuosa del pensamiento y del querer humanos a deslizarse, como el agua de las montañas, por un lecho determinado; la contienen para acrecentar su eficacia y su utilidad; le sirven de dique para que no desborde y no cause estragos, que no podrían jamás ser recompensados por el bien aparente que persiguen. Aparentemente, las exigencias morales son un freno. De hecho ellas aportan su contribución a lo que el hombre ha producido de mejor y de más bello para la ciencia, para el individuo, para la comunidad”: discurso en: http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/speeches/1952/documents/hf_p-xii_spe_19520914_istopatologia_sp.html 
Luego, con ocasión del “V Congreso Internacional de Psicoterapia y de Psicología Clínica”, precisaba aún más su pensamiento cuando a los asistentes les puso de presente la importancia de tener en cuenta una perspectiva humana y cristiana: “[…] Estas cuestiones, que se ofrecen al examen de una psicología científica, son cosa de vuestra competencia. Lo mismo debe decirse de lo que toca a la utilización de nuevos métodos psíquicos. Pero es menester que la psicología teórica y la práctica tengan presente, tanto la una como la otra, que no pueden perder de vista ni las verdades establecidas por la razón y por la fe, ni los preceptos obligatorios de la moral. La psicoterapia y la psicología clínica deben considerar siempre al hombre: 1) como unidad y totalidad psíquica; 2) como unidad estructurada en sí misma; 3) como unidad social; 4) como unidad trascendente, es decir, con tendencia hacia Dios”: discurso del 13 de abril de 1953, AAS 45 (1953) 278-288, en: http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/speeches/1953/documents/hf_p-xii_spe_19530413_psicoterapia_sp.html
[ii] JUAN PABLO II: Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado mediante la Const. Ap. Fidei depositum del 11 de octubre de 1992: Librería “Juan Pablo II” Santo Domingo 1992 nn. 283-286.
Una síntesis de los más recientes hallazgos de la ciencia al respecto, de cuanto desglosaremos a continuación, se encuentra en el Documento de la COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL: Comunione e Servizio. La persona umana creata a immagine di Dio, de las sesiones plenarias efectuadas en Roma entre el año 2000 y el 2002, aprobado en forma específica por la misma Comisión y por su Presidente, el Card. J. Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, n. 63: “Conforme a la tesis científica más acreditada, hace 15 mil millones de años el universo ha conocido una explosión a la que se ha denominado el Big Bang, y que, desde entonces continúa expandiéndose y enfriándose. Sucesivamente se han ido verificando las condiciones necesarias para la formación de los átomos, y, en una época todavía posterior, se ha efectuado la condensación de las galaxias y de las estrellas, seguida, cerca de 10 mil millones de años después, por la formación de los planetas. En nuestro sistema solar y sobre la Tierra (formada hace unos 4,5 mil millones de años) se han creado las condiciones favorables para la aparición de la vida. Si, por una parte, los científicos se han dividido en lo que concierne a la explicación que habría que dar al origen de esta primera vida microscópica, la mayor parte de ellos es concorde, por el contrario, al afirmar que el primer organismo ha habitado nuestro planeta hace 3,5 a 4 mil millones de años. Y porque ha sido demostrado que todos los organismos vivos sobre la Tierra están conectados genéticamente entre sí, es prácticamente cierto que todos ellos descienden de este primer organismo. Los resultados convergentes de numerosos estudios en las ciencias físicas y biológicas inducen siempre más a recurrir a una cierta teoría de la evolución para explicar el desarrollo y la diversificación de la vida en el Tierra, mientras subsisten divergencias de opinión en cuanto a los tiempos y a los mecanismos de la evolución. Cierto, la historia de los orígenes humanos es compleja y susceptible de revisiones, pero la antropología física y la biología molecular hacen que retengamos que el origen de la especie humana se haya de buscar en África hace unos 150 mil años, en una población humanoide de ascendencia genética común. Cualquiera sea la explicación, el factor decisivo en los orígenes del hombre ha sido el continuo aumento de las dimensiones del cerebro, que ha conducido finalmente hasta el homo sapiens. Con el desarrollo del cerebro humano, la naturaleza y la velocidad de la evolución han sido alteradas para siempre: con la introducción de factores únicamente humanos como la conciencia, la intencionalidad, la libertad y la creatividad, la evolución biológica ha asumido el vestido nuevo de una evolución de tipo social y cultural”: (23 de julio de 2004) La Civiltà Cattolica 2004, IV, 254-286, en: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20040723_communion-stewardship_it.html#_ednref1
[iii] Las concepciones más antiguas acerca de la “forma” del “universo” circundante eran las propias de cada cultura, y, en lo que se refiere al Oriente próximo, son particularmente célebres tres de ellas. En primer lugar, las que poseían las antiguas civilizaciones asiría, babilónica y egipcia, que compusieron sus propias narraciones sobre el principio del universo, y que podemos conocer ahora por las excavaciones arqueológicas que se han ido efectuando en esos lugares. Para estos pueblos el cosmos estaba formado por tres planos superpuestos: los cielos con las aguas superiores; la tierra con el hombre y los animales; y el mar con los peces y las profundidades de la tierra (“infierno”). Ahora bien, existe una notable similitud entre esos relatos y los que expone la Biblia.
En efecto –  en segundo lugar –, Israel en principio se valió de tales relatos pero con algunas especificidades propias: los hebreos dividían la Tierra en cuatro partes o regiones, que correspondían a los cuatro puntos cardinales. En las Escrituras, las palabras “ante” y “enfrente de” se emplean para designar el “este”, y así es como se traducen (Gn 12,8); “la zaga [detrás]” puede significar “oeste” (Is 9,12); “el lado de la derecha” se refiere al “sur” (1 Sa 23,24), y “la izquierda” se puede traducir por “norte” (Jb 23,8.9). A veces se empleaba en hebreo la expresión “salida del sol” para referirse al “este” (Js 4,19), y para el oeste, la “puesta del sol” (2 Cr 32,30.) También se utilizaban accidentes geográficos. Como el mar Mediterráneo constituía casi la totalidad del límite occidental de Palestina, el “Mar [Mediterráneo]” se utilizaba a veces para referirse al Occidente (Nm 34,6). Además, la visión hebrea del cosmos de Gn 1 es "acuática". Sostiene que al principio no había más que una masa informe de aguas primordiales, y la tierra al ser creada llegó a ser un islote en medio de esas aguas. En efecto, según Gn 1 al principio de los tiempos todo era caótico y vacío, hasta que Dios resolvió poner orden en esa confusión. Antes de ponerse a trabajar, al igual que cualquier operario, lo primero que hizo fue encender la luz (1, 3). Por eso en el primer día de la creación nacieron las mañanas y las noches. Luego decidió ubicar un techo en la parte superior de la tierra para que las aguas del cielo no la inundaran. Y creó el firmamento. Cuando vio que el suelo era una sola mezcla barrosa, secó una porción y dejó la otra mojada, con lo cual aparecieron los mares y la tierra firme. En cambio, la cosmología de Gn 2 es "terrestre". Antes de que se creara el mundo todo era un inmenso desierto de tierra seca y estéril (v. 5), pues no había nada de lluvia. Al ser creada, la tierra llegó a ser un oasis en medio del desierto.
Una tercera noción, sin embargo, llegó, con el tiempo, prevalecer: la de Ptolomeo (85-165 a. C.), un astrónomo griego. Unió sus ideas a las de Aristóteles e Hiparco, y desarrolló la teoría geocéntrica. Esta teoría establece que la Tierra se encuentra en el centro del universo, y que el resto de los cuerpos celestes la circundan. Fue la teoría que perduró por 1.400 años, justamente hasta los tiempos de Copérnico.
Así, pues, se puede afirmar que el conocimiento “científico” sobre el cosmos vino a controvertir aquellas ideas, bastante comunes entre los pueblos, y no sólo las judeo-cristianas al respecto, si bien se continuó valiendo de muchas de ellas, por lo que se piensa que no hubiese sido muy consciente de su hallazgo. En efecto, en un texto que recogemos de la Internet, Nicolás COPÉRNICO afirmaba:
“Nuestros ancestros, según advierto, suponían la existencia de gran número de esferas celestes, principalmente con la intención de explicar el movimiento aparente de los planetas en virtud del principio de regularidad. Porque tenían por cosa totalmente absurda el que un cuerpo celeste que es esfera perfecta, no tuviera siempre movimiento uniforme. Vieron como uniendo y combinando de varios modos movimientos regulares, podían lograr que, al parecer, todo cuerpo se moviese hasta una posición cualquiera.
Calipo y Eudoxo, quienes se propusieron resolver el problema recurriendo a las esferas concéntricas, no pudieron explicar todos los movimientos planetarios. No sólo tenían que dar razón de los giros aparentes de los planetas, sino también de por qué dichos cuerpos a veces nos parecen remontarse por los cielos y otras bajar; y esto no concuerda con el principio de la concentricidad. Por eso se tuvo por mejor recurrir a excéntricas y epiciclos, sistema que acabaron por aceptar los más doctos.
No obstante, las teorías planetarias de Ptolomeo y la mayoría de los otros astrónomos, aunque concordaban con los datos numéricos, a veces parecían presentar dificultades no pequeñas. Porque las tales teorías no satisfacían por completo, a menos de admitirse también ciertos ecuantes. Resultaba entonces que el planeta no se movía con velocidad uniforme ni en su deferente ni en torno del centro de su epiciclo. Por lo tanto, los sistemas de esta clase no parecían ni bastante absolutos ni bastante gratos para el entendimiento.
Habiéndome dado cuenta de tales defectos, medité a menudo, si no podría hallarse por ventura una combinación más razonable de círculos de la cual se infiriesen todas las anomalías aparentes y según la cual todo se moviese uniformemente en torno de su propio centro, conforme lo exige la norma del movimiento absoluto. Después de proponerse este problema dificilísimo y casi imposible de solventar, al fin se me ocurrió una idea de cómo podría resolverse mediante construcciones menos numerosas y mucho más sencillas que las antes usadas, con tal que se me concediesen algunos postulados (que se llaman axiomas) y que se exponen en este orden.
Postulados: 1. No existe ningún centro de gravedad de todos los círculos o esferas celestes. 2. El centro de la tierra no es el centro del universo, sino tan sólo de gravedad y de la esfera lunar. 3. Todas las esferas giran alrededor del sol como de su punto medio y, por lo tanto, el sol es el centro del universo. 4. La razón entre la distancia de la tierra al sol y la altura del firmamento es a tal punto menor que la razón entre el radio de la tierra y la distancia de ésta al sol, que la distancia de la tierra al sol es imperceptible, si se le compara con la altura del firmamento. 5. Todo movimiento aparente que se percibe en los cielos proviene del movimiento de la tierra, y no de algún movimiento del firmamento, cualquiera que fuere. 6. Lo que nos parece movimiento del sol no proviene del movimiento de éste, sino del movimiento de la tierra y de nuestra esfera, junto con la cual giramos en derredor del sol, lo mismo que cualquier otro planeta. 7. El movimiento aparentemente directo y retrógrado de los planetas no proviene del movimiento suyo, sino del de la tierra. Por consiguiente, el movimiento de la tierra por sí solo (sirve) para explicar las aparentes anomalías de los cielos.
Concedidos estos postulados, trataré de hacer notar brevemente cómo un proceso sistemático puede eliminar la uniformidad de los movimientos. Sin embargo, he tenido por conveniente el omitir en este esquema, en gracia de la brevedad, todas las demostraciones matemáticas, las cuales reservo para mi obra más amplia. Pero, al explicar los círculos, daré aquí las longitudes de los radios; y, por ellas, pronto verá el lector versado en matemática cuán cabalmente concuerda esta combinación de círculos con las observaciones y datos numéricos.
Las esferas celestes están dispuestas en el orden siguiente: La suprema es la esfera inmóvil de las estrellas fijas, la cual contiene todas las cosas y les da su posición. Debajo de ellas está Saturno, detrás del que viene Júpiter y después Marte. Bajo de Marte está la esfera en que giramos nosotros, luego, Venus; y por último, Mercurio. La esfera gira en torno del centro de la tierra, y se mueve junto con la tierra, a modo de epiciclo. También según el mismo orden un planeta aventaja a otro en velocidad de traslación según se describa círculos menores a mayores. Así, Saturno dura treinta años en una revolución completa; Júpiter, doce; Marte, dos y medio, y la Tierra, uno; Venus, nueve meses y Mercurio, tres.
Los Movimientos Aparentes del Sol. La tierra tiene tres movimientos: el primero describe anualmente un gran círculo en torno del sol, siguiendo el orden de los signos y recorriendo siempre arcos iguales en tiempos iguales; la distancia del centro del círculo al sol es igual a la vigésima quinta parte del radio del círculo. Se supone que el radio tiene una longitud imperceptible, comparada con la altura del firmamento; de ahí que con este movimiento parezca moverse el sol, como si la tierra ocupase el centro del universo. Sin embargo, la apariencia de este movimiento no tiene por causa el movimiento del sol, sino el de la tierra, de manera que, cuando, por ejemplo, la tierra está en el signo de Capricornio, el sol se ve (en) el de Cáncer, diametralmente opuesto; y así por el estilo. Por razón de la distancia, citada arriba, del sol al centro del círculo, este movimiento aparente del sol no es uniforme, siendo su irregularidad máxima de dos grados y un sexto.
La línea trazada desde el sol a través del centro del círculo se dirige invariablemente hacia un punto del firmamento situado a unos diez grados al oeste de la más brillante de las dos estrellas de la cabeza de los Gemelos; por consiguiente, cuando la tierra se halla enfrente de este punto, y el centro del círculo se halla entre ellos, se ve al sol a su distancia máxima de la tierra. En este círculo gira la tierra, junto con cuanto queda encerrado dentro de la esfera lunar.
El segundo Movimiento propio de la tierra es la rotación diurna en torno de los polos, siguiendo el orden de los signos, o sea de oeste a este. A causa de esta rotación, el universo entero parece girar con velocidad enorme. De este modo gira la tierra, junto con las aguas que la rodea y la atmósfera que la circunda.
El tercer movimiento es el de declinación; porque el eje de la rotación diurna no es paralelo al eje del círculo máximo, sino que tiene con relación a él una inclinación que forma un ángulo que intercepta una porción de la circunferencia igual a unos veintitrés grados y medio, en el tiempo nuestro. Por lo tanto, permaneciendo siempre el centro de la tierra en el plano de la eclíptica, o sea, en la circunferencia el círculo máximo, giran los polos de la tierra, describiendo ambos unos círculos pequeños en torno de centros equidistantes del eje del círculo máximo. La duración de este movimiento no es de un año cabal, sino aproximadamente igual a la revolución anual en el círculo máximo. En cambio, el eje de este círculo máximo se orienta invariablemente hacia los puntos del firmamento que se llaman polos de la eclíptica. De modo semejante, el movimiento de declinación combinado con el movimiento anual, actuando juntos con los polos de la rotulación diurna, harían que estos polos se mantuviesen fijos en los mismos puntos del cielo, sin ser exactamente iguales los períodos de ambos movimientos. Pero, en un largo lapso de tiempo, ha quedado de manifiesto que cambia esta inclinación que tiene la tierra con respecto al firmamento. De ahí proviene la opinión común, según la cual el firmamento posee movimientos varios, de acuerdo con una ley no bien entendida aún. En cambio, el movimiento de la tierra puede explicar todas estas mudanzas, de modo menos sorprendente.
El movimiento igual no debiera medirse por los equinoccios, sino por las estrellas fijas. Puesto que los equinoccios y los demás puntos cardinales del universo cambian bastante, necesariamente errará quien se empeñare en deducir de ellos la igualdad de longitud de la traslación anual. En diversas épocas se hicieron diferentes determinaciones de esta longitud, basadas en muchas observaciones. Hiparco la calculó en 365 ¼ días; y Albategonio, caldeo, en 365 días, 5 horas y 46 minutos, o sea, en 13 3/5 minutos o 131/3 minutos menos que Ptolomeo. El Sevillano (Hispalensis) aumentó el cómputo de Albategonio en un vigésimo de hora, puesto que calculó el año trópico en 365 días, 5 horas y 49 minutos.
A menos que se juzgase que tales discrepancias tuvieron su causa en errores de observación, permítaseme decir que; si uno estudia con atención los detalles, hallará que la discrepancia ha correspondido siempre al movimiento de los equinoccios. Porque cuando los puntos cardinales recorrían un grado por siglo, como se comprobó que se movían en la época de Ptolomeo, la longitud del año era la que afirmó ser Ptolomeo. Pero cuando en los siglos siguientes, se movían con más rapidez, al contraponerlos a movimientos menores, el año se acortó; y esta disminución corresponde al aumento de la precesión. Porque el movimiento anual se lleva a cabo en menos tiempo, a causa de la repetición más rápida de los equinoccios. Por lo tanto, es más exacto el inferir de las estrellas fijas la igualdad de longitud del año. Yo me valí de la Espiga de la Virgen (Spica Virginis), y hallé que el año ha sido siempre de 365 días, 6 horas y como 10 minutos, el cual es también el cómputo de los antiguos egipcios. El mismo método ha de utilizarse también en los movimientos de los demás planetas, como lo demuestran sus ábsides, las leyes fijas de su movimiento en los cielos y el cielo mismo, con testimonio infalible”: Fragmentos del "Comentariolus", citado por Teresita de Jesús RODRÍGUEZ VELASCO, en: “Nicolás Copérnico (1473-1543): hipótesis acerca del movimiento de la tierra alrededor del sol”, en (consulta abril 2008): http://www.geocities.com/fdocc/copernico.htm
[iv] Es el dato actualizado a 2000-2008, mediante las investigaciones del Wilkinson Microwave Anisotropy Probe (WMAP) realizadas por un satélite de la NASA – cuyas gráficas se presentan en la nota – y que considera “las fluctuaciones de la temperatura de las microondas cósmicas a partir de los datos tomados por WMAP desde hace cinco años tomadas sobre el cielo pleno. El promedio de temperatura es de 2.725 Kelvin (grados por encima del cero absoluto; equivalen a – 270° C o a – 455 F), y los colores representan las diminutas fluctuaciones de la temperatura, como en un mapa del clima. Las regiones rojas son más cálidas, y las regiones azules son más frías en cerca de 0,0002 grados […] EL WMAP mide la composición del universo. [El mapa de arriba] una gráfica de torta muestra los constitutivos relativos hoy. Otra similar [abajo] muestra la composición del universo de 380.000 años de antigüedad (hace 13.700’000.000 años) cuando emanó la luz que WMAP observa. La composición caría según el universo se expande: la materia oscura y los átomos llegan a ser menos densos a medida que el universo se expande, como un gas ordinario, pero las partículas de los fotones y los neutrinos también pierden energía a medida que el universo se expande, de manera que la densidad de su energía decrece más rápido que la materia. Ellos formaron una más grande fracción del universo hace 13.700 millones de años. Aparece que la densidad de la energía oscura no decrece con todo, de manera que ella domina ahora el universo aun cuando ella ha sido el más diminuto contribuyente desde hace 13.700 millones de años. […] Una representación de la evolución del universo sobre 13.700 millones de años. La izquierda lejana (en las gráficas) pinta el momento más temprano que nosotros podemos ahora probar, cuando el período de “inflación” produjo un estallido del crecimiento exponencial del universo. (El tamaño es descrito por la extensión vertical de la rejilla en esta gráfica). Para los siguientes miles de millones de años, la expansión del universo fue gradualmente disminuyendo ya que la materia en el universo se empujaba sobre sí misma gracias a la gravedad. Más recientemente, la expansión ha comenzado a aumentar
de nuevo ya que el efecto de repulsión de la energía oscura ha llegado a dominar la expansión del universo. El último resplandor visto por el WMAP fue emitido cerca de 380 mil años después de la inflación, y se ha atravesado el universo sin impedimento desde entonces. Las condiciones de los más tempranos momentos quedaron impresas en esta luz; también forma una luz de fondo para posteriores desarrollos del universo”. Cf. (consultas agosto 2006 y abril 2008) en: http://www.fisicanet.com.ar/nove/n_021_030/nove_28.php y http://map.gsfc.nasa.gov/
[v] Se oye hablar por estos días de las “nanotecnologías”, que vienen de nanómetro, una medida tan diminuta que equivale solo a una milmillonésima de metro. Para tener una proporción, un glóbulo rojo en la sangre tiene un diámetro de 8.000 nanómetros, y las investigaciones se están haciendo por debajo de los 100 nanómetros. Según el científico Eric Drexler, el mayor impulsor de los nanosistemas: "puestos en orden de una manera, los átomos componen aire, tierra o agua. Con otro diseño, los átomos forman fabulosas fresas frescas". Por ahora, los científicos buscan crear computadores con un billón de procesadores, sistemas de energía solar baratos y aparatos médicos capaces de destruir patógenos y reparar tejidos. Los científicos están desarrollando una tecnología asombrosa: manipuladores atómicos capaces de dominar el átomo para sintetizarlo y convertirlo en moléculas de otro tipo luego de transportarlo a velocidades cercanas a las de la luz. El asunto es reorganizar la materia a nuestro antojo. El impacto será tremendo en salud porque el decaimiento viene por deterioro de las células. A una persona con un tumor puede reorganizársele la estructura molecular para volverla una materia normal. Ya estamos avanzados en la teoría, la modelación y simulación, y la tecnología está en proceso. De ahí se derivará la “teleportación cuántica", o el sueño de transportarse de un lado al otro en cuestión de segundos. Hay otra corriente que es la electrónica convencional que miniaturiza los equipos a dimensiones por debajo de los nanómetros. O la manipulación genética directa, que no es remplazar genes para crear clones, sino partir de la materia prima atómica para hacerlo. La intención de la nanotecnología es controlar la tecnología a nivel atómico. Lo que se hace y se busca es manipularla directamente el átomo, con medios mecánicos, como armando un rompecabezas. Cf. Enrique PATIÑO, redactor de El Tiempo, febrero 19 de 2005: “La nanotecnología, la forma más pequeña, conquistará el mundo”.
[vi] Con los conocimientos que se habían obtenido en la manipulación de la energía nuclear, en 1948 publicó un artículo acerca de lo que “ocurrió” o “cómo se dio el proceso del universo” tres minutos después del Big Bang (núcleo-síntesis). “Concentró sus investigaciones en el átomo primigenio concebido por el teórico - sacerdote belga Georges Lemaître. Gamow llamó a ese átomo la singularidad cósmica. Si materia y energía eran intercambiables, como había demostrado Einstein en su famosa ecuación E = mc2, las enormes densidades y las altas temperaturas al principio del tiempo y del espacio – que Gamow apodó el Big Squeeze, el Gran Estrujón – pudo haber borrado la distinción entre ellas. El componente principal de ese ardiente guiso materia-energía, sugirió Gamow, habría sido la energía radiante. Luego, mientras el universo empezaba a expandirse y a enfriarse, la primera materia en emerger lo habría hecho en forma de partículas elementales: protones, neutrones y electrones. Uno de los posteriores colaboradores de Gamow, Ralph Alpher, dio el nombre de «ylem», un término tomado de Aristóteles, a esta materia primordial. De sus estudios en Cavendish Gamow había aprendido que los neutrones, aunque son estables dentro de los núcleos atómicos, se desintegran rápidamente cuando se hallan por su cuenta. Un neutrón solitario tiene unas expectativas de vida de sólo trece minutos antes de que se convierta en un protón y un electrón. En la ardiente densidad del universo niño, la descomposición de los neutrones debió quedar equilibrada por la producción de nuevos neutrones surgidos de la colisión de protones y electrones. Pero, a medida que el ylem se enfriaba y se hacía menos denso, cada vez se produjeron menos colisiones y se crearon menos neutrones. Al mismo tiempo, hubo una reducción en la radiación de alta energía, lo cual permitió a los neutrones existentes empezar a combinarse con protones, formando núcleos atómicos como habían hecho en el acelerador de partículas de Cavendish. Los protones solitarios atraían a los electrones para crear átomos de hidrógeno, y los núcleos más pesados reunían también sus complementos más grandes de electrones. El Big Squeeze podía ser el crisol de todos los elementos observados hoy en el universo. Esbozaba el proceso según el cual los neutrones y protones colisionaban, se aglomeraban y eran reconfigurados para formar, primero, hidrógeno pesado (un neutrón más un protón) y luego tritio (dos neutrones más un protón). En el siguiente paso, cuando uno de los neutrones del núcleo de tritio se descomponía en un protón y un electrón escapaba, el núcleo de tritio resultaba transformado en un isótopo de helio llamado helio-3. Añadir otro neutrón al helio-3 producía el isótopo helio-4.  Era lo mismo que en la alquimia: En el ylem, una sustancia era transformada en otra. Desde entonces las elaboraciones de otros investigadores han revelado que los acontecimientos descritos por Gamow y Alpher se produjeron dentro de los primeros minutos de la expansión cósmica. Los procesos esbozados por ellos produjeron la abundancia de hidrógeno y helio que constituye un noventa y nueve por ciento de toda la materia del universo. Gamow explicó también la distribución que puede observarse de las masas en el espacio. Durante el primer millón de años, dijo, la radiación gobernó el universo. Por aquel entonces se había formado suficiente materia para que se volviera predominante, y unos 240 millones de años más tarde grandes expansiones de gas empezaron a coagularse. La masa de estas nubes de gas, calculó, era más o menos equivalente a la de las galaxias de hoy. Por otra parte, las investigaciones de Gamow sobre la evolución de las estrellas tiene su punto de partida en el modelo de Hans Bethe. Tanto el calor como la radiación que las estrellas emiten se genera en sus respectivos núcleos (reacciones termonucleares), y ello se produce a través del consumo del «combustible» de cada una de ellas. Una vez que el respectivo combustible de las estrellas se va agotando, éstas a su vez se van enfriando. Gamow también desarrolló una teoría sobre la estructura interna de las estrellas gigantes rojos. Pero en general, las aportaciones de Gamow en investigaciones y teorías se centran en la sustentación del modelo del Big Bang. La teoría del Big Bang formula que el universo nació de una gran «explosión» hace miles de millones de año, y que su actual estructura es un resultado de ello al igual que su expansión.”: en (consulta agosto 2006): http://www.astrocosmo.cl/biografi/b-g_gamow.htm
[vii] El Profesor Tejeiro (cit. nt. 2034, p. 787), explicaba que para las décadas de 1980 y 1990 fueron lanzados numerosos satélites artificiales, dedicados a la observación del universo, con la intención de contribuir a la solución de numerosas inquietudes que dejó la hipótesis del Big Bang: uno, p. ej., en 1989, para medir la CMB; otro, portando el telescopio espacial “Hubble”, en 1990, que ha permitido el descubrimiento del 99% de la información astronómica de los últimos años.
Así, se puede afirmar que el “tamaño actual del universo”, en el que nos incluimos tanto espacial como temporalmente, posee proporciones como estas: la luz de nuestro sol, para llegar a los extremos de su sistema, tarda unos 30 minutos; nuestra galaxia (Vía Láctea) posee unos 11.000 millones de estrellas y una distancia máxima de unos 50.000 años-luz (el centro de nuestra galaxia se encuentra a 8,5 kiloparsecs, o sea, a 8500 parsecs: cerca de 30 000 años-luz); entre el sol y la estrella más cercana, hay una distancia de 4 años-luz; la galaxia más cercana a la nuestra (Andrómeda) se encuentra a 0,7 megaparsecs, es decir, 700 000 parsecs, o unos 2.000 millones de años-luz. El “catálogo estándar de estrellas” permite organizarlas según su “pertenencia” (lejanías). La observación, mediante muchísimos métodos, permite corroborar las fórmulas matemáticas de cálculos detallados, como los que se refieren a la “edad” del universo: nuestra estrella, el sol, comenzó a calentar su masa inicial, hace unos 5.000 millones de años; los objetos más lejanos que conocemos son los quásares, a unos 10.000 y más millones de años-luz. Y nuestro sol posee materia combustible para otros 5.000 millones de años más, hasta enfriarse y su masa colapsará, como sucede en todas las estrellas.
Entre las galaxias se encuentran grandes espacios vacíos: homogeneidad e isotropía del universo (la misma cantidad de materia se observa en todos los lugares): “principio cosmológico”: cualquier punto del universo puede ser considerado el “centro” del mismo. Hecho que refleja la CMB.
[viii] Cf. Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia 357 junio 2006 10. Sobre la “teoría de cuerdas”, se afirma que, en la actualidad, “es la candidata más prometedora para tener una teoría unificada, es decir, una teoría capaz de describir todos los fenómenos ocurridos en la naturaleza debidos a las cuatro fuerzas fundamentales: la fuerza gravitacional, la fuerza electromagnética y las fuerzas de interacción fuerte y débil. Durante años, muchos físicos han soñado con tener una teoría del todo, ésta se ha negado principalmente porque la gravedad es la que se ha resistido a expresarse en forma cuántica, algo que se conoce como gravedad cuántica”. Existe, más recientemente aún, otra teoría denominada de las “supercuerdas”, que responde, “según las investigaciones actuales en la física teórica” a otra necesidad: “no es recomendable trabajar – aseguran – con la idea de partícula puntual para lograr unificar a la fuerza gravitatoria con las otras tres; cuando se hace esto, se llega a algunas inconsistencias internas dentro de la teoría de cuerdas. Para solucionar esto, se ha introducido la idea de considerar a las partículas ya no puntuales, sino más bien como objetos unidimensionales: semejantes a cuerdas, según la vibración de tales cuerdas (que se hipotetizan como cerradas o como abiertas) se observarán tales o cuales partículas. En este panorama estamos hablando en un mundo donde las energías son muy altas, del orden de la energía de Planck. Esta idea está permitiendo explicar la gravedad en forma cuántica, junto con las otras fuerzas, y está dando todo un gran campo de investigación dentro de la física teórica, y también en matemática. La teoría de supercuerdas está fundamentada en 11 dimensiones (tiempo, las 3 del espacio, 6 adicionales resabiadas o "compactadas" y una que las va englobando formando "membranas" de las cuales se podría escapar parte de la gravedad de ellas en forma de «gravitones»). Es una teoría supersimétrica, no ha contradicho ninguna de las teorías físicas existentes, y mejor aún, tiene en su interior a las cuatro fuerzas fundamentales, lo que significa tener una teoría unificada. Sin embargo, no ha hecho una predicción concreta, debido a que tiene un número muy grande de soluciones y todavía no se entiende en gran detalle la dinámica de la misma, pero sí se tienen excelentes postdicciones: la gravedad y el modelo estándar. La teoría de supercuerdas es algo actual, en sus principios (mediados de los años ochenta) aparecieron unas cinco teorías de cuerdas, las cuales después fueron identificadas como límites particulares de una sola teoría: la teoría de supercuerdas, también conocida como «Teoría M»”: en (consulta septiembre 2006): http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_cuerdas
Los “efectos de la gravedad sobre los sistemas cuánticos” son, precisamente, la especialidad del Profesor Juan Manuel TEJEIRO: el estudio de los “agujeros negros”. Superando contradicciones teóricas, y sin tener actualmente constataciones experimentales, es posible que, por este camino, se hallen nuevas respuestas a lo que habría sucedido en los momentos iniciales del universo. Lo mismo que habría que responder por qué el universo optó por la materia, por las “partículas”, no por la antimateria, por las “antipartículas”, siendo, en principio, químicamente equivalentes. Cf. también: Ian G. BARBOUR: Religión y ciencia Trotta Madrid 2004 200.
En relación con las “probabilidades” mencionadas en el texto ha de recordarse que “La probabilidad de ocurrencia de un determinado suceso podría definirse como la proporción de veces que ocurriría dicho suceso si se repitiese un experimento o una observación en un número grande de ocasiones bajo condiciones similares. Por definición, entonces, la probabilidad se mide por un número entre cero y uno: si un suceso no ocurre nunca, su probabilidad asociada es cero, mientras que si ocurriese siempre su probabilidad sería igual a uno. Así, las probabilidades suelen venir expresadas como decimales, fracciones o porcentajes”: Pértegas DÍAZ S. - Pita FERNÁNDEZ S.: “Cálculo de probabilidades: nociones básicas”, en (consulta mayo 2010): http://www.fisterra.com/mbe/investiga/probabilidades/probabilidades.asp.
[ix] El problema, con todo, lleva consigo una dimensión económica, pues estas investigaciones son sumamente costosas; pero, al mismo tiempo, política, ya que son los políticos, y la sociedad en general, quienes deben aprobar las erogaciones destinadas a esta investigación, que, señalan, no se justifica o no se compensa en sus resultados.
Sobre el tema se refirió también el Papa JUAN PABLO II: “3. Esta conferencia, me ha sido dicho, tiene entre sus temas principales la determinación de los límites intrínsecos de la competencia cosmológica y de su verificabilidad observacional: los límites en el principio y en la práctica de la verificación científica de sus productos teóricos. Con un crecimiento gradual y constante del conocimiento humilde de sí, nosotros estamos en grado de evitar los extremos de una valoración exagerada de nuestras habilidades y capacidades o una valoración despreciativamente restringida y superficial. Y esto es verdadero para toda disciplina o campo de estudio. Una valoración equilibrada tanto de nuestros límites como de nuestros puntos fuertes, nos da la posibilidad de planificar atentamente nuestros proyectos, de desarrollar adecuadas relaciones con la realidad material, personal y divina, y de llegar a ser siempre más sensibles a toda información válida que nos es hecha disponible por la ciencia moderna. 4. Mientras más conozcamos en relación con la realidad física, de la historia y de la estructura del universo, de la constitución fundamental de la materia y de los procesos y esquemas que están a las raíces del mundo material, tanto más nosotros podemos apreciar la inmensidad del misterio de Dios, estamos en mejores condiciones para comprender el misterio de nosotros mismos, de nuestro origen y de nuestro destino. La creación, en efecto, en lo que hemos llegado a conocer de ella, nos habla, mediante sus reflejos, fragmentarios y, sin embargo, muy verdaderos, del Dios que la ha creado y que la mantiene en su existencia”: (traducción mía del texto) en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1985/july/documents/hf_jp-ii_spe_19850706_conferenza-cosmologia_it.html
[x] Hans KÜNG, en el “diálogo” sostenido con el Doctor BÖRNER, al que hemos hecho referencia, decía que la necesidad debía sentirse de parte y parte: “Me alegra [saber por Usted que reconoce la posibilidad de que existan otras ordenaciones, que no son captables por métodos científicos]. Pues algunos de sus colegas se declaran materialistas y sólo hablan de la religión en un tono irónico. También los científicos deberían hablar de religión con tanta información como yo, teólogo, lo hago sobre la ciencia […] A los teólogos nos incumben la orientación fundamental y los nexos globales… El teólogo contempla la realidad desde ese centro (religioso, la revelación), y, con todo, es el mismo mundo que el físico ve ante sí. Por eso los teólogos deberían tomar buena nota de lo que investiga la ciencia”: en: cf. Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia 357 junio 2006 7-8.
Dos anotaciones a este propósito: la primera, en relación con el organismo de la Santa Sede dedicado a la promoción de este diálogo en su sede propia: la ACADEMIA PONTIFICIA DE LAS CIENCIAS –1603– (en: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/acdscien/index_sp.htm); la segunda, en relación con una institución apoyada por la misma Santa Sede que promueve y coopera en la investigación en astrofísica, el OBSERVATORIO ASTRONÓMICO VATICANO (“Specola Vaticana” – 1935 –, que funciona actualmente y con muchas actividades en su sede del Palacio Apostólico de Castelgandolfo, junto al Lago Albano, a 18 km al sudeste de Roma: http://www.vaticanstate.va/ES/Otras_Instituciones/Observatorio_astronomico_vaticano.htm), cuyo VIII Curso de Astrofísica (2001) versó, como decía Juan Pablo II, sobre “el estado final de las estrellas cuando agotan sus fuentes normales de energía. Esto lleva a examinar algunas de las características más importantes del universo e inevitablemente dirige nuestro pensamiento hacia nuestro destino en el universo. El deseo de comprender la creación y nuestro lugar en ella de acuerdo con los estrictos cánones de la ciencia es una de las aspiraciones humanas más nobles. Espero que el curso os impulse a proseguir el conocimiento científico, para que este mundo inquieto y en constante transformación se beneficie de vuestro esfuerzo por comprender sus misterios”: en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/2001/documents/hf_jp-ii_spe_20010706_observatory-astrophysics_sp.html
Precisamente dentro de este contexto – la astrofísica y la astronomía –, JUAN PABLO II destacaba la importancia de este diálogo entre “fe y ciencia” que respete los ámbitos que le son propios a cada una de ellas: “Para ser más claros, sea la religión, sea la ciencia, deben conservar su autonomía y su distinción. La religión no se funda sobre la ciencia, ni la ciencia es una extensión de la religión. Cada una posee sus propios principios, su modo de proceder, sus diferentes interpretaciones y sus propias conclusiones. El cristianismo tiene en sí mismo la fuente de la propia justificación y no pretende hacer su apología apoyándose primariamente sobre la ciencia. La ciencia debe dar testimonio de sí misma. Mientras religión y ciencia pueden y deben cada una apoyar a la otra como dimensiones distintas de la común cultura humana, ninguna de las dos debería pretender ser el necesario presupuesto para la otra […] Esto llevaría consigo la necesidad de que al menos algunos teólogos fueran suficientemente competentes en las ciencias para poder hacer un uso genuino y creativo de los recursos que les ofrecen las teorías mejor afirmadas. Un conocimiento así los defendería de las tentaciones de hacer, con un fin apologético, un uso poco crítico y apresurado de las nuevas teorías cosmológicas, como aquella del «Big Bang»”: (traducción mía del texto) en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1988/documents/hf_jp-ii_let_19880601_padre-coyne_it.html
Aún desde su personal punto de vista, el P. Teilhard DE CHARDIN S. J. contribuyó – como precursor –. Entre las obras en las que hace un llamado a este diálogo – y, más aún, su propio intento de ello –, debemos mencionar: La energía humana (1962) y La activación de la energía (1963).
Debe resaltarse la designación del Astrónomo P. José Gabriel FUNES S. J., como nuevo Director de la mencionada institución científica pontificia, el 19 de agosto de 2006. Así mismo, la asignación del Premio Templeton 2008, en Londres, al P. Michał Heller, cosmólogo polaco, por sus investigaciones interdisciplinares (física, cosmología, filosofía y teología) en el campo de las relaciones entre ciencia y religión, sobre todo en las preguntas concernientes a la necesidad de una causa que explique los orígenes del universo. Su especialización ha sido, en efecto, la Física teórica, de la cual ha sido profesor, así como de Cosmología relativista y de Filosofía de la ciencia en la Pontificia Academia de Teología en Cracovia (Polonia) (cf. http://212.77.1.245/news_services/bulletin/news/22092.php?index=22092&po_date=07.05.2008&lang=sp )
[xi] Preguntado Hans Küng, en la entrevista varias veces mencionada, si, acaso, a diferencia de la física, “la religión sí se cree en posesión de la verdad”, contestó: “Evidentemente, sería peligroso decir que los teólogos poseen la verdad. Pueden aproximarse a la verdad. Cuando trata de la verdad última, la verdad de Dios, también la teología topa con sus límites […] El primer artículo del credo dice: «Creo en un solo Dios, creador del cielo y de la tierra». Cierto que nosotros partimos de la revelación… Pero si sólo se pudieran repetir tales dogmas y no cupiera inquirir e interpretarlos, entonces estaríamos ante un malentendido fundamentalista”: en: Manfred GROHE: “Diálogo. Ciencia y teología” en Investigación y Ciencia 357 junio 2006 8-9.
De la misma manera, puede verse el planteamiento de Jürgen HABERMAS, en la segunda sección de su excurso: “Trascendencia desde dentro, trascendencia hacia el más acá”, en: Israel o Atenas Anthropos Madrid 2001 87-110, en donde busca entender el estatus y la pretensión de verdad de los discursos teológicos. Allí advierte este connotado pensador: “Pero cuanto más se abre la teología a los discursos de las ciencias humanas en general, tanto mayor es también el riesgo que corre de perder su propio estatus en la trama de esos recíprocos intentos de absorción.” (p. 94). Y prosigue: “Pues bien, el discurso teológico se distingue del discurso religioso en que el discurso teológico se disocia de la práctica ritual pero para explicarla, para interpretar1a; p. ej., sacramentos como la eucaristía o el bautismo. También la teología pretende para sus enunciados una pretensión de verdad, diferenciada del espectro del resto de pretensiones de validez, pero allende el grado de incertidumbre que toda irrupción de la reflexión representa para el saber práctico, la teología no tenía por qué representar un peligro para la fe de la comunidad religiosa mientras se servía de los conceptos básicos de la metafísica. Pues éstos resultaban inmunes contra una diferenciación de aspectos de validez de forma similar a como resultan inmunes a ella los conceptos básicos de la religión. Esta situación sólo cambió con el desmoronamiento de la metafísica. Quien hoy, bajo las condiciones de un pensamiento postmetafísico, entabla una pretensión de verdad, habrá de traducir experiencias que tienen su sede en el discurso religioso al lenguaje de una cultura científica de expertos y desde ahí retraducirlas a la práctica” (p. 98).
Con todo, las investigaciones por el camino “ontológico” continúan. Puede verse, al respecto, la siguiente noticia: “VATICANO, 11 Mar. 05 (ACI).- El Cardenal Paul Poupard, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, presentó este viernes la segunda fase del proyecto STOQ “Science, Theology and the Ontological Quest” (Ciencia, Teología e Investigación Ontológica); uno de los programas más prestigiosos de investigación actualmente existentes en el mundo sobre la relación entre ciencia, filosofía y teología. El purpurado explicó que el proyecto “consiste en una serie de iniciativas que se desarrollan en tres niveles diversos: el primero y fundamental es el de la enseñanza, cuyo objetivo es formar personas especializadas en el campo del diálogo entre ciencia y fe, con programas de estudio en cada universidad con el fin de conseguir un título (licenciatura o máster), y la posibilidad de intercambiar materias académicas entre las diversas universidades que participan en el proyecto”.  El Presidente del Consejo afirmó que “el proyecto también prevé la definición de programas conjuntos con otras universidades estatales y privadas, con la posibilidad de obtener un doble reconocimiento; becas para realizar tesis doctorales; la organización de un Congreso Internacional el próximo mes de noviembre sobre ‘El Infinito en la Ciencia, en la Filosofía y la Teología’, en el que participarán físicos, matemáticos, filósofos y teólogos de todo el mundo”. El fin del proyecto, señaló el purpurado, es “contribuir al diálogo entre campos de investigación y de estudio que en la época moderna se han ido separando poco a poco. Para ello es necesario crear puentes estables e intercambios fructíferos entre ciencia, filosofía y teología, mediante el diálogo entre los expertos en estas materias”. En: http://www.aciprensa.com/archivo.php?fecha=2005-03-11
[xii] Nuestro Seminario Ciencias y Teología ha constatado que, prácticamente, en todas las zonas geográficas, tanto antaño como hogaño, los pueblos observaron y destacaron la relación agua – vida. Para muchos, no sólo consistía en expresar literariamente en sus relatos de génesis que se habían ubicado en cercanías de las fuentes con las que se abastecían, sino que dicha relación formaba parte de sus observaciones y de sus creencias fundamentales. El ámbito de las analogías es amplio. Notémoslo en algunos ejemplos. 
Entre los sumerios (a partir del 3.500 a. C.), Enki (o Ea entre los acadios) fue el dios de las aguas, y, en consecuencia, de la fertilidad y de la sabiduría. En Egipto (3.500 a. C.), ocupó un lugar destacado en sus tradiciones, el Océano, por su papel como origen o procedencia de los demás dioses. En la India (3.000 a. C.) no encontramos una cosmogonía directa y generalizada, pero el tema de los ritos funerarios se refieren a una “hídrica cultual”, en la que la muerte se vincula al río Ganges, cuya agua es el camino de “salvación”. En una de las tradiciones de la China (no menos de 2.200 a. C.), P'an-Ku, el dios, falleció y distintas partes de su organismo, se transformaron en elementos de nuestro mundo. Su aliento se transformó en el viento y las nubes, su voz se convirtió en el trueno. De su cuerpo, un ojo se transformó en el sol y el otro en la luna. Su cuerpo y sus miembros, se convirtieron en cinco grandes montañas y de su sangre se formó el agua. Para los relatos amorreos (propiamente a partir de 1.930 a. C.), aunque era el más joven de los dioses, Marduk era encargado por ellos de combatir a Tiamtu y a los dioses de su partido. Obtiene una gloriosa victoria, arrebata las tablillas del destino a Kimgu, marido de Tiamtu; le abre a ésta el cráneo de un golpe, parte en dos los canales de su sangre y hace que el viento del norte se los lleve a lugares ocultos. Divide el cadáver del gran Dragón y con una mitad hace una bóveda para los cielos y fija así las aguas por encima del firmamento. La cosmogonía de los fenicios (en la costa cananea, c. a. 1.200 a. C.) nos explica la formación del universo a partir de una especie de caos acuoso, formado por una mezcla de aire vaporoso y agua turbia. Todo lo cual dio lugar a la formación de limo, o barro, del que nacería la vida; aunque ello sucedió después de que hubiera transcurrido una inmensidad de tiempo. 
Para el pueblo hebreo (c. a. 1.200 a. C.), en su largo proceso de intercambio con otros pueblos y de sedimentación, purificación y consolidación de su fe y de su doctrina en relación con la elección por parte de Dios y de la creación, encontramos numerosas referencias al agua, principalmente en dos direcciones: 1ª) en la profecía de Amós (5, 8) se dice de (Dios = Yahvéh) Creador, que “El llama a las aguas del mar, y sobre la haz de la tierra las derrama, Yahvéh es su nombre”, y luego (9, 5) que “El que edifica en los cielos sus altas moradas, y asienta su bóveda en la tierra; el que llama a las aguas de la mar, y sobre la haz de la tierra las derrama, ¡Yahvéh es su nombre!”. 2ª) Encontramos en la profecía de Isaías (48, 6ss) esta misma conciencia, pero en relación con el origen de Israel en su liberación de Egipto: “¿No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó las honduras del mar en camino para que pasasen los rescatados?” Siguió y profundizó en la primera de estas dos líneas el texto del Génesis (1,1ss): “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien…” "Y dijo Dios: que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas…” Lo mismo hace, posteriormente, el libro de los Proverbios (8, 23-24. 29), atribuyéndole el hecho a la sabiduría divina: “Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra. Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes cargadas de agua... Cuando al mar dio su precepto - y las aguas no rebasarán su orilla – cuando asentó los cimientos de la tierra”. De la misma manera, en la oración se proclamaba la acción creadora de Dios. Tal es el caso de los Salmos. En el Salmo 8, 6-9: “Apenas inferior a un dios le hiciste (al hombre y a la mujer), coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas”. Y en el Salmo 104, 1-3 también se bendice a Dios por el agua: “¡Alma mía, bendice a Yahvéh! ¡Yahvéh, Dios mío, qué grande eres! Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como de un manto, tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda, levantas sobre las aguas tus altas moradas”. Esta relación de Dios con el agua llega a formar parte de la profesión de fe del israelita, como es el caso de Judit (9,12): “Él es el Señor, dominador de los cielos y de la tierra, Creador de las aguas, Rey de toda la creación” (9,12). Y, desde su fe, afirman que todo es obra del Creador quien, por su palabra, lo puso en su lugar. El parentesco es notable, sobre todo con los precedentes textos babilónicos. Pero muestra importantes diferencias: si bien los textos que recogen las tradiciones babilónicas refieren como el relato genesiaco la victoria sobre el abismo, la separación de las aguas superiores de las inferiores, la creación de los astros, el texto bíblico los desmitologiza: Dios obra solo y delibera pero consigo mismo. 
Aun cuando tendremos que volver sobre el tema más adelante (cf. I.2.a.2), p. 827 y la nt. 2161), es necesario recordar que para el pueblo de Israel – como lo fue para Jesús mismo y lo es para los cristianos, conforme al “Credo” en el cual se sintetiza este dato de su fe en su primer artículo – existe una total vinculación teológica entre su elección por parte de Dios y la creación del cosmos, por múltiples razones. El Papa BENEDICTO XVI lo puso en evidencia al tratar uno de los temas más acudidos y álgidos del momento, en cuanto al diálogo entre fe y ciencia, el del “origen del cosmos”. Decía el Papa en su homilía de la vigilia de Pascua del 23 de abril de 2011: “En la Vigilia Pascual, el camino a través de los sendas de la Sagrada Escritura comienzan con el relato de la creación. De esta manera, la liturgia nos indica que también el relato de la creación es una profecía. No es una información sobre el desarrollo exterior del devenir del cosmos y del hombre. Los Padres de la Iglesia eran bien concientes de ello. No entendían dicho relato como una narración del desarrollo del origen de las cosas, sino como una referencia a lo esencial, al verdadero principio y fin de nuestro ser. Podemos preguntarnos ahora: Pero, ¿es verdaderamente importante en la Vigilia Pascual hablar también de la creación? ¿No se podría empezar por los acontecimientos en los que Dios llama al hombre, forma un pueblo y crea su historia con los hombres sobre la tierra? La respuesta debe ser: no. Omitir la creación significaría malinterpretar la historia misma de Dios con los hombres, disminuirla, no ver su verdadero orden de grandeza. La historia que Dios ha fundado abarca incluso los orígenes, hasta la creación. Nuestra profesión de fe comienza con estas palabras: "Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra". Si omitimos este comienzo del Credo, toda la historia de la salvación queda demasiado reducida y estrecha. La Iglesia no es una asociación cualquiera que se ocupa de las necesidades religiosas de los hombres y, por eso mismo, no limita su cometido sólo a dicha asociación. No, ella conduce al hombre al encuentro con Dios y, por tanto, con el principio de todas las cosas. Dios se nos muestra como Creador, y por esto tenemos una responsabilidad con la creación. Nuestra responsabilidad llega hasta la creación, porque ésta proviene del Creador. Puesto que Dios ha creado todo, puede darnos vida y guiar nuestra vida. La vida en la fe de la Iglesia no abraza solamente un ámbito de sensaciones o sentimientos o quizás de obligaciones morales. Abraza al hombre en su totalidad, desde su principio y en la perspectiva de la eternidad. Puesto que la creación pertenece a Dios, podemos confiar plenamente en Él. Y porque Él es Creador, puede darnos la vida eterna. La alegría por la creación, la gratitud por la creación y la responsabilidad respecto a ella van juntas. 
“El mensaje central del relato de la creación se puede precisar todavía más. San Juan, en las primeras palabras de su Evangelio, ha sintetizado el significado esencial de dicho relato con una sola frase: "En el principio existía el Verbo". En efecto, el relato de la creación que hemos escuchado antes se caracteriza por la expresión que aparece con frecuencia: "Dijo Dios…". El mundo es un producto de la Palabra, del Logos, como dice Juan utilizando un vocablo central de la lengua griega. "Logos" significa "razón", "sentido", "palabra". No es solamente razón, sino Razón creadora que habla y se comunica a sí misma. Razón que es sentido y ella misma crea sentido. El relato de la creación nos dice, por tanto, que el mundo es un producto de la Razón creadora. Y con eso nos dice que en el origen de todas las cosas estaba no lo que carece de razón o libertad, sino que el principio de todas las cosas es la Razón creadora, es el amor, es la libertad. Nos encontramos aquí frente a la alternativa última que está en juego en la discusión entre fe e incredulidad: ¿Es la irracionalidad, la ausencia de libertad y la casualidad el principio de todo, o el principio del ser es más bien razón, libertad, amor? ¿Corresponde el primado a la irracionalidad o a la razón? En último término, ésta es la pregunta crucial. Como creyentes respondemos con el relato de la creación y con san Juan: en el origen está la razón. En el origen está la libertad. Por esto es bueno ser una persona humana. No es que en el universo en expansión, al final, en un pequeño ángulo cualquiera del cosmos se formara por casualidad una especie de ser viviente, capaz de razonar y de tratar de encontrar en la creación una razón o dársela. Si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución en algún lugar al margen del universo, su vida estaría privada de sentido o sería incluso una molestia de la naturaleza. Pero no es así: la Razón estaba en el principio, la Razón creadora, divina. Y puesto que es Razón, ha creado también la libertad; y como de la libertad se puede hacer un uso inadecuado, existe también aquello que es contrario a la creación. Por eso, una gruesa línea oscura se extiende, por decirlo así, a través de la estructura del universo y a través de la naturaleza humana. Pero no obstante esta contradicción, la creación como tal sigue siendo buena, la vida sigue siendo buena, porque en el origen está la Razón buena, el amor creador de Dios. Por eso el mundo puede ser salvado. Por eso podemos y debemos ponernos de parte de la razón, de la libertad y del amor; de parte de Dios que nos ama tanto que ha sufrido por nosotros, para que de su muerte surgiera una vida nueva, definitiva, saludable”: En: http://press.catholica.va/news_services/bulletin/news/27296.php?index=27296&po_date=23.04.2011&lang=sp#TRADUZIONE%20IN%20LINGUA%20SPAGNOLA
Yendo a otras latitudes, en los orígenes de Grecia parece que se comparte una misma idea con Babilonios, Egipcios y Hebreos acerca de cómo el mundo era considerado como una ostra con agua por abajo y por encima y en el centro la tierra. Inclusive Pitágoras consideraba que el disco flotante en el agua, es una esfera donde el sol, la luna y los planetas giran en torno de ella en círculos concéntricos y unidos por una rueda u “órbitas”. 
En el Japón (no menos del s. III a. C.), por su parte, en su descripción de la naturaleza, la relación con las aguas aparece ligada a sus relatos sobre el origen del cosmos. Los relatos reinterpretan los hechos. Según el relato, Kojiki contaba que después de la generación de la primera trinidad, lo que de opaco y pesado se encontraba en el caos se fue precipitando para dar lugar a una especie de masa gelatinosa que flotaba sobre las aguas y que tomó millones y millones de años para lograr tener suficiente solidez y convertirse en tierra firme. Sobre ella crecieron como si fueran “juncos” dos nuevas deidades, Umashi-Ashi-Kahibi (el viejo dios de los juncos) y Ameno-Tokohashi (La deidad para siempre parada). Sobre tales divinidades, a su vez, fueron procreadas las ocho islas más grandes, siendo la última Honshu. Luego crearon muchas más que rodean a las islas principales y, finalmente, tuvieron como hijos a los dioses que presiden sobre todas las cosas. El primero de ellos fue el dios del mar, luego el de la tierra y los puertos y la diosa de las aguas; el del viento, que al nacer sopló tan fuerte que despejó para siempre las nieblas y aclaró el aire y así sucesivamente. Finalmente Izanami tuvo al dios del fuego quien al nacer la quemó y le produjo la muerte. 
Para los Aztecas (no menos del 1.130 d. C.), en la Cuarta Era del ciclo, aparece el Cuarto Sol – Atonatiuh - Sol de agua. Era una diosa representada con la falda enjoyada, patrona de los mares y esposa de Tlaloc deidad de la lluvia. Agua y tempestades destruyen a la humanidad y los dioses convierten a hombres en peces para salvarlos del diluvio. 
Del mismo modo, los Incas (no menos del s. XI) se referían a Viracocha, también llamado Illa Viracocha Pachayachachi, como el esplendor originario o El Señor, Maestro del Mundo, en realidad la primera divinidad de los antiguos Tiahuanacos que provenían de Titicaca. Al igual que su homónimo, el dios Quetzalcóatl, surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra y la primera generación de gigantes que vivían en la oscuridad. En el sudoeste de los Estados Unidos (en nuestro tiempo) algunas culturas amerindias conservan vívidas sus tradiciones, cuyos orígenes se remontan a una arcaica cultura de cazadores y recolectores del primer milenio a. C. Para el 1.300 surgieron cultos relacionados con el agua, la fertilidad y los antepasados, y representaciones religiosas con máscaras y atuendos rituales, todo esto corresponde a la constante necesidad de invocar el agua de las profundidades de las montañas hacia el cielo y de ahí al pueblo, su gente, sus animales y sus plantas; los pobladores del sudoeste de los Estados Unidos crearon una red de nexos simbólicos que unía a la humanidad y las otras formas de vida con las otras poderosas fuerzas de la naturaleza. En las leyendas ancestrales colombianas, entre los Tukano del Vaupés (en nuestro tiempo), el viaje chamánico a otras dimensiones cósmicas, es un tema mítico muy frecuente. Hay muchas imágenes diferentes de esta hazaña chamánica, entre otras el descenso a la Casa de las Aguas. 
Para el caso del África subsahariana (en nuestro tiempo) encontramos tantos relatos cuantos pueblos. Tal es el caso de los boshongo (Zaire), para quienes, al principio, sólo había oscuridad y Bumba estaba sólo. Un día Bumba se sentía atormentado por su terrible dolor de estómago. A continuación sintió náuseas y al realizar un esfuerzo vomitó el sol; y así la luz se difundió por todas partes. El calor del sol hizo que parte de las aguas primitivas se secasen, de manera que en algunas zonas empezó a aparecer tierra seca. Faro, por su parte, es el dios del cielo y del agua de los bambara (Malí, en África occidental). Para los yoruba (Nigeria), en la segunda versión de su relato cosmogenésico, Olorun, el dios del cielo, lanzó una gran cadena desde el cielo hacia las antiguas aguas. Por esa cadena descendió su hijo Oduduwa. Oduduwa se llevó consigo un puñado de tierra, una gallina especial con cinco dedos y una simiente. Entonces Oduduwa arrojó el puñado de tierra sobre el agua original y colocó a la gallina de cinco dedos sobre la tierra; la gallina comenzó a rascar la tierra y la esparció y dispersó hasta que formó el primer espacio de tierra seco. También aparece el agua como la materia primitiva existente antes de nuestro mundo y es la intervención divina la que permite la aparición del Universo tal y como lo conocemos. 
En la Polinesia (en nuestro tiempo) la estructura del Universo varía poco de un pueblo aborigen a otro. Como su Tierra (Australia) era un espacio bastante seco, donde el agua no era muy abundante, a los ojos del aborigen australiano, el cielo se imaginó como un espacio verde, donde el suministro de agua era mayor que en la tierra, resultando una morada digna de los dioses y de esas almas que abandonaban el cuerpo al morir. (Los textos antes referidos hacen parte del material del Seminario Ciencias y Teología. Agradezco a los colegas que me han permitido el empleo de este material en actual proceso de publicación).

[xii bis] La composición actual del aire que respiramos es todo un reto para la población mundial de hoy y del futuro, sin duda alguna, y de manera particular para los gobiernos de todos los Estados, que deberían enfocar unánimes sus esfuerzos para mantenerla y para, en lo posible, mejorarla. 
Nuestra atmósfera se suele dividir en cuatro capas de acuerdo con la altitud, la temperatura y la composición del aire, de modo que a mayor altitud el peso del aire y la presión del mismo son menores. Estas cuatro capas son denominadas: troposfera, estratosfera, mesosfera y termosfera. De ellas, la estratosfera se ubica hacia los 25 km de altura y amortigua los rayos ultravioleta con su contenido de ozono (O3), mientras las dos primeras son las más cercanas a la tierra. La troposfera es la que directamente interactúa con nuestra respiración. Se trata de una capa que tiene unos 7 km en los polos, mientras tiene unos 15 km en sobre la línea ecuatorial. El aire está compuesto principalmente de nitrógeno (N2), un 78,09%; de oxígeno (O2), un 20,95%; de dióxido de carbono (CO2), un 0,035%; y de otros gases en proporción del 0,93%, como argón (Ar) – generado en la forma de 39Ar por el bombardeo de rayos cósmicos sobre la atmósfera terrestre a partir de 40Ar – y neón (Ne) – originado del subenfriamiento del aire, a la manera de copos de nieve inestables que se solidifican desde su estado de subenfriamiento, y de su posterior destilación – en proporción de 15,8 ppm (partes por millón) a razón de 1ppm = 3,19 mg/m³. 
La Tierra, por su parte, se caracteriza por ser un planeta rocoso, y no gaseoso o vaporoso como otros lo son. Posee en su núcleo de 3.500 km de radio, hierro y níquel principalmente (hierro – Fe –: 88,8 %; níquel – Ni –: 5,8 %; azufre – S –: 4,5 %; y menos del 1 % formado por trazas de otros elementos). Representa el 31% de la masa de la tierra y un 16% de su volumen. Luego viene el manto, que representa el 69% de la masa terrestre y un 84% de su volumen; está compuesto por materiales en estado de fusión, viscosos e incandescentes, algunos formando magmas basálticos, compuestos de sodio – Na – y potasio – K –; otros, formando magmas andesíticos, compuestos de sílice (básicamente óxido de silicio o SiO2) y minerales hidratados (a unos 700° - 900°C); y otros, finalmente, formando magmas graníticos a partir de porciones de los otros dos que, con el añadido de hierro y magnesio – Mg –, alteran su composición y adquieren un punto de fusión más bajo (a temperaturas entre 1200° y 1300°C). Finalmente viene la corteza terrestre, que en los océanos puede llegar a tener un grosor de 6 a 12 km, mientras en tierra firme o áreas continentales adquiere un grosor de entre 25 y 70 km. Entre los componentes de la corteza terrestre el agua - masa hídrica o hidrosfera - proporciona hasta el 71% de la superficie, como ningún otro planeta conocido llega a tener, y que es conditio sine qua non para la existencia de la vida. Nuevo factor que se convierte en reto para la población mundial, ya que su calidad y proporción dependen directamente de las buenas o malas decisiones que se tomen al respecto. 
Entre los componentes del suelo de la corteza terrestre el hierro representa un 32,1 %; el oxígeno, desde un 30,1 a un 47 % en sus diversas combinaciones; el silicio, un 15,1 %, el magnesio, un 13,9 %, el azufre, un 2,9 %, el níquel, un 1,8 %, el calcio – Ca –, un 1,5 %, y el aluminio – Al –, un 1,4 %; mientras que, con el 1,2 % restante, existen pequeñas cantidades de otros elementos (el Neón, por ejemplo, que se halla en una proporción de 0,005 ppm). Otro factor al que hay que observar delicada y detalladamente, por cuanto se trata de recursos naturales no renovables – ¡sí reciclables! – que, malgastados (y explotados a cada vez más altísimos costos: el petróleo, uno de los hidrocarburos, está formado por carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y azufre. La composición media del petróleo sería 85% = C; 12% = H; y 3% = S+O+N, además de varios elementos metálicos. Al presente se estima que en la Tierra existen 243.153’000.000 de toneladas de petróleo, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo –OPEP-. Eso quiere decir 262 billones de litros -262 km³-: si la producción de 83 millones de barriles al día se mantuviera constante, significa que habría petróleo para 54 años. Venezuela, el país con más reservas probadas, al ritmo actual de producción, tendría petróleo para más de 300 años y Arabia Saudita​ para 70 años) pueden crear desequilibrios muy serios en la alimentación, en la calidad del agua, del suelo y del aire, por ejemplo, y sobre todo con vistas al futuro de la población.

Otro factor definitivo para la existencia de vida como la que existe actualmente en nuestro planeta es la gravedad o fuerza gravitatoria – en su doble papel de guardián y fuente de vida, porque ella nos aferra al mismo – y que, en su estimación estándar, se calcula al nivel del mar en 9,80665 m/s. En su relación con la masa, determina, entonces, entre otras condiciones, el peso de nuestro cuerpo y por ende la energía necesaria para su desplazamiento.
[xiii] JUAN PABLO II decía a este propósito a la Asamblea plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias, el 22 de octubre de 1996: “(2). Me alegra el primer tema que habéis elegido, el del origen de la vida y de la evolución, tema esencial que interesa mucho a la Iglesia, puesto que la Revelación, por su parte, contiene enseñanzas relativas a la naturaleza y a los orígenes del hombre. ¿Coinciden las conclusiones a las que llegan las diversas disciplinas científicas con las que contiene el mensaje de la Revelación? Si, a primera vista, puede parecer que se encuentran oposiciones, ¿en qué dirección hay que buscar su solución? Sabemos que la verdad no puede contradecir a la verdad (cf. León XIII, encíclica Providentissimus Deus) […] (3). Antes de proponeros algunas reflexiones más específicas sobre el tema del origen de la vida y de la evolución, quisiera recordaros que el Magisterio de la Iglesia ya ha sido llamado a pronunciarse sobre estas materias, en el ámbito de su propia competencia. Deseo citar aquí dos intervenciones. En su encíclica Humani generis (1950), mi predecesor Pío XII ya había afirmado que no había oposición entre la evolución y la doctrina de la fe sobre el hombre y su vocación, con tal de no perder de vista algunos puntos firmes (cf. AAS 42 [1950], pp. 575-576). Por mi parte, cuando recibí el 31 de octubre de 1992 a los participantes en la asamblea plenaria de vuestra Academia, tuve la ocasión, a propósito de Galileo, de atraer la atención hacia la necesidad de una hermenéutica rigurosa para la interpretación correcta de la Palabra inspirada. Conviene delimitar bien el sentido propio de la Escritura, descartando interpretaciones indebidas que le hacen decir lo que no tiene intención de decir. Para delimitar bien el campo de su objeto propio, el exegeta y el teólogo deben mantenerse informados acerca de los resultados a los que llegan las ciencias de la naturaleza (cf. AAS 85 [1993], pp. 764-772, Discurso a la Pontificia Comisión Bíblica, 23 de abril de 1993, anunciando el documento sobre La interpretación de la Biblia en la Iglesia: AAS 86 [1994], pp. 232-243). (4). Teniendo en cuenta el estado de las investigaciones científicas de esa época y también las exigencias propias de la teología, la encíclica Humani generis consideraba la doctrina del «evolucionismo» como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una reflexión profundas, al igual que la hipótesis opuesta. Pío XII añadía dos condiciones de orden metodológico: que no se adoptara esta opinión como si se tratara de una doctrina cierta y demostrada, y como si se pudiera hacer totalmente abstracción de la Revelación a propósito de las cuestiones que esa doctrina plantea. Enunciaba igualmente la condición necesaria para que esa opinión fuera compatible con la fe cristiana; sobre este aspecto volveré más adelante. Hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica, nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis. En efecto, es notable que esta teoría se haya impuesto paulatinamente al espíritu de los investigadores, a causa de una serie de descubrimientos hechos en diversas disciplinas del saber. La convergencia, de ningún modo buscada o provocada, de los resultados de trabajos realizados independientemente unos de otros, constituye de suyo un argumento significativo en favor de esta teoría. ¿Cuál es el alcance de dicha teoría? Abordar esta cuestión significa entrar en el campo de la epistemología. Una teoría es una elaboración metacientífica, diferente de los resultados de la observación, pero que es homogénea con ellos. Gracias a ella, una serie de datos y de hechos independientes entre sí pueden relacionarse e interpretarse en una explicación unitaria. La teoría prueba su validez en la medida en que puede verificarse, se mide constantemente por el nivel de los hechos; cuando carece de ellos, manifiesta sus límites y su inadaptación. Entonces, es necesario reformularla. Además, la elaboración de una teoría como la de la evolución, que obedece a la exigencia de homogeneidad con los datos de la observación, toma ciertas nociones de la filosofía de la naturaleza. Y, a decir verdad, más que de la teoría de la evolución, conviene hablar de las teorías de la evolución. Esta pluralidad afecta, por una parte, a la diversidad de las explicaciones que se han propuesto con respecto al mecanismo de la evolución, y, por otra, a las diversas filosofías a las que se refiere. Existen también lecturas materialistas y reduccionistas, al igual que lecturas espiritualistas. Aquí el juicio compete propiamente a la filosofía y, luego, a la teología. (5). El Magisterio de la Iglesia está interesado directamente en la cuestión de la evolución, porque influye en la concepción del hombre, acerca del cual la Revelación nos enseña que fue creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 28-29)”: en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/messages/pont_messages/1996/documents/hf_jp-ii_mes_19961022_evoluzione_sp.html
Según ha informado la EFE, el CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA ha efectuado el 26 de noviembre de 2008 el congreso "La ciencia, 400 años después de Galileo Galilei. El valor y la complejidad ética de la investigación tecnológico-científica contemporánea", y ha designado el año 2009 como el Año Galileo (Pisa, 1564 - Florencia, 1642), con motivo del 400 aniversario de la construcción del primer telescopio por el científico italiano. La nota agrega: “El Papa no firmó la sentencia y los cardenales no se pusieron de acuerdo sobre la condena; por esto, estaría bien volver a publicar las actas en su totalidad, para tenerlas de nuevo a disposición en una edición lo más acertada y rigurosa posible desde el punto de vista crítico", según explicó el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, Gianfranco Ravasi.  En (consulta 25 noviembre de 2008): http://espanol.news.yahoo.com/s/25112008/54/noticias-entretenimiento-vaticano-editara-acta-recordar.html
[xiv] Las huellas de cultura que quedan del Pleistoceno son del Paleolítico, tanto temprano como inferior. Hay que señalar que el Plioceno comenzó hace 5,2 millones de años hasta 1,6 millones de años atrás. A continuación comenzó el Pleistoceno, que duró hasta el Holoceno, hace 10 mil años.
Sobre el Plioceno se puede referir que, geológicamente, “en el oeste de Norteamérica, la subducción de la placa tectónica del Pacífico contribuyó a la elevación de sierra Nevada y de la cordillera volcánica de las Cascadas. En Europa, los Alpes continuaron su ascensión apoyados por el movimiento de la tectónica de placas que empujaba y combaba la corteza en una región amplia de este continente. Al final del mioceno, la colisión de las placas africana e ibérica había formado el sistema bético-rifeño y cortado la comunicación entre el Mediterráneo y el Atlántico, con lo que se produjo la desecación del primero, en cuya cuenca se instaló un clima árido depositándose grandes cantidades de sales. Al iniciarse el plioceno se volvió a abrir el paso y el Mediterráneo se llenó de nuevo. El clima se hizo más frío y seco. Los mamíferos se habían establecido desde hacía tiempo como la forma de vida vertebrada dominante y es durante el plioceno cuando se produce la evolución de un grupo de primates, los homínidos, con diversas especies, desde los Australopitecinos al Homo habilis y al Homo erectus, consideradas antepasados directos del Homo sapiens”: en: http://www.astromia.com/tierraluna/cenozoico2.htm
Para precisar mejor este punto de flexión debe señalarse que ha afirmado la Agencia de noticias EFE, en cable fechado el 8 de agosto de 2012 en Londres, que la revista Nature publicó en la fecha el resultado de las investigaciones realizadas por los paleontólogos Fred SPOOR, co-autor del artículo, y Meave LEAKEY, del Turkana Basin Institute de Nairobi (Kenia), uno y otro miembros del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania. En su descubrimiento, efectuado al este de África, en el yacimiento de Koobi Fora, una región rocosa del norte de Kenia próxima al lago Turkana, ellos encontraron nuevos indicios de que la región estuvo habitada no sólo por el Homo erectus y por el Homo habilis sino por una tercera línea evolutiva (muy cercana al Homo hábilis sin embargo) de primates homínidos que al final terminó por desaparecer. Ya existían desde 1972 tales indicios – en la misma Kenia se había encontrado un cráneo sin dientes pero con rostro más grande y plano que los de otros fósiles –, que vendrían a ser confirmados por los nuevos descubrimientos. Se caracterizarían los fósiles (el primero sería una cara y dientes pertenecientes a un niño de unos 8 años; el segundo, perteneciente a un individuo adulto, tiene la mandíbula inferior está bastante completa, con piezas dentales y raíces; y un tercero se trata del fragmento de otra mandíbula inferior con varios dientes incisivos pequeños: “muy completos” en opinión de los expertos) de tal grupo por tener una antigüedad de un millón novecientos cincuenta mil años, es decir, habrían sido habitantes del Paleolítico Inferior. La principal diferencia de estos homínidos con sus contemporáneos sería que “la cara de estos era más alargada y más plana”, y habrían tenido “un paladar en forma de U, mientras que los otros lo tendrían en forma de V”. Y concluye la información diciendo que “aunque tanto el Homo Habilis como esta nueva especie terminaron extinguiéndose, a diferencia del Homo Erectus, "parece evidente que la evolución humana no siguió una línea unidireccional"”. En: Cristina GALLARDO: “Grupo de científicos hallan tres fósiles de una nueva especie de homínido en el este de África” (consulta 8 de agosto de 2012):
[xv] Citado por Edouard BONÉ: “¿Tiene sentido y futuro la aventura humana?”. Segunda de las conferencias del ciclo presentado por el Autor en la PUJ – Bogotá – entre el 24 y el 27 de agosto de 1998. Transcrita en mi texto La aventura humana, o. c., p. 90, nt. 214, 124.
“Los humanos realizan los primeros ritos funerarios de los que se tiene noticia: Existen al menos dos hipótesis explicatorias: La de Edward Burnet TYLOR (1871), quien los asocia con el animismo, según él, presente en todas las formas de religión: las almas o espíritus son causa de la vida de los seres humanos; vapores o sombras que pueden migrar de una persona a otra, de los muertos a los vivos e incluso a plantas, animales y otros objetos. Según esta hipótesis, la propuesta se originó en el intento por explicar las causas de los sueños, de los trances y de la muerte, la diferencia entre un cuerpo muerto y uno vivo y la diferencia que existe en las imágenes percibidas cuando se está en trance o se está en estado de sueño.
La segunda hipótesis, del también antropólogo británico Robert R. MARETT, reacciona a la anterior y señala que quien afirmaba que estos pueblos primitivos no podían haber sido tan intelectuales y que la religión debía haber tenido un origen más emocional e intuitivo. Rechazaba la teoría de Tylor al respecto, de que todo objeto era considerado como ser vivo. Marett pensaba que estos grupos primitivos debían haber considerado algunos objetos dentro de su teoría como inertes y que probablemente consideraron sólo aquellos objetos que tenían cualidades inusuales o que se comportaban de forma impredecible o misteriosa durante su vida. Sostenía, además que el antiguo concepto de vitalidad no estaba lo bastante elaborado para incluir la noción de un alma o espíritu inherente al objeto. Los pueblos primitivos trataban a los objetos que consideraban animados como si tuvieran vida, sentimiento y voluntad propia, pero no distinguían entre el cuerpo de un objeto y un alma que pudiera entrar en él o abandonarlo. Marett denominó este punto de vista “animatismo” o “preanimismo”, y afirmó que el animismo debía surgir del animatismo, el cual podía incluso convivir junto a creencias animísticas más evolucionadas.” En: Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001. © 1993-2000 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
Los expertos, además, encuentran notables convergencias entre los procedimientos funerarios de pueblos tan distantes como el de Roma, entre las poblaciones de clase media de los siglos II y III de la era actual, y los de México, subsistentes hasta la actualidad, sobre todo en los “días de los difuntos”: cf. 24 Horas Libre, jueves, 06 de marzo del 2008 18:24 Hora de Perú: “Revelan tumbas bajo El Vaticano vínculo de antigua Roma y México. Una serie de tumbas descubiertas en recientes excavaciones, bajo El Vaticano, permitieron a especialistas identificar sorprendentes coincidencias entre el culto a los muertos de la antigua Roma y del México actual”, en: http://www.24horaslibre.com/cultura/1204845847.php.
[xvi] Cf. Ralph L. BEALS – Harry HOIJER: Introducción a la Antropología Aguilar Madrid 1972 2ª 87.
Las pinturas rupestres, propias de esta época, no se han encontrado sólo en África. Con pocas figuras o con numerosas, pintadas en cuevas o al aire libre, representan sobre todo a hombres y a animales, muchas veces simbólicamente, otras menos figurativamente. En un primer momento el arte rupestre paleolítico se consideró como puramente ornamental, carente de significados más complejos. Este punto de vista se apoyaba en el arte mueble conocido hasta entonces. Pero los avances en el conocimiento de esa época, así como los descubrimientos que se iban haciendo, pusieron de manifiesto que había un complejo aunque indescifrable nexo entre los objetos representados y su localización. Se pintaba un limitado número de especies; con frecuencia las pinturas, dibujos y grabados se encuentran en los lugares más inaccesibles de las cuevas; hay asociaciones y signos enigmáticos, figuras intencionadamente incompletas o ambiguas, y cuevas decoradas que aparentemente no fueron habitadas. A comienzos del siglo pasado se aplicó al arte paleolítico la teoría funcional de la magia simpática. Según esta teoría, las pinturas servían para influir de forma mágica en sus modelos reales. Otra teoría bastante popular fue la denominada magia de la fertilidad, según la cual la representación de animales garantizaría su reproducción y la consiguiente provisión de alimentos para el futuro. En definitiva, la mayor parte del arte paleolítico no tiene una relación clara con la caza o la reproducción. En la década de 1950 dos investigadores franceses, Annette Laming-Emperaire y André Leroi-Gourhan, llegaron a la conclusión de que las cuevas no habían sido decoradas al azar, sino de forma sistemática. Concibieron los diferentes ejemplos de arte rupestre como composiciones cuidadosamente planificadas dentro de cada cueva, considerando a los animales no como retratos sino como símbolos. Descubrieron toda una serie de asociaciones que se repetían con frecuencia: el predominio de caballos y bóvidos, agrupados en los muros centrales, se consideró una representación de la dualidad sexual. Dividieron también los signos abstractos entre masculinos (falos) y femeninos (vulvas). De cualquier modo, ninguna interpretación es suficiente para explicar todo el arte paleolítico, un periodo que abarca las dos terceras partes de la historia del arte, 25 milenios sobre la mayor parte de la superficie terrestre.” En: Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001. © 1993-2000 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
Tomo nota de una información reciente que es bien significativa en el contexto en el que nos encontramos: cuando se estaban adelantando los trabajos de construcción de una autopista entre Jerusalén y Tel-Aviv – afirmó Hamoud Khalaily –, fueron encontradas dos estatuillas (una de un buey y otra de un carnero) de unos 15 cm de largo cada una, elaboradas en piedra caliza y dolomita, a las cuales los expertos consideran “amuletos de la buena suerte para los cazadores de la Edad de Piedra” (Pre-Cerámico del Neolítico B), esto es, de habitantes que vivieron en este territorio no menos de seis mil años antes de Moisés, quien se estima vivió hacia el 1300-1200 a. C. Confirma dicho hallazgo que tales habitantes no sólo se dedicaban a la caza sino que, probablemente antes de salir a ella, y para asegurarla, realizaban una ceremonia de su culto tradicional. Dicho período es notable por los cambios que se produjeron en la evolución de la humanidad, ya que de un estilo de vida nómada, dedicado a la caza y a la recolección, se fue pasando a un estilo de vida sedentario basado en la agricultura y el pastoreo. Véase la nota periodística de Catholic Online, 5 de septiembre de 2012: “Archaeologists discover animal statues that predate Moses”, en (consulta 5 septiembre de 2012): http://www.catholic.org/international/international_story.php?id=47463&wf=rsscol
[xvii] ¿En qué consiste la “conciencia”? ¿Cómo opera ella? ¿Cuáles son sus relaciones con la “mente” y con el “alma” humana? ¿Se puede identificar la denominada “inteligencia artificial” con la “conciencia”? Son preguntas complejas, más aún, difíciles de abordar, sobre todo si ya de entrada se mantienen posiciones filosóficas (epistemológicas y metafísicas, implícitas muchas veces) contradictorias e incompatibles con la posibilidad misma de su existencia. Se trata, sin embargo, de un problema real y de tal magnitud que, aún hoy, en pleno siglo XXI, no sólo nos confronta con la teleología del universo y de nuestras propias acciones humanas, individuales y como sociedad (recuérdense los planteamientos expuestos en el cap. I de esta obra), sino que, entre otros asuntos, da origen a una línea de estudio, investigación y profesión, como es la Psicología, entre otras disciplinas (“universitarias”, “científicas”). Para el caso, presento la conclusión de una de las principales y primeras obras del conocidísimo y valorado matemático y físico Roger PENROSE, quien escribía hace algunos años: 
“¿No es "obvio" que la simple computación no puede provocar placer o dolor; que no puede percibir la poesía, o la belleza del cielo al atardecer, o la magia de los sonidos; que no puede tener esperanza o amar o desesperar; que no puede tener un objetivo genuino autónomo? Pero la ciencia parece habernos llevado a aceptar que todos somos simplemente pequeñas partes de un mundo gobernado en todo detalle (incluso si finalmente resultara ser quizá de manera probabilista) por leyes matemáticas muy precisas. Nuestro propio cerebro, que parece controlar todas nuestras acciones, está gobernado también por estas mismas leyes precisas. Ha surgido la imagen de que toda esa actividad física es, en efecto, nada más que la activación de algún enorme cómputo (quizá probabilista), y por ello nuestro cerebro y nuestra mente tienen que ser comprendidos solamente en términos de semejantes cómputos. Quizá cuando los cómputos se vuelvan extraordinariamente complicados puedan empezar a adoptar las cualidades más poéticas o subjetivas que asociamos al término "mente". No obstante, es difícil evitar un sentimiento incómodo de que siempre se echará algo de menos en esta imagen. En mis propios argumentos he tratado de apoyar esta idea de que debe haber algo esencial que está ausente de cualquier imagen puramente computacional. Pero mantengo también la esperanza de que es por medio de la ciencia y las matemáticas como deben salir a la luz algunos avances profundos en la comprensión de la mente. Existe aquí un aparente dilema, pero he tratado de mostrar que existe una auténtica salida. Computabilidad no es en modo alguno la misma cosa que ser matemáticamente exacto. Existe en el mundo matemático platónico y exacto tanto misterio y belleza como pudiéramos desear, y la mayor parte de este misterio reside en conceptos que están fuera de esa parte relativamente limitada en la que residen los algoritmos y la computación. La conciencia me parece un fenómeno de tal importancia que no puedo creer que sea algo producido "accidentalmente" por un cómputo complicado: es el fenómeno en el que se hace conocida la misma existencia del Universo. Podemos argumentar que un universo gobernado por leyes que no permiten la conciencia no es universo en absoluto. Diría incluso que todas las descripciones matemáticas del Universo que se han dado hasta ahora deben incumplir este criterio. Es sólo el fenómeno de la conciencia el que puede conjurar un presunto universo "teórico" a la existencia real”: Roger PENROSE: La mente nueva del emperador. En torno a la cibernética, la mente y las leyes de la Física (The Emperor's New Mind —Concerning Computers, Minds, and The Laws of Physics ©, 1989, Oxford University Press) Fondo de Cultura Económica México, D.F. 1996 397-398 (Grijalbo Mondadori Barcelona 1991, Libro de Mano 1999 554-555). 
Por el otro lado, las investigaciones actuales interdisciplinares acerca de la relación cerebro-libertad-responsabilidad, en las que tanto tienen que ver las Neurociencias, por supuesto, pero también la Filosofía, entre otras, han llegado a un punto tal de complejidad y de vivas discusiones, que se hace imperioso continuar tales investigaciones, muchas veces contradictorias entre sí, y, especialmente, contrarias, por decir lo menos, con un concepto de “humanidad” integral como el que aquí proponemos, defendemos y animamos. El asunto, en su provisionalidad, ha suscitado, sin embargo, que se lleven a cabo encuentros como los mencionados en la nt. 2108, convocados por instituciones tan ecuménicas como la Pontificia Academia de Ciencias. El texto de las conclusiones de los Grupos de Trabajo reunidos en el Vaticano entre los días 8 y 10 de noviembre de 2012, para tratar el problema, en su redacción original, señala: 
“The working group met for three days to discuss questions at the boundaries of neurosciences and philosophy, with an emphasis on areas where the scientific approach is making progress, and which lie at the core of what it means to be a human person: the evolution of the human brain, the mechanisms of consciousness, the capacity for evaluation and decision making and self-control, the formation of beliefs in a social group, the sense of self, and the importance of education for human brain development. For each of these topics, we summarize here the essential conclusions and the potential points of convergence between the scientific and philosophical approaches, without denying that many of these points remained heavily debated. 
Human brain evolution 
Paleontological evidence, exploring the consequences of climate change, nutrition and human migrations, together with genetic evidence, pointing to a limited number of recent mutations unique to the human lineage, are shedding new light on the origins of Homo sapiens. Human and non-human primates share brain mechanisms, both at the level of individual circuits and areas and in the manner in which these spatially distributed systems interact and are bound together by synchronized oscillatory mechanisms to form global brain-scale assemblies. The latter mechanisms play a prominent role in processes of computation, arousal, attention, and conscious perception. 
The increasing complexity of the human brain led to the emergence of novel cognitive and executive abilities that enabled Homo sapiens to engage in cultural evolution. Although rudimentary forms of culture, including intergeneration transmission of ways of cracking nuts, etc, have been demonstrated in apes, essential steps in this process were the conception of tools, the growing awareness of a finite life span, the development of a symbolic communication system, the transgenerational transmission of acquired knowledge by education, the creation of social belief and value systems, social cooperation, and the concretization of mental representation systems in rituals, artistic endeavors, and social institutions. 
This paleontological research, although still developing, represents a major progress over the Medieval vision of the brain, which St Thomas summarizes as follows: ‘For man needs the largest brain as compared to the body; both for his greater freedom of action in the interior powers required for the intellectual operations; and in order that the low temperature of the brain may temper the heat of the heart, which has to be considerable in man for him to be able to stand erect’ (Thomas Aquinas, S.Th. I, 91, 3 ad 1). Already Plato had the intuition that the dimension that makes humans distinct from animals and plants, addressed as mental or spiritual, is a consequence of the evolution of the brain and the ensuing cultural constructs (cf. Timaeus, 90 a-b). 
Consciousness
Elementary mechanisms of consciousness are now increasingly being analyzed at the brain level. The events that human observers report as conscious differ from those that they cannot consciously report in multiple objective neurophysiological parameters. The sense of ownership of our body and actions, and the feeling of the first-person perspective (or self-perspective) and interoception, can be manipulated in the laboratory, and their neural correlates are being discovered using brain imaging. 
The sense of the unity of consciousness, although partially illusory, may be understood as a process of convergence of the various cognitive abilities or “modules” into a single large-scale brain network or “workspace”. This integration, made possible by the existence of long- and short-distance anatomical and functional connections linking higher-level brain areas, is thought to enable an internal synthesis of the innate and acquired dispositions of the individual and of his recognition of himself and his body in the world.
The practical implications of these findings are important in medical practice, in order to better understand the loss of consciousness during anesthesia or following brain lesions, to facilitate the detection of residual consciousness in locked-in patients, and to search for mechanisms underlying the disruption of the unity of consciousness in psychiatric illnesses such as schizophrenia. 
The discovery that consciousness can be related to specific brain systems should not conceal the fact that most of our brain operates non-consciously. Neuroscience and psychology have discovered that many of the brain processes for knowledge, value, decision, belief formation and social representation reside at a deep and unconscious level that remains unavailable to accurate introspection and conscious recollection. Nevertheless, through self-observation, we develop some degree of explicit self-knowledge, as well as explicit theories on how our mind and the minds of others work (theory of mind). 
Values and decisions 
How human and non-human primates attribute values and take decisions can also be related to a set of brain areas that provide a prospective evaluation of the consequences of actions at multiple levels. Some of these areas, which can evaluate purely imaginary and novel decisions, are the brain areas most evolved in humans compared to other primates, suggesting an expanded functionality of the valuation and decision system during the evolution of hominins. The capacity for decision making exhibits an inter-individual variability which can be correlated with neurotransmitter concentrations and with functional connectivity between brain regions and networks. At one extreme, addicted individuals show a massive disequilibrium in dopaminergic networks, which biases their entire decision system towards the pursuit of drug taking while undermining their ability for self-control. Understanding of these circuits opens up the possibility of a future treatment by restoring the operation of the valuation system and strengthening that of self-control. 
Beliefs and socialization 
The formation of belief systems is another cognitive domain of exceptional expansion in the human species. Perceptions and beliefs are thought to jointly arise from hierarchical brain networks that confront internal models of the world with external signals and use the corresponding error signals as a corrective mechanism. Schizophrenia is a mental illness which can be analyzed as the abnormal operation of this error-propagation device.
Although hierarchical perception and belief systems exist in monkeys and apes, they reach their full development in humans in whom an additional level of sharing attention and social information plays an essential part. The circuits of the human social brain, which have only recently started to be explored, may shed some light on how we generate an interpretation of our own self, our behavior, and our sense of responsibility and accountability. The strong feeling of belonging to a social group arises extremely early during development: even infants already express preferences for others who speak the same language. The human sense of belonging to groups generates powerful social tendencies towards in-group cooperation and out-group exclusion. 
How altruistic cooperation could have evolved is the subject of several mathematical models. They suggest that cooperation is a genuine force in evolution that may even be necessary for the emergence of any complexity in life, from pluricellular organisms to insect societies and human language. In these models, trust, generosity and forgiveness enter explicitly as evolved traits that stabilize group cooperation. Humans may be distinguished by a specific form of cooperation, ‘indirect reciprocity’, which relies on language to extend cooperation to new individuals based solely on their social reputation. In this respect, the cognitive sciences strengthen in a new and genuine way the philosophical notions that are at the foundation of ethical and political systems, according to which a human being is essentially a ‘social animal’ (Aristotle, Politics, I, 9, 1253 a 2). 
The fundamental importance of education 
Even if they are not entirely accurate, human mental representations develop continuously and can be improved by education, an activity that may well be unique to humans. Brain neuroplasticity is the mechanism by which new memories and learning occur in the brain. In the human brain it allows us to not only transmit tradition and knowledge through education, but also to shape and form personality traits. Education even permits fighting against some of the now maladaptive traits that the brain inherited from its evolution. Even a few weeks of training can modify the brain networks for attention and self-control, thus enhancing willful action over automatic reaction. Thus, any human has in himself an active capability that allows him to progress ‘towards himself and his own perfection’ (Aristotle, De Anima, II, 5, 417 b 3). Hence the importance of educating and ‘training’ perception, knowledge, reasoning and action, in order to attain truth, good and justice. 
Developing a better understanding of how knowledge, action and decision circuits diversify to enlarge the repertoire of our species, as well as studying how the teacher’s brain operates to transmit education, are essential goals for future research. The teacher’s role in Plato and Thomas Aquinas is to be the instrument that helps their students not only to lead out (educere) their own abilities, but to also develop knowledge for themselves. There is a possible point of convergence here with theories of brain development that attribute, even to very young infants, a vast repertoire of knowledge (about objects, space, time, numbers, language…) and the ability to learn by selecting the most pertinent of these internal representations. Aristotle, somewhat similarly, identifies a distinction between potency and act: knowledge pre-exists in the learner in an active way, not passive as it is in general in matter. Otherwise, the human being would not be able to acquire knowledge by himself. Therefore, ‘when something pre-exists in the subject in active completed potency, the external agent acts only by helping the internal agent’ (Thomas Aquinas, De Magistro – De Veritate, 11, 1). 
Interdisciplinary convergence and its difficulties 
One of the most complex questions in the interdisciplinary approach is to clarify the often different meanings that a word can have when used by the different disciplines. For instance, the analysis of the ‘self’ is a privileged subject for interactions between neuroscience, psychology and philosophy, reflecting the different traditions and competences of these disciplines. However, they differ with respect to the epistemological status accorded to the object of investigation, the language used for descriptions and the applied methods of research. Kant in this context distinguishes between a determining self (thought) and a determinable self (the thinking subject). The neural sciences have as their object the material aspects of the brain and the cognitive and executive functions that depend on the brain, and aim to explain various aspects of thought on this material and computational basis. Metaphysical anthropology, however, draws attention to aspects of the subject that, it suggests, may not only be thought of without matter but can also be without matter. For example, based on activities such as the perception of time – dissociated from the characteristic succession of physical movement and associated to the mental principles typical of human praxis – and the insatiable thirst for knowledge, life and happiness, realist philosophy (past and present) considers that knowing the truth and tending towards good and justice are specific to human beings. The human person, through knowledge and will, draws on the absolute and does not stop at material realities but aspires to symbolic understanding, science and perfect knowledge, and desires non-market goods, that is, goods without a price, such as dignity, mutual esteem, and happiness. In the future, examining to what extent these non-material aspirations can be linked to the material reality of the brain does not appear to be an inaccessible goal and, on the contrary, should become an important object of study for cognitive neuroscience. 
Science has confirmed the existence of trillions of connections between the billions of neurons and neuronal circuits that make up the human brain, and their ramifications inside the body. Nevertheless, in general philosophers of the Socratic tradition do not agree that this leads to the conclusion that human intelligence and will are just neural events that happen in the brain. For neuroscientists, the brain integrates all bodily functions. From the point of view of the philosophers at the meeting, this does not mean that it gives the body its ontological vital unity, which is given by the soul: ‘vivere viventibus est esse’ (Aristotle, De Anima, II, 4, 415 b 12). For Thomas Aquinas (and contemporary thinkers of his school), this emergence or independence in acting reveals the independence of being. The being (esse, actus essendi) does not belong to the compound but to the intellective soul proper (the soul subsists in its esse, which it communicates to the body and takes back when the body dies and ceases to ‘exist’). The being (to be more precise, esse as actus essendi) adheres immediately and thus inseparably to the subsistent form. Consequently, the human soul is thought to be incorruptible and thus immortal, created directly and individually by God. 
This philosophical conception, especially the central question of the relationship between the brain and the soul, generated intense debates amongst the scientists and philosophers participating in the working group. It was pointed out by the philosophers that brain functions alone may not be sufficient to serve as a basis for ethical and ontological statements about the status of the human person. Humans with severe impairments of brain functions cannot be denied humanity and dignity. Therefore, although the scientists and the philosophers agreed on the fact that the brain gives vital unity, the philosophers’ stance was that the soul is the principle differentiating between living beings and is the unifying essence. Whereas organs, the brain included, and the potencies (i.e. the intellect, the will, the senses) are called secondary principles of unity, of coordination and of operation, the individual is the first principle of action and attribution. In the perspective of the neuroscientists present at the meeting, autonomous action and self-attribution could arise solely from the spontaneous patterns of brain activity that auto-organize to provide internal models and motivations to act, including moral operations (behaviours and emotions). In the perspective of philosophers present at the meeting, autonomous action and auto-organisation is the characteristic of living beings (Aristotle, De Anima, 412 a 12), and many of them, like microorganisms and plants, do not have a brain but a substantial principle of unity which is the soul. So the soul is the subject but in an active and coordinative sense in living beings of the different species which becomes – in the human person – a principle and responsible subject capable of reflecting on himself/herself. Both perspectives, however, agree that “the brain acts as the neural central driving force of existence” and that “brain death is the death of the individual”, as stated in the Pontifical Academy’s Statement ‘Why the Concept of Death is Valid as a Definition of Brain Death’ (2008). 
Conclusions 
In conclusion, the current knowledge of the organization of the human brain and how it gives rise to mental states already provides an important contribution to the issue of what the human person is. Yet like any scientific enterprise, the answers that it provides remain limited. Scientists and philosophers need to search for a better language that may bridge the gaps between the disciplines and levels of analysis. This includes the language of values, responsibility, dignity and justice. The reconstructions of the concepts of consciousness and self-consciousness, mind and soul, form and information, may help to bring together the natural sciences, the social sciences and the humanities. 
Thanks to the discovery of the centrality of the brain, made by the neurosciences, we now have a new starting point for our recognition of the status of the human being. Today, we can be both actors and spectators of our own actions and of ourselves – the first-person perspective of the subjective self is complemented by the third-person perspective of neuroscience. Only a human being is capable of creating such circularity by observing the functioning of his brain from the outside with increasingly powerful instruments, while also interpreting these data from inside, based on conscious self-reflection. The consequences of this dual approach are only beginning to be explored. 
In addition to contributing to this conceptual search, cognitive neuroscientists also have an important present responsibility with respect to the many challenges raised by the contemporary world. New interfaces will soon link the human brain to computers and robots, alleviating paralysis but also raising difficult ethical issues. The legal system may benefit from, but also be deeply challenged by, our improved understanding of conscious and non-conscious determinants of human behavior. Many existing human institutions, such as the prison system, may ultimately require extensive reconsideration in light of our growing understanding of the human brain and the possibility of changing and educating it. Prison (deprivation of freedom to move) should never be just a punitive institution but also, and above all else, it should protect society against dangerous individuals, act as a deterrent, and be corrective and educational for those who are imprisoned”. En el Grupo de Trabajo participaron con sus escritos y presencia, entre otros: Georges M.M. Cardinal Cottier, Prof. Dr Silvia Arber, Dr Antonio M. Battro, Dr Timothy Behrens, Prof. Enrico Berti, Prof. Olaf Blanke, Prof. Thierry Boon Falleur, Prof. Yves Coppens, Prof. Stanislas Dehaene, Prof. Christopher D. Frith, Prof. Uta Frith, Prof. Earl K. Miller, Prof. Jürgen Mittelstrass, Prof. Martin Nowak, Prof. Svante Pääbo, Msgr. Marcelo Sánchez Sorondo, Prof. Wolf J. Singer, Dr Nora D. Volkow. La publicación del documento se encuentra en la obra: A. BATTRO - S. DEHAENE - W. SINGER (eds.): Neurosciences and the human person. New perspectives on human activities. Pontifical Academy of Sciences Scripta Varia 121 Vatican City 2013. Se puede encontrar también en (consulta del 14 de agosto de 2014): http://www.casinapioiv.va/content/accademia/en/events/2012/neurosciences/neurosciencestatement.html
[xviii] No pretendemos agotar con nuestra exposición la dimensión genética ni tampoco el “Proyecto Genoma Humano”, con lo cual estaríamos dando un mal uso a los conocimientos sobre genética. Y se debe tener en cuenta que los seres humanos somos el resultado del efecto que tienen características heredadas al momento de la concepción y del ambiente. Es este otro de esos asuntos en los cuales se puede caer en aquel “reduccionismo” que hemos denunciado en varios lugares de la investigación, mediante el cual, en este caso, se pretendería esclarecer el sentido de la vida humana a partir de la secuencia (“secuenciación” o “secuenciamiento”, dicen también) del genoma, o, según otros, que con los datos de dicha secuencia se produce la inmediata predicción del destino biológico de las personas. 
 “The Human Genome Organization (HUGO) is the international organization of scientists involved in human genetics. Established in 1989 by a collection of the world's leading human geneticists, the primary ethos of the Human Genome Organization is to promote and sustain international collaboration in the field of human genetics”: afirma la Organización en: http://www.hugo-international.org/
“En el discurso de apertura de la séptima Reunión Internacional del Genoma Humano en la ciudad china de Shanghái, el profesor Yoshi Sakaki aseguró que los avances en la investigación genética permitirían el desarrollo de nuevos tratamientos médicos contra la diabetes y el cáncer. Ahora pareciera que un mapa preciso, detallando más del 90% de nuestros genes y su ubicación en los cromosomas, podría estar completo en el 2003. El profesor Sakaki, de la Universidad de Tokio, aseguró que con este mapa los científicos podrán trabajar el algo más complicado aún: el descubrimiento de qué genes son responsables de enfermedades como el cáncer, la diabetes y la hipertensión. Los expertos ya saben que estas enfermedades son causadas por varios genes que actúan en conjunto. El profesor Sakaki confía en que con técnicas genéticas se podrán desarrollar, dentro de unos 10 años, tratamientos que reparan los genes que causan estas dolencias.” (Información dada a conocer el 14 de abril de 2002: en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_1929000/1929991.stm
[xix] “La estadística, junto con la epidemiología, es un instrumento indispensable en el proceso de investigación en medicina. Formalmente, se puede clasificar la estadística en descriptiva, cuando se utiliza simplemente para la presentación y síntesis de la información recogida en un estudio, e inferencial, que tiene por objetivo generalizar la información obtenida en una muestra a resultados válidos para la población de la que procede […] La aplicación de los principios de la estadística a la clínica permite reducir y cuantificar dicha variabilidad y ayudar a la toma de decisiones. En particular, el cálculo de probabilidades suministra las reglas apropiadas para cuantificar esa incertidumbre y constituye la base para la estadística inductiva o inferencial. El concepto de probabilidad resulta familiar a cualquier profesional del ámbito sanitario, pero una definición más precisa exige considerar la naturaleza matemática de dicho concepto. La probabilidad de ocurrencia de un determinado suceso podría definirse como la proporción de veces que ocurriría dicho suceso si se repitiese un experimento o una observación en un número grande de ocasiones bajo condiciones similares. Por definición, entonces, la probabilidad se mide por un número entre cero y uno: si un suceso no ocurre nunca, su probabilidad asociada es cero, mientras que si ocurriese siempre su probabilidad sería igual a uno. Así, las probabilidades suelen venir expresadas como decimales, fracciones o porcentajes. La definición anterior de probabilidad corresponde a la conocida como definición frecuentista. Existe otra descripción más formal desde el punto teórico que permite definir el concepto de probabilidad mediante la verificación de ciertos axiomas a partir de los que se deducen todas las demás propiedades del cálculo de probabilidades. En otros contextos, se ha defendido una interpretación más amplia del concepto de probabilidad que incluye las que podemos denominar probabilidades subjetivas o personales, mediante las cuales se expresa el grado de confianza o experiencia en una proposición. Esta definición constituye la base de los llamados métodos bayesianos, que se presentan como alternativa a la estadística tradicional centrada en el contraste de hipótesis”: en: Pértegas DÍAZ S. y Pita FERNÁNDEZ S., de la Unidad de Epidemiología Clínica y Bioestadística en el  Complexo Hospitalario-Universitario Juan Canalejo, La Coruña (España): “Cálculo de probabilidades: nociones básicas” en (consulta agosto 2006):
[xx]Para hace unos 100.000 años coexistieron por muchos miles de años dos versiones del Homo sapiens: el Homo sapiens sapiens, y el Homo sapiens neardenthalensis. Éste último ocupó algunas zonas de Europa y Oriente próximo entre hace 100.000 y hace 30.000 años. En África, ciertamente, apareció el Homo sapiens sapiens, pero ello da origen a diversas hipótesis acerca de la existencia de las distintas razas humanas en los continentes. En los yacimientos de Singha en Sudán, Omo en Etiopía, Klasies River Mouth en Sudáfrica y Skhûl en Israel los científicos han encontrado restos de cráneos de los primeros Homo sapiens sapiens. Basándose en estos fósiles, muchos científicos concluyen que el hombre moderno ya había evolucionado en África hace unos 130.000 años y que en algún momento hace 90.000 años comenzó a dispersarse hacia diferentes partes del mundo por una ruta a través del Oriente Próximo. Lo que sí es común entre todas las razas es su relación con el Homo sapiens sapiens africano, caracterizado por el esqueleto avanzado, típico del humano moderno, así como por el habla y otros procesos culturales más sofisticados (agricultura, arte, prácticas funerarias…) En efecto, de todos los mamíferos, sólo el homo sapiens sapiens tiene la cara posicionada directamente bajo el lóbulo frontal (el área más adelantada del cráneo). Como resultado, el hombre moderno tiende a tener una frente más alta que la que tenían el Neandertal y otros homínidos primitivos. La capacidad craneana del hombre moderno oscila entre aproximadamente 1.000 y 2.000 cm3, siendo la media de aproximadamente 1.350 cm3”: en: Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001. © 1993-2000 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
[xxi] Es mi percepción – que probablemente otros compartirán conmigo – que, de hecho, se dejado de lado, en muchas ocasiones, y quizás en algunas de ellas especialmente críticas y fundamentales, el problema teológico del pecado (original) y de sus consecuencias prácticas y concretas en la vida social, no sin cierto complejo de inferioridad. Probablemente se lo considera “caduco”, o “intrascendente”, o “inoportuno”. La principal consecuencia de ello, estimo, es la creación de una cierta concepción “optimista” y hasta “absolutista” de la persona y del individuo, de la sociedad, y del presente y del futuro, poco complexiva – y auténtica –, que olvida – o desecha – la propia historia y la misma naturaleza humana (que, en su relatividad intramundana orientada hacia Dios, no se identifica ni se define por las patologías psiquiátricas o sociológicas, por ejemplo, pero que las incluye) y que ha logrado trascender y multiplicarse a través de los medios de comunicación hasta colmar el ambiente cultural actual globalizado – y ello tanto en lo teórico como en lo práctico –. Sin querer ser “aguafistas”, permítaseme hacer a este propósito una digresión sobre la situación nacional colombiana – válida, sin embargo para todas las demás en otros contextos, inclusive no sólo políticos sino, precisamente, científicos – de las violencias, a las que, por supuesto, también este servidor desearía controlar y, ojalá, hacer desaparecer desde sus causas y en sus lamentables efectos.
Autores a quienes tanto aprecio por diversas razones parecieran poseer y quizás hasta defender esta posición. Señala el primero, abogado y conjuez de la Corte Constitucional colombiana, por ejemplo, que “es científicamente incorrecto sostener que los seres humanos participamos de una tendencia agresiva de carácter instintivo, o que en los colombianos genéticamente está programada la violencia, de modo que estaríamos condenados a la guerra de todos contra todos, como en la hipótesis de Hobbes. Eso es un absurdo. No creo que el Leviatán sea la solución a nuestros males. Como tampoco la desintegración o la privatización del poder público. Sólo con una tolerancia responsable, con un respeto profundo por la dignidad humana, unos valores arraigados en cada colombiano y una participación activa y razonable se podrá procurar con el transcurrir del tiempo un nuevo Estado, un país incluyente, una justicia recta y un nuevo derecho para una verdadera justicia”: Luis Fernando ÁLVAREZ LONDOÑO, S. J.: “¿Son los acuerdos de La Habana el fin del conflicto?”, editorial de Revista Javeriana ene-feb 2015 82 151/811 5. El segundo, por su parte, médico y director del Instituto de Bioética de la PUJ, aspira que a llegue a desaparecer de entre nosotros “la barbarie”: “Tan larga tradición autoritaria en nuestro mundo social (en la familia, escuela, instituciones privadas y públicas, iglesias, etc.), tradición en la que, sin duda, han cultivado muchos colombianos sus simpatías por los gobernantes despóticos o por los emancipadores infames, no es fácil de abandonar. En su reemplazo, será necesario disponer un entramado distinto para la regulación de nuestra vida en común. Este entramado, a diferencia del anterior, habrá de ser móvil, incluyente, delgado (es decir, horizontal y no vertical), dialógico y espiral (y no piramidal). Frente a tan larga tradición, la familia y la escuela son el espacio fundamental del cambio de mundo: es en ellas en las que tendremos que naturalizar modos de autogobierno que hagan lucir extraña, incluso inverosímil, la barbarie”: Eduardo A. RUEDA BARRERA: “Bioética y posconflicto”, ibíd., 19.
Contrastan con tales afirmaciones – y por ello llamo especialmente la atención –, las de un canonista. Exponiendo la norma del c. 1733 § 1, sobre el “recurso jerárquico” en los procesos administrativos en la Iglesia Católica (en el libro VII sobre los procesos del CIC), recuerda él en forma más realista – y profundamente teológica y revelatoria –, en mi concepto, que “es muy de desear que, cuando alguien se considera perjudicado por un decreto, se evite el conflicto entre el mismo y el autor del decreto”, es decir, con la autoridad (generalmente el Obispo para los clérigos, etc.) competente que lo emitió. Y lo explica: “Es deseable que se evite el conflicto, aunque sabemos que esta es una realidad inherente a la existencia humana… El ideal es llegar de común acuerdo a una solución equitativa… Evitar el conflicto, llegar de común acuerdo a una solución equitativa, así como la necesidad de la mediación, son tres elementos que nos presenta el Can. 1733 § 1 y que permiten un acercamiento a la reflexión del posconflicto colombiano. El Derecho Canónico no está ajeno a dicha realidad”: Luis Bernardo MUR MALAGÓN, S.D.B.: “¿Tiene algo que decir el Derecho Canónico al posconflicto colombiano?”, ibíd., 75 (la cursiva es mía).
[xxii] Ocurre en nuestro momento (octubre 2007) que unas declaraciones de James WATSON, a quien citamos anteriormente por su aporte en el descubrimiento del ADN, han conmocionado el ambiente y lo han urgido a rectificar. Hace diez años ya había sucedido algo semejante, cuando algunos interpretaron alguno de sus pronunciamientos como favorables al feminismo y al aborto. Informó Charlotte HUNT-GRUBBE: “The elementary DNA of Dr Watson”, en: The Sunday Times, October 14, 2007: “Los feministas han sido una fuente permanente de problemas para él. Yo lo recuerdo dirigiéndose a mí el día del encabezado: «Aborte niños con genes gay, dice ganador del Nobel», que apareció en una hoja libre británica hace 10 años. Estaba tenso, y preguntó: « ¿Qué debería hacer yo con la prensa?» Volvió a referirse al incidente en el almuerzo. Y explicó: «Era una cosa meramente hipotética». «Si pudieras detectarlo en el período prenatal, ¿pudiera una mujer abortar un niño que fuera homosexual? Yo dije que ellas deberían tener el derecho a hacerlo, porque muchas pasan por el período de querer tener nietos. Nosotros no podemos hacerlo, pero es el sentido común. Con todo – agregó, aburrido, moviendo la cabeza – fue un mal día cuando el titular golpeó. Yo estaba precisamente arguyendo a favor de la libertad de las mujeres para tratar y tener los hijos que ellas quieren, no sobre lo que es correcto o equivocado».  Posteriormente, algunos de sus comentarios fueron considerados por colegas suyos como “poco científicos”, e, incluso, como “políticamente incorrectos”: “De Nuevo en 1990, el periódico Science comentó: «A muchos en la comunidad científica, Watson ha sido por largo tiempo un hombre salvaje, y sus colegas tienden a contener su respiración colectiva cada vez que se aparta del escrito». Cuando, en 2000, dejó a una audiencia tambaleándose al sugerir una relación entre el color de la piel y el manejo del sexo – formulando la hipótesis de que las personas de piel oscura tienen una libido más fuerte – algunos periodistas sugirieron que él había «abierto una desavenencia transatlántica». Los científicos americanos lo acusaron de « intercambiar sobre sucesos del pasado para promover opiniones que tienen una base poco científica». Académicos británicos se opusieron a que esos temas no se desbordaran de sus límites porque eran políticamente incorrectos. Susan Greenfield, directora de la Royal Institution, dijo que «nada debería impedirte averiguar la verdad científica; la ciencia debe ser libre en lo que concierne al género y a la raza». Pero ha sido precisamente ahora cuando sus declaraciones suscitan una nueva ola de críticas: “Él dice que él es «inherentemente pesimista acerca de la perspectiva de África» porque «todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho que su inteligencia es la misma que la nuestra – mientras que todas las pruebas nos dicen que no lo es realmente», y yo sé que esta «papa caliente» es difícil de digerirla. Su esperanza es que cada uno es igual, pero él señala que «las personas que tienen negocios con empleados negros encuentran que esto no es verdad». Él dice que usted no debería discriminar sobre la base del color, porque «hay muchas personas de color que son muy talentosas, pero no las promueven cuando no tienen éxito en un nivel menor». Él ha escrito que «no existe una razón firme para anticipar que las capacidades intelectuales de las personas separadas geográficamente durante su evolución deberían probar que evolucionaron idénticamente. Nuestro deseo de reservar iguales capacidades de razonamiento como alguna herencia universal de la humanidad, no serían suficientes para lograrlo»”: en: http://entertainment.timesonline.co.uk/tol/arts_and_entertainment/books/article2630748.ece
Los comentarios y la controversia se pueden leer en: CNN: “Nobel winner in 'racist' claim row”, en (October 18, 2007 -- Updated 1443 GMT (2243 HKT): http://edition.cnn.com/2007/TECH/10/18/science.race/index.html?iref=newssearch También cf. http://www.timesonline.co.uk/tol/sitesearch.do?query=James+Watson&hitsperpage=10&nextOffset=0&offset=0&leftStartIndex=1&leftEndIndex=10&submitStatus=searchFormSubmitted&mode=simple&sectionId=2820
La respuesta del científico precisando el alcance de su intervención anterior se puede encontrar en: Rajeev SYAL: “Scientist James Watson flies home after employers suspend him”, en: The Times October 20, 2007, en: http://www.timesonline.co.uk/tol/news/uk/science/article2697559.ece

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